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Carlos Bacca, un ejemplo de superación

En junio de 2017 se inauguró en Puerto Colombia una calle con un nombre muy especial: el de Carlos Bacca. En general, las calles tienen nombres de próceres, de países, de políticos… Pocas veces se ganan ese privilegio los deportistas. Carlos Bacca lo consiguió, y lo tiene bien ganado sin dudas. “Es una gran emoción, es una calle que me trae muchos recuerdos”, contaba el delantero.

Carlos Arturo Bacca Ahumada nació en Puerto Colombia el 8 de septiembre de 1986. Y desde chico tuvo que salir a trabajar para ayudar a su familia. Por eso la calle que hoy lleva su nombre, como tantas otras de su barrio, lo veían caminando desde horas tempranas, vendiendo pescado fresco con el fin de colaborar con la economía familiar.

Más tarde, también, se lo veía corriendo detrás de una pelota de fútbol, soñando con estar algún día en una Liga importante, festejando los goles ante las tribunas llenas de gente.

No sólo como vendedor de pescado se ganó la vida en esa época difícil. También, trabajó como vendedor de boletos de autobús. No eran tiempos fáciles, pero luego del trabajo siempre quedaba tiempo, y sobre todo ganas, para correr y entrenar: el deseo de ser futbolista era muy grande.

Tanto, que Bacca fue uno de los principales impulsores a la hora de crear un equipo de fútbol con los compañeros de trabajo de la empresa de micros. Carlos ya mostraba muy buenas condiciones, pero por el momento no aparecían en el futuro cercano grandes clubes para contratarlo.

Pero un día, llegó la chance de probarse en Barranquilla FC, un club que en ese entonces militaba en la Segunda del fútbol colombiano. Y luego, la oportunidad de ir a Venezuela. Todo un desafío que Bacca aceptó con gusto. Allí, logró el ascenso a Primera con el Minerven. Al poco tiempo, sin jugar en la Primera venezolana, decidió volver a probar suerte en su país natal. Nuevamente se puso la casaca del Barranquilla, pero a fuerza de goles se ganó la chance de llegar a Junior, el club del que es hincha.

Así, el 1 de marzo de 2009 y por el Torneo Apertura de Primera División, Bacca se dio el gusto grande de debutar ante Deportivo Pasto. No pudo jugar mucho: ingresó a los 25 minutos del complemento, pero le sobró para mostrar su talento y marcar nada menos que dos goles. A partir de ese momento ya no pasaría inadvertido. En la Copa Colombia de ese año fue máximo artillero con 11 tantos, y también marcaría goles clave para el subcampeonato de Junior. Un año después, con 12 conquistas iba a ser goleador del Apertura 2010, donde salió campeón.

Dicen que Boca lo tenía en la mira, pero el futuro de El Chacal ya no estaría en América. El Brujas, de Bélgica, puso los ojos en él. Si bien no llegó a una de las grandes ligas europeas, el salto al Viejo Continente, a comienzos de 2012, fue importante no sólo en lo económico, también en lo futbolístico, ya que le permitió mostrarse en torneos como la Europa League.

De menor a mayor fue su carrera, dando pasos cortos pero firmes. Sevilla fue la nueva escala, otro progreso para el oriundo de Puerto Colombia. En el conjunto español mostró la mejor versión: 49 goles en 108 partidos lo consolidaron como un goleador temible. En el club español, además, se consagró bicampeón de la UEFA Europa League.

A mediados de 2015, el Milan de Italia quiso tenerlo en sus filas, y hacia allí partió con la valija llena de ilusiones. “Dejar Sevilla es una decisión difícil, pero ir a Milan es un gran reto”, dijo Carlos, acostumbrado a los nuevos desafíos.

Hoy, en el Villarreal, y luego de buenas temporadas en el rossonero, Bacca va por más. Ya consagrado, el delantero fue una pieza clave dentro de su Selección, donde jugó dos mundiales. Pero una de las mayores satisfacciones las tiene a partir de la Fundación Carlos Bacca, que creó junto con su esposa para ayudar a los chicos de su pueblo.

Un grande que se hizo de abajo, y que nunca olvidó sus orígenes.