Con el recuerdo fresco del torneo que ganó Chile y con Rusia 2018 en el horizonte, Blogski 2018 elige a los once mejores futbolistas del campeonato. Es sólo una elección arbitraria como otras que se harán a lo largo y a lo ancho de América.
Luis Advíncula: Pieza clave en la estructura de la gran sorpresa de esta Copa América. El lateral derecho de Vitória Setúbal de Portugal fue marcador de punta, mediocampista y delantero. Su recorrido por la banda fue vital para darle salida, oxígeno y sorpresa al ataque peruano y además mostró solidez en la marca. Envió el centro para el gol de Guerrero frente a Chile y fue una preocupación para todos los rivales.
Gary Medel: Quienes afirman que para ser marcador central se necesita ser alto y corpulento vieron en esta Copa América que viven equivocados. Desde su 1.71 metros, el jugador de Inter demostró que no hacen falta músculos y altura para ocupar bien los espacios, para entregar la pelota con criterio y para ganar los mano a mano. Aunque no es su posición natural, se afianzó como zaguero y fue uno de los mejores de la Copa por regularidad y firmeza. Además, se destacó como salida clara para un equipo que siempre intentó tocar. Así queda demostrado en las estadísticas, ya que con 396 pases totales quedó segundo en ese rubro, detrás de Javier Mascherano. Además, fue el segundo con más despejes.
Juan Manuel Vargas: A los 31 años, jugó el mejor torneo de su vida en la Selección de Perú. La posición de marcador de punta izquierdo es la que más cuesta elegir porque no hubo uno que se destacó con claridad por encima del resto, aunque la actuación de Vargas es para elogiar. El hombre de Fiorentina, que también puede jugar como interior o mediocampista, fue vital en sistema de Ricardo Gareca y su aporte fue similar al de Advíncula. Salida clara por su banda, buena predisposición para atacar y fuerza para llegar al fondo. De hecho, envió 19 centros en total, un número que describe su aporte en la ofensiva.
Javier Mascherano: Como en la Copa del Mundo, el jugador de Barcelona fue el líder espiritual de la Selección Argentina. Aunque su presencia representa cuestiones que van más allá del fútbol y se convirtió en un símbolo del ser nacional, Mascherano es un futbolista muy importante para el equipo y juega como tal. Desde su inteligencia táctica, la Albiceleste creció y, aunque no jugó de central como lo hace en España, muchas veces terminó en ese lugar para cubrir espacios. Fue el jugador con más pases en la Copa América y eso habla de su importancia en la gestación de juego.
Javier Pastore: Fue de menor a mayor y terminó como uno de los más destacados del subcampeón. En esta Copa América, el mediocampista de PSG se ganó un puesto como titular para las Eliminatorias. Le costó encontrarle el ritmo al equipo, pero desde el encuentro ante Colombia, Argentina comenzó a jugar desde los pies de Pastore. Inteligente y certero, es capaz de generar opciones de gol con un pase o con un movimiento. Formó una sociedad lujosa con Messi y también llegó al gol, algo muy importante para un futbolista que parte desde atrás pero tiene condiciones para definir jugadas.
Jorge Valdivia: Es difícil elegir al mejor futbolista del torneo, pero el Diez del campeón podría serlo sin lugar a dudas. Hizo jugar a Chile a su ritmo, fue el armador que todo equipo con vocación ofensiva necesita y nunca se escondió. En esta Copa América, dejó atrás todas las dudas sobre su compromiso y se convirtió en una leyenda del fútbol chileno. Cuando el juego lo requería, bajaba a buscar la pelota a su campo y cuando era necesario que tocara con los delanteros, lo hacía con criterio. Brilló en los partidos ante Uruguay y Perú y terminó líder en la tabla de asistencias.
Paolo Guerrero: Por segunda Copa América consecutiva, el peruano se coronó máximo goleador. Eso habla de su vigencia y de la importancia de su figura en el ataque de la Albirroja. En el duelo de cuartos de final ante Bolivia protagonizó la mejor actuación individual del torneo y también brilló contra Chile, a cuyos defensores complicó durane los noventa minutos casi en soledad. Arrastró marcas, fue referencia de área, oferta de pase constante y definió con su claridad acostumbrada. Esta competencia parece ser su lugar en el mundo.
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Chile campeón. Y lo consuma con el suspenso magnífico, escalofriante, cardíaco, desde el manchón donde se elevan las hazañas y se sepultan los sueños con paladas de tragedia. Ahí, donde la inmortalidad se gana y la intrascendencia se castiga con el olvido.
Con la pasión colectiva, solidaria, absoluta, de 11 en la cancha, pero que se bebieron la sangre ansiosa de 18 millones de chilenos para conquistar su primera Copa América.
"A partir de hoy el futuro de nuestro futbol será distinto. Hoy dejamos el mensaje que podemos ganar a cualquiera", aseguró Arturo Vidal, el hombre que estrelló un Ferrari Rojo a 170 kilómetros por hora, pero condujo a esa misma velocidad, con mano firme, a La Estampida Roja hasta la meta.
En tanto, por quinta vez en seis partidos, Argentina experimentó lo que es jugar con 10, cuando juega sin su "10".
El mejor del mundo no puede consumar que su selección nacional sea la mejor del mundo y ni siquiera la mejor de América.
"Me cuesta trabajo anotar con Argentina", había dicho Lionel Messi, a quien tras el fracaso se le veía más pensativo que triste, más resignado que consternado.
Queda claro que a Leo le queda insuficiente España y le queda chica Europa, pero le sigue quedando inmensa la camiseta que está hecha a la medida, con la gloria como sastre, para un solo argentino: Maradona.
Pero si Argentina tiene 22 años siendo un maquilador y maquillador del futbol a nivel de selecciones, la magia absoluta le pertenece a Chile. Bebe por primera vez del Cáliz de América, amenazó, lo anunció y se comprometió desde la primera maroma del balón en esta Copa América.
La Roja fue una furia sin tregua ante Argentina. Desde el arranque del partido. Mordió para defender y tiró mordiscos para atacar. No pudo vencer a Romero. Porque no supo, aunque siempre quiso.
En 120 minutos, Chile fue el protagonista. Sufrió, cierto, pero estrictamente por respetar, por apegarse, por defender ese atrevimiento ofensivo, ese riesgo perenne, constante, de atacar como principio elemental del futbol, como homenaje a la legitimidad de la victoria y, hasta de reojo, por el fundamento básico de ser espectacular.
Llegó y falló. Más que heroicidades de Romero, se perpetraron equivocaciones incomprensibles de Vidal, Valdivia, Vargas, Alexis, Isla, y hasta Fernández, cuyo ingreso le redujo el vértigo a su selección.
¿Messi? La versión burguesa de su realidad con el Barcelona. Fue una réplica lastimera del que deambuló ante Uruguay, Paraguay, Jamaica y Colombia.
Leo nunca se atrevió a gambetas, nunca se atrevió a tomar el mando, aunque cínica o inconscientemente acepte que le ajusten el brazalete inmerecido de ser capitán. Llegó un momento en que de manera consecutiva, cuatro pases simplones en tres cuartos de cancha, los entregó al adversario.
Y con la lesión de Di María y con el veto absoluto contra el 'Apache' Tévez fue evidente que Argentina disponía de maquiladores del futbol, cuestionando seriamente la habilidad de 'Tata' Martino para elegir jugadores, o para elegir cambios o para no ser manipulado en sus decisiones.
Y por ese esfuerzo incuestionable de los otros 10 argentinos, de la gallardía para intentar sin poder, en medio de ese brío, de ese vigor, el dominio chileno en al menos 100 de los 120 minutos de juego condecora el valeroso, devoto, ardiente, compromiso chileno, por cada pelota, por cada jugada, por cada segundo.
Irónico que tras los desperdicios lamentables de Higuaín y Vanegas en los disparos desde el manchón, desatara el tsunami en el Estadio Nacional y en la nación entera Alexis Sánchez, quien había tenido una copa rebosante de dudas y deudas, más que de satisfacciones y festejos.
Y cobra de manera humillante. Más humillante que a lo Panenka. Mientras que Romero caza el fantasma de su fe tirándose a su izquierda, el balón entra retozón, burlón, juguetón, heroico, glorioso, eterno, para entregar a Chile su primera Copa América.
Un Chile acostumbrado a jugar como nunca y perder como siempre, hoy ha cambiado su historia y su destino.
Hoy, Chile dirá que ha jugado como siempre para ganar como nunca lo había hecho.
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La figura sirve para retratar lo que sucede en la "Escotilla 8", uno de los 10 sitios patrimoniales del estadio más importante de Chile. Entre septiembre y noviembre de 1973, el recinto fue el centro de detención más grande durante la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet y la gradería quedó como un espacio para la memoria.
El proceso de restauración del espacio, ubicado detrás de uno de los arcos, incluyó una tribuna con tablones de madera y una frase que habla por sí misma: "Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro". Durante los partidos permanece sin público y con una iluminación muy tenue.
Debajo de la denominada puerta 8 están expuestas fotografías de la época, del estadio y retratos de varios de los presos. Cuesta creer que a pocos metros del sitio donde hubo celdas, torturas y fusilamientos exista un campo de juego.
Cecilia Rodríguez, periodista del Estadio Nacional, abre las puertas del sector para tomar una real dimensión del lugar de cautiverio de aproximadamente 20.000 personas. En su rol de guía, la cronista relata que "los detenidos dejaron varias escrituras en las paredes, mensajes a los familiares, fechas y hasta se dice que hay una canción". El próximo proyecto consiste en recuperar esos grabados.
"Algunos dicen que hay que dar vuelta la página y no hablar más del tema, pero para la gente que sufrió y dejó su testimonio no es tan fácil. Esperemos que sirva de ejemplo para el futuro", resalta Cecilia.
Para los futbolistas de esa época fue muy difícil volver a jugar en el Nacional, sabiendo lo que había ocurrido ahí. De hecho muchos tuvieron conocidos detenidos o desaparecidos.
Justamente en el Estadio Nacional, en pleno horror de la dictadura, se produjo uno de los hechos más curiosos de la historia del fútbol. El 21 de noviembre de 1973, en el marco de las Eliminatorias rumbo al Mundial de Alemania y ante unos 18.000 espectadores, Chile arrancó a jugar sin adversario. Unión Soviética no se presentó en repudio al golpe de Pinochet a Salvador Allende. Se tocaron los himnos y después de unos 10 pases, el capitán Francisco "Chamaco" Valdés pateó la pelota al fondo de la red. Así terminó un partido fantasma.
Para Cecilia Rodríguez, "lo que pasó en el Nacional no puede volver a suceder en ninguna parte del mundo". En el estadio, que el 11 de septiembre de 2003 fue declarado como monumento nacional, se organizó una gran fiesta en el retorno de la democracia, en la que se desplegó una bandera gigante a lo largo de la cancha.
En 64 hectáreas conviven la pasión y el recuerdo del terror. La luz y la oscuridad. Más allá de grandes finales, ganar el partido más importante es mantener la memoria.
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¿Argentina o Paraguay? 90 minutos en Concepción le mantienen la incógnita.
Marcador: 2-1 a Perú. Goles de Vargas. Carnaval en Santiago. El triunfo y ese aroma de Final. La Final y esa sensación de poder ganar su primera Copa América. La ilusión vigente y la tregua, la tolerancia para aplazar la autocrítica.
La victoria le indulta de todos sus pecados. Le adormece todos sus errores. Le narcotiza felizmente de sus deslices defensivos.
Con once en la cancha, hasta antes de la torpeza de Zambrano de ganarse la roja, Perú había sido mejor que Chile. Controlaba y contratacaba. Contenía y respondía. Como pugilista mañoso y paciente, se resguardaba y administraba cauteloso los golpes. Y eso desesperaba a Chile y lo precipitaba.
Si bien Zambrano recibió la merecida humillación de la roja, el arbitraje empezó a balbucear con acento chileno cuando permite que el 1-0 sea precedido por un fuera de lugar. Vargas aprovecha un balón que se estrella en el poste izquierdo. No perdona, mientras el cuerpo arbitral masculla cómplice una jugada que no había sido tan vertiginosa como para confundirlo.
Perú no se arredró. Por momentos con diez, mejor agazapado y sabiendo los locos de los que disponía al frente, sabía que Chile, en esa desesperación ofensiva, terminaría por entregarle opciones de fusilamiento.
El empate tuvo firma de traición. Tuvo huella chilena. Gary Medel consuma al 60' lo que Farfán y Guerrero habían fallado. El 1-1 dolía en la tribuna. Porque los peruanos se mantenían erguidos y porque La Roja se desteñía en esa embestida constante, desesperada.
Para su fortuna, Chile consigue cuatro minutos después el 2-1. Pero la legión de Sampaoli no entiende de equilibrio, ni de tregua, ni de sentido común, ni de pausas, ni de manejo de tiempos y resultados. Embiste de oficio. Embiste como principio único de futbol, enriquecido por la posesión y manejo de la pelota, aunque con la obsesión de plantarse ante el portero y abofetearlo a balonazos.
Con el control absoluto, Chile sufría en los estertores y con las convulsiones de Perú. Una falta dudosa que aspiraba al catálogo de penales, hace reclamar a los incas, que con un par de remates ponen a temblar a la ya trémula zaga de Bravo.
Pero la historia no cambia. Zambrano no permitió que crecieran los anhelos de Perú. Y el arbitraje ha tomado como referencia propia, las unciones que deben respaldar anfitrión, que, sin embargo, paga sus cuotas de méritos con bien futbol y un entusiasta sentimiento suicida, insisto de morir matando y matar muriendo.
Nadie puede decir que el sufrimiento ante Perú es una lección que llega a tiempo a Chile. Porque Sampaoli no aprende de su propio sufrimiento. Porque La Roja saborea con esa sensación de kamikaze, de sepultar al adversario aunque termine en rastrojos de victoria. Y, como sea, más allá de la auto inmolación que implica, esa devoción, es de agradecerse, donde los favoritos han sido mezquinos, desde la Argentina con vida, hasta el Brasil y la Colombia, sacadas con las patitas por delante.
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Más allá del gesto procaz, obsceno, la provocación alevosa, premeditada, del andino sobre Edinson Cavani, transformó lo que había sido una lucha masculina, en una victoria emasculada.
Con once hombres en la cancha, Uruguay discutía la supervivencia a su estilo. Poco estético, poco exquisito, poco encantador, pero legítimo como parte de la historia misma de la selección celeste.
Siempre fue mejor Chile. Dejó constancia de ello. Salió nervioso, precipitado, atropellado, inquieto, titubeante. El primer tiempo se le escurrió en querer, sin saber cómo y sin poder entenderse a sí mismo. Los esfuerzos de claridad de jugadores como Isla y Valdivia abortaban en balones rebotados, mal controlados, mal entregados, mal protegidos, mal perfilados, por futbolistas del corte de Alexis, Aranguiz, Vargas y Vidal. Y hasta Medel parecía un mastín enloquecido, que iba al choque hasta con los propios.
El segundo tiempo trajo la metamorfosis deseada en La Roja. Y Uruguay siguió siendo Uruguay. La transformación le indicó la ruta de la victoria a Chile. Y Uruguay entendió que seguiría sufriendo, pero seguiría anhelando.
Isla, el mejor jugador de Chile, encontró en el gol el premio a la persistencia propia y a la rehabilitación de su equipo.
Las respuestas de Uruguay fueron insuficientes, pero la más peligrosa fue el disparo de Sánchez, y una precipitación en la salida de Bravo, pero, mientras estuvieran once en la cancha, Cavani obligaba a dos chilenos a perseguirlo y a encender luces en otros caminos para sus compañeros.
Hasta que llegó Jara. Musitó algo al oído de Cavani, en un acto impropio de un espectáculo público, de un futbolista profesional, de un encuentro que había sido éticamente intenso, e incluso irrespetuoso hacia su propia selección que ha hecho del juego limpio parte de los valores competitivos de su gesta.
Cavani reaccionó. Ni siquiera con violencia. Ni siquiera en proporción directa a la forma en que Jara hurgó en su humanidad de manera ramplona. Pero el quisquilloso y sospechoso silbante brasileño Sandro Ricci le recetó otra amarilla y el pasaporte ignominioso de La Roja.
Uruguay quedó dañado. Desconcertado. Asumiendo que la culpa era absolutamente de Cavani, víctima éste de la tensión azuzadora originada por el trance de su padre, quien se vio envuelto en trance automovilístico con saldo de una persona muerta.
Las imágenes recompondrían el escenario de manera dramática. Ni Jara era la víctima ni Cavani el verdugo. La teatralización de Jara, la torpeza arbitral y la respuesta apenas agresiva de Cavani quedaron expuestas.
El video trastocó la percepción y condiciona a los organizadores y a su Comité Disciplinario. Con la evidencia de que la agresión y la provocación se originan en Jara, la forma de revisar puntualmente el video, los hechos, la cédula arbitral, tendrá que darse bajo otro perfil.
Ante los hechos, más allá de lo que el silbante Ricci creyó ver y decidió consignar, la suspensión debería darse sobre Jara y Cavani debería ser indultado, porque de otra manera, sus tres partidos de eventual suspensión coincidirían con los de Luis Suárez, todos punibles dentro de la mismísima eliminatoria mundialista que arranca en octubre.
Ni Uruguay merece dos castigos: la derrota y una suspensión a Cavani. Ni Chile merece dos premios: la victoria y, encima, el indulto impune a Jara.
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RANCAGUA -- Los responsables no pueden esconderse. Están expuestos. El fracaso se consumó. México ha sido echado de la Copa América. Empató el que suponía ganar (Bolivia). Igualó el que suponía perder (Chile). Y perdió el que suponía empatar (Ecuador).
La realidad traicionó la ficción aritmética: dos puntos de cuatro estimados y de nueve posibles.
Y los responsables desfilan por la pasarela ominosa. Y peor aún cuando las promesas no se cumplen: protagonismo, “Copa América histórica”, Semifinales, Final.
1.- Miguel Herrera eligió a sus hombres de confianza y olvidó a jugadores en mejor momento: Aris Hernández, Jesús Molina, Omar Bravo, Dueñas, Torres Nilo, etc.
2.- Hugo Ayala, Topo Valenzuela, Catita Domínguez, Efraín Velarde, terminaron por protagonizar errores que terminan siendo funestos, suicidas. No es culpa suya. Su andamio no alcanza pisos superiores.
3.- Y jugadores de bajo compromiso y elevados miedos por vestirse con la camiseta nacional:, como Eduardo Herrera, Paleta Esqueda, Mario Osuna y hasta los momentos de duda de Javier Güemez.
Responsables, al final, todos de que esta gesta sudamericana, terminara con el veredicto de fracaso por el mismo entrenador, y que no se consumó con el 1-2 ante Ecuador, sino con las precipitadas y petulantes cuentas, al asumir que Bolivia era tan simple como pasar a despojar de la chuleta a un perro chimuelo.
Responsables ellos, todos. Pero los culpables son otros. Y quedarán impunes. A salvo. Contempladores de su obra, de sus ruinas.
Los culpables no visten de corto. Ni transpiran en la cancha. Ni dan la cara. Ni asumen riesgos. Ni son enjuiciados. Ni acumulan amarguras. Ni gastan. Ni se desgastan.
Culpables los que tienen como rehén de sus contubernios y sus intereses a una selección mexicana que es prostituida de manera abominablemente pública.
Aún en la peor de sus versiones, sus patrocinadores pagan ollas de oro por ella. Pese a que este verano parece presentarse como el debacle de todas, esperando el desenlace de los Juegos Panamericanos y la Copa Oro.
1.- La selección mexicana vive esclavizada. El contubernio entre la Concacaf y las televisoras para que México priorice la Copa Oro, como vía única de acceso a la Copa Confederaciones, cuando es evidente que la pretensión por ambas partes es que el Tri juegue la mayor cantidad de encuentros en ambos torneos.
2.- El Tri provoca llenos en los estadios de EEUU. Un promedio de 2.5 millones de dólares por taquilla. Agregue la lluvia de los patrocinadores, y añada que es la única selección en el mundo que tiene la misma cantidad de padrinos y mecenas, doce, en México y en EEUU, un lujo que ni Brasil, Alemania, Argentina o España pueden darse.
3.- Los patrocinadores demandan que México triunfe en el mercado que más le interesa: el de Estados Unidos y el de México, y no el de Sudamérica. Los más de 500 millones de dólares de ingresos por el ciclo mundialista exigen una selección triunfadora entre la grey que consuma camisetas, refrescos de cola, tarjetas de crédito y hasta galletas de animalitos.
4.- ¿Expulsará la Conmebol a México de la Copa América por un segundo fracaso consecutivo? Por supuesto que no. México no está en la Copa América por su gran nivel de juego, ni por sus estrellas, ni por su carisma llenando estadios, sino porque arrastra rating televisivo que repercute en las arcas de Conmebol y sus patrocinadores.
No olvidemos que México llega a la Copa América tras flagrante soborno como prueba mutua de corrupción correspondida: relojes Rólex de oro entregados a los Corleones de Conmebol por parte de Guillermo Lara por indicaciones de Emilio Maurer.
5.- ¿Qué es más importante en beneficios para el futbol mexicano, la Copa América y la Copa Confederaciones? Simplifiquémoslo así: en Copa América, el Tri podría enfrentar a tres candidatos a Balón de Oro: Lionel Messi, Neymar, y Luis Suárez --quien para esta edición está suspendido--, y con sus respectivas escoltas de alto nivel. ¿Y en la Confederaciones? Tal vez sólo a uno o ninguno de ellos.
Entonces, sin duda Miguel Herrera y sus 23 que son carne de cañón son responsables del fracaso y los malos resultados, pero los culpables, esos, los del oscurantismo, los que perfeccionan la perversión por dólares y no por el futbol, seguirán operando con guantes de inmaculada corrupción.
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No puedo, ni debo, decir que conozco a Sampaoli, pero, como muchos, puedo argumentar que es perceptible, por su carrera, en general, su honestidad.
Un hombre que ha regido sus clubes con estrictas disciplinas tácticas, grupales y personales, es inconcebible que decida perdonar sin restricciones a Vidal. Lo considera necesario para la selección, priorizando el futbol sobre las leyes que rigen a 18 millones de chilenos. Sugiere entonces que es más importante que la selección gane a Bolivia y después la Copa América, aunque pierdan sentido, legitimidad, respeto los conceptos de justicia y legalidad a Chile. Hoy Sampaoli y la justicia chilena han enviado un mensaje equivocado a una nación con estrictas reglas, leyes, multas, para conservar el orden vial, al menos en lo normativo. Después de esto, cualquier jugador chileno puede hacer lo mismo que Vidal, y Sampaoli y la justicia deberán indultarlo. Después de esto, cualquier ciudadano chileno puede perpetrar un crimen similar al de Vidal y podrá exigir, demandar, reclamar, que se le dé el mismo trato que a Vidal. Estoy convencido que Sampaoli fue obligado a perdonar a Vidal. Fue presionado para exonerar al jugador. Sampaoli fue contra sus principios, contra sus creencias, contra su propia moral y su propia ética. Lo hemos dicho anteriormente: la Copa América se ha convertido en un asunto de interés nacional, y ganarla se convertiría en una herramienta de estabilización social, donde la inflación, el desempleo y la corrupción gubernamental agobian a una sociedad civil que acepta vivir bajo normas leales, a pesar de estas deslealtades. ¿Por qué no renuncia Sampaoli antes que traicionar sus principios? ¿Por qué permite que se le obligue a fomentar y ejemplarizar la impunidad? ¿Por qué tolera que se le convierta en cómplice de la fechoría de Vidal? ¿La gloria de la Copa? ¿El salario? ¿Alguna otra amenaza más intensa? Sampaoli es la víctima más castigada, pero porque ha elegido permitirlo. ¿Qué pasará al interior de La Roja? ¿Qué efecto tendrá la amnistía a Vidal? ¿Cómo impactará esta absolución al goleador de la Copa?- 1.-Seguramente fortalecerá tanto a la selección chilena y a Sampoli que en esa solidaridad colectiva, podrán hasta ganar la Copa América, en un acto reflejo, efímero, breve, pero inmediato, de arroparse todos, contra los ataques externos.
2.- Seguramente, cuando el tiempo borre las huellas, y cuando Vidal reincida, y cuando Sampaoli vea fracturada la integridad de su discurso, entonces, se dará cuanta el técnico que este 17 de junio empezó a perder el control de La Roja, con una calidad de jugadores, capaces de consumar jornadas históricas en el futbol mundial y en el Mundial de Futbol de Rusia.
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Y tras minutos de acoso, pero con el nervio de no mostrar nervios, México es quien marca primero. Sabe que la defensa chilena no tiene filtros en media cancha y queda desprotegida.
Y a jugadores redimidos, rebeldes, renegados del destino de fracaso con que se les enquista su futuro, La arenga de Herrera los estremece. Ya sólo necesitaba dos héroes accidentales, esos que buscan, desesperados, agobiados, atormentados, y por lo tanto encolerizados consigo mismos y con su entorno. Vuoso y Jiménez levantan la mano. Miguel Herrera leyó las memorias de Sampaoli con Brasil. Sampaoli encontró vacío el archivo de 'El Piojo' con este México B. Y a ambos, al final, se agradece la insensatez, la intrepidez y la locura, de no gestionar candados y cerrojos, cuando tuvieron ventaja. Ni México se encerró con el 1-0 y el 2-1, ni Chile lo hizo con el 3-2. Al final, México no ha cumplido su misión. Ha transitado de manera fascinante en ese péndulo de 180 grados, del oscurantismo ante Bolivia a la esplendidez ante Chile, pero, igual, no está clasificado a Cuartos de Final. El viernes le aguarda Ecuador en Rancagua. Tiene la ventaja el Tri de que su rival no puede ser indolente y condescendiente como ante Bolivia, ni esconderse en la gruta de su especulación como ante Chile. Ganar o ser eliminado, es la disyuntiva. Exactamente igual que para México. Y esa ansiedad, fragiliza a Ecuador, y lo obligará, tarde o temprano, a ir al asalto sobre el Tri, que ha demostrado ser paciente. Puede, entonces, al final, Ecuador ser el cómplice propiciatorio, como lo fue Chile para la resurrección de México.Comentarios
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BRISTOL -- Luego de tanta espera, finalmente se efectuó el sorteo para la Copa Mundial de Brasil 2014. Treinta y dos equipos divididos en ocho grupos intentarán alcanzar la gloria que se da solo una vez cada cuatro años.
La selección argentina fue una de las cabezas de serie que más barato la sacó. Al conjunto dirigido por Alejandro Sabella le tocará enfrentarse a Bosnia-Herzegovina, Irán y Nigeria.
La selección de Nigeria es una conocida para la albiceleste, ya que se han enfrentado en dos de las últimas tres ediciones de la Copa Mundial.
También se enfrentaron en 1994, donde la Argentina ganó por 2-1. En Corea-Japón 2002, Argentina ganó 1-0 con gol de Gabriel Batistuta, y en Sudáfrica 2010 ganó con el mismo resultado por gol de Gabriel Heinze. Siempre que jugaron fue en la fase de grupos.
Por su cuenta, a Brasil le tocará México, Croacia y Camerún. El local ya se ha enfrentado al Tri en la Copa Confederaciones de este año y no tuvo problemas para superarlo.
Uno de los elementos más notables y que más reacción generó durante este sorteo fue el grupo de la muerte. Lo curioso no es necesariamente un grupo en sí, sino la cantidad de grupos que podrían ser denominados con ese lema.
La selección de Uruguay, dirigida por El Maestro Óscar Tabárez, ha sido colocada en el Grupo D junto con Inglaterra, Italia y Costa Rica. Este es el único grupo con múltiples campeones del mundo, para un total de siete títulos entre Italia (4), Uruguay (2) e Inglaterra (1).
Según el Soccer Power Index de ESPN, los charrúas son los favoritos del grupo para avanzar con un 69,5 por ciento de probabilidad. Le sigue Inglaterra con un 57,5 por ciento, Italia con un 44,2 por ciento y finalmente los ticos cuentan con un 28,8 por ciento. Será difícil para la celeste, pero si hay algún lugar en el mundo en el que pueden soñar con la historia es en Brasil.
Otro equipo sudamericano con un grupo complicado es Chile. Dirigida por Jorge Sampaoli, la selección chilena volverá a enfrentarse a España como lo hizo en Sudáfrica 2010. Además del campeón del mundo, completan el grupo Holanda y Australia.
Será la primera vez en la historia que los finalistas del Mundial se encuentren nuevamente en la fase de grupos al siguiente Mundial.
Según el SPI de ESPN, Chile cuenta con un 74,3 por ciento de probabilidad para avanzar, España cuenta con un 82.2 de probabilidad y Holanda con un 40.9. Chile puede ilusionarse.
Tanto Colombia como Ecuador han recibido un guiño de parte del sorteo ya que ambos cuentan con buenas chances para clasificar a la ronda siguiente.
La selección dirigida por José Pekerman es favorita a avanzar en el Grupo C con un 86,5 por ciento de probabilidad. Costa de Marfil, Grecia y Japón completan su grupo.
Mientras tanto, Ecuador enfrentará a la cabeza de serie Suiza, Francia y Honduras. Ecuador es el segundo equipo con más probabilidad de avanzar en su grupo con un 64,7 por ciento, detrás de Francia (78,4).
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