La noticia llegó como un baldazo de agua fría. Como siempre. Y con una frase fría también: "Bill Russell, el ganador más prolífico en la historia de los deportes estadounidenses, falleció en paz a los 88 años, con su esposa, Jeannine, a su lado".
Y las emociones corrieron rápido y en caliente. Porque el párrafo inicial del comunicado de su familia, lejos de alertarnos de la triste noticia, nos llevó, inexorablemente, a recordar su grandeza.
Una grandeza tan enorme que casi no cabía en sus 2,08 metros de estatura. Pero más que la grandeza de sus números, lo que superaba su humanidad era su don de gente.
Ni sus más terribles rivales, acaso Wilt Chamberlain el más notorio, pudo considerarlo un enemigo.
Nadie en el mundo de la NBA, pudo animarse siquiera a intentar faltarle el respeto. Es que su sola presencia, pero por sobre todas las cosas, su manera de conducirse en la vida, obligaba a rendirle culto a su hombría.
Fue LEYENDA dentro de una cancha, pero también fuera de ella. Acaso la LEYENDA más grande de la NBA.
Bill Russell no solo fue querido por los fanáticos de Boston Celtics. Ellos apenas tuvieron la suerte de no tener que sufrirlo nunca cada vez que el equipo de sus amores enfrentaba a un rival.
Es que todo el baloncesto y el deporte americano, aprendió a separar la paja del trigo: resultaba imposible no querer y respetar a un hombre como él.
Su hoja de vida incluye muchos premios, títulos y conquistas. Dos manos no fueron suficientes para lucir con todos los anillos que ganó en la NBA.
Pero repasar sus números, sería como caer en en la fría estadística de un hombre que, con su fuego sagrado, supo superar no solo rivales, sino también barreras culturales y hasta raciales durante toda su vida.
Cuando se lo recuerde de ahora en más, no habrá divisiones. No habrá discusiones sobre sus logros ni, fundamentalmente, sobre su legado.
Porque el suyo, va más allá de las fronteras del baloncesto o de los deportes en su totalidad. Su legado es la prueba contundente de que fue un hombre cabal, humilde, íntegro y respetable como ningún otro.
Bill Russell resultó ser un faro permanente que iluminó la vida de varias generaciones, a las que ayudó con su ejemplo aún en tiempos oscuros. Con él se rompió el molde.
No habrá nadie más respetado que Bill Russell. Ni nadie que supere su estatura de gigante como persona. Ni tampoco quien pueda dejar una huella tan profunda en la sociedad.
Un 31 de julio de 2022, se nos adelantó un gigante de verdad.
Descansa en paz, LEYENDA.