Tan factible es que el América vuelva a una de sus noches mágicas como que el Monterrey 'mate' todos los 'fantasmas' que le han atormentado en el Estadio Azteca. Cualquier cosa puede ocurrir en el desenlace del Apertura 2019, pero lo único casi seguro es que tendremos una jornada agónica en cuanto a alaridos y emociones. América y Rayados se aprestan a definir a un nuevo campeón del futbol mexicano y ello promete ponerse bueno, muy bueno...

Rayados vs. América
Imago7Rayados derrotó 2-1 al América en la Final de Ida.

CIUDAD DE MÉXICO.- ¿Qué puede pasar? Cualquier cosa es posible: que Rayados responda a la riqueza de su plantel y se desprenda, de una vez y para siempre, de todos sus complejos en el Estadio Azteca o que el América se meta en una de esas noches endemoniadas en su barrio del sur de la ciudad y sea capaz de cualquier tipo de hazaña o epopeya. En realidad, cualquier cosa puede pasar en el desenlace que propone el futbol mexicano para este domingo.

Lo que habría que averiguar -o tratar de averiguar- es qué estaría más cerca de suceder. Lo único certero es que la final sigue en el aire y que viviremos de drama y emociones antes de que Paul Aguilar o Dorlan Pabón levanten la Copa de campeones.

Rayados tiene una ventaja. Buena, mala, extensa o corta, es una ventaja... El equipo de Mohamed posee lo suficiente no sólo para defender lo obtenido en la ida, también para atacar y ganar en la ciudad de México. Es más, creo que si no llega decidido a hacerlo desde el comienzo, tomará riesgos que están prohibidos cuando tienes al América enfrente. Monterrey debe elevar el nivel futbolístico que mostró el jueves y debe hacerlo en una cancha donde la historia no le sonríe ni favorece. Lo de Rayados partirá desde la actitud con la que se presente. Si viene a especular, será un largo regreso hasta el Cerro de la Silla.

Y con respecto al América, sé muy bien y entiendo perfectamente las cualidades de su camiseta en esta instancia del campeonato, de sus grandes gestas, de la palpitación de su corazón y también, claro, del reconocimiento a un plantel poderoso y a un entrenador de condiciones extraordinarias como Miguel Herrera. El América es el América, casi “amo y señor” de las liguillas y un equipo que, cuando no encuentra el futbol, aprieta los dientes y se entrega al “Vamos América...” de su tribuna. Sé de Reinoso, Borja, Tena, Cristobal. De Roca, de Vieira y de aquella década de los ochenta. Sé de lo que Cuauhtemoc y Zague generaron. Del 26 de mayo, del 'Piojo' desgañitándose en la banda y la lluvia confundiéndose con las lágrimas de su maravilloso y pasional pueblo. Sé de la pasión que Emilio, el dueño, siente por el club. Sé de su “ódiame más”, de su estrecha relación con el poder, de los árbitros y de lo que José Ramón profesaba desde el Ajusco. Sé que hay estar, prácticamente, “loco” para no darle como favorito cuando la noche incluye un trofeo, confeti y fuegos pirotécnicos. Sé quién eres, América, de lo que eres capaz cuando estas ante la adversidad, de que nunca hay que darte por 'muerto' antes de tu último suspiro -¿Verdad, Morelia?-. Sé qué escondes, que finges y qué te duele en verdad. Sé qué tipo sangre corre por tus venas y que, para someterte, no basta con ser mejor en lo futbolístico. Sé quién eres, América, y se que estás concebido y soñado para jornadas finales llenas de agonía y gloria. Damas y caballeros: el último domingo del año será un “domingo santo” para el futbol...

¿Qué puede pasar? Cualquier cosa. El América debe ser favorito en su estadio, pero Rayados tiene el potencial para jugar bien y matar a todos los 'fantasmas' que se le han aparecido en Santa Úrsula. Creo que lo único que podríamos garantizar es un domingo agónico en emociones y gloria.

@Faitelson_ESPN

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LOS ÁNGELES -- Dicho estaba. Y América renueva sus votos como apóstol del masoquismo. Como en toda la Liguilla. Final de Ida: Monterrey ilusiona con el 2-1. Y con un golazo de chilena, una pirueta letal, asesina, de ballet ruso, de Funes Mori al minuto 94.

La noche de este jueves, Monterrey le arrimó los Santos Óleos a El Nido. Como lo hizo Morelia. Como lo hizo Tigres. Un 2-1 que parece insuficiente.

Pero, ¿alguien se atreve a administrarle la extremaunción a estas Águilas? La Liguilla ha incluido viajes al Purgatorio para el americanismo. Hoy, viaja de la mano de Dante rumbo al misterio.

Viajes de ida y vuelta. Nadie muere en la víspera. Y menos el América. Y eso lo sabe Monterrey y lo sabe Mohamed. Ven de reojo las zaleas de Morelia y Tigres. Con el 2-1, Rayados ha puesto sus barbas a remojar.

La Final de Ida no decepciona. No roza el paroxismo ni la efervescencia que se esperaba. Pero el fervor y la rabia de cada jugador terminaban por enclaustrar espacios y tiempo. La lucha era una desesperación colosal por imponer su ley.

Monterrey asumía su responsabilidad. No había tolerancia para dejar pendientes para la Final de Vuelta, mientras el América trataba de respetar la amenaza de Miguel Herrera: “A Rayados hay que incomodarlo atacando”.

La expulsión de Sebastián Córdova (‘53) rompe el equilibrio de este universo de la Final. Con 11 en la cancha, el 1-1 era reflejo de la paridad de fuerzas, de la igualdad de devoción, de la simetría de compromiso de ambos equipos.

Carlos Rodríguez se trompica y con el botín de Judas pone al América adelante. Un autogol que acalambra al estadio al minuto 45. Pero Monterrey aprovecha la marca deficiente en un cobro. Stefan Medina madruga y hace el 1-1 ya en compensación de la primera mitad.

Tras el receso, América asumía el compromiso de contener, recuperar y atacar, mientras que Rayados empezaba en verdad a incomodarse, porque el adversario se sentía cómodo en el agreste escenario regiomontano, y entendía que la paridad de fuerzas podía romperse con velocidad, ya con Roger Martínez en la cancha desde el minuto 40.

Pero, Monterrey no supo aprovechar el hombre de más tras la expulsión de Córdova, por un artero planchazo sobre Vangioni. Roja inapelable, indiscutible.

Tras la roja a Córdova, Mohamed sacó su carta marcada de la banca. Vicent Janssen fue pujanza absoluta. Pero, sus intentos no encontraron reciprocidad en el grupo.

El cierre invocó la angustia propia de una Final. En esos momentos apareció la figura de Memo Ochoa, especialmente ante un cabezazo que estuvo a punto de cruzar la línea de sentencia, cuando llegó el manotazo salvador del arquero americanista.

Pero al 94’, comparece Funes Mori. Desde que con el pecho acunó el balón y lo proyectó hacia el cielo, el Mellizo se relamía la fastuosa maniobra para hacer el 2-1 esperanzador.

Mientras el balón desciende, Funes Mori consuma la cabriola, el pataleo, el pedaleo, con precisión de ballet, en el aire, para conectar el balón, mientras Guido Rodríguez se arroja sobre él, como monumento de impotencia.

El balón entra violentamente al ángulo, ante el estupefacto Guillermo Ochoa. La acrobática contorsión de Funes Mori ya la analizan para Cirque du Soleil.

Así, con esa sesión de angustia, de suspenso, de zozobra, América veía arruinada su ilusión de salir ileso de Monterrey. El 2-1 no cotiza como epitafio, menos para este América, que se vio en peores condiciones ante Tigres y Morelia.

¿Alguien se atreve a agendar la extremaunción para este América, para este apóstol del masoquismo?

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La final de la última semana del año que propone el futbol mexicano tiene todos los ingredientes para ser una de las mejores de la historia en torneos cortos. Dos cuadros poderosos, uno de ellos retroalimentado por su actuación en el Mundial de Clubes y el otro un auténtico depredador de esta zona del torneo. Rayados y América tienen lo suficiente para generar espectáculo y emociones y al mismo tiempo agigantar la incógnita sobre quien entra como el favorito a partir de este jueves por la noche en Guadalupe, Nuevo León...

Rayados
Getty ImagesRayados disputará la Final de la Liga MX luego de obtener el tercer sitio en Mundial de Clubes.

CIUDAD DE MÉXICO.- Mejor, imposible. Uno, alimentado y retroalimentado por su reciente actuación en el Mundial de Clubes y el otro, un 'animal', una 'bestia' insaciable en esta época del campeonato. Mejor, imposible, en una final de la última semana del año que debe ser de pronóstico reservado y quizá de alarido en el campo de juego.

Una final donde, para empezar, no existe una certeza sobre quién levantará el trofeo el domingo 29 de diciembre.No creo que haya sucedido en otras muchas ocasiones en la historia del futbol mexicano. Cuando el América inmiscuye su nombre en una final y juega el partido definitivo en su cancha del Estadio Azteca, es favorito, total, absolutamente, el único favorito a levantar el trofeo de Campeón, pero siempre hay una primera vez. Creo que estamos ante ella...

Lo que el Monterrey logró durante la última semana en el Golfo Pérsico debe establecer el parámetro de predilección en la larga agonía que ha propuesto la final por el Apertura 2019. Rayados ha jugado mejor que nadie en los últimos dos meses de la competencia. El tercer puesto en Qatar y, ante todo, la demostración futbolística ante el Liverpool -el mejor club de futbol del mundo- le otorga ciertas ventajas en la búsqueda de las claves para descifrar la final del futbol mexicano. Para ser claros y precisos: si el Monterrey alcanza el nivel competitivo que mostró ante el campeón europeo, el América no tiene nada que hacer, así cierre el juego definitivo en el sur de la Ciudad de México, en su barrio y en su casa.

El América de los antecedentes, números, historias y hazañas excepcionales de la liguilla está, evidentemente, en serios problemas. Y no tanto por lo que es capaz de hacer por sí mismo, sino por las “armas” y la forma de conjuntar esas “armas” que el equipo del 'Turco' Mohamed ha alcanzado. Tras una temporada mayormente cargada de irregularidad, donde hubo tiempo, incluso, para descomponer un proyecto y un cambio de entrenador, Rayados parece haber alcanzado algo del nivel en que fue concebida la conformación de su plantel. Estamos hablando, peso a peso, dólar con dólar, euro más euro, del equipo más caro en la historia del futbol mexicano, un equipo que, finalmente, tras una larga espera, parece estar llegando a los niveles de excelencia tanto a nivel individual como colectivo. Rayados tiene un plantel profundo y sólido. Ya no sólo se trata de lo que pueden jugar Funes Mori, Pavón, Pizarro, Rodríguez, Nico, Gallardo y compañía, se trata, también del escenario general de un equipo, con idea, talento y personalidad. El Monterrey lo enseñó en la “hora cero”, exacta, justo en el momento en que el mundo lo veía. Ahora, casi la única forma de reconocerle y de compensarle es atreviéndose a declararlo como favorito en la final del torneo doméstico.

Sé muy bien y entiendo perfectamente las cualidades de la camiseta americanista en esta instancia del Campeonato, de sus grandes gestas, de la palpitación de su corazón y también, claro, del reconocimiento a un plantel poderoso y a un entrenador de condiciones extraordinarias como Miguel Herrera. El América es el América, casi “amo y señor” de las liguillas y un equipo que, cuando no encuentra el futbol, aprieta los dientes y se entrega al “Vamos América...” de su tribuna. Sé de Reinoso, Borja, Tena, Cristobal. De Roca, de Vieira y de aquella década de los ochenta. Sé de lo que Cuauhtémoc y Zague generaron. Del 26 de mayo, del 'Piojo' desgañitándose en la banda y la lluvia confundiéndose con las lágrimas de su maravilloso y pasional pueblo. Sé de la pasión que Emilio, el dueño, siente por el club. Sé de su “ódiame más”, de su estrecha relación con el poder, de los árbitros y de lo que José Ramón profesaba desde el Ajusco. Sé que hay estar, prácticamente, “loco” para no darle como favorito cuando la noche incluye un trofeo, confeti y fuegos pirotécnicos. Sé quién eres, América, de lo que eres capaz cuando estás ante la adversidad, de que nunca hay que darte por “muerto” antes de tu último suspiro -¿Verdad, Morelia? Sé qué escondes, qué finges y qué te duele en verdad. Sé qué tipo sangre corre por tus venas y que, para someterte, no basta con ser mejor en lo futbolístico. Sé quién eres, América, y sé que estás concebido y soñado para jornadas finales llenas de agonía y gloria. También, me parece, que estamos en el escenario de una final que puede ser espectacular. Además de la gran calidad que los dos presumen, el América ha tenido tiempo para recuperar jugadores lesionados y Rayados ha aprovechado el Mundial de Clubes para cargarse moralmente. Con el nivel futbolístico del Monterrey y la exigencia casi natural del América, ambos entienden el valor del triunfo y también el de la derrota. Para Herrera y para Mohamed resultaría en un fracaso no levantar el trofeo. A uno no le alcanza con lo que hizo en Qatar y al otro con una aproximación al título. Es todo o nada para Rayados y para azulcremas,

Yo pongo al Monterrey como favorito, pero sé de lo que es capaz el América, con lo que nos espera una semana fantástica para el cierre del 2019. Lo que queda claro es que mejor, imposible. Tenemos una final soñada en el futbol mexicano. Disfrutémosla.

@Faitelson_ESPN

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Titularidad de Renato Ibarra es la única duda del 'Piojo'
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LOS ÁNGELES -- “Si te dan un cadáver, no puedes resucitar su alma”. El general chino Sun Tzu meditaba así sobre batallas imposibles de ganar.

En distintos momentos y por distintas circunstancias, pero así se vieron emplazados Miguel Herrera y Antonio Mohamed con América y Monterrey. A los cadáveres debían ponerles alma.

Sin embargo, hoy ambos son antagonistas y antípodas en el ajedrez de La Final del Apertura 2019. A sus respectivos cadáveres, les devolvieron el alma.

Por todo eso, este dobleteo belicoso acapara la atención nacional. Hay promesa de drama, tragedia y júbilo, como tal vez sólo le compita aquella final en la que el América de Herrera sometió al Cruz Azul de Memo Vázquez.

¿Por qué cadáveres eventuales si son dos nóminas poderosas y llegan a éste su Apocalipsis marital a pesar de clasificarse entre los cuatro menesterosos a la Liguilla, uno sexto y otro octavo?

El Turco Mohamed tomó a Monterrey en la cloaca del desahucio, casi embalsamado, tras la pecaminosa administración de Diego Alonso. Con el lastre del escepticismo colgado del cogote, Rayados pisoteó los funestos vaticinios.

Fue así de simple para referirse, y de complejo como la cavilación de Sun Tzu. Mohamed le devolvió hálito, y el alma a los desarraigados jugadores de Rayados, que mientras más crecen, más se graban en la frente a sangre y fuego, el estigma de cínicos.

Aunque Sun Tzu los justifica: “Si las instrucciones no son claras y las órdenes no son confiables, la culpa es del general y no del ejército”. Y Alonso hablaba en el lenguaje del conflicto y de la incertidumbre.

Dorlan Pabón lo sintetizó. Con la llegada de El Turco, apareció alguien “que sabe de futbol y que le dio orden, idea y confianza al jugador”.

De hecho, el mismo Turco llegó como carcasa de su propio oficio. Fracasó en España y en Argentina. Monterrey le tiró un salvavidas y Mohamed se aferró a él. A su cadáver como técnico le volvió el alma.

El gesto reivindicador y la gesta vindicativa de técnico y jugadores, con la épica doliente pero orgullosa ante el Liverpool, presenta al Monterrey con todas las licencias para atreverse en La Final, bajo ese amparo suicida de “nada que perder y todo que ganar”.

¿Cuándo fue cadáver el América? En la sucesión de infortunios. Mateus Uribe, ya redimido, y Agustín Marchesín, en plenitud, se deslumbran con Europa, y la columna vertebral del equipo sufrió de escoliosis.

Fragilitos, Nico Castillo y Nico Benedetti han estado por debajo de las expectativas, cuando, claro, se encuentran sanos, lo cual ha ocurrido poco.

Guillermo Ochoa, Bruno Valdez y Emanuel Aguilera se fueron turnando para horrorizar con errores al equipo, y entregar goles y puntos, mientras que Paul Aguilar seguía cojeando entre el retiro y la terquedad de la supervivencia.

Richard Sánchez tardó en adaptarse, mientras Guido Rodríguez veía cómo no encontraba solidaridad ni respaldo en sus eventuales candidatos a socios en media cancha, a excepción de Sebastián Córdoba.

Momentos sobresalientes de Viñas, Martín, Ibargüen e Ibarra, lograron mantener a flote a un América que hasta su último juego pudo recuperarse de los soponcios, mareos y vahídos, por el riesgo latente de no clasificar.

Por eso, insisto, en distintos momentos y bajo distintas circunstancias, Herrera y Mohamed rezaban para que le volviera el alma al cuerpo a su equipo, en batallas casi improbables de ganar, como ésas que inquietaban al general chino.

Con todo ese protagonismo del milagro, el choque entre América y Monterrey carga además el tabú de que un sexto lugar jamás ha sido campeón, y de que Mohamed, las finales que ha jugado con Rayados, las ha perdido.

¿Necesita más motivos Usted para engancharse en esta final entre el #ÓdiameMás y el #NadaQuéPerder?

Sólo desearles lo mejor de siempre: que se hagan pedazos, que se aniquilen despiadadamente, con buen futbol, que lo tienen, y con goles, que potencialmente los tienen.

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LOS ÁNGELES -- ¿Antonio Mohamed o Miguel Herrera? ¿El agua o el aceite? ¿El Turco o El Piojo? ¿El que no siempre quiere o el que quiere excesivamente?

Los técnicos, todos, son hijos bastardos de Dorian Grey. Ante el espejo de su egolatría cínica, nunca envejecen en conceptos ni en exitismos. Ese espejo tiene el síndrome de Blanca Nieves: “Sí, eres el mejor técnico del mundo”.

Públicamente, son menos obscenos que en su intimidad. “El éxito de un equipo es 70 por ciento de los jugadores y 30 por ciento del entrenador”, ha dicho el pastor de la egomanía, Ricardo La Volpe.

Ante el cristal facineroso de la autocomplacencia, ellos están seguros de que el 100 por ciento del crédito debe ser de ellos. Al final, las piezas del ajedrez son marionetas de su sabiduría.

Por eso, ¿El Turco o El Piojo? Acaso lo único que podría asemejarlos sería esa devoción -egocéntrica, pues- por la pulcritud obsesiva por la vestimenta. Acaso, los dos entrenadores mejor y más costosamente vestidos en el futbol mexicano.

Se adivina esa oculta ansiedad por la faceta legítima, y que se entienda bien, por el culto metrosexual a representar correctamente su cargo, su presencia, su autoridad y su porte. “Lo primero que se necesita para ser figura, es parecerlo”, dijo alguna vez el torero Luis Miguel Dominguín. Y ellos, El Piojo y El Turco, tratan.

Como jugadores no hay comparación, acaso por la robusta presencia. Mohamed era un talento prodigioso. Le pegaba con la espinilla o con el tobillo e igual el balón viajaba 40 metros y llegaba puntual y perfectamente a su destino. Tenía un maldito y exacto teodolito hasta en los juanetes de ambos pies.

Miguel Herrera era una declaración de guerra aún en tiempo de paz. Por eso quería ser abogado o dentista, para vivir a sangre y fuego. Y así lo fue en la cancha. Hombre de bayoneta calada y a veces traicionera. Pero, así vivía el futbol, a sangre, sudor y lágrima.

Como entrenadores, vienen de escuelas distintas. Mohamed ha modificado poco, pero Miguel Herrera torció el timón, antes que el timón del fracaso siguiera torciendo sus esfuerzos.

El Piojo moldeó equipos espectaculares con Atlante y Monterrey. Con América ya enmendó su descarga suicida, y en esta segunda época, aún reajustó más la forma de juego.

La transición de los equipos de Mohamed es tan poderosamente comparable con la de un equipo de la NBA. Recuperación y de inmediato a posición de descarga. Sólo recuerdo dos equipos con esa bestial respuesta: el Tigres de Carlos Miloc y el Necaxa de Manuel Lapuente.

Herrera elabora un poco más. Enreda y elabora apenas lo necesario para dar volumen al ataque. No quiere exponer públicamente a su defensa, especialmente esta que se ha fragilizado por momentos en el torneo.

Ojo en sus faenas en el vestidor. Los dos crean alianzas. Fortifican grupos. No dejan cabos sueltos. Y amparan hasta donde pueden a esos que pueden ser los más peligrosos al interior del grupo: los que se quedan en la banca.

Claro, están lejos de ser líderes absolutamente perfectos. Al Turco lo echó del América Paul Aguilar, quien delinquió con métodos subversivos contra él, y lo apoyó Ricardo Peláez.

Herrera perdió a Ménez, pero recuperó a Mateus, Ibargüen, Roger Martínez y Guido Rodríguez, y hasta el Pizzero Benedetti ha tenido no dos, sino tres oportunidades.

Hoy, ante la cita de La Final del Apertura 2019, los dos deberán ser quirúrgicamente meticulosos en el discurso al interior del vestidor. Viven en las antípodas de las condiciones en que llegan.

Pero, cuidado, los dos entrenadores han demostrado en esta misma Liguilla, que a los pomadosos, aburguesados, oligarcas futbolistas, les pueden vestir de espartanos. Y deberán volver a conseguirlo en los dos tomos con 90 páginas en blanco, de esta final.

El Turco tendrá que pedirles el penúltimo esfuerzo a una banda que se escoció de cinismo durante la mayor parte del torneo, pero que cuando quiso, tras la salida de Diego Alonso, se decidió a pintar la Liguilla con tonos pasteles de ilusión.

Y Monterrey tiene una referencia: sólo necesita evocar, invocar y convocar el riguroso, bestial y majestuoso esfuerzo hecho ante Liverpool. Un elevado nivel de rendimiento, insuficiente para una galaxia europea, pero intimidante para el tercer mundo del futbol mexicano.

Rayados pagará los trasiegos del viaje a Catar y la orgullosa forma de encarar a los Rojos de Jürgen Klopp. Lo que hoy es cansancio, pasará a ser fatiga muscular para La Final de la Vuelta.

Sin embargo, aún queda sangre inocente dentro de estos contritos Rayados, que tienen deudas que pagar por su negligencia y traición durante las primeras fechas del torneo. No parecen dispuestos a rendirse.

¿América? Miguel Herrera ya vivió un impasse similar. Estuvo casi tres semanas parado antes de arrancar la Liguilla. Aprendió de esa experiencia.

Tal vez su discurso deba ser más exigente que el del Turco, porque mientras su equipo celebraba las fiestas, Monterrey se debatía en canchas inhóspitas.

Pero, El Piojo tiene una ventaja: cada jugador del América sabe que esa camiseta se honra, se venera, se respeta, se encomia, porque el #ÓdiameMás es el mayor truco publicitario para pelear contra el mundo entero de la Primera División de México.

¿Quién es mejor ajedrecista? Mohamed sabe ver mejor los puntos clave del juego. Pero, El Piojo ha armado un equipo que sabe hacer cirugías mayores, ojo, como equipo, en los momentos álgidos del partido.

¿Antonio Mohamed o Miguel Herrera? ¿El agua o el aceite? ¿El Turco o El Piojo? Dos ajedrecistas maniquís a lo Versace o a lo Coco Chanel.

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LOS ÁNGELES  —    Monterrey tuvo su noche de Cenicienta. Y perdió la zapatilla al minuto 91. Pero, lejos del drama de la fábula y del cuento mismo, no abandona el castillo en harapos, ni andrajosa, ni humillada. Todo lo contrario, lo hizo con excelencia.

2-1, el veredicto. Liverpool es finalista de la Copa Mundial de Clubes con el Flamengo como contendiente.

Usar metáforas ajadas, magulladas, gastadas, sería ofensivo para Rayados. Hablar de que “cayeron con la cara al sol” o “murieron con las botas puestas” o “murieron de pie sin rendirse de rodillas”, sería desacreditar y abaratar la actuación espartana de Monterrey ante Liverpool.

El Principio de Peter es implacable. Pero Rayados no ascendió hasta su propio nivel de Incompetencia. En realidad ascendió hasta su propio nivel de competencia. Y fue muy elevado, rozando ese territorio prohibido del campeón de la Champions League.

Monterrey no sucumbió futbolísticamente ante los Rojos de Klopp. Ni sucumbió tampoco por inferioridad táctica, ni por analfabetismo táctico. Y mucho menos fue masticado, deglutido y vomitado por falta de compostura y de testosterona en la cancha.

Liverpool derrotó a Rayados, sin superarlo, con base en esos valores agregados del futbol de altísima competencia. La superioridad atlética y física, la personalidad en los balones decisivos, y la contundencia mortal, arma vigente hasta el último segundo necesario, ese segundo, el del desenlace, el del veredicto, el del Juicio Final.

Sin angustias, acaso con sobresaltos, las huestes de Klopp vivían los momentos heroicos de Allison, apenas como los riesgos de un trámite futbolero, pero sin dejarse embargar por la histeria. Liverpool hace del sufrimiento un nutriente ante la adversidad.

A Rayados solo puede recriminársele esa precipitación hija de los nervios y las urgencias, cuando teniendo posibilidades de marcar el segundo gol, terminaron condecorando una noche espectacular del arquero Allison.

Ningún futbolista de Rayados estuvo por debajo de las exigencias del juego, del torneo, del momento, del desafío, y acaso en los minutos finales, se estremeció ante la entereza física y futbolística del adversario, especialmente cuando ya tenía juntos en la cancha a Salah, Mané y Firmino. 

Los jugadores de Monterrey se vistieron de excelencia. Todos, acaso, cuando El Turco Mohamed tuvo que recurrir a la banca, se encontró con una descompensación brutal. Tal vez esperó que Maxi Meza dignificara su contrato al menos por sólo unos minutos.  Pero no fue así, el argentino se empeñó en corroborar en que es el mayor t más costoso fraude en la historia del futbol mexicano. Hizo lo que ha hecho durante toda su estadía en el equipo: deambular y esconderse.

Y a Miguel Layún lo rebasaron las condiciones del juego. Llega tarde a la marca en la anotación de Firmino, y en las dos aportaciones ofensivas, resolvió como novato, a pesar de que ya está en el inaceptable dintel del retiro.

El resto, un rendimiento soberbio. De hecho un rendimiento intimidante para el América, su adversario en la Final de la Apertura 2019.

A este Monterrey, a este mismo que ingresó como Cenicienta y abandonó entre excelencia el juego ante Liverpool, el América deberá presentarle un nivel sublime, perfecto, para poder vencerlo.

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LOS ÁNGELES -- Jürgen Klopp fue generoso. “No sé nada de Monterrey”, y después se deshizo en elogios hacia el mexicano Raúl Jiménez, declarándolo embajador plenipotenciario de los “Don Nadie” del futbol, en la Liga Premier.

Klopp no tiene crisis existencial alguna. Liverpool, por hábito, por doctrina, debe interesarse en el Monterrey, pero no debe preocuparse por Monterrey.

Lo mejor que puede pasar a Rayados es que Klopp tenga un asesor negligente y éste le entregue reporte y videos del Monterrey de Diego Alonso, aquel al que irresponsablemente le dieron un Ferrari, a pesar de accidentarse hasta con el carrito de supermercado.

Pero, seguramente, Klopp no tiene ese tipo de auxiliares. Seguramente su cuerpo de asesores revisará minuciosamente el video de Rayados ante Al Sadd.

Después, ese grupo hará una edición de momentos del juego. Y después hará otras ediciones por posiciones y regiones de la cancha. Cuando tenga su treintena de videos de corta duración, Klopp tendrá en la mesa diagnóstico, detalles, y, tal vez, la pre-autopsia de su adversario en Semifinales.

Y claro, Klopp volteará a ver los registros de cada jugador, y se ocupará de nuevo de ellos el miércoles, horas antes del juego.

El técnico alemán tiene razón. En su órbita, el futbol mexicano es un satélite impostor. No se arroba, ni se sonroja por desconocer a los desconocidos. Pero, no querrá trompicarse como el Al Sadd, quien mejoró dramáticamente respecto a sus juegos de presentación en el Mundial de Clubes y perdió 2-3 con Rayados.

Entendible el desdén. Por ejemplo, la MLS se transmite en más de 100 países, porque prefiere abaratar sus derechos a vivir en el anonimato. El futbol mexicano, en el mundo –excepto su propio continente--, vive en el anonimato por encarecer sus derechos de transmisión como si fuera Liga de primer mundo. La MLS es TPPV (te pago por verme) y la Liga MX es DPM (despilfarra por verme).

¿Y Rayados? Tiene que seguir siendo ese maldito gitano de benditos momentos. Con esa alma de bandolero. Porque Antonio Mohamed tiene la maquinaria correcta: cumple, con soponcios y asma, en esas extremas prioridades defensivas que le gustan al Turco.

Sin embargo, su transición, en volumen y precisión, suele ser tan ponzoñosamente ladina y malosa como un equipo suicida de la NBA. Y los jugadores recuperaron ese disfruto casi callejero para jugar.

Y ante Al Sadd quedó claro que Mohamed y la directiva les ofrecieron un puñado de gloria. ¿De dónde sacó Vangioni esa bazuka? ¿De dónde sacaron esa maldita frialdad Jonathan y Charly Rodríguez para desencajar el búnker semicatalán? ¿Cuántas como esa ha desperdiciado funestamente Funes Mori?

Habíamos comentado en el Blog previo que ahora, sin los grilletes mentales, hormonales y futbolísticos de Diego Alonso, Rayados sólo debía jugar a lo que se le viniera en gana y como se le viniera en gana, pero bajo la cartografía de Mohamed.

Ahora, lo mejor de Monterrey no fue vencer a Al Sadd, que fue superior la mayor parte del juego. Y mucho menos puede congraciársele el terminar –diría Hugo Sánchez—con las amígdalas como corbatín.

Pero, Rayados nunca tuvo miedo. Los goles fueron producto de atrevimiento, y de la disciplina hacia los desesperados cánones defensivos del Turco. Se tragó con aserrín y clavos el nerviosismo del debut.

Y claro, enfrentar al Liverpool es como otro debut. Ahora es ante el mejor equipo del mundo, que se distingue además por una despiadada fascinación por la cacería de su presa, grande o chica.

¿Tiene hasta ahora algún mérito Diego Alonso, el conductor de carritos chocones, en el paso invicto de Rayados con Mohamed en Liga y Mundial de Clubes? Aunque Usted no lo crea, sí, claro desde mi punto de vista.

Los equipos de Mohamed son poco obstinados en el trabajo físico, en el rigor disciplinario, en el orden táctico y en la solidaridad grupal. Alonso, es un devoto de eso. Trabaja sobre ello, porque con los análisis y desarrollos tácticos, sufre.

El Turco encontró que le habían dejado un equipo bien cimentado, pero mal dirigido. Y además, un grupo de jugadores arrepentidos y deseosos de revancha.

Alonso hizo la mejor pretemporada posible para que Mohamed le pusiera su firma, su mérito y su crédito.

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LOS ÁNGELES -- Monterrey no tiene miedo. Acaso preocupaciones. Duilio Davino y Antonio Mohamed han coincidido en mentalizar a sus jugadores: la tentación exquisita de pavonearse encarando al mejor del mundo, el Liverpool.

Obvio: para ello deben deshacerse de Al Sadd. Y técnico y directivo coinciden en que sus hombres liberen el espíritu genuino de futbolistas y salgan a hacer lo que mejor hacen: jugar bien al futbol, pero, sin olvidar hacer lo que mejor deben hacer: evitar que el otro juegue mejor que ellos al futbol.

Enunciarlo parece fácil. Sin embargo, la Pandilla, hoy, por su estilo, más Pandilla que Rayados, desarrolla esa devoción por jugar bien al futbol, sin los atavismos del fallido técnico anterior, de jugar siempre con un amparo y un grillete.

Para vencer a Al Sadd, Monterrey debe pasar más por el diván, por el pensamiento clínico, porque los garabatos de Mohamed en el pizarrón se los saben de memoria. A esta Pandilla, a estos Rayados, no hay que enseñarles de futbol, hay que ensañarlos para ponerse al servicio del futbol.

Enfrenta al equipo más poderoso del hombre más poderoso de Catar. Será darle un Jaque al Jeque. Mohamed Bin Hamed, y 93 apellidos más, es el cerebro maestro que consiguió, ante pasmadas sospechas universales y patidifusas suspicacias legales, la sede del Mundial 2022.

La FIFA amenazó con despojar a Catar de la sede. Y Bin Khalifa Al Thani (parte de su trabalenguas como apellido) le insinuó a Gianni Infantino, con su cimitarra verbal, como transforma sementales en eunucos. La peor castración es la mental.

Además, Al Sadd tiene un histórico del futbol mundial al timón: Xavi Hernández, a quien Pep Guardiola considera el más sólido heredero del Barcelona. “Es el jugador más inteligente que he conocido. Y como entrenador, también lo será”.

Xavi no puede hacer jugar a su equipo catarí como la versión más prolija del Barcelona, pero su voz de mando, gana adeptos en el emirato. Quien fue general en una cancha, por encima de Messi e Iniesta, será general de cualquier ejército.

Y con los árbitros viendo de reojo el delgado, sutil y quirúrgico filo de seda de los largos sables curvos, capaces de extirparle las anginas a un zancudo sin anestesia, también entienden que el poder no pide, ni siquiera insinúa, vaya, mucho menos guiña un ojo. El mensaje del poder, en un Mundial de Clubes como éste, llega envuelto en silencio.

Ese es el cromo de adversidad para Rayados, que deben ser hoy más Pandilla que Rayados, para sacar esa alma de barrio, de jugador puro, genuino. Cuando hinchan de aire su camiseta asaltan cualquier portería por descaro, por diversión, por esa lujuria traviesa por el futbol.

“No hay mejor futbolista que aquel al que el jugador deja salir de sí mismo”, dijo alguna vez el técnico brasileño Evaristo Macedo, durante el Mundial de México 86.

Monterrey sólo tiene que hacer eso, claro, sin olvidar ese desaseada pero imprescindible exigencia de Antonio Mohamed: “para divertirse siempre con la pelota hay que quitársela siempre al adversario”.

Cierto: por muy buenos empíricos que sean del diván, para Davino y El Turco es difícil sacarles de la cabeza a los jugadores que más allá de Al Sadd y una eventual oportunidad histórica ante el Liverpool, en su jungla doméstica, los aguarda el América, que lejos de jugar a la cigarra mantiene el oficio de hormiga en El Nido de Coapa.

Davino y Mohamed han comentado que no se trata de distraerlos del América, sino de convencerlos de la magnífica oportunidad que tienen de agregar su propia historia, como Sherezadas futboleras, a las leyendas de La Mil y una Noches de un Mundial de Clubes.

Por eso, insisto, para que Monterrey sobreviva ante Al Sadd, más importante que el pizarrón garabateado de Mohamed, lo será la capacidad aventurera de la que gozan sus jugadores cuando tienen la pelota.

“¿Cómo vas a saber lo que es poesía, si nunca hiciste un caño (túnel) en La Bombonera (de Boca Juniors)?”. La frase es de Ricardo Bochini, un eterno de Independiente.

Poesía, Rayados. Poesía, Pandilla. Saquen la poesía…

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La final del futbol mexicano se coloca en puntos suspensivos... habrá que esperar 18 días para jugarla, pero vale la pena darle tiempo al tiempo porque existe la promesa de que, basados en el talento de dos de las plantillas más ricas y profundas en la historia del futbol mexicano, podríamos tener una batalla espectacular y de pronóstico reservado. América y Rayados han superado una temporada irregular, pero aquí están respondiendo casi de forma natural a las expectativas que siempre generaron sus futbolistas y entrenadores. Podemos esperar. Vale la pena esperar...

Liga MX, América-Rayados
Imago7América y Rayados presumen dos de las plantillas más profundas de la Liga MX

SAN DIEGO, California -- Podemos esperar el tiempo que sea necesario porque hay tanto talento congregado en ambos clubes, que nos podría aguardar una batalla espectacular y de pronóstico reservado. Podemos esperar, vale la pena esperar el América-Rayados.

Más que una “final soñada”, la del América-Monterrey es una final fraguada en los nuevos tiempos que vive el futbol mexicano: dinero, inversión, un plantel amplio y profundo y dos entrenadores de capacidad demostrada.

Sus futbolistas, el talento que tienen en el campo y en la banca, nos presagian una batalla espectacular. La cuestión es que tendremos que esperar casi 20 días para atestiguarla. El América sufrirá por la inactividad y el Monterrey por el largo viaje y las consecuencias --buenas o malas-- que arroje el Mundial de Clubes. La final está alterada por un tema de calendario. Tan anormal e incómodo es suspender la inercia de un campeonato y remitirte a entrenamiento durante dos semanas como el suspender tu actual torneo para concentrarse en otro que se juega del otro lado del mundo. La final ha sido trastocada.

Ambos proceden, por cierto, de una temporada irregular. El América no pareció alcanzar su mejor nivel futbolístico en medio de lesiones y bajas de juego de algunos de sus futbolistas. Y el Monterrey tuvo que cambiar de entrenador en la parte final del campeonato y clasificarse agónicamente como octavo de la liguilla. Al final, la riqueza, la profundidad y el peso especifico de su plantel más la inteligencia y el atrevimiento de sus entrenadores --Miguel Herrera y Antonio Mohamed-- les ha llevado hasta la instancia final del certamen. No es, de ninguna forma, una sorpresa que estén a un paso del título. Son dos cuadros armados, pensados y concebidos para alcanzar la gloria.

El América ha llegado mostrando porque es el equipo más exigido y triunfador en esta etapa del torneo. Nadie tiene duda de que saldrá ligeramente favorito. La eliminatoria se cierra en el Estadio Azteca y el descanso podría ser benéfico. Y el Monterrey está obligado a no desperdiciar el Mundial de Clubes y luego a comportarse como un “equipo grande”, de altas pretensiones, con quizá la nómina más cara en la historia del futbol mexicano que no falla en los momentos cruciales.

Tenemos una final de poder a poder. Dos equipos fuertemente armados, basados en una gran inversión y ambos, a su manera, a sus formas, cargados por una presión. Tan importante es lo que genera el América a su alrededor como un catalizador mediático social como lo que significa Rayados en el mundo donde pasionalmente suele encerrarse.

Podemos esperar. No hay problema, porque la promesa es que veremos un choque espectacular. Hay suficiente talento como para confiar en que así será.

@Faitelson_ESPN

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André-Pierre Gignac baja el balón y afirma tajantemente: “En Monterrey están los dos mejores equipos del futbol mexicano”. Y tiene razón, a pesar de que el América es el vigente campeón de Liga y de Copa y que otros parecen tener ventajas en popularidad y mercadotecnia, Rayados y Tigres han acudido a una instancia poco habitual en este futbol: la constancia de resultados, de arribos a finales, de un nivel protagónico que les mantiene como los más regulares en un futbol completamente irregular. El campeón de la Concacaf que, surgirá este miércoles por la noche, podría considerarse, sin reparo, el mejor club de México…

ESPN Digital
 

SAN DIEGO, California.- André-Pierre Gignac recurre a una lógica elemental en el futbol y en muchos otros aspectos de la vida: las estadísticas. Y es verdad que, en algunas ocasiones, los números “mienten” o no dicen toda la verdad, pero en este caso, respaldan totalmente lo que él afirma con vehemencia. “Los dos mejores equipos del futbol mexicano están en Monterrey”.

Ya luego, podríamos, discutir otros factores que son parte del futbol y de su manera de apreciar o medir la grandeza. Pero lo que me parece que, al final, casi reclama el futbolista francés en una entrevista con el periodista Roberto Gómez Junco que se pudo ver en Futbol Picante, es el poco reconocimiento que ambos clubes reciben.

 

Puedo imaginarme también la inmediata recriminación de los americanistas: “¡Somos campeones de Liga y de Copa!”. Y en parte tienen razón, pero los números establecen que nadie mas que Rayados y Tigres han sido dueños de un tema poco apreciado en el futbol de México: la regularidad. Lo han sido en sus actuaciones semanas a semana, en arribos a finales y en protagonizar juegos.

Medir la grandeza en el futbol puede resultar complicado y hasta cierto punto contradictorio. Dejemos de lado temas de popularidad, mercadotecnia, impacto en la industria y en la propia sociedad. Sabemos que el potencial de clubes como el América, Cruz Azul y Chivas va más allá en ese sentido, pero los equipos de Monterrey, dentro de su mercado muy particular, han logrado adaptarse mejor a las nuevas condiciones del futbol mexicano, donde las nóminas de la mayor parte de los clubes están inundadas de futbolistas extranjeros. Ahí, con un gran presupuesto, una inteligencia deportiva, los personajes adecuados en los puestos trascendentales, Rayados y Tigres se las han arreglado para ponerse al nivel de los llamados “grandes” del futbol mexicano sin una condición mediática parecida.

arte final regia concacaf
ESPN
 

El campeonato de la Concacaf se define este miércoles por la noche en Monterrey. Y sí, el que levante la Copa podría llamarse el mejor club del futbol mexicano, sin ningún reparo, reproche o censura…

@Faitelson_ESPN

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