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Gabriel de Anda sobre la derrota del América: 'Es una consecuencia de un equipo que está desdibujado'

LOS ÁNGELES -- América tenía atenuantes: jugaba feo y aburrido, pero sumaba puntos. Vaya, hasta goleaba 1-0. Y Coapa era un mundo feliz.

Hoy, es tragicomedia. América 2-3 San Luis. Le asaltaron El Nido. Le irrespetaron la alcurnia. Lo más grave, los potosinos se apiadaron hasta en cuatro ocasiones de gol.

Hoy, en El Nido de la Pureza, desde donde Santiago Baños reclama disculpas, mientras aumenta sus culpas, América entra en una crisis.

1.- No gana desde el 23 de octubre del año pasado. Impotencia senil.

2.- Suma ocho juegos sin victoria, con cinco derrotas, 12 goles en contra y cinco anotados. La aritmética de la mediocridad.

3.- Acumula tres tarjetas rojas en tres juegos de este Clausura 2022.

4.- Y ha perdido la brújula. El equipo ya no marca, no asfixia, no presiona, no recupera y no desdobla, como sí lo hacía, por momentos, en 2021.

5.- Lo más grave, le han amputado la intensidad, el coraje, la mística del americanismo. Sólo tuvo esos cromosomas de su estirpe en los últimos siete minutos del juego.

En casi cuatro meses, América ha pasado del #ÓdiameMás al #CompadéceteMás.

Recuérdese que el capataz del equipo acudió a Coapa. Emilio Azcárraga Jean, el jueves, le metió una regañiza a los jugadores, con endoso a Santiago Solari y estercolando los zapatitos de Santiago Baños.

La pregunta es obligada: ¿Qué provocó esa reprimenda airada de Emilio a sus jugadores? ¿Temor? ¿Respeto? ¿Burla? ¿Desdén? Por lo visto este sábado, ante San Luis, los jugadores se pitorrearon de la presunta arenga de su patrón.

Porque, más allá de que el América se vio desordenado, desconcentrado, perezoso, timorato, fue también evidente su blandengue espíritu. Y esa actitud, esa negligencia, es un claro desafío, un ninguneo, al sermón con el que les tupió Azcárraga Jean.

Cierto, San Luis se decidió por lavarse la percudida y chamagosa cara con el mejor detergente posible: ganarle al América. La sangre de Coapa purifica a todos los pecadores, hasta a estos potosinos.

Ha sido el mejor juego del San Luis desde su regreso a Primera División. Y seguramente, cuando la próxima semana reciba a Toluca volverá a su habitual pusilanimidad que tanto solaza a Alberto Marrero, el hijastro incómodo de Gil Marín.

Grave que El Indiecito Solari no aprenda. Con el Toluca, el veteranazo Rubens Sambueza (38 años), los desquició y los goleó. Ahora, de nuevo se convirtió en el artífice del holocausto americanista. Seguramente, el técnico que sufre de dislexia con el verbo embalar, no entendió que Sambueza siempre se embala ante su equipo.

Nadie se salva en el caos americanista. Acaso Guillermo Ochoa con un par de atajadas, pero fue una presentación desastrosa de Jonathan Dos Santos, ratificando porque al Galaxy le urgía deshacerse de él. Claro, su llegada –como la de Giovani, en su momento--, es capricho de Emilio, no petición de Solari.

Y entre los errores de Sebastián Cáceres mientras estuvo en la cancha, y el perfil timorato de Juan Otero y del mismo Jonathan, América jugaba con nueve y Álvaro Fidalgo se hacia pedazos, dentro de sus limitaciones evidentes, para tratar de contener el insospechado alud potosino.

Los ingresos de Richard Sánchez y Henry Martín, por los dos sonámbulos mencionados, Otero y Jonathan, le permitieron al América reajustar, poco a poco, no sólo para contener, sino para intentar generar.

Irónicamente, la expulsión del más pundonoroso, pero ya casi caduco Miguel Layún (‘85), termina siendo el detonante de las Águilas. Aunque Solari lo minimiza, lo segrega, lo descalifica, pero con Henry Martín al frente había una referencia más clara que con Roger Martínez.

De hecho, son estos dos, Martín y Roger, quienes se confabulan para, a los minutos 90 y 94, marcar los dos goles que hacen menos bochornoso y escandaloso el cataclismo americanista. Aquello pudo ser una desvergüenza absoluta, pero Abel Hernández se conformó con un solo gol y desperdició otros dos.

Y al América se le vienen Santos, Mazatlán y Pachuca, que en 2021 habrían sido bocadillos. Pero, hoy, a este equipo al que ya todos le faltan al respeto, termina siendo el plato principal de sus rivales.

¿Qué hará Emilio ahora? ¿Irá nuevamente a vilipendiar a sus jugadores? Ya quedó claro que no lo toman en serio. Casi, casi, se burlan de él.

Y otra pregunta obligada: ¿el que interpela disculpas a narradores, estará en condiciones de ofrecerlas él mismo al americanismo?

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LOS ANGELES -- Una victoria sucia, percudida. México vence 1-0 a Panamá con la limosna, con la dádiva gangrenada y generosa del arbitraje.

Iván Bartón decreta penalti sobre Diego Láinez. Sólo él y los corifeos serviles del Tri vieron la falta.

México no mejora, pero la victoria tiene esa faceta falaz y prostituida de ocultar los defectos y maquillar las deformaciones. Claro, los bobalicones y los groupies del Tri harán la alharaca festiva de convertir lo burdo en memorable.

Gerardo Martino salva el pellejo. Le llena el buche a los lloriqueos de Yon de Luisa (“siete de nueve puntos”) y de paso, mantiene vigente su contrato para tratar de llegar a Catar con las aduanas de Estados Unidos, Honduras y El Salvador en la última ronda del Octagonal Final de Concacaf.

La mejor lección para Gerardo Martino, si quiere verla, si sabe leerla, si puede entenderla, es que hay jugadores que reclaman la titularidad y que su obscena terquedad es puesta en evidencia.

Como antes, colocó dos boquetes suicidas en media cancha. Andrés Guardado, de nuevo, para corroborar que llega tarde a las coberturas, no anticipa y es despojado de balones y Héctor Herrera perdió de nuevo otra docena de pelotas, algunas de ellas de alto riesgo, y lo más grave, en entregas cómodas, naturales, de no más de 10 metros de distancia, pero, eso sí, la guapura artificial de quirófano y las lucecitas en el pelo no pierden su apostura.

Es evidente que Martino es alcahuete de ambos. Sostiene a Guardado y a Herrera, porque ellos le evitan una sublevación de los jugadores inconformes con él y con su capricho por Rogelio Funes Mori, al cual esta vez recluyó en la banca. Es un pacto pérfido de protección mutua.

Un primer tiempo de control total de Panamá. La Marea Roja aprovechaba las prótesis metales y físicas de Guardado y Herrera para, con cuatro o cinco hombres, posesionarse en la media cancha.

De nuevo, el jugador clave fue Guillermo Ochoa. Un par de atajadas y un par de disparos desviados permitieron a México sobrevivir en la primera mitad con el 0-0 como un simbólico fetichismo atorado en la garganta.

Para fortuna de México, Panamá decidió en el segundo tiempo manipular el marcador. No podía sostener el ritmo de la primera mitad y decidió apostar por un latigazo de sorpresa.

Además, en un momento de lucidez, entre su senilidad táctica, Martino coloca en la cancha a Tecatito Corona por Carlos Rodríguez, a Julián Araujo para dar la profundidad que no tenía Catita Domínguez y, forzado por una lesión en el hombro de Chucky Lozano, ingresó a Diego Láinez.

Si Panamá le había entregado ya la pelota y el espacio, los ingresos de Corona, y en especial de Láinez, le dieron velocidad, cambios de ritmo, alternativas de ataque y profundidad, aunque nada sobresaliente, pero lo necesario para un equipo canalero que ya sufría.

Llegaría el penal inexistente. Un caracoleo de Diego Láinez, quien pierde primero la pelota, pero se castiga y va en busca de ella. El silbante, de viejas simpatías con México, se come el desmayo del mexicano y condena al manchón.

Ahí, en el lunar blanco de las sentencias, ahí justamente, Raúl Jiménez goza de privilegios. Su disparo engaña al Manotas Mejía y México disfraza su tristona actuación con el humo generoso de una victoria patrocinada por el arbitraje.

Panamá intentó, pero ya en el pecado de ceder cancha y balón llevaba la penitencia.

Martino ingresó a Luis Romo para poner doble candado y extrañamente mantuvo a un Herrera que, por amarilla, se perderá el juego ante Estados Unidos.

Así, El Tata sobrevive y en una nación futbolera propicia, adicta al autoengaño y la abnegación, al auto flagelo de mentirse a sí misma como la mexicana, se conforma con la victoria sin atreverse a hurgar en los detalles por pánico a encontrar respuestas que no quiere.

Así, tercero en la tabla, con los mismos 21 puntos de Estados Unidos, su próximo rival, el Tata, el Tri y las veladoras corruptas de Concacaf tienen la oportunidad de clasificar de manera directa, aunque queda claro, con un pronóstico escéptico sobre si logrará pasar al menos la fase de grupos en el Mundial de Catar.

Y sí, por si estaba con el pendiente, el #FueraTata retintineó en redes sociales, en la tribuna del Azteca, con los 2,000 acarreados y en las afueras del estadio, pero Yon de Luisa no se atreve, como ni siquiera se atrevió a espetarle el ultimátum en su propia cara a Martino.

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LOS ANGELES -- Una victoria sucia, percudida. México vence 1-0 a Panamá con la limosna, con la dádiva gangrenada y generosa del arbitraje.

Iván Bartón decreta penalti sobre Diego Láinez. Sólo él y los corifeos serviles del Tri vieron la falta.

México no mejora, pero la victoria tiene esa faceta falaz y prostituida de ocultar los defectos y maquillar las deformaciones. Claro, los bobalicones y los groupies del Tri harán la alharaca festiva de convertir lo burdo en memorable.

Gerardo Martino salva el pellejo. Le llena el buche a los lloriqueos de Yon de Luisa (“siete de nueve puntos”) y de paso, mantiene vigente su contrato para tratar de llegar a Catar con las aduanas de Estados Unidos, Honduras y El Salvador en la última ronda del Octagonal Final de Concacaf.

La mejor lección para Gerardo Martino, si quiere verla, si sabe leerla, si puede entenderla, es que hay jugadores que reclaman la titularidad y que su obscena terquedad es puesta en evidencia.

Como antes, colocó dos boquetes suicidas en media cancha. Andrés Guardado, de nuevo, para corroborar que llega tarde a las coberturas, no anticipa y es despojado de balones y Héctor Herrera perdió de nuevo otra docena de pelotas, algunas de ellas de alto riesgo, y lo más grave, en entregas cómodas, naturales, de no más de 10 metros de distancia, pero, eso sí, la guapura artificial de quirófano y las lucecitas en el pelo no pierden su apostura.

Es evidente que Martino es alcahuete de ambos. Sostiene a Guardado y a Herrera, porque ellos le evitan una sublevación de los jugadores inconformes con él y con su capricho por Rogelio Funes Mori, al cual esta vez recluyó en la banca. Es un pacto pérfido de protección mutua.

Un primer tiempo de control total de Panamá. La Marea Roja aprovechaba las prótesis metales y físicas de Guardado y Herrera para, con cuatro o cinco hombres, posesionarse en la media cancha.

De nuevo, el jugador clave fue Guillermo Ochoa. Un par de atajadas y un par de disparos desviados permitieron a México sobrevivir en la primera mitad con el 0-0 como un simbólico fetichismo atorado en la garganta.

Para fortuna de México, Panamá decidió en el segundo tiempo manipular el marcador. No podía sostener el ritmo de la primera mitad y decidió apostar por un latigazo de sorpresa.

Además, en un momento de lucidez, entre su senilidad táctica, Martino coloca en la cancha a Tecatito Corona por Carlos Rodríguez, a Julián Araujo para dar la profundidad que no tenía Catita Domínguez y, forzado por una lesión en el hombro de Chucky Lozano, ingresó a Diego Láinez.

Si Panamá le había entregado ya la pelota y el espacio, los ingresos de Corona, y en especial de Láinez, le dieron velocidad, cambios de ritmo, alternativas de ataque y profundidad, aunque nada sobresaliente, pero lo necesario para un equipo canalero que ya sufría.

Llegaría el penal inexistente. Un caracoleo de Diego Láinez, quien pierde primero la pelota, pero se castiga y va en busca de ella. El silbante, de viejas simpatías con México, se come el desmayo del mexicano y condena al manchón.

Ahí, en el lunar blanco de las sentencias, ahí justamente, Raúl Jiménez goza de privilegios. Su disparo engaña al Manotas Mejía y México disfraza su tristona actuación con el humo generoso de una victoria patrocinada por el arbitraje.

Panamá intentó, pero ya en el pecado de ceder cancha y balón llevaba la penitencia.

Martino ingresó a Luis Romo para poner doble candado y extrañamente mantuvo a un Herrera que, por amarilla, se perderá el juego ante Estados Unidos.

Así, El Tata sobrevive y en una nación futbolera propicia, adicta al autoengaño y la abnegación, al auto flagelo de mentirse a sí misma como la mexicana, se conforma con la victoria sin atreverse a hurgar en los detalles por pánico a encontrar respuestas que no quiere.

Así, tercero en la tabla, con los mismos 21 puntos de Estados Unidos, su próximo rival, el Tata, el Tri y las veladoras corruptas de Concacaf tienen la oportunidad de clasificar de manera directa, aunque queda claro, con un pronóstico escéptico sobre si logrará pasar al menos la fase de grupos en el Mundial de Catar.

Y sí, por si estaba con el pendiente, el #FueraTata retintineó en redes sociales, en la tribuna del Azteca, con los 2,000 acarreados y en las afueras del estadio, pero Yon de Luisa no se atreve, como ni siquiera se atrevió a espetarle el ultimátum en su propia cara a Martino.

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LOS ÁNGELES -- Un 0-0 que es reflejo puntual del juego. Costa Rica cumplió su objetivo. ¿México? Una nulidad, una ruindad. El Estadio Azteca aterra más a los mexicanos que a los visitantes.

México se identifica con el marcador: cero absoluto; cero sobre cero; cero en idea futbolística; cero en compromiso; cero en personalidad; cero en vivacidad; cero en inteligencia; cero en talento; cero en bravura; cero en dignidad.

Esta selección mexicana ya no da para más. Ni a Gerardo Martino se le encienden las neuronas y su discurso apenas le alcanza para enviar a la cancha a 11 pasmarotes, a 11 tipos apocados, temerosos, encabezados por un desastre monumental: Héctor Herrera.

El día que a este tipo le reformaron el rostro y sus complejos, le extirparon las meninges. Hoy, Herrera ratifica que es ese jugador vulgar del que no sabe cómo deshacerse el Atlético de Madrid, aunque en junio podría ser enviado al Atlético San Luis. A cada partido, a cada jornada, demuestra que sus mejores servicios con el Tri los ofreció aquella noche en la Mansión de las Lomas, como valet de las escorts invitadas a aquella caligulesca fiesta premundialista, recibiendo a todas y cada una con una copa en la mano.

¿Los Ticos? Casta pura, pura casta. Bravura, dignidad, hambre para pelear cada pelota.

En términos de Juan Gabriel, a México le falta lo que Costa Rica tiene de más. Lo más rescatable de futbol lo hicieron ellos… y perdonaron en el fusilamiento de Guillermo Ochoa y hay una sensación innegable: cuando tienes en tu arco al mejor arquero en la historia de la Concacaf, te amamantas de seguridad, de rabia, de personalidad. Costa Rica tiene en Keylor Navas el bastión de liderazgo que en México no hay, porque lo único que abunda es la pusilanimidad.

Con base en morder, presionar, anticipar, guerrear cada pelota, cada milímetro de la cancha, Costa Rica salió avante y sigue vivo en la eliminatoria y con base en disputar cada jugada de cada segundo con bravura, los Ticos terminaron por imponer su estratagema a los balbuceos tácticos de un pizarrón en decadencia como el del Tata Martino. Un pizarrón decrépito y con Alzheimer.

Una parte de 2020, todo 2021 y el comienzo de 2022 ratifican el caos en el equipo mexicano y confirman la crisis de mando en el equipo. No hay secretos ya:

1.- O el Tata perdió el control del equipo y los jugadores ya no creen en los rayones, garabatos, contradicciones y tachones de su presunto plan de juego, o 2.- Los jugadores ya no creen en Martino por los desplantes de soberbia de su auxiliar Jorge Theiler y la mejor forma de rechazar al valet del Tata es rechazar al propio entrenador o 3.- La confirmación es que simplemente esta generación es una generación perdida a la que le sobran los lastres anquilosados como Herrera, Andrés Guardado, Néstor Araujo, Héctor Moreno, Tecatito Corona y contando.

O la mezcla de todo lo anterior.

Es decir, esta es una generación perdida que se siente abandonada, desamparada por un perdido Gerardo Martino que ha roto la brújula, el mando, el liderazgo y, principalmente, la autoridad, después de ser humillado y sobajado públicamente por el mismo Yon de Luisa.

La vieja hipótesis explota con animosidad desparpajada: si fracasó con el mejor Barcelona y con el mejor Messi y fracasó con la mejor Argentina con el mejor Messi, ¿qué puede conseguir con una de las peores generaciones de futbolistas mexicanos, a la mayoría de los cuales les ratificó puntualmente su condición de jugadores castrados, de eunucos indigentes e indignos de representar a la selección nacional?

Con todo esto, a México no le queda más que replantearse objetivos para el Mundial de Catar 2022: llegar al cuarto partido, sobrevivir a la fase de grupos. ¿El Quinto Partido? Sigue siendo una broma macabra de su propio fatalismo.

A final de cuentas, tenía razón Juan Carlos Osorio después del Mundial de Rusia: “Hay que trabajar mucho. No veo a los jugadores para un recambio generacional”.

Y eso es lo que ocurre. Los jugadores no ven en el Tata a un técnico capaz de enfrentar el recambio generacional y el Tata no ve en los jugadores el material de recambio generacional y, encima, se obsesiona con un estorbo tremendo en el área llamado Funes-to Mori-bundo. El nepotismo del paisanaje.

Ahora deberán enfrentar a Panamá. La Marea Roja tiene al Tri a tiro de piedra y sí, el Estadio Azteca lleno ya no impresiona a nadie, mucho menos vacío. Los canaleros jugarán de locales.

Por cierto, el experimento tramposo, falaz de Yon de Luisa funcionó a medias. Entre acarreados, paleros, patiños y compadres, metió a 2,000 aficionados en la tribuna. Aburridos, decepcionados, al menos no vociferaron #ElGrito, pero sí abuchearon estentóreamente al Mellizo y como chillido de soplapitos, pidieron la renuncia del Tata Martino, algo que ya se ha convertido en un corolario, en un estribillo al término de cada partido.

¿Presentará su renuncia el Tata? Hay un millón de dólares de finiquito al que no querrá renunciar.

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LOS ÁNGELES -- Gerardo Martino jalaba aire como pez con asma. Una agonía prolongada. Jamaica ganaba 1-0. Desde el minuto 45, México, inoperante, aún con un hombre más.

Cierto, El Tri pujaba y empujaba, como ratoncito aterrorizado por salir de la trampa, de su propia trampa. Empellones inútiles e infructuosos. Hasta que aparecieron Henry Martín y Alexis Vega. En dos minutos, México pepenó dos goles y cambió la historia: 1-2. Chiripazos.

El Tri aún resuella… y El Tata también. Pero, Catar, aún está lejos y en la incertidumbre.

Getty ImagesNo hay fanfarrias ni vítores más allá de la victoria del Tri de Martino.

La victoria, en tanto, es una bofetada para el ultimátum de Yon de Luisa a Gerardo Martino. El presidente de la FMF se conformaba con siete puntos de nueve posibles. Y además, le retiraba el cobijo al Tata: “No hay garantías de nada en esta vida”, dejando en entredicho la supervivencia del argentino en el Octagonal Final de Concacaf.

“Hay que salir, trabajar, ganarse el trabajo”, intimidó a Martino, el ya intimidado Yon de Luisa, por su preocupado patrón, Emilio Azcárraga Jean. El Plan B, desde Monterrey, aguarda pacientemente.

Porque, De Luisa lo sabe: es hermano siamés de la desgracia o el éxito con Martino. Están apresados y apareados por los resultados de ese cordón umbilical del Tri. Si uno tropieza, el otro se condena. Mellizos de la fatalidad.

Ojo: No hay fanfarrias ni vítores más allá de la victoria, excepto el festejo indecoroso del mismo Martino, cuando cayó el 1-2. Porque El Tata no festejó la victoria de México, festejó que había rescatado su beca. No se alegró por El Tri, sino por su chequecito que seguirá llegando puntualmente. Él mismo lo ha reconocido: la selección es su chamba, no su pasión.

México se impuso, pero su único momento de lucidez futbolística llegó entre el minuto 81 y el 83, cuando sentencian Martín y Alexis. Lo más generoso, antes de ello y durante ese lapso, lo aportaron Diego Láinez y un par de dardos cargados de cicuta del Tecatito Corona.

Pero, el primer tiempo fue un desorden absoluto. México llegaba al tercio jamaiquino, pero porque le habían cedido la pelota y el espacio. Desde la alineación misma, los caribeños habían anunciado que se amontonarían en su reducto. Sus tres mastines ofensivos estaban en la banca.

A pesar del aparente acto de rendición de Jamaica, en la cancha no había ideas por parte del Tri. Y en la banca tampoco. Jamaica montó esa trinchera de pánico, con dos líneas sólidas de cuatro, y sólo se encomendaba a una travesura desesperada de Michail Antonio.

Con espacio, con tiempo de posesión, México terminó ahogándose en su pereza física, mental, espiritual y táctica. Sus acercamientos eran chiripazos estrictamente. Porque aún con Jamaica entregado, Gerardo Martino parecía más asustado que su homologo isleño.

La acción que termina estigmatizando el juego, se presenta en tiempo de compensación. Damion Lowe despeja un balón, pero en el vuelo, siembra la plancha en el pie izquierdo de Andrés Guardado. Roja directa, minutos antes del descanso, con el 0-0 columpiándose en el marcador.

Jamaica entendió que podía ganar el juego. Había más preocupación y desconcierto en el rival que en ellos. Y México colaboró al suicidio. Servicio al área y Néstor Araujo, como siempre, con el conflicto entre su cabeza y el balón, termina recentrando en lugar de despejar. La pelota aparece ante Daniel Johnson, quien fusila, aprovechando que el valiente, estoico, audaz, espartano Rogelio Funes Mori termina dándole la espalda, acobardado, con la esperanza de que le pegue en la región glútea y no en su apolíneo rostro. Penoso lo suyo. 1-0.

Los cambios de Martino llovieron por desesperación, más que por sabiduría, o por ideas, o por inteligencia táctica. El salario del hambre lo urgía a hacer las modificaciones. Seguramente revoloteaban en su cabecita los graznidos increpatorios de Yon de Luisa. No le preocupaba el destino del Tri, pero sí el de sus centavitos, para agregar otra cadena de departamentos en Rosario.

Vamos, Martino demostró que su inteligencia táctica y estratégica están al mismo nivel que la inteligencia deportiva de Santiago Baños en el América.

Con Láinez y El Tecatito enchufados, deseosos, comprometidos, México empezó a confundir, a desesperar, a llevar al caos a Jamaica, que estaba más turbada que nunca. Los movimientos, la habilidad individual, trastornaban los focos de concentración de los caribeños. En esa vorágine a ciegas, llegan los goles de México. Henry Martín con el 1-1 a su estilo, sin técnico, pero empujando con la barriga. Y después, Alexis Vega remata en el centro a segundo palo, para preciarse a sí mismo de ser el jugador el más empeñoso en la cancha. Que le sirvan un vodka con tamarindo.

Al final, quede claro, en México no hubo mejoría. Un futbol a empellones, a estertores, al albur, con la bendición de esa expulsión en el primer tiempo que alteró totalmente a Jamaica, obligando a un extremo físico, que empezó a dejar acalambrados en la cancha.

Por eso, México gana los tres puntos, pero sigue siendo un equipo sin atractivo y sin generar respeto; y sin propuesta, y sin un mapa futbolístico claro. Al topógrafo Martino se le perdió el teodolito… si es que alguna vez lo tuvo. Otra vez, asoma, además, la confusión entre sudar la camiseta y jugar con vehemencia, compromiso, intensidad y decisión. Esclavos de la transpiración y prófugos de la inspiración.

El único ganón, al final, es El Tata Martino, porque resuella con menos dificultad que su selección.

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LOS ÁNGELES -- Hace un año exactamente, Gerardo Martino tenía una propuesta hasta el Mundial 2026. Hoy, velada, maquillada, embozadamente, tiene una propuesta para la renuncia.

La voz de Yon de Luisa, no es su voz, es La Voz del Amo. Y el amo, queda claro, le ha perdido la fe y la confianza a Gerardo Martino.

De Luisa pudo haber encubierto su desilusión, que es la frustración de su amo, pero no lo hizo. En cambio, flageló al Tata: "En la vida no hay garantías (de nada)", respondió sobre si Martino terminaría el Octagonal Final de la Concacaf al frente del Tri.

No paró ahí: "Hay que salir, trabajar, ganarse el trabajo", dijo el presidente de la FMF, con un latigazo de ultimátum al entrenador argentino.

Y tras el flagelo, una sobadita al ya lastimado lomo de Martino: "Estoy confiado en el trabajo del Tata, estoy convencido, así que lo vamos a seguir apoyando", pero, quede claro, sin garantías.

Tan devaluada se encuentra la estima al trabajo de Martino, que Yon de Luisa se baja del pedestal de las utopías. Más que soñar con la gloria, le estremece el riesgo del fracaso.

Yon De Luisa (i) ayuda al argentino Gerardo 'Tata' Martino (Futbol)
EFE/José Méndez

Yon ya no pide nueve puntos de estos enfrentamientos ante tres equipos que están por debajo de México en la Tabla de Posiciones: Jamaica, Costa Rica y Panamá, por cierto, los dos últimos juegos en el, alguna vez, búnker del Estadio Azteca.

"En cuanto a pedir, pedir no empobrece, me encantarían tres victorias, pero la realidad es que en fechas FIFA, con una ventana triple, (...) si conseguimos siete puntos o más, estaríamos contentos", subrayó el presidente de la FMF.

Ante el erróneo y disparatado intento de refrán de Yon de Luisa, hay un dicho que le contesta: "Ante la arrogancia en el pedir, la virtud del no dar".

Es evidente que Gerardo Martino se ha despeñado del pedestal al que se le encumbró con los espejismos de 2019 y 2020. 2021 fue el Waterloo para este napoleónico entrenador.

Tres zurras sufridas ante Estados Unidos, erizaron a los directivos mexicanos, y en especial al dueño del estanquillo: Emilio Azcárraga Jean. Una selección ganadora enriquece a todos; una selección perdedora, empobrece a todos. En especial los ratings.

Una prueba manifiesta de esa desesperación e ira de Emilio, se palpa en la transmisión del juego ante Jamaica. Le cortó el cordón umbilical a TV Azteca y la difusión será exclusivamente por sus circuitos. Monopoliza los juegos del Tri para asegurar una audiencia cautiva.

Los patrocinadores también presionan. Adidas ya tiene los nuevos diseños de camisetas para 2022 para inundar tiendas, estadios, ciudades, y dos países: México y Estados Unidos, con millones de prendas. Pero quién le compra una piel ajada, maltratada, además de dudosa calidad estética en el diseño.

Hay que agregar que México perderá un bono multimillonario por parte de sus patrocinadores de no ser cabeza de serie en el sorteo mundialista. Y eso duele, ulcera, a la federación y a la televisora.

Gente allegada a la FMF confirma cómo algunos dueños de equipos han llamado a Yon de Luisa, preocupados por ver, otra vez, en posibles instancias de Repechaje a la Selección Mexicana. Si la selección se devalúa, sus jugadores y su Liga se devalúan.

Sólo hay un personaje que puede estar contento del divorcio público entre Yon de Luisa y Gerardo Martino, al perderle la fe, la esperanza y la confianza, al grado de conformarse con siete puntos, de nueve en disputa, ante rivales estadísticamente inferiores.

Sí, es el Plan B que ya revelamos anteriormente, --en caso de que México vaya a la repesca--, y que dirige a un equipo de Monterrey, y que no es el Vasco Aguirre. Miguel Herrera es el experto en repescas mundialistas, y además, de meterse a esa instancia, enfrentaría otra vez a Nueva Zelanda.

Y claro, en el oscurantismo que tanto saborean Jesús Martínez y sus aliados, también esperan un tropiezo mayúsculo para recuperar el protagonismo, al menos en los balcones del escándalo.

¿Está lista la guillotina? No sería la primera vez.

¿Recuerda Usted el desastroso Verano de 2017, con la selección mexicana de Juan Carlos Osorio, vapuleada en la Copa Confederaciones y la Copa Oro, sin olvidar la llaga del 7-0 ante Chile? Eso, además de que el técnico colombiano fue suspendido seis partidos por insultos a rivales y árbitros.

Por entonces, Emilio Azcárraga Jean ordenó buscarle un sucesor a Osorio. Estaba harto. ¿Quién salvó al entrenador colombiano? Su mejor enemigo y su peor fiscal.

Resulta que cuando estaba decidido el destino de Osorio, Andrés Fassi decidió presentar un pliego de 14 sugerencias para enderezarle el rumbo al entrenador y al Tri. Más allá de que Decio de Mario tiró ese documento a la basura, casi en las narices del Grupo Pachuca, originó una reacción furiosa en el Salón Oval de Televisa.

"Se queda, Osorio se queda", decidió el jerarca del futbol mexicano. "Si lo echo, quedará la sensación de que lo hago por la presión de esos (agregó una letanía de palabras poco gentiles), y no les voy a dar gusto. ¡Se queda!".

Así que, si Gerardo Martino no entrega siete puntos de nueve posibles, y México es enviado a zona de Repechaje por Panamá, y además le amenaza Costa Rica, tomará fuerza la advertencia de Yon de Luisa: "En la vida no hay garantías (de nada)"... y mucho menos en un futbol como el mexicano.

Ojo: ¿es el Tata Martino el principal culpable? Ni remotamente. Tiene un equipo con jugadores de medio pelo en su calidad futbolística y en su compromiso con la selección mexicana. Pero, también, recordemos, él mismo ha permitido que le manoseen las convocatorias.

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ESPNDavid Faitelson

El gran legado de Oribe Peralta está por encima de sus goles en Santos, sus grandes jornadas con el América e incluso por arriba de aquella inmaculada tarde en Wembley. El verdadero legado de Oribe fue el de ser un futbolista profesional, entregado y que logró imponerse a los grandes obstáculos que representaba ser un delantero, un goleador, en una liga que temporada con temporada copaba esos puestos para futbolistas extranjeros. Oribe no se rindió y terminó, sí, aportándole al futbol mexicano y así mismo una “hermosa” carrera…

SAN DIEGO, California.- Al final, con todo y contra todo, fue, la suya, una “hermosa” carrera…

Cuando cierro los ojos y trato de acordarme de lo primero que se me viene a la mente con su presencia como futbolista,  aparecen, enseguida, los rayos del sol que se incrustaban entre los paneles de acero del techo del Estadio de Wembley en aquella tardé del verano del 2012. El máximo triunfo en la historia del futbol mexicano tuvo, indiscutiblemente, un personaje: Oribe Peralta.

 

Pero Peralta es, también, un claro ejemplo de superación de obstáculos en el futbol mexicano. Su excelente, y podemos llamarle, al final, “hermosa” carrera, estuvo acompañada, al principio, de la zozobra y de la falta de oportunidades, una tendencia clásica en el futbolista mexicano cuando intenta abrirse un espacio entre el creciente números de jugadores extranjeros que ocupan las posiciones de definición en los clubes de la Liga MX.

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Imago7Oribe Peralta anunció su retiro del futbol profesional.

¿Cuántas y cuántas prometedoras carreras de futbolistas mexicanos se han quedado en el camino?  La persistencia de Oribe Peralta y su personalidad lo sacó adelante.

Leyenda en el Santos, portentosas temporadas en el América y uno de los grandes protagonistas del máximo logro en la historia del futbol mexicano. Oribe Peralta se ha ido del futbol y las canchas lo recordarán, sin duda, como uno de los grandes exponentes que ha tenido en el los últimos tiempos.

A Oribe, lo llamaría, además, un auténtico milagro de la naturaleza futbolística mexicana. En una liga donde los jugadores extranjeros ocupan la mayor parte de las posiciones como delantero y puestos de definición, Peralta encontró la forma de subsistir y de “explotar” como uno de los grandes futbolistas de Santos. Luego, cuando subió en el escalón de la presión y de las responsabilidades, mantuvo un gran nivel dentro del América, que le alcanzó para encabezar temporadas exitosas. Pero la tarde que marcó la carrera de Peralta llegó en el verano del 2012, en el mismísimo Wembley, en “La Catedral”, cuando fue el protagonista de la Selección Mexicana con los goles importantes para vencer a Brasil y a Neymar, y así acceder a la medalla de oro en Juegos Olímpicos.

Se fue Oribe, se ha ido Peralta, después, sin duda, de una “hermosa” carrera…

@Faitelson_ESPN

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ESPNDavid Faitelson

Con aquellos que están, los que pudieron estar y hasta con aquellos que sueñan estar... El poderoso mensaje del dueño de Chivas parece establecer los parámetros de su administración. No cualquiera puede jugar en Chivas o, quizá, no cualquiera tiene la personalidad para vestir estos colores. Y ello, ante la críticas de que el Guadalajara ha dejado ir en este mercado invernal posibilidades atractivas para reforzarse -el caso de Pizarro o el de Córdova- y hasta para aquellos son parte del plantel y, que como refuerzos, no han terminado por responder lo que se esperaba y lo que se pagó por ellos. El dueño de Chivas arrasa con todos y les dice, palabras más, palabras menos: "Aquí, no juega cualquiera..."

SAN DIEGO, California.- Amaury Vergara, el dueño de las Chivas, ha salido en este 2022 a la cancha antes que sus propios futbolistas y ha dejado una sentencia contundente: "Chivas es para todos los jugadores mexicanos, no todos los jugadores mexicanos son para Chivas".

¿Destinatario o destinatarios? Podría haber muchos. Uriel Antuna que, tras ser la operación más alta en la historia de la gestión de Vergara hijo, ha sido intercambiado al Cruz Azul. Rodolfo Pizarro, quien, públicamente se ofreció a regresar al Guadalajara tras su infructuosa aventura en Miami o el americanista Sebastián Córdova, quien coqueteó con la posibilidad de colocarse la camiseta rojiblanca y que, al final, terminó aceptando un ofrecimiento de Tigres y quizá hasta para Marco Fabián de la Mora, hoy "jugador libre", quien este lunes se presentó en un programa de televisión (La Ultima Palabra de Fox) ofreciéndose a sacrificar su salario.

Pero, más allá de eso, creo que el mensaje del propietario del Guadalajara, ha sido uno que debe o puede permear en todo aquel futbolista que es parte o que aspira a ser parte de un club como las Chivas. Hay que tener una personalidad especial para jugar por estos colores. No cualquiera lo puede hacer. Y la crítica o la advertencia, incluiría también, a parte del último "paquete" de futbolistas que llegaron a Verde Valle bajo una poderosa inversión y bajo la orden intelectual del director deportivo, Ricardo Peláez. La mayor parte de esos futbolistas no han dado lo que se espera de ellos. Ni dentro y, en ocasiones, ni fuera de la cancha, como representantes de un club de la dimensiones de Chivas.

Imago7Amaury Vergara incrementó la polémica con su mensaje en redes sociales

En estos "nuevos tiempos" que plantea el futbol mexicano, Chivas ha encontrado ciertos inconvenientes para encontrar su mejor estado competitivo. Sus fuerzas básicas no producen con la celeridad ni la eficacia necesaria y sus contrataciones, insisto, no han significado la diferencia que se espera de ellos. Luego y siempre, Chivas afronta un mercado que se encarece brutalmente cuando ellos intentan hacerse de un futbolista.

Entiendo que Pizarro parecía ser la respuesta a las carencias que este equipo tiene en la cancha. Lo mismo podría haber significado la llegada de Sebastián Córdova, pero, Amaury Vergara establece otro tipo de situaciones que podrían interpretarse como parte de esos dos futbolistas en particular. Compromiso, realmente jugadores comprometidos con los valores y las necesidades del club. ¿Lo estaban, realmente, Córdova o Pizarro?

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ESPNDavid Faitelson

  Contra viento y marea, y mientras Pizarro no puede, Córdova se atora y a Romo no le quitan “las cadenas”, Orbelín Pineda se ha “amachado” y también “marchado” a un futbol de mayor nivel que el que se practica en México. Parece ser la única forma de hacerlo… ¿No se dan cuenta o acaso no les importa a los clubes que el futbolista mexicano se desarrolle en los mejores niveles posibles del juego? Claro, luego le exigimos a la selección que se meta a las semifinales de un Mundial. ¿Cómo?

  SAN DIEGO, California.- Orbelín Pineda fue el último en “romper las cadenas” y volvió a probar que no sobran las formas de irse del futbol mexicano para tratar de jugar en el mayor nivel posible del juego.

 Hay muy pocas historias como la de Hugo Sánchez, la de Rafael Márquez y, por supuesto, como de Javier ‘El Chicharito’ Hernández. Todos ellos parecieron (fueron), el orgullo de sus clubes que iban a probar en otra escala del futbol. Se fueron por la “puerta grande”, bendecidos por sus equipos y vitoreados por sus aficionados. No todos los futbolistas mexicanos corren con la misma suerte.

 No se van, a pesar de que poseen facultades maravillosas y una personalidad que les otorga armas, aspiran a jugar en un mayor nivel del juego. El mercado los retiene, los atrapa, casi los “secuestra”, en un futbol al que, sin duda, le sobra talento, pero lo consume para su propio beneficio.

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Imago7Orbelín Pineda es el único este mercado invernal que ha conseguido cumplir con el "sueño europeo".

El mercado interno ha vuelto a “golear” al mercado externo. Y luego, créase o no, la Selección Mexicana, que es finalmente el termómetro apropiado para medir la capacidad, el desarrollo y hasta la reputación de nuestro futbol, no termina por encontrar los resultados. Claro, y es que nombres como el de Rodolfo Pizarro, Luis Romo o Sebastián Córdova son negociados en la oferta-demanda interna, que termina siendo impactante y hasta “asusta” con cifras millonarias o con, como esta de moda ahora, trueques espectaculares. Los clubes mexicanos hacen negocios entre ellos. Es evidente que la industria da para eso y para mucho más. Que el futbol mexicano que se consume en territorio nacional y en Estados Unidos satisface las necesidades de esos clubes y de las empresas que están detrás de los equipos. No es necesario para ellos o para su negocio voltear hacia Europa.

Luis Romo levantaba la mano para jugar en Europa. Su contrato en Cruz Azul estaba entrando en el tramo final. ¿Qué pasó? Cruz Azul encontró la forma de cambiarlo al Monterrey por Carlos Rodríguez y Romo se arreglo por cuatro años con los Rayados. Otro “sueño europeo” se ha esfumado, delante de nuestras narices, y cuando parecía que Romo se uniría a Orbelín como las grandes exportaciones del verano.

En esta historia, también, podemos agregar a Rodolfo Pizarro, un futbolista dotado de cualidades extraordinarias que pintaba para grandes cosas. Tras salir del Pachuca, ha sido parte de operaciones millonarias internas, de Chivas a Rayados, y luego a la MLS con la promesa de que el equipo de David Beckham, el Inter de Miami, lo pondría, finalmente, en el mapa europeo. Nada. Está de vuelta, con una mano por detrás y con otra por delante, conservando sus maravillosas condiciones, pero con un par de años más que parecen dificultar una posible “excursión” europea. Otro sueño frustrado.

Y algunas semanas antes, había ocurrido con Sebastián Córdova, echado del América por Santiago Solari y que en lugar de apuntar a los Países Bajos o a Portugal, ligas por donde tradicionalmente el futbolista mexicano ingresa Europa, ha terminado en Tigres. Vale aclarar que Monterrey no es “Europa”, pero se ha convertido en el sitio donde justo terminan los mejores y más esperanzadores futbolistas mexicanos. ¿Por qué? Porque hay dinero y los clubes regiomontanos participan activamente en ese poderoso mercado interno.

El futbol mexicano es, también, el futbol de los “sueños frustrados”. Orbelín ha logrado escabullirse como se fue, en su momento Torrado, “Tecatito”, Pulido, o quizá Layún. Los demás, tendrán que ver como sus mejores momentos se diluyen aquí, lastimosamente en un nivel que superan con claridad…

  @Faitelson _ESPN

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LOS ÁNGELES -- “Si te lo explico, no lo entenderías”. Reflexiona así Andrés Guardado ante la cámara del Real Betis. El atuendo lo depura todo: enfundado en una camiseta del Atlas, habla de esas sensaciones estremecedoras, vividas en la madrugada del lunes en España, viendo a su equipo madre e incubadora emerger a la gloria luego de 70 años en el limbo.

“Si te lo explico, no lo entenderías”, ratifica Guardado, en la firma final de ese video. Es la mejor explicación de lo inexplicable de ser Rojinegro.

Atlas, Andrés Guardado
@RealBetis

La maravillosa resaca de este Atlas campeón ha llenado las redes sociales de poderosas manifestaciones. Un universo narcotizado por 70 años de fracasos. 22 años sin asomarse, sin husmear al menos en el paraíso de una Final de la Liga Mx.

Desfilan videos tan fascinantes como emotivos. Personas que estuvieron in situ en el primer campeonato del Atlas. Que atiborraron ese 22 de abril de 1951 el Parque Martínez Sandoval. Seres que hoy, en esa confabulación despiadada de la vejez, transpiran, jadean, sufren, para asociar movimientos e ideas.

Familiares que les repiten, unos musitando y otros a gritos, que el Atlas es campeón. Algunos de esos tercos rojinegros esclavizados a sillas de ruedas; otros, postrados en cama, y otros más con un vigor sorprendente, reciben una carta llena de amor y de épica, con 70 años de retraso, porque anduvo rebotando en buzones de clubes ajenos.

Al menos, en la vida de esos octogenarios y nonagenarios, como en el libro de James Cain, “el cartero siempre llama –al menos–, dos veces”, con la epístola legendaria de que el Atlas es campeón.

Si el mismo Andrés Guardado se lo confesó a Héctor Huerta –“de rojinegro a rojinegro”– en charla para ESPN, ¿qué dirán esos atlistas con las arrugas de 70 años en el reclusorio de la espera, la abstinencia y la vigilia? “Ya me puedo morir en paz”, reflexionó el jugador, quien revela que a los seis años entró en busca de un sueño, y permaneció en el Atlas hasta ser transferido en 2007 al Deportivo La Coruña.

Hay un asombro general por el Tsunami Rojinegro que embistió Guadalajara. Estaban ahí, en su personal y –llamémosle así– delicioso martirio. El cautiverio de la fe. La exclamación de Ney Blanco de Oliveira era ese amparo, ese ritual, ese bálsamo de paciencia y abnegación, y también de esperanza: “Le voy al Atlas hasta cuando gana”.

Era, el del Atlas, un fanatismo paciente, abnegado. No hay mal que dure 70 años, pero sí hay cuerpos que lo resisten. La parentela, la prole de sangre rojinegra, es de esa estirpe.

Personajes mediáticos en medios de comunicación desempolvaron su filiación atlista, además del mismo Héctor Huerta, quien muchas veces debió pagar su boleto de entrada para cubrir los juegos del Atlas, porque Clubes Unidos de Jalisco lo vetó y le negó la acreditación. “Porque amores que matan nunca mueren”, explicaría Joaquín Sabina.

Y en esa pasarela de sublimación y sublevación de sentimientos, David Medrano recibe el privilegio de narrar el penalti letal de Julio Furch, quien se encarama así al escueto Olimpo del Atlas, donde despacha el tico Edwin Cubero. Enrique Bermúdez y Pedro Antonio Flores aparecen desgañitándose en ese fervor por La Furia, desde su palco de transmisiones en el Estadio Jalisco, en esa emancipación de la feligresía del septuagenario vía crucis rojinegro.

Y no hay fiesta sin festín. La gula colapsó negocios. Tipos atrevidos que prometieron dar de comer gratis si el Atlas era campeón, vieron cómo sus negocios se llenaron de parroquianos, mientras se vaciaban sus bodegas. Irónico que hasta seguidores de Chivas comieran bajo el cobijo del triunfo del enemigo. En México es un dogma: “A la gorra (gratis), no hay quien corra”.

Andrés Guardado asegura que “si te lo explico, no lo entenderías”. Tal vez él mismo no lo entiende. #LaAflicción del Atlas no entra en los parámetros del fanatismo. Tal vez escape incluso a sociólogos y a psicólogos. Para Freud y Jung sería como un Cubo de Rubik.

Sin paralelismos reales, pero el mismo Sabina, irredimible colchonero, da una pista a Andrés Guardado de ese sentimiento: “Para entender lo que pasa/ Hay que haber llorado dentro/Del Calderón, que es mi casa/O del Metropolitano/Donde lloraba mi abuelo/Con mi papá de la mano...”.

¿Cómo puede alguien explicar que niños y adolescentes, hasta antes de este tan Guadalupano 12 de diciembre de 2021, podían reclutarse fiel y abnegadamente en un equipo cuyos padres y abuelos, no habían visto besar el cáliz de la Liga MX? Los sibaritas del estoicismo futbolero.

En la niñez, en la adolescencia, se buscan superhéroes, invencibles de ficción, con capa escarlata o en forma de alas de quiróptero y que trepan por las paredes o lanzan un escudo multicolor. Pero no se elige a un perdedor. Ni los perdedores eligen al perdedor. Y Atlas, durante 70 años, era el epítome de la derrota.

Y sin embargo, este domingo en el Estadio Jalisco, la coreografía de la tribuna tenía la identidad más maravillosa que invoca el futbol: la familia. Niños, adolescentes, adultos, ancianos. Y no es que ellos eligieran al Atlas por perdedor, sino que eligieron al Atlas irreductible, al guerrero, al combatiente, al testarudo, al soñador, al desamparado. Son como un ejército de salvación. Humanistas del futbol.

Al final, pues, debe quedar claro para Andrés Guardado y todos los rojinegros, y tantos rojinegros, que esa pasión insalubremente maravillosa por el Atlas, existe para estremecerse con ella, para sentirla, para colapsarse cada 70 años.

En términos de García Márquez, la devoción por el Atlas hay que “vivir para contarla”, y no necesariamente para explicarla.

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