Tyronn Lue se arriesgó. "LeBron, ¡tienes que jugar mejor! ¡Si queremos ganar, tienes que jugar mejor!"
En las entrañas del Oracle Arena de Oakland, el vestuario de los visitantes no era un lugar alegre. Era el medio tiempo del Juego 7 de las Finales de la NBA, y los Cleveland Cavaliers estaban perdiendo ante los Golden State Warriors 49-42.
Lue tuvo palabras duras para todos, pero fue sorprendentemente severo con LeBron James. No era la primera vez que sucedía esa noche. Durante un tiempo muerto que pidió a fines del segundo cuarto, el debutante jefe de entrenadores había ladrado: "LeBron, ¿qué ocurre con tu lenguaje corporal? Tu lenguaje corporal es terrible". Lue recuerda haber recibido una mirada que parecía decir: ¿Estás bromeando, qué más quieres que haga? Su respuesta fue: "Tienes que marcar a Draymond. Tienes que ganar espacio para lanzar. Deja de perder la pelota. Arregla tu lenguaje corporal. ¿Quieres que te diga algo más?"
Como la había hecho en la mayor parte de la serie, James lideró esa noche las estadísticas de anotaciones y asistencias de su equipo. Pero sin embargo, no era suficiente. Estaba a dos cuartos de lograr la promesa que había hecho de llevar a Cleveland el primer título de la NBA, y los Cavaliers estaban muy cerca de dejar escapar la oportunidad. Draymond Green los había estado matando con una batería de triples, y todos en el vestuario se daban cuenta que una gran ofensiva de los Warriors en la segunda mitad podría hacer que la victoria quedara fuera de su alcance.
"No estábamos jugando bien", afirma James Jones, el veterano delantero del equipo. "Era necesario que LeBron se superara y que nosotros, como equipo, lleváramos las cosas al siguiente nivel".
Lue decidió decir todo lo que se le ocurrió para meterse bajo la piel de LeBron: "¡Juego 7! Tu legado está en la línea".
James no podía creer que estuviera siendo desafiado y el asistente de los Cavaliers, Damon Jones, trabajó para calmarlo: "Confiaste en el entrenador toda la temporada. Has dicho que nos iba a llevar adonde queríamos llegar. Si confiaste en él entonces, debes confiar en él ahora".
James gruñó, "¡Muy bien, j---- !" antes de salir hecho una furia del vestuario, según dicen.
"Ahora lo tengo donde quiero", pensó Lue.
Cuando confrontan con LeBron, los entrenadores tientan a la desgracia. Si lo irritan, corren el riesgo de perderlo. Podría llegar a ignorarlo por completo y para siempre y pronto estaría buscando otro trabajo. Pregúntenle a David Blatt.
Pero James respondió al desafío de Lue en la segunda mitad, anotando 15 puntos y logrando 4 rebotes, 6 asistencias y 1 bloqueo después de una recuperación de todo el campo para la historia. "Si, yo tenía una opinión distinta [a la de Lue]", dice James ahora. "Pero al final del día, nos respetamos mutuamente al extremo de que yo pensé, 'OK, te respeto; dejémoslo aquí, dejémoslo en el vestuario y vamos a jugar'. Y fui capaz de responder en la segunda mitad justamente porque respeto lo que él dice".
Cuando el Juego 7 terminó, Lue se sentó en una silla tapizada en negro, solo, su cabeza hundida en una toalla color café, y lloró. Pensó en su abuela y en su madre, las dos mujeres que lo criaron. Ambas estaban luchando contra el cáncer de mama, y ninguna pudo asistir a las Finales. El pensó en su época de jugador con los Lakers y el lugar permanente que se ganó entre las anécdotas bizarras por ser el tipo que tropezó y fue pisado por Allen Iverson. El pensó en su larga carrera -- siete equipos, 11 años, nunca cerca de convertirse en estrella -- y luego este repentino, inesperado ascenso a la cima como un entrenador a los 39 años.
Y luego pensó en el pueblo industrial en el que creció, en las llanuras de Missouri central. Y cuando se paró junto a su equipo en la ceremonia de entrega de trofeos después del juego, se acercó al micrófono y gritó, "¡Mexico, Missouri, estamos en casa, baby!"
LAS RAÍCES FAMILIARES DE LUE se remontan a los días de esclavitud en Mexico, Missouri, pueblo que recibió su nombre como un reconocimiento de la declaración de la independencia de Texas de su vecino sureño. Y si uno pudiera preguntarle a cada uno de los aproximadamente 12,000 residentes, ninguno se asombraría de que Lue desafiara a LeBron. "Eso es lo que se acostumbra por aquí", dice Damon Long, uno de los antiguos amigos de Lue en la muy estrecha comunidad afroamericana del pueblo. "Somos los más deslenguados hijos de p--------- que verán. Pero cuando terminamos de decirnos todo lo feo, te seguiremos queriendo".
"Llevo ese lugar conmigo a donde quiera que voy", dice Lue. "Es lo que yo soy y de donde vengo. Me enseñó todo lo que sé sobre la vida. Yo sé que pase lo que pase en Cleveland, siempre estaré bien allá abajo".
Él se encuentra bien en Rough's, una peluquería en el sótano de una vieja casa amarilla que parece que podría volarse en una tormenta.. Lue comenzó a ir a Rough's cuando todavía estaba en la escuela primaria. Su padre, Ronald Kemp, era una leyenda del básquetbol local que encestaba con precisión en las canchas de concreto de Garfield Park antes que la cocaína "crack" lo enviara a prisión. Lue apenas conoció a su padre mientras crecía, pero los clientes hablaban de él en Rough's. Lue y sus amigos entraban y se escondían en un rincón detrás de una mesa de dados. Él podía oler la colonia y el kerosene de un anciano calefactor ubicado en un rincón.
En un lado, los hombres se sentaban en sillones de peluquero. En el otro había un pequeño bar y una mesa llena de botellas de vodka, ron, vino y champaña. El aire estaba lleno de fuertes interjecciones y risas. "Oh, caramba, dentro de esa peluquería podías escuchar de todo", dice Lue, abriendo sus ojos. "Y verlo también. Personas robadas. Un amigo fue herido por un disparo. La policía pateando [la puerta]. He visto todo lo que se puede ver allí. ... Recuerdo haber visto pistolas encima del dinero. Uno de los jugadores, hacía pilas con sus billetes y arriba colocaba su pistola. Lo que ese lugar me enseñó, lo que gran parte de mi crianza en Mexico me enseñó, fue qué es lo que debía hacer en la vida y, definitivamente, lo que no debía hacer. Hasta para mi actual trabajo de entrenador, muchas de las destrezas que uso provienen de Rough's".
Gary "el Rough Man" (Hombre Rudo) Jackson es el dueño del lugar. Tiene 71 años, pero parece que fueran 51. Su piel color chocolate es suave y firme, sus ojos son claros y agudos. Es uno de los muchos primos de Lue, un peluquero, un barman, un jugador y un buen contador de historias. Con el pasar de los años se ha calmado, lo mismo que su peluquería, pero todavía habla de mujeres, y mucho. Habla del básquetbol de la secundaria y termina con un monólogo sobre los demonios de los Republicanos, los días de Jim Crow y por qué lo llaman Rough. "Según la última cuenta, he pateado el trasero de 217 personas ... y a mi me lo han pateado solo 2 veces en toda mi vida". Pero principalmente, él cuenta por qué ama a Ty Lue.
"Por el buen corazón de ese muchacho".
"En Mexico, uno no está a salvo de nada", dice Jay "Doodles" Carter, todavía uno de los mejores amigos de Lue. "Desde la época que estábamos en la primaria, podíamos estar con personas adineradas un momento, con tipos comunes el siguiente y con criminales y narcos después. Y muchas de esas personas nos estaban buscando".
Kim, la madre de Lue, dice que a ella le costó mucho encontrar trabajo cuando el era un niño. Ella luchaba contra la drogadicción. No podía comprarse un carro. Robaba en las tiendas, tratando de mejorar la vida de sus hijos. "Acostumbraba a decir, 'Voy a hacer compras', pero en realidad, era otra cosa. Yo iba a robar. Fuera lo que fuera, yo lo conseguía.
Filetes, langosta, pollo, zapatos, ropa, sombreros -- una vez, hasta un perchero completo de unos grandes almacenes".
Hoy en día, Kim Lue, 60, es una pastora protestante que dirige una iglesia en una casa de cuatro habitaciones que Lue le compró en Katy, Texas. Está orgullosa de haber sobrevivido a Mexico. Dos fábricas de ladrillos que fueron durante años la columna vertebral de la economía local acaban de cerrar, y hay tiendas vacantes en la decaída plaza del pueblo.
Actualmente, tantas familias jóvenes dejaron el pueblo que la escuela secundaria tiene un tercio menos de estudiantes que cuando Lue asistía a ella como estudiante de primer año.
Lue retorna al pueblo tan a menudo como puede -- y siempre en la fecha del Cuatro de Julio para organizar los fuegos artificiales en Garfield Park en honor de su fallecido abuelo, que cumplía años el mismo día de la Independencia del país.
Él se ocupa de todas las personas a las que ayuda -- los niños a los que regala entradas para los parques de diversiones locales o días especiales en la piscina local, los vecinos a los que aconseja, los amigos que cuentan con él para saldar sus deudas o el alquiler. A veces camina por el vecindario con $1.000 en su bolsillo -- dinero en efectivo para aquellos que pudieran necesitarlo.
"Creo que se podría decir que soy Santa Claus, el abogado, el hada de los dientes, todo junto", dice. "En ese pueblo no hay mucho dinero, no hay mucho dinero en absoluto. Así que por qué querría yo ser rico mientras ellos se esfuerzan y sufren? Eso no tiene sentido. ¿Qué satisfacción puede haber en ello?"
TY LUE NO quería ser entrenador jefe de los Cavaliers. Blatt había llevado a Cleveland a las Finales de la NBA en 2015, y el equipo arrancó bien en la última temporada, pero la discordia estaba cerca de la superficie. Muchas veces los jugadores parecían ignorarlo, y él no podía encontrar una manera de llegar a James. "No se ajustaban bien", dice el Gerente general David Griffin. "Aquí estábamos tratando de criar una familia, y eso es muy difícil cuando uno de los niños se sale siempre con la suya".
Lue titubeó cuando le ofrecieron el puesto de Blatt en enero pasado, menos de 19 meses después de unirse al equipo como entrenador jefe asociado. En Mexico se valora mucho la lealtad y él odiaba la idea de que alguien pudiera pensar que había organizado un "golpe de estado".
Él había estado en el mismo corazón de todos los equipos de los que formó parte. Solo medía 6 pies de altura, de carácter naturalmente tranquilo, pero muchas veces se enfrentaba con Kobe Bryant en las prácticas de los Lakers. Lo mismo con Michael Jordan en sus días con los Wizards. En su residencia de fuera de temporada en Las Vegas, Lue organizaba intensos juegos de 5 contra 5 en el gimnasio Impact Basketball. También organizó barbacoas, juegos de cartas y sesiones de estrategia de aros. Jugadores de distintos equipos de la NBA acudían a su residencia en los veranos. "Él tiene una manera de reunir a todos, una forma de conectarse con todos", dice Doc Rivers, que fue el primero en contratar a Lue como entrenador en Boston, en 2009, y luego lo volvió a contratar después de hacerse cargo de los Clippers en 2013.
Los Cavaliers "eran perfectos para Ty", dice su amigo y mentor Jerry West. "Porque es un sanador -- y lo suficientemente recio para señalar cosas que ciertos entrenadores no se atreverían a mencionar".
Aún así, Lue le comentó a Griffin que despedir a Blatt fue un error.
"Entonces, Ty, ¿me estás diciendo que no eres la persona adecuada para el trabajo?"
"No. Yo soy definitivamente la persona adecuada para el trabajo. Pero esto está j------ complicado".
Al finalizar su conversación, Griffin había persuadido a Lue de convertirse en entrenador jefe, pero Lue se rehusó a firmar la extensión del contrato, como se acostumbra en tales circunstancias. En Mexico, todos adoran apostar prácticamente a todo. Y ahora él estaba apostando en sí mismo.
El equipo no respondió de inmediato. Él quería que jugaran más rápido, pero no estaban en buena forma para hacerlo. Su estilo como entrenador es generalmente calmo, pero comenzó a elegir momentos en los cuales echar fuego por la boca. Como jugador, él había visto cómo Phil Jackson se guardaba sus críticas más duras para sus máximas estrellas, Bryant y Shaquille O'Neal. Lue comenzó a hacer lo mismo con LeBron, gritándole en las prácticas y en las sesiones de filmación.
Bajo las órdenes de Blatt, James tenía el hábito de hablarle directamente al equipo durante los minutos de descanso, pero Lue terminó con eso, llegando a decir, según comentan, "Cállate la j------ boca, yo estoy a cargo".
A principios de marzo, los Cavaliers sufrieron una derrota en su propia sede frente a un equipo de Memphis en el que faltaban la mayoría de los titulares. Diecisiete días más tarde, perdieron ante los Nets en Brooklyn. Todavía ocupaban el primer lugar en la Conferencia del Este, pero Lue estaba frustrado con su actitud en el juego. Su tío, Jay Graves, recuerda haber recibido una llamada telefónica de su sobrino que le decía, abatido y con dudas. "Estos tipos no saben lo que se necesita para ganar", le dijo Lue. "Son demasiados los que se preocupan más por sus auspiciantes y sus marcas".
"Estábamos pasando momentos muy difíciles, y no lo podía creer" -- Me quería tirar al precipicio", recuerda Lue. "Uno se llega a preguntar. '¿Soy el tipo indicado para esto?'"
La mañana siguiente a la derrota en Brooklyn, Lue reunió a su equipo en un salón de conferencias del Trump Soho Hotel. Les dijo a LeBron y a Kyrie Irving que ya era hora de que comenzaran a jugar bien todas las noches y a colaborar entre ellos. Pónganse de acuerdo, les ordenó.
Luego se dirigió a Kevin Love, que estaba esforzándose para sobrellevar la carga de jugar con James. Defiende tu juego. Sé más exigente. Recuerda que tú has sido elegido tres veces All-Star. "¡Eres un maldito hijo de p----! No puedes limitarte a pasar siempre la pelota a LeBron o Kyrie, porque tú también eres un maldito hijo de p---. Así que dile a LeBron, '¡Soy un maldito hijo de p----!'"
Hay algo diferente acerca de Lue, afirma James: "Él no nos habla desde el punto de vista de 'yo estoy haciendo esto por mí'. En cambio, su actitud es 'yo estoy haciendo esto por nosotros. Les voy a decir la verdad aunque duela'. Y yo respeto eso." En una extraña relación vinculante, el gerente de negocios y viejo amigo de LeBron, Maverick Carter, tiene familia en Mexico, Missouri. Maverick es primo de Doodles Carter, buen amigo de Ty. James ve un paralelo en su propia trayectoria desde Akron con la ruta que recorrió Lue desde Mexico hasta la NBA. "Échale un vistazo a sus antecedentes, amigo", dice él.
"Una puerta de entrada y una de salida. Población mínima. Así que él siempre fue excluido. Yo soy parecido a él porque yo también era uno de esos tipos que eran excluidos. Se suponía que éramos simples estadísticas, de ninguna manera se suponía que yo estaría donde estoy".
Esta temporada los Cavaliers saltaron a un inicio de 18-5 al 13 de diciembre, el mejor de la Conferencia Este, el tercero de la Liga. A pesar de una extraña racha perdedora de tres juegos justo después de Acción de Gracias, que impulsó a Lue a reemplazar masivamente a sus cinco titulares en cierto momento, en general han estado sueltos y con confianza. En Washington, en noviembre pasado, en una práctica matinal de lanzamientos antes de un juego contra los Wizards, Lue observa a James clavar varios triples. Lue ocupa su lugar y lanza varios por su cuenta. Golpean en el aro.
Se acerca un poco y lanza varios más. Los encesta.
"¡Alcance medio!" dice James.
Lue se ríe.
"Igual que Chris Paul. Voy a probar esos todo el día", dice James.
Están parados uno al lado del otro, sonriendo.
TY LUE HA dirigido a su equipo menos tiempo que una temporada completa de la NBA. Todavía está aprendiendo. Sus planes de juego, dice, afectaron a los Cavaliers durante sus dos primeras derrotas en las Finales; le tomó un tiempo imaginar una mejor estrategia para combatir la velocidad de los Warriors. Él no preside una conferencia de prensa como Doc Rivers o Phil Jackson, y ser la cara de la franquicia la resulta poco natural. No está interesado en política ni en las protestas sociales. No disfruta de sus vacaciones. No está casado y nunca lo estuvo. No tiene hijos y le resulta difícil imaginar que los tendrá en el futuro. Dice que nunca fumó ni bebió alcohol después de ver el daño de las adicciones tan de cerca. No duerme toda la noche. No quiere soñar. "Mi vida es tan buena que un sueño solo la hará peor", afirma.
A mediados de noviembre, vestido con sudadera y pantalones grises y llevando una pequeña maleta gris y negra, Lue toma un vuelo a Kansas City para asistir a la fiesta de los 60 años de su madre. En el Museo de Arte Contemporáneo Kemper, unas 100 personas se reúnen, la mayoría con raíces en Mexico, Missouri -- incluso su padre, con quien Lue volvió a conectarse durante sus días como jugador en la NBA. Una banda interpreta jazz y blues. "T Lue" está entre su gente, con una amplia sonrisa, prodigando largos abrazos, disfrutando el hecho de que nadie le pregunta por su equipo o por LeBron o sobre la posibilidad de vencer a los Warriors con Kevin Durant.
Más tarde, un DJ comienza a hacer girar algo de hip-hop. Lue desocupa una mesa y pasa un mazo de cartas. Es un ritual familiar: un juego de whist de apuestas, parecido al bridge. Lue revisa sus cartas, observando a los otros jugadores. Doodles Carter se acerca: "Presten atención, va a hacer alguna trampa. ¡Los va a sorprender si no tienen cuidado!"
Lue se sonríe astutamente.
Los Cavaliers están a un universo de distancia. Su entrenador está balanceándose, repitiendo letras de canciones con Tupac y Biggie. Despliega su mano ganadora sobre la mesa y saca de un bolsillo interior de su traje negro el anillo del campeonato de la NBA, un bulbo de oro blanco y amarillo casi del tamaño de su palma y con más de 400 diamantes incrustados. Golpea la mesa con él.
"¡Soy el campeón mundial, n----o!" grita. "¡Soy el campeón!"
Sus amigos gritan en respuesta. Se abrazan y se ríen.
Está en casa.