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Para Leo Santa Cruz y Abner Mares la opción era pelear o pelear

Los boxeadores pelean. Parece una declaración obvia, pero no lo es. La pelea, el deseo y la determinación están arraigados mucho antes de que el atleta entre en un cuadrilátero en una arena.

Los Ángeles puede ser el telón de fondo para los boxeadores en desarrollo, muchos de ellos de la comunidad mexicano-americana, donde el amor por el deporte del boxeo es profundo.

Antes de que la mayoría del mundo del boxeo conociera sus nombres, el entrenador y manejador de gimnasio Armando "Mando" Huerta vio a dos de ellos -- Abner Mares y Leo Santa Cruz - se enfrentaron como adolescentes en el Maywood Boxing Club en Maywood, una pequeña ciudad en el sureste de Los Ángeles.

"Cuando pelearon, fue bastante cerrado", explicó Huerta, recordando sus asaltos de práctica en el ring en ese entonces. "Se podía ver lo bueno que eran y que sólo iban a mejorar. No es como si supiera que serían campeones del mundo, pero sabía que estarían allí arriba, los dos".

Mares, de 31 años, y Santa Cruz, de 28, se convirtieron en campeones mundiales, con múltiples títulos en diferentes categorías de peso. Uno de las dos derrotas de Mares (30-2-1, 15 KOs) llegaron a manos de Santa Cruz (33-1-1, 18 KO).

En 2015, el dúo galvanizó a la comunidad local de boxeo cuando pelearon entre sí en un combate llamado "Battle for Los Angeles". Huerta recordó que los asiduos del Maywood Boxing Club estaban divididos con su apoyo.

"Fue una especie de locura", dijo Huerta de las múltiples solicitudes de entrevistas pidiéndole que predijese un ganador. "De hecho, pensé que Leo lo derrotaría [a Mares]".

Santa Cruz obtuvo una decisión mayoritaria. Y ahora, dos años más tarde, una revancha obligatoria en el peso pluma es probable.

    MARES ENTRÓ AL RING...

    A los 7 años, Mares llegó al sur de California desde Guadalajara con su familia -- que finalmente incluiría a 10 hermanos. Mientras sus padres trabajaban largas horas, Ismael, el más viejo, encontró refugio de las calles de su vecindario de Hawaiian Gardens en un gimnasio de boxeo local.
    "Yo venía con él y lo veía entrenar", recordó Abner Mares.

    Para diversión un día, los boxeadores mayores en el gimnasio ataron guantes en Mares y otro muchacho joven que se pasaba por ahí.
    "Le gané al tipo y lo sangré ", recordó Mares. "Desde entonces, me enamoré del deporte".

    Mientras Mares progresaba en sus habilidades de boxeo, el gimnasio cerró por problemas de dinero. Terminó entrenando con Joe Olivo en el Complejo Deportivo de Norwalk, a sólo 10 millas de distancia, pero no fue fácil para Mares llegar allí.

    "Mis padres no tenían auto", dijo Mares. "No había dinero. Así que tomaba el autobús de Hawaiian Gardens a Norwalk, todos los días después de la escuela".

    Su padre fue con él al principio para mostrarle la ruta, y entonces el joven Abner iba solo, con sol o lluvia, a veces mojándose de agua sucia por los autos que pasaban mientras esperaba en su parada.

    "Era un viaje en autobús de 45 minutos al complejo deportivo", recordó Mares. "Terminaba a las 7, 7:30, de 11, 12 años de edad, tomando el autobús a esa hora. A veces me asustaba. Había mucha actividad de pandillas".

    Un punto bajo en su vida vino cuando su familia lo envió de nuevo a México cuando él tenía 15 años. Como él era indocumentado mientras vivió en Estados Unidos, Mares no podía viajar al exterior para competir y limitaba su carrera. Una vez fuera del país, podría solicitar la residencia.

    "Siendo inmigrante, sin papeles, durante ese tiempo, yo ganaría a nacionales y no podría volar a otro estado u otro país", explicó Mares de la decisión de su familia. "Fue dificil. Yo lloraba todos los días, llamaba a mi mamá, les pedía que me trajeran de vuelta. Pero al final funcionó".

    Peleando desde México, Mares pudo competir y ganar torneos mundiales. Conoció y se casó con su esposa, Nathalie, en México y finalmente pudo regresar legalmente a los Estados Unidos cuando tenía 20 años.

      SANTA CRUZ ENTRA AL RING...

      A 12 millas de distancia de donde creció Mares en Hawaiian Gardens, Santa Cruz estaba lidiando con sus propios problemas.

      "Mis primeros recuerdos son de Compton, en South Central L.A., con todas las pandillas".

      Santa Cruz recordó que tená alrededor de 4 o 5 años, cuando ocurrió un incidente en particular. Estaba en casa con su madre en el apartamento de la familia cuando oyeron disparos. "Una bala quedó atrapada en la pared. Si hubiera pasado, le habría dado a mi mamá. Estaba tan asustada. Llamó a mis tías y lloró, contándoles todo. Yo estaba allí, asustado".

      El padre de Santa Cruz trató de mantener a sus cuatro hijos seguros, llevándolos regularmente a Resurrection, el legendario gimnasio en el este de Los Angeles en lo que era una antigua iglesia.

      "Al principio, no fui a entrenar. Yo sólo jugaba", dijo Santa Cruz.

      Un día, cuando tenía 8 años, determinaron que era lo suficientemente mayor. "Mi papá dijo, '¿Quieres hacer sparring?' Yo no sabía nada, sólo dije 'Sí' y comencé a pelear con este otro niño".

      Los espectadores podían ver que Santa Cruz era un natural y era fácilmente capaz de integrar las habilidades que vio a sus hermanos mayores aprender. Ya estaba en camino.

      Resurrection Gym casi cerró en 1996 por falta de apoyo financiero, pero fue salvado por otro ex boxeador del gimnasio -- Oscar De La Hoya.
      Santa Cuz y su familia estaban de nuevo en movimiento, de todos modos, alimentados por varios incidentes.

      "Eramos realmente pobres y sufriendo", describió Santa Cruz un evento. "Mi mamá estaba empujando un carro con latas, y estábamos caminando con ella. Estas personas, creo que estaban drogados, abofetearon a mi madre".

      La familia terminó en Monterey Park, donde Santa Cruz entrenó en el Eddie Heredia Boxing Gym, con su padre siempre a su lado.

      Quizás no fue una gran sorpresa cuando Leo Santa Cruz perdió por primera vez, y hasta ahora, la única ocasión ante Carl Frampton en julio de 2016, que su padre estuviese luchando contra el cáncer y fuera incapaz de ayudarlo mucho.

      "Realmente no me entrené tan duro como lo hacía antes, porque estaba pensando en mi papá", dijo Santa Cruz de su derrota.

      En enero del año pasado, Santa Cruz, entrenado de nuevo por su padre, ganó la revancha contra Frampton y acreditó su mejor preparación para la victoria.

        ... Y SU DEPORTE

        La comunidad de boxeo de L.A. desarrolló sus habilidades sobre el ring. Los desafíos que ambos enfrentaron en la vida enseñaron a los boxeadores a apreciar hasta dónde llegaron.

        Mares mira hacia atrás con orgullo, mientras detalla tristemente que algunos amigos de la infancia no han sido tan afortunados, incluso algunos terminando en la cárcel.

        "Pasé muchas cosas y me hicieron el hombre que soy hoy", dijo Mares. "Definitivamente ayudó a mi carrera a hacerme más fuerte, mentalmente. A mí nadie me dio nada".

        Santa Cruz también está agradecido.

        "No puedo creer todo lo que tengo ahora", dijo sobre su éxito en el boxeo. "Ahora, podemos comprar lo que necesitamos. Estoy muy agradecido".
        Mares cree que tiene más en juego en una revancha contra Santa Cruz.

        "Viniendo de una derrota contra él ya, si pierdo, sería como 'Él te derrotó de nuevo y no eres tan bueno.' Es una situación donde estoy obligado a ganar. Estoy definitivamente listo para demostrarle a la gente que hice la pelea equivocada la primera vez".

        Huerta espera otra gran batalla entre los ex compañeros de sparring ocasionales. "Es un poco incómodo, pero siempre hay respeto mutuo. Son amigos, pero una vez que suena la campana, eso se echa a un lado.

        Él todavía no escoge un ganador para esta vez.

        "Abner se veía tan bien en esta última pelea con un nuevo entrenador. Creo que va a hacer una pelea mucho más interesante y tiene una mejor oportunidad de salir con una "G" que en la última ocasión".

        Santa Cruz es cauteloso con Mares, pero está confiando con su padre en la esquina.

        "[Mares] vendrá por venganza", señaló Santa Cruz. "Tenemos que ser más inteligentes, ser pacientes y voy a entrenar muy duro".

        Independientemente de cuál sea la mano que sea alzada, Mares y Santa Cruz ya han luchado las batallas más duras lejos de los aplausos. Ya sea en un gimnasio en Maywood haciendo sparring fuerte con un compañero, en un viaje en autobús solitario a un nuevo gimnasio en Norwalk, su deseo para superar las dificultades es lo que hace campeones.

        "La gente no lo sabe", observó Mares. "La gente no sabe de las dificultades".