LOS ÁNGELES -- Leones Negros dormirá tranquilo. En Puebla, en dos concentraciones en pugna, Camoteros y Chivas, sufrirán pesadillas.

Tercera victoria al hilo, dos de ellas como visitante, recibiendo un gol en 270 minutos, y la UdeG está, momentáneamente, en zona de Liguilla y hereda el sótano a Puebla, que este sábado puede arrojar ahí a Chivas.

A Leones Negros lo fortalece la adversidad. Ha sufrido de todo. Lesiones, arbitrajes perniciosos, refuerzos que no han respondido. Contracorriente, cuesta arriba, así ha sido el torneo para ellos.

Pero, a sabiendas de que su destino les pertenece, por más cuentas alegres que hagan Chivas, Puebla y Veracruz, emprenden su propia cruzada. Miran de reojo a los otros tres desesperados, y se concentra en encontrar su propia ruta a la salvación.

Tres victorias. Ante rivales con nóminas superiores: América, Tigres y el mismo Morelia, porque los Leones Negros se armaron con los jugadores que desecharon otros clubes. Y aparte de Fidel Martínez, el goleador, y Jonathan González, la legión ecuatoriana ha quedado en deuda, en especial Anangonó.

Cierto, los Leones Negros han tenido fortuna. Especialmente el América porque la mira torcida de sus delanteros no le permitió encontrar la red y este viernes, al imponerse a Morelia, vio cómo el balón entumecía el travesaño y cómo el esférico rozaba el drama de los postes o el portero Humberto Hernández usaba su humanidad como escudo extremo.

Pero, al final, a sabiendas que su futuro aún les pertenece, por la volatilidad de su promedio, se han ungido de la rabia, el hambre, la indeclinable actitud del que sabe que cada 90 minutos es matar y morir, y es matar o morir.

Jugando con la apuesta peligrosa de resistir a ultranza, de ampararse en el error del contrario o en la inspiración de Fidel, la UdeG muestra personalidad y una vergüenza competitiva que son parte de los ingredientes clave para salvar el pellejo.

Si bien los goles le dan a Fidel un aura de heroicidad, lo cierto es que la monumental solidaridad, la lealtad gregaria de cada acción, en cada balón, sobre cada rival y en cada segundo del juego, confirman que la solidez de equipo obedece puntualmente a la unión sin tregua y sin titubeos.

Más allá de los desafíos de cancha, al interior de la colectividad kamikaze de los Leones Negros debe haberse fortalecido un discurso y un juramento de sangre que se hace evidente en la cancha y es la serenidad.

Puntualmente, a pesar de su situación desesperada, es un equipo que no cae en la desesperación; a pesar del hábitat de pánico en que han vivido en la tabla, no son víctimas de pánico sino de una sensatez y frialdad en cada minuto de juego.

Eso los hace diferentes. Son condenados a muerte, pero saben que su salvoconducto al indulto lo tienen en sus manos.

Y eso debe partir del técnico Alfonso Sosa, pero seguramente ha encontrado un subcomandante dentro de la cancha en Marc Crosas y Félix Araujo, para mantener una arenga constante, continuada, de los entrenamientos a la concentración y del vestidor a la cancha.

Este fin de semana reposarán tranquilos. Y esperarán a que este sábado Puebla y Chivas se hagan pedazos y uno cave la tumba del otro.

Comentarios

Usa una cuenta de Facebook para agregar un comentario, sujeto a las políticas de privacidad y Términos de Uso de Facebook. Tu nombre de Facebook, foto y otra información personal que hagas pública en Facebook, aparecerá en tu comentario, y puede ser usado en las plataformas de medios de ESPN. Más información.


LOS ÁNGELES -- Sería vulgar y ramplón explicar la victoria de Leones Negros culpando al América. Sería desleal e irrespetuoso estigmatizar de irresponsables a los jugadores del Nido para describir la bocanada de oxígeno de la UdeG.

Los Leones Negros se comportaron como tales. Víctimas propiciatorias, renegaron de su destino popular. Bruno Traven lo tituló mejor que nadie en su libro La Rebelión de los Colgados. Así ocurrió: UdeG desertó a su papel secundario de muerto y se convirtió en héroe de la jornada. Se quitó la soga del cuello y enredó la horca en el pescuezo del anticipado verdugo.

No recurramos a la retórica. Todo tiene un nombre conocido: testosterona, hombría, estamina, o como lo dijo Félix Araujo al final del juego: "Nos sobraron güevos y nos sobran güevos para seguir en Primera División". Sí, hormonal y testicularmente correcto.

Con la esencia aminoácida a la que hace referencia Araujo, borboteando en las venas, los Leones Negros hicieron lo suyo para sobrevivir. El 1-0 los premió de esperanza, con jugadores notables como Jairo y Jonathan González, quienes montaron el cerco más firme al vuelo zopiloteado de las Águilas, y en especial un Luis Fernando Telles que hizo válido aquello de los patos tirándoles a las escopetas, marcando un golazo en el 0-1.

Sí: lo de Leones Negros fue supremo. Pero, el América, el presunto verdugo, el supuesto matasiete, el aniquilador inminente, terminó siendo su mejor cómplice.

Dice un proverbio indio que "el oro hace soberbios, y la soberbia, necios". Y los americanistas fueron soberbios primero y después necios.

Y fueron tan necios que sus hipotéticos fusileros llegaron al menosprecio primero y a la desesperación después de buscar obuses muy lejanos para buscar hacer daño. Y no, ni Oribe Peralta ni Benedetto ni Darwin pudieron bajar la pelota de las alturas requeridas para un gol de campo en futbol americano.

Esopo lo relata en la fábula de la Liebre y la Tortuga, y el Viejo Testamento lo reseña en el mítico David venciendo al mítico Goliath. Los arrogantes mueren atragantados de su exceso de confianza.

El italiano Nicolás Tomasseo debió cruzarse con algún tipejo que asomó en su vida con la misma actitud de bravucón y perdonavidas que los americanistas este sábado.

"La soberbia es el vicio más frecuentemente castigado, y, sin embargo, el más difícil de curar", reflexionó Tomasseo.

Y ese es el problema para Gustavo Matosas. Su equipo se mostró ante Leones Negros plagado de valentones, fanfarrones y balandrones, que pensaron que en cualquier momento podrían ganar. Su premio, la ominosa derrota.

Y los llamados sublimes, protagonizaron el ridículo. En el área, Benedetto, Darwin, Sambueza, Aguilar, Peralta, Oswaldito intentaban el lujo o los artificios. Siendo superfluos nunca pudieron abrir el marcador a pesar de un abrumador dominio los primeros 20 minutos.

Después, los Leones Negros entendieron que perro que ladra no muerde. Y América siguió ladrando, pero la primera y única mordida la dio la UdeG a través de Telles.

Y el saldo rojo de América es preocupante.

1. Expulsados Chepe Guerrero y Pablo Aguilar.

2. Lesionado Benedetto.

3. Oribe Peralta bajo observación.

4. Derrota con el peor de la porcentual.

5. La peor exhibición de actitud del equipo, con esa aura de matón de vecindad.

6. Y las elucubraciones. América deja con vida a Puebla y a Leones Negros, rivales directos del Guadalajara en la pelea por el no descenso.

Y visto así, es simple entender a los maliciosos: cuando el América se resfría, a Chivas le da pulmonía.

Y claro, punto aparte, los horrores del silbante Luis Enrique Santander, con un nefasto trabajo.

1. Se come un penalti a favor del América. Alatorre no tiene las manos pegadas al cuerpo y frena el viaje del balón.

2. Perdona penalti a las Águilas. Teatralizó Fidel Martínez, pero el contacto existe y por lo tanto la falta.

3. Empujón de Cufré en el área sobre Sambueza, y no marca penal.

4. Perdona la segunda amarilla a Sambueza y a Araujo.

5. Pero no hay más en el arbitraje mexicano. Al final todos son tan malos o sospechosos como en su tiempo lo fue su propio mentor de hoy, el mismísimo Edgardo Codesal.

Comentarios

Usa una cuenta de Facebook para agregar un comentario, sujeto a las políticas de privacidad y Términos de Uso de Facebook. Tu nombre de Facebook, foto y otra información personal que hagas pública en Facebook, aparecerá en tu comentario, y puede ser usado en las plataformas de medios de ESPN. Más información.


LOS ÁNGELES -- Dos jornadas del Clausura 2015. Incendiarias ambas. No por su futbol. Ningún equipo asume el mando. Ni cautiva aún. Sin embargo, el hombre del traje gris, el que debía ser invisible, se ha convertido en protagonista.

13 penaltis indiscutibles que no se marcaron y cinco que indiscutiblemente no debieron marcarse. Expulsiones precipitadas y tarjetas rojas perdonadas. Criterios disparejos sobre la intensidad tolerable en las jugadas.

Algunos árbitros decidieron saltarse del tribunal al circo. De ser jueces a ser verdugos y víctimas. Y en el circo de los 90 minutos, algunos, han elegido ser bufones.

En general, y de manera casi universal, el técnico legendario del Liverpool, el escocés Bill Shankly, sabiamente afirmaba sobre los nazarenos: "El problema de los árbitros es que conocen las reglas, pero no el juego".

Ciertamente razonable, aunque exagerado el juicio de Shankly. Equivaldría a decir que habría que ser una vaca para poder disfrutar de la leche.

Pero expone claramente apenas uno de los problemas del arbitraje mexicano. Alguna vez lo dijo Vicente Matías Vuoso: "El árbitro parece estar celoso del jugador, algunos son futbolistas frustrados".

Pero, insisto, es sólo la punta del Iceberg, que muestra apenas una séptima parte de su colosal volumen.

Para colmo, Edgardo Codesal, supuestamente nuevo rector del arbitraje mexicano, se atreve a garantizar a los mejores jueces para los partidos por el no descenso. Y lo dijo serio, cuando nadie podía extender un aval por el mismo Codesal cuando fue silbante, y si no que pregunten a la memoria histórica e histérica de los argentinos acerca de la Final de Italia 90.

1.- Lo peor, es que sus elegidos terminan sacrificando al mismo Codesal. Envía a Miguel Ángel Flores a perpetrar errores en el Querétaro contra Leones Negros, con más de cinco meses sin regularidad en el futbol mexicano de Primera División. Y se equivoca en todos sentidos.

2.- Envía su mejor carta al Chivas contra Pumas. Su mejor carta de una baraja donde ya no hay ases. Ni reyes. Ni reinas. Pura carta de baja nominación. Y asigna a Roberto García Orozco, que consuma cinco equivocaciones gravísimas.

3.- ¿Qué es lo más penoso y peligroso? Que evidentemente no existe la distancia entre la habilidad para perpetrar torpezas entre el marginado Flores y el laureado García Orozco.

Entre uno de los peores y uno de los mejores, sólo cambia el engomado en el pelo y el favoritismo de que gocen en la Comisión de Arbitraje.

Y claro, si Codesal nunca gozó de un certificado de infalibilidad, cómo puede ser infalible al elegir y adiestrar jueces.

Y ante el carente protagonismo en la punta de un equipo que arrolle, seduzca o cautive, en este arranque del torneo, el morbo pone la lupa en la lucha encarnizada por la supervivencia entre Chivas, Puebla, Leones Negros y Veracruz.

Porque en otras partes de la tabla, en estos momentos, un resultado apenas altera la pirámide de la competencia. Pero, en contraste, en este momento, empieza a debatirse a vida o muerte el futuro de los involucrados en el descenso. Un saqueo arbitral puede ser mortal, y entre esos cuatro mortales, se encuentra el equipo más popular de México, y que, según su propietaria, Angélica Fuentes, vale 900 millones de dólares.

Uno de los silbantes más folklóricos del Reino Unido, y miembro honorario de FIFA, Neil Midgley, decía que "cuando empecé a perder la vista, me hice árbitro".

Parece que en el futbol mexicano, para los árbitros, la ceguera integral, especialmente la moral, se ha vuelto un requisito, incluyendo, claro, a sus dirigentes.

Comentarios

Usa una cuenta de Facebook para agregar un comentario, sujeto a las políticas de privacidad y Términos de Uso de Facebook. Tu nombre de Facebook, foto y otra información personal que hagas pública en Facebook, aparecerá en tu comentario, y puede ser usado en las plataformas de medios de ESPN. Más información.