GLENDALE, Arizona - Que estemos hablando de las posibilidades de los Chicago White Sox para ganar la División Central de la Liga Americana en 2020 es casi que un milagro.

959 derrotas en las últimas 11 temporadas, eso nos da un promedio de 87 derrotas al año desde la última vez que los Medias Blancas avanzaron a la postemporada en 2008 bajo el mando de Ozzie Guillén.

En el papel los patiblancos no han tenido un rumbo fijo en su proceso de restructuración. Tras perder el núcleo completo de su equipo campeón en 2005, incluyendo a su mánager, los constantes cambios, lesiones y desarrollo parcial de estrellas se van visto limitados. Sin embargo, la llegada de Rick Rentería al mando de este proceso fue la primera piedra en la refundación de este club con miras a la década de los 20s.

La piedra angular de este equipo es Jose Abreu. El carácter, ética, compromiso y profesionalismo del mayor exponente de la legión ofensiva cubana en las mayores lo coloca no sólo como el líder de su club sino como el hombre alrededor del cual se ha conformado este equipo. El trabajo de la oficina se ha centrado en construir alrededor de la producción en el terreno de Abreu, pero más aún en lo contagiante de su personalidad y el ejemplo que representa para los peloteros más jóvenes y para los latinos.

Renacimiento Latino

Que en 2020 los White Sox tengan un equipo casi latino en su totalidad no es casualidad. Para los fanáticos que disfrutan seguir la representación latinoamericana en Grandes Ligas y el estilo de juego de nuestros peloteros, el banquete de la temporada 2020 se lo darán nada menos que los Medias Blancas con esta alineación proyectada:

En 2018, los Texas Rangers en sólo dos ocasiones fueron el equipo que alinearon por completo con un equipo de jugadores eminentemente extranjeros, de los cuales el único no-hispano fue el coreano Shin-Soo Choo. En ambos juegos esta alineación incluyó al curazoleño Jurickson Profar.

Los Medias Blancas del 2020 podrían en algún momento tener una alineación 100% latina por primera vez en la historia.

"Ya Tim Anderson está practicando su español, mejor que lo aprenda bien para estar en este equipo" dice en perfecto español Daryl Boston el coach de primera base. "Estos muchachos tienen todo y vas a ver como vamos a ganar la división. Esta temporada será como cuando yo quedé campeón en Venezuela con La Guaira", dice con picardía el exjugador y hoy técnico.

Anderson obviamente será una minoría en la alineación, pero sólo con su lengua nativa, pues nada menos que trae su título de bateo de .335 en 2019, sin embargo, sus 26 errores a la defensiva en 122 juegos son su punto débil y el área a mejorar este año.

"It´s time!... ¡Es tiempo!", es el slogan que los White Sox lucen en sus camisetas de práctica, una iniciativa del mánager Rick Rentería que engloba el norte del club y reconoce la importancia de su diversidad.

"Nosotros en el papel tenemos un equipo que debería ganar la división, en cada posición tenemos un jugador potencialmente estrella, pero aún tenemos mucha juventud. Este será un año determinante para probar el engranaje de los muchachos, tomar experiencia jugando juntos por 162 juegos y esperar que puedan dar la sorpresa. Minnesota ya tiene la experiencia en la postemporada y los Indios siempre son peligrosos, será un año muy interesante para este club", opina Billy Russo, comentarista en español para los Medias Blancas e intérprete del equipo.

Piezas clave

La firma de Edwin Encarnacion a sus 36 años y en su temporada 16 le da solidez a la posición de bateador designado, así como la llegada por la vía del cambio del jardinero Nomar Mazara, quien promedia 20 jonrones en sus primeros cuatro años en Grandes Ligas, además de la llegada del receptor cubano 2-veces All-Star Yasmani Grandal.

Pero la mayor intriga y expectativa en esta alineación es el jardinero central de 22 años y prospecto número 2 de todas las Grandes Ligas según la publicación Baseball America, el cubano Luis Robert.

Este fenómeno que debutó en la Serie Nacional Cubana con sólo 15 años con Ciego de Ávila, firmó en 2017 un contrato inicial con los Medias Blancas de $26 millones por tres años que fue extendido en 2020 por seis años más y un adicional de $50 millones.

$76 millones de dólares sin haber ni siquiera tomado un turno en Grandes Ligas.

Es decir, "La Pantera" ha sido quizás el jugador mejor pagado en la historia del béisbol para jugar Ligas Menores ganando $26 millones por su paso de tres años por las granjas. En el Día Inaugural del 2020 se estima haga su debut tras promediar .312, 35 HR y 123 CI con 63 bases robadas en 200 juegos paseándose por todas las categorías.

"Clase de tabla... ese muchacho le da en la maceta", dijo Ernesto Jerez en la práctica de bateo de esta mañana ante un cuadrangular de Robert por todo el jardín central del campo de practicas número 2.

"Es un pelotero que será una estrella. No tengo duda de eso. Su ética y talento no tiene límite" dice el capitán "Pito Abreu", quien ha acogido bajo su tutela al prominente novato.

El pitcheo de este equipo también recibió su inyección con la llegada de Dallas Keuchel y Dylan Bundy. Sin embargo, la mayor expectativa dentro del club se la lleva el dominicano Reynaldo López que dejó marca de 10-15 con 5.38 PCL en 2019.

"López no está contento con su actuación y ese muchacho ha trabajado como nadie para regresar a su forma y ser uno de los mejores lanzadores de la liga" dice el instructor especial y exlanzador cubano José Ariel Contreras. "Es un lanzador con una disciplina tremenda de trabajo, se reúne con los veteranos, escucha consejos y trata de aplicarlos. Es un caballo de batalla y su esfuerzo y enfoque darán resultados", enfatiza el ganador de la Serie Mundial 2005.

Y si para completar las piezas latinas del club se necesita un bullpen, la combinación de preparador y cerrador de los dominicanos Kelvin Herrera y Alex Colome serán la guinda del pastel.

Algo si es seguro, estos Medias Blancas no perderán 100 juegos. No perderán 87. No me atrevo a decir cuantos perderán, ni cuántos ganarán, ni si terminarán en la punta de la división o serán uno de los comodines de la liga. Esa es la gran intriga de la temporada 2020 y todos los equipos lo saben.

Lo seguro es que ya no serán la cenicienta de la división. El renacimiento de los Medias Blancas de Chicago finalmente llegó y un título de Serie Mundial hoy no es una meta inalcanzable. De hecho, puede ser bastante factible desde ya y en los próximos 3 años.

Así que prepárense a celebrar pronto como en 2005, pero con timba, merengue y salsa.

Leonte Landino es periodista y productor de ESPN International. Puedes contactarlo via twitter en @LeonteLandino

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Cada año escogemos diez peloteros que, por diferentes razones, serían interesantes de seguir en la temporada.

En algunos casos, se trata de jugadores jóvenes que mostraron destellos de su potencial y deberían dar un salto mayor hasta establecerse por completo como verdaderas estrellas en el mejor béisbol del mundo.

En otros, hablamos de veteranos que por una u otra causas, necesitan demostrar que aún les queda gasolina en el tanque para seguir adelante.

Estos son los diez peloteros a seguir en el 2020.

1.- Javier Báez (Chicago Cubs)

El puertorriqueño de los Cubs es sencillamente el pelotero más divertido de ver en todas las Grandes Ligas. Divertido y espectacular.

No por gusto lo apodan "El Mago". Siempre tiene un truco debajo de la manga, lo mismo con el bate, que con el guante o en el corrido de las bases.

Con 27 años recién cumplidos, posiblemente no hayamos visto todavía lo mejor de Javier Baéz.

2.- Ronald Acuña Jr. (Atlanta Braves)

¿Cuál es límite para el talentoso jardinero venezolano? ¿El cielo?

Acuña Jr. ha dejado claro su objetivo para la campaña del 2020: convertirse en el primer jugador 50-50 (50 jonrones y 50 bases robadas.

El año pasado, en su segunda temporada en las Mayores, se quedó a tres robos de ser el quinto pelotero 40-40.

La meta es difícil, pero con que sólo lo intente, ya valdrá la pena seguirlo día a día en su progreso.

3.- Luis Robert (Chicago White Sox)

Aunque nunca jugó en Grandes Ligas, todo el mundo del béisbol sabe quién fue Omar Linares, el cubano que desde su adolescencia fue codiciado por los cazatalentos como uno de los peloteros más completos que haya pisado jamás un terreno de pelota en cualquier nivel.

Bueno, según aseguran colegas que lo vieron desde sus inicios en la isla, Luis Robert es lo mejor que ha dado Cuba desde Omar Linares.

No debe haber sido por gusto que los White Sox le dieron una extensión contractual por $50 millones sin haber debutado aún en las Mayores.

4.- Luis Arráez (Minnesota Twins)

Si lo que mostró en el 2019 es real, el segunda base venezolano de los Twins es un firme candidato a ganar el título de bateo de la Liga Americana.

Arráez tuvo average de .334, con 109 imparables en 326 turnos, apenas un punto menos que Tim Anderson, el líder de los bateadores del joven circuito, aunque sin las veces requeridas.

Su promedio de embasamiento fue de .399, con un slugging de .439. El 23 por ciento de sus hits fueron extrabases (20 dobles, un triple y cuatro jonrones) y recibió más boletos (36) que ponches (29).

5.- Félix Hernández (Atlanta Braves)

Es difícil creer que uno de los mejores lanzadores que ha tenido las Grandes Ligas en lo que va de siglo XXI esté acabado a los 33 años.

Lo cierto es que desde que cumplió 30 fue como si le hubieran apagado un interruptor, pues en sus tres últimas campañas tuvo récord de 15-27 y efectividad de 5.42 en 314 entradas, mientras que en sus primeras 12 temporadas dejó balance de 154-109 y promedio de limpias de 3.16.

Tal vez lo que necesitaba el venezolano era cambiar de aires, después de jugar 15 contiendas en Seattle.

Quizás lo veamos incluso lanzar en playoffs, la asignatura pendiente en la carrera del Rey Félix.

6.- Miguel Cabrera (Detroit Tigers)

¿Alguien duda que Miguel Cabrera es un futuro miembro del Salón de la Fama?

Con los números que tiene, ya debería alcanzarle para la inmortalidad, pero las cifras redondas llaman más la atención y Cabrera podría llegar en esta misma campaña a los 3,000 hits, 500 jonrones, 1,700 carreras impulsadas, 1,500 anotadas y 600 dobles.

Para ello necesita estar saludable y jugar en al menos 140 partidos, para acumular los 185 imparables, 23 bambinazos, seis remolcadas, 71 anotadas y 23 biangulares que les faltan para esos números cerrados.

7.- Yoenis Céspedes (New York Mets)

El cubano le ha robado hasta ahora el dinero a los New York Mets. En sus tres primeros años de un contrato de cuatro cobró 73 millones de dólares y apenas participó en 119 partidos (81 en el 2017, 38 en el 2018 y ninguno en el 2019).

El equipo consiguió una notable rebaja del salario que devengaría Céspedes en el 2020, al bajar de 29 a seis millones, más incentivos.

El pelotero llegó a los campos de entrenamiento más cerrado que una tumba, negado a conceder entrevistas y dispuesto a que su bate hablara por él en la temporada.

Luego suavizó y dijo a los medios su disposición a estar listo para el Día Inaugural y recuperar todo el camino perdido.

El talento le sobra, aunque la salud no lo ha acompañado y ya son 34 años en las costillas.

Si está saludable y logra ser el pelotero que fue, será de gran ayuda para los Mets y una diversión ver de nuevo sus kilométricos jonrones y certeros disparos desde los jardines.

8.- Chris Sale (Boston Red Sox)

El zurdo Chris Sale tuvo en el 2019 la peor temporada de su carrera, con registro de 6-11 y efectividad de 4.40.

Desde que se estableció como un abridor estelar en el 2012, nunca tuvo números tan bajos en aperturas (25) e innings lanzados (147.1).

De hecho, se perdió por primera vez en ocho años ser invitado al Juego de las Estrellas.

Los Boston Red Sox esperan desesperadamente un rebote de su astro, sobre todo después de ceder al también zurdo David Price a Los Angeles Dodgers y pasarse de tacaños en el arbitraje salarial con el venezolano Eduardo Rodríguez, hecho que podría haber dañado la relación entre el pitcher y el equipo.

9.- Gerrit Cole (New York Yankees)

El pitcher mejor pagado de la historia tiene ahora la oportunidad de hacer realidad un sueño de su infancia: jugar para los Yankees.

Ahora bien. No es lo mismo lanzar en Yankee Stadium que en el Minute Maid Park. No es lo mismo encabezar la rotación del equipo más emblemático de todas las Grandes Ligas, que ser el segundo de los Houston Astros, con Justin Verlander por delante.

Pero hoy mismo, Gerrit Cole es tal vez el mejor lanzador que hay y tiene por delante el reto adicional de liderar a un grupo que ya perdió a Luis Severino por toda la campaña y a James Paxton por las primeras semanas de temporada.

10.- Los Houston Astros

No es uno, sino varios. José Altuve, Carlos Correa, Alex Bregman, George Springer, Yuli Gurriel ...todas las principales figuras de Houston estarán bajo la lupa este año.

Nadie duda de su talento, pero muchos queremos ver si sus números anteriores son legítimos y si pueden repetirlos en el 2020, sin trampas, ni ayudas adicionales.

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En 1919, los Chicago White Sox protagonizaron el mayor escándalo que haya sacudido el béisbol de las Grandes Ligas en toda su historia, cuando ocho de sus jugadores vendieron la Serie Mundial a los apostadores.

Joe "Shoeless" Jackson, Ed Cicotte, Oscar "Happy" Flesch, Claude "Lefty" Williams, Arnold "Chick" Gandil, Fred McMullin, George "Buck" Weaver y Charles Risberg se confabularon para dejarse ganar en el clásico de octubre por los Cincinnati Reds, lo que les valió, después de una larga investigación y consiguiente juicio, la suspensión de por vida, y el nefasto apodo de los "Black Sox".

Un noveno jugador que no formaba parte del complot, pero sabía de su existencia, también fue vetado para siempre.

Joe Gedeon era el segunda base de los desaparecidos St. Louis Browns y al saber de los arreglos, hizo apuestas en contra de Chicago.

Por los siguientes 100 años, los Medias Blancas llegaron solamente dos veces más a la Serie Mundial, en 1959 y 2005.

La primera la perdieron 4-2 ante Los Angeles Dodgers, que un año antes se habían mudado desde Brooklyn a California.

La segunda la ganaron por barrida sobre los Houston Astros, de la mano del manager venezolano Ozzie Guillén.

Por su parte, los Rojos jugaron desde entonces ocho veces más la Serie Mundial, con triunfos en 1940, 1975, 1976 y 1990 y derrotas en las ediciones de 1939, 1961, 1970 y 1972.

A juzgar por los movimientos realizados por sus respectivas gerencias durante el invierno, existe una probabilidad bastante alta de que Chicago y Cincinnati vuelvan a enfrentarse en la Serie Mundial, 101 años después.

Los Medias Blancas llevan siete temporadas negativas seguidas, mientras que los Rojos van por seis.

Sin embargo, sus respectivos procesos de reconstrucción han terminado y ambos conjuntos parecen listos para atacar la cima de sus divisiones.

Chicago necesitaba pitcheo abridor de calidad, para ayudar a las prometedoras figuras que componen su rotación y ahí llegaron dos experimentados brazos zurdos.

Dallas Keuchel, de 32 años, firmó un contrato de tres temporadas y 55.5 millones de dólares y opción para una cuarta campaña y 18.5 millones.

Y Gio González, de 34, pactó por cinco millones por un año, en el que puede aportar tanto en la parte trasera de la rotación, como desde el bullpen.

Keuchel y González reforzarán un staff que ya cuenta con Lucas Giolito como principal figura, además del dominicano Reinaldo López, en tanto regresan de sendas operaciones Tommy John el prometedor lanzallamas derecho Michael Kopech y el zurdo Carlos Rodón, quienes lucharán un espacio en la rotación con Dylan Cease.

Los Medias Blancas añadieron a su bullpen al colombiano Tayron Guerrero, un derecho errático, pero de gran potencial basado en su recta de más de 100 millas por hora, mientras que el quisqueyano Alex Colome tiene garantizado su papel de cerrador.

Pero antes aseguraron al líder natural del conjunto, el cubano José Abreu, con una extensión contractual de tres años y 50 millones de dólares y pescaron en el mercado a su compatriota Yasmani Grandal, el mejor receptor disponible en el mercado, eficiente tanto a la defensiva, como en el ataque.

Además, añadieron los poderosos bates de los dominicanos Nomar Mazara y Edwin Encarnación, el primero para que defienda la pradera derecha y el segundo para que cumpla mayoritariamente el rol de bateador designado.

La alineación abridora que se proyecta para Chicago en el 2020 presentaría al cubano Yoan Moncada (3B), Tim Anderson (SS), Abreu (1B), Encarnación (BD), Grandal (C), el quisqueyano Eloy Jiménez (LF), Mazara (RF), el superprospecto Luis Robert, también de Cuba, y Danny Mendick (2B).

Es tal la profundidad del equipo que dirige el mexicoamericano Rick Rentería, que la gerencia se dio el lujo de dejar en libertad al venezolano Yolmer Sánchez, a pesar de que ganó el Guante de Oro.

Sus principales rivales en la división central de la Liga Americana serán los Minnesota Twins, pues los Cleveland Indians han iniciado un proceso de desmantelamiento y ni los Detroit Tigers, ni los Kansas City Royals, están en condiciones de aspirar a mucho.

Más difícil la tienen los Rojos en la división central del viejo circuito, donde los Pittsburgh Pirates son los únicos descartables de antemano.

Pero Cincinnati, con las adiciones que ha hecho en el invierno, puede plantarle cara a los Milwaukee Brewers, los St. Louis Cardinals y los Chicago Cubs.

Su cuerpo de abridores lo encabeza el dominicano Luis Castillo, mientras que si Trevor Bauer consigue controlar su irascible temperamento, puede aportar mucho a una rotación que cuenta además con los derechos Sonny Gray y Anthony DeSclafani y el zurdo Wade Miley.

Sal Romano, Amir Garrett, Michael Lorenzen y el cubano Raisel Iglesias, como cerrador, conforman la columna vertebral del bullpen.

La ofensiva se reforzó con la llegada de Mike Moustakas, quien firmó un contrato de cuatro años y 64 millones.

Moustakas, un antesalista natural, defenderá la segunda base, pues en la esquina caliente los Rojos cuentan con el bate explosivo del venezolano Eugenio Suárez.

Asimismo, otro venezolano, Freddy Galvis, se encargará de las paradas cortas, lo que representa un plus en el ataque en comparación con el cubano José Iglesias, titular en el 2019, quien es un mago a la defensa, pero más endeble con el bate.

La alineación proyectada para Cincinnati tiene a Jesse Winkler (LF), Joey Votto (1B), Suárez (3B), Moustakas (2B), el dominicano Arístides Aquino (RF), Galvis (SS), Nick Senzel (CF) y Tucker Barnhart en la receptoría.

La gerencia aún no ha completado sus compras y podría traer de vuelta a Iglesias y a su compatriota Yasiel Puig, para reforzar el cuadro interior y los jardines.

Esto es en el papel. Primero, tanto los Medias Blancas, como los Rojos, deberán superar los obstáculos de una larga temporada regular de 162 partidos y colarse en los playoffs.

Una vez allí, cualquier cosa puede suceder. Lo único garantizado es que si estos dos equipos vuelven a verse las caras en la Serie Mundial, nadie se venderá a los apostadores como ocurrió en 1919.

En 101 años han cambiado demasiado las cosas para que algún pelotero caiga en la tentación de hace trampa para ganar más dinero.

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Por segundo año consecutivo ha vuelto la danza de los millones a las Grandes Ligas.

Si en el invierno pasado, entre Mike Trout, Bryce Harper y Manny Machado se comprometieron 1,058 millones de dólares, esta vez entre siete peloteros ya se han invertido 1,154 millones.

A diferencia del año pasado, en esta ocasión el mercado se ha movido bastante rápido, sin esa angustiante espera con la que Harper y Machado tuvieron paralizados muchos negocios que dependían de sus respectivas firmas.

Gerrit Cole ($324 millones), Stephen Strasburg (245), Anthony Rendón (245), Zack Wheeler (118), Madison Bumgarner (85), Yasmani Grandal (73) y Mike Moustakas (64), son los peces gordos que se han llevado los mayores contratos.

Demasiado dinero, dirán algunos. Y sí, son muchos dólares que a los fanáticos les preocupan -con o sin razón- por lo que puedan significar en los precios que deberán pagar en los estadios.

Eso es lo de menos. La cuestión es que mientras algunos de estos contratos son altamente riesgosos, no sólo por las cifras involucradas, sino por la extensión en tiempo, algunos de ellos pueden ser redituables en títulos para las franquicias, mientras que otros son, a primera vista, dinero botado por nada.

Cole tendrá 38 años cuando termine su pacto de nueve campañas con los New York Yankees y lo más probable es que para ese entonces su efectividad esté al nivel de un simple mortal.

Los Yankees lo saben, pero si en ese lapso el mejor serpentinero del 2019 es capaz de darle a la franquicia al menos dos títulos de Serie Mundial, ya la inversión estará pagada.

Strasburg es un caso similar. Los Washington Nationals estaban obligados a hacer una gran inversión en uno de sus jugadores emblemáticos para tratar de defender con éxito -o al menos con decoro- su corona.

Esto le permitirá a Washington mantener su rotación junto a Max Scherzer, Patrick Corbin y el venezolano Aníbal Sánchez, aunque es imperativo para la gerencia seguir hurgando en el mercado para reforzar la ofensiva que perdió a Rendón, uno de sus pilares fundamentales.

Lo mismo pasa con Wheeler. Los Philadelphia Phillies siguen metiéndole dinero a la plantilla y hasta ahora han fracasado estrepitosamente.

Esos 118 millones no guardan proporción con los números mostrados hasta ahora por el lanzador a lo largo de su carrera, con 44-35 y efectividad de 3.77 en cinco temporadas y ninguna de ellas con 200 o más entradas.

Pero Wheeler estuvo saludable sus dos últimas con los New York Mets y los Phillies confían en que justo ahora entre en el pico de su rendimiento, para ayudar al equipo a rememorar las épocas gloriosas de Jimmy Rollins, Chase Utley, Cole Hamels, Jamie Moyer y Pat Burrell.

El cubano Grandal y Moustakas son piezas que van encajando en los rompecabezas de los Chicago White Sox y los Cincinnati Reds, respectivamente, equipos que han terminado sus procesos de reconstrucción y parecen listos para dar un salto en el 2020.

Pero los casos de Rendón, con Los Angeles Angels, y Bumgarner, con los Arizona Diamondbacks, carecen, a primera vista, de todo sentido.

Los Angels pueden ser mejores con el aporte que hará el antesalista por el cual pagaron $245 millones. Por supuesto. Cualquier equipo que tenga a Rendón será mejor que antes de tenerlo. Pero esa no es la interrogante a responder.

La pregunta es si esta nueva adición es lo que necesita el equipo para salir a competir en la dura división Oeste de la Liga Americana.

La respuesta es un no rotundo. Entre Rendón y Mike Trout, el dueño, Arte Moreno, ha comprometido 663 millones de dólares, pero ha olvidado reforzar el área de los lanzadores.

Sin pitcheo no hay paraíso. Tanto dinero invertido en tres hombres (no hay que olvidar los $240 millones de Albert Pujols, a quien le faltan por cobrar 59 millones hasta el 2021), ha hecho imposible cubrir otras áreas y "el otro equipo de Los Angeles" tiene más huecos que un queso suizo.

Y Bumgarner tampoco parece ser el hombre que cambie la suerte de los Arizona Diamondbacks.

No se entiende mucho la estrategia de un equipo que en un año sale de su mejor bateador (Paul Goldschmidt) y su mejor pitcher (Zack Greinke) y luego suelta $85 millones por un lanzador que si bien está más que probado en los grandes momentos, genera demasiadas dudas sobre su futuro.

El zurdo MadBum tiene 30 años, seis menos que Greinke, pero en las últimas tres campañas con los San Francisco Giants su salud no lo acompañó y sus números cayeron estruendosamente.

Entre el 2017, 2018 y 2019, Bumgarner tuvo récord de 19-25 y efectividad de 3.58 en 448.1 entradas de trabajo.

Luego de que entre el 2013 y 2016 tuviera cuatro años con efectividad inferior a las tres carreras limpias por cada nueve entradas, sus promedios fueron en ascenso, a ritmo de 3.32 en el 2017 hasta 3.90 en el 2019.

Este último año volvió a estar saludable y logró lanzar 207.2 entradas, pero permitió 90 carreras limpias y 30 jonrones, las mayores cifras de su carrera en esos departamentos.

Sus estadísticas todavía son bastante buenas, pero ya no son de élite. Su declive es gradual y todavía no resulta tan evidente, pero el tiempo se encargará de demostrar cuán equivocada estaba la gerencia de un equipo que ni siquiera se ve como un contendiente inmediato.

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Desde que ganaron la Serie Mundial en el 2005, los Chicago White Sox sólo volvieron a dominar la división central de la Liga Americana en el 2008.

Eran dirigidos por Ozzie Guillén y cayeron eliminados 3-1 por los Tampa Bay Rays en la serie divisional.

Desde entonces, solamente en el 2010 y 2012, los Medias Blancas terminaron con récord positivo, aunque insuficiente para avanzar a la postemporada.

En ese lapso, los Minnesota Twins (2009, 2010, 2019), los Detroit Tigers (2011, 2012, 2013, 2014), los Kansas City Royals (2015) y los Cleveland Indians (2016, 2017, 2018) se alternaron el dominio divisional, mientras la novena del sur de Chicago iniciaba un largo proceso de reconstrucción que parece finalmente terminado.

Las condiciones parecen dadas para que el equipo que dirige Rick Rentería tome por asalto la división central, donde Tigres y Reales pasan por horas muy bajas y los Indios empiezan a desmantelar el núcleo que los llevó hasta la Serie Mundial del 2016.

Chicago sacudió temprano el mercado de agentes libres este invierno al firmar al receptor cubano Yasmani Grandal por cuatro campañas y 73 millones de dólares, que representan el mayor contrato en la historia de la franquicia.

No habían pasado 24 horas y la gerencia anunció que el también cubano Jose Abreu, quien ya había aceptado una oferta calificada de 17.8 millones para el 2020, acordó una extensión por tres temporadas y 50 millones.

Y en arbitraje salarial, James McCann dobló su salario del 2019 y firmó por 5.4 millones y hará mancuerna con Grandal detrás del plato.

McCann es señalado como un factor fundamental en la consagración estelar del derecho Lucas Giolito, que tuvo 14-9 y efectividad de 3.41 en 29 aperturas este año, con 228 ponches en 176.2 entradas.

Por ahora, Giolito se ve como el líder de una rotación que quizás necesite un as más establecido para encabezar un grupo tan lleno de talento, como de interrogantes.

Para el 2020 se espera el regreso del diestro Michael Kopech y el zurdo cubanoamericano Carlos Rodon, quienes se sometieron a operaciones Tommy John.

Kopech y Rodón no dejan de ser unas incógnitas y de volver al tope de sus potencialidades, serán una adición importante a la rotación, que cuenta también con el dominicano Reynaldo Lopez.

Pero un serpentinero de la categoría de Zack Wheeler sería la guinda sobre el pastel, mientras que el cuerpo de relevistas luce sólido, con el cerrador dominicano Alex Colomé, su compatriota Kelvin Herrera, Aaron Bummer, Jace Fry y Evan Marshall.

La ofensiva es abundante, encabezada por Abreu, campeón impulsador de la Liga Americana (123) y el campocorto Tim Anderson, líder de los bateadores en el 2019, con average de .335.

El antesalista cubano Yoan Moncada tuvo el año pasado su tan esperado despegue y fue tercero de los bateadores del joven circuito, con promedio de .315, con 25 bambinazos y 79 impulsadas, al tiempo que rebajó en 63 la cantidad de ponches del 2018 al 2019.

El jardinero izquierdo quisqueyano Eloy Jimenez, en su segundo año en las Mayores, debe ser una fuerza ofensiva superior, mientras se espera mucho del cubano Luis Robert, a quien le encargarán la custodia de la pradera central y de quien se hablan maravillas en grado superlativo, tras una campaña en las Menores con 32 jonrones y 36 bases robadas.

Por ahora, el bosque derecho parece pertenecer al dominicano Leury Garcia, pero la gerencia podría seguir buscando en el mercado un agente libre bien cotizado como Nick Castellanos, o el polémico cubano Yasiel Puig, cuyo precio sería mucho más barato.

Es tanta la profundidad del equipo que el venezolano Yolmer Sanchez, ganador del Guante de Oro en la segunda base, fue dejado en libertad y ahora la apuesta es por el debutante Nick Madrigal, que en 2019 cometió cuatro errores en 932 inning y tuvo promedio de fildeo de .992 entre Clase A, Doble A y Triple A.

Los Medias Blancas terminaron terceros de su división en el 2019, con balance de 72-89, por detrás de Minnesota y Cleveland.

Pero la Tribu no luce en condiciones de competir este año e incluso tienen en el mercado a su jugador franquicia, el puertorriqueño Francisco Lindor.

Mientras tanto, los Mellizos tendrían que acercarse a su despliegue ofensivo de 307 jonrones, cifra récord en la historia de las Mayores, que los llevó a obtener 101 triunfos en la pasada campaña. Pero no se da todos los años.

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"Si no me firman, me firmo yo mismo", dijo Jose Abreu en una entrevista reciente, para reafirmar sus deseos de continuar su carrera con los Chicago White Sox, el único equipo para el cual ha jugado en Grandes Ligas.

Primero empezó por aceptar la oferta calificada de 17.8 millones de dólares, una jugada arriesgada con la que convenció al equipo de sus intenciones de no irse a ningún lado.

Ya con el 2020 garantizado en Chicago, entonces renegoció su contrato y consiguió la ansiada extensión por tres años y 50 millones.

El acuerdo con Abreu es la penúltima pieza que necesitaban los Medias Blancas para salir de favoritos el próximo año en la división central de la Liga Americana.

El cubano es el líder natural de un conjunto repleto de talentosísimas figuras jóvenes que necesitan de alguien de su experiencia como guía.

Su compatriota Yoan Moncada y el dominicano Eloy Jiménez no esconden los beneficios de moverse alrededor de "Pito", un hombre con una ética de trabajo intachable desde el primer día que puso un pie en un terreno de Grandes Ligas.

"A los fanáticos, les dije que volvería. Nunca lo dudé. Todos conocen el grupo de jugadores talentosos que tenemos y quiero ayudar a guiarlos y juntos hacer de los Chicago White Sox un equipo de campeonato", manifestó el pelotero que es la cara de la franquicia.

"Tengo que agradecer especialmente a Jerry Reinsdorf y a todas las personas involucradas con los Medias Blancas que hicieron esto posible. Este es un sueño hecho realidad para mí y mi familia", agregó Abreu.

Según los términos del acuerdo, Abreu recibirá un bono de firma de cinco millones, más 11 millones de salario en el 2020.

Su sueldo se incrementará a 16 millones en el 2021 y a 18 millones en el 2022, con cuatro millones diferidos, que recibirá a razón de un millón anual entre el 2023 y 2026.

Asimismo, el pacto incluye una cláusula de no cambio que bloquea a diez equipos en el 2020 y se reduce a cinco novenas en el 2021.

El acuerdo con Abreu llega 24 horas después de que Chicago pactara con el receptor cubano Yasmani Grandal por cuatro campañas y 73 millones, el contrato más grande en la historia de la franquicia.

Ahora el foco de la gerencia estaría dirigido al lanzador derecho Zack Wheeler, para tener una dupla de lujo en el tope de la rotación, junto a Lucas Giolito, en tanto para el 2020 se espera el regreso de Michael Kopech, quien se perdió todo el 2019 debido a una operación Tommy John, así como del zurdo cubanoamericano Carlos Rodon, otro que pasó por el quirófano.

Kopech y Rodón no dejan de ser unas incógnitas y de volver al tope de sus talentos, serían una adición importante a la rotación, que cuenta también con el dominicano Reynaldo Lopez.

De esta manera, Chicago estaría listo para desafiar a los Minnesota Twins, que difícilmente repitan una campaña como la pasada, con récord de jonrones incluido, mientras que los Cleveland Indians parecen entrar en una fase de descarrilamiento, cuando ya se habla hasta de cambiar a la cara de la franquicia, el puertorriqueño Francisco Lindor.

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El cubano Jose Abreu fue uno de los diez agentes libres que recibieron la oferta calificada de sus equipos y aunque es muy probable que la acepte, sería una decisión equivocada que podría influir negativamente en el futuro de su carrera.

Desde que debutó en el 2014 con los Chicago White Sox y ganó de manera unánime el Novato del Año en la Liga Americana, Abreu ha sido una verdadera máquina de batear y producir carreras.

En seis temporadas promedia 30 bambinazos y 102 remolcadas, ha asistido a tres Juegos de Estrellas y ganado dos Bates de Plata.

Él quiere seguir en Chicago hasta el final de su carrera y el equipo también ha expresado interés en conservar al toletero, quien en sus primeras seis campañas ha percibido 68 millones 850 mil dólares.

"Si no me firman, me firmo yo mismo y me quedo", dijo recientemente en una entrevista el cubano, quien es el líder dentro del clubhouse y una presencia respetada por los peloteros más jóvenes.

Así que lo más probable es que acepte la oferta calificada que le garantiza seguir al menos una temporada más en el único equipo para el cual ha jugado en Grandes Ligas y sumar 17.8 millones a su cuenta bancaria.

Sin embargo, con los tiempos que corren, decir que sí al ofrecimiento de los Medias Blancas, cuando está próximo a cumplir los 33 años, es una movida riesgosa a largo plazo.

Después de la contienda del 2020 volverá a ser agente libre y ya no será elegible para recibir oferta calificada, por lo que tendrá, sí o sí, probar un mercado que ha demostrado en los últimos años apostar cada vez más por el talento joven y desechar a los veteranos.

Aunque Pito Abreu sea una máquina de batear, es un jugador con limitaciones defensivas y poca velocidad en las bases, cuyas habilidades con el madero tenderán a declinar con el inevitable paso del tiempo.

¿Qué tal si el declive comenzara en la próxima temporada y llegara al siguiente invierno con su valor disminuido?

A menos que consiga en medio del 2020 negociar una extensión por otras dos o tres campañas, aceptar ahora la oferta calificada pudiera dañarlo en el futuro.

Di que no, Pito, di que no y sal a buscar el dinero que vales.

No dejes que los sabermétricos minimicen la importancia de impulsar 123 carreras, más que ningún otro bateador en el joven circuito en el 2019.

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Ya están listos los cinco equipos de la Liga Nacional que irán a la postemporada y parecen casi definidos los clasificados por la Americana a la fiesta de octubre, pero cuando nos encaminamos al último fin de semana del calendario regular, todavía queda tela por donde cortar.

En el viejo circuito, los Atlanta Braves y Los Angeles Dodgers aseguraron hace rato sus respectivos banderines divisionales del Este y el Oeste, mientras que los St. Louis Cardinals, los Washington Nationals y los Milwaukee Brewers ya aseguraron sus boletos a los playoffs.

Sin embargo, los Cardenales, líderes en la división central, todavía no terminan de finiquitar ese asunto y los Cerveceros podrían darle alcance y enviarlos al infartante partido entre comodines ante los Nacionales.

St. Louis (90-69) exhibe una ventaja de juego y medio sobre Milwaukee (88-70), que tiene un partido más por celebrar.

Los Cerveceros son el equipo más caliente de la actualidad en la Nacional, con diez triunfos en sus últimos 11 choques y 13 en 15 desde que perdieron a su estrella Christian Yelich por una lesión el 10 de septiembre en Miami.

Lo interesante de la tropa que comanda Craig Counsell es la manera en que se ha comportado el cuerpo de lanzadores en esta recta final.

En diez de esos últimos 11 partidos, los serpentineros de Milwaukee han tolerado tres o menos carreras, mientras que sus bateadores han producido 56 anotaciones.

A los Cerveceros les resta un partido este jueves en Cincinnati y tres choques en Colorado, mientras que los Cardenales recibirán en casa durante viernes, sábado y domingo a los Chicago Cubs.

Pero suponiendo que St. Louis consiga aguantar la presión y termine coronándose en la división central, a Milwaukee le queda el incentivo de tratar de luchar por el primer comodín que ahora ostenta Washington con un juego de ventaja.

El orden de los wildcards es clave, pues define cuál de los dos juega en su casa el partido de muerte súbita.

El equipo de la capital tendrá un fin de semana complicado, con una serie interligas contra los Cleveland Indians, el único de los 30 equipos que ahora mismo está fuera del cuadro de clasificados, pero que todavía conserva opciones de entrar al baile.

Antes, los Nacionales deberán celebrar un choque este jueves ante los Philadelphia Phillies y ante el sentido de urgencia, el manager Dave Martínez echará mano en tres de esos cuatro desafíos a sus tres caballos de la lomita.

Stephen Strasburg va contra los Filis y Patrick Corbin y Max Scherzer abrirán sábado y domingo, respectivamente, contra la Tribu, con el novato Austin Voth intercalado en el primer juego de la serie el viernes.

El tener que apelar a estos tres astros en esta recta final deja a Martínez con pocas opciones para el juego de comodines del próximo martes: o va con Strasburg con un día menos de descanso o se las juega todas con el veterano venezolano Anibal Sanchez.

Desde que esta franquicia nació en 1969 con el nombre de Expos, en la ciudad canadiense de Montreal, nunca ha podido pasar de la primera ronda en las cinco ocasiones anteriores en que clasificó a la postemporada.

En 1981, los Expos perdieron la serie de campeonato de la Liga Nacional (entonces no había playoffs divisionales) contra los Dodgers.

Desde que se mudaron a Washington en el 2005, los Nacionales perdieron las series divisionales del 2012, 2014, 2016 y 2017.

Tres por dos boletos en la Americana

En el joven circuito, los Minnesota Twins recién se coronaron en la división central y todo indica que rivalizarán en la primera ronda ante los New York Yankees, campeones del Este, ya que los Houston Astros, reyes del Oeste, se han despegado en la lucha por el mejor récord de todo el béisbol.

Los Astros (104-54) cierran su calendario con una serie de cuatro encuentros de jueves, viernes, sábado y domingo contra Los Angeles Angels en Anaheim.

Los Yankees (102-57) se van hasta Arlington para sus tres partidos finales ante los Texas Rangers.

Y entonces queda la batalla por los comodines, que ahora mismo tienen en la mano los Oakland Athletics (95-63) y los Tampa Bay Rays (95-64), con apenas media raya de diferencia entre ambos.

A Oakland le faltan cuatro juegos entre jueves y domingo con los Seattle Mariners y a los Rays tres con los Toronto Blue Jays.

Para ambos conjuntos son cruciales estos desafíos no sólo para resistir los embates de los Indios, sino para ver cuál de los dos juega como home club el juego de vida o muerte del próximo miércoles.

Por su parte, Cleveland la tiene muy difícil, aunque no imposible, pero esa diferencia de 1.5 se hace enorme, dado el poco camino que queda por recorrer.

Los Indios recibieron una valiosísima ayuda de último momento con la reincorporación del dominicano José Ramírez, cuando se pensaba que estaría fuera de acción hasta el 2020.

En dos partidos desde que regresó lleva tres jonrones y ocho carreras impulsadas en seis turnos.

Pero la derrota que sufrió Cleveland el miércoles en la noche ante los Chicago White Sox podría haber sido la más costosa de toda la temporada.

A Terry Francona y compañía le falta un último partido contra Chicago el jueves y los tres de la serie interligas ante los Nacionales, que será, sin dudas, la más dramática de todas las del fin de semana.

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Del béisbol que se jugaba hace 20 años apenas queda un recuerdo.

Entonces, los managers tenían más autoridad, aplicaban múltiples estrategias y el juego era tácticamente más rico.

También era la época en que el uso de sustancias para mejorar el rendimiento deportivo era rampante y muchos peloteros parecían más linieros de la NFL que beisbolistas.

Para bien, el tema de los esteroides se atajó con una política cada vez más restrictiva que si bien no logró eliminar el problema por completo, lo limitó a unos pocos que siempre intentarán burlar al sistema.

Pero en las últimas dos décadas —o más específicamente, en los pasados diez años— el béisbol se empobreció en muchos sentidos, tanto desde el punto de vista estratégico, hasta del entendimiento por los fanáticos, confundidos con nuevos análisis estadísticos que buscan —y no siempre encuentran— la excelencia atlética.

Olvidemos por un momento las pelotas adulteradas del 2019, con todo y que el comisionado Rob Manfred insista en negarlo, que han traído como resultado una explosión jonronera inédita, mayor aun que en la era de los esteroides y que ha inflado los números de muchos bateadores que en otros tiempos ni soñaban con disparar tantos bambinazos.

El juego se ha simplificado tanto que ya sólo importa enviar la pelota más allá de las cercas.

Los sencillos, dobletes y triples ya han pasado a un segundo plano y ni hablar de intentar ganar una base extra con un robo o adelantar un corredor con un toque de sacrificio.

Y de igual manera, a la par de los vuelacercas, han subido los abanicados.

Es o todo o nada. O jonrón o ponche.

Pero, aunque parezca una paradoja, este béisbol de ahora es menos ofensivo, a juzgar por las estadísticas, tanto las tradicionales, como las sabermétricas, a pesar de esta hemorragia de cuadrangulares única en la historia.

Si comparamos los promedios por juego de la temporada de 1999 con la que está a punto de concluir, observamos que las únicas cifras que han subido son las de jonrones y los chocolates.

Morir por la vía de los strikes no es un out más, como algunos pretenden hacer ver. Poncharse anula por completo la posibilidad de jugada y le da una bocanada de oxígeno al lanzador.

Hace 20 años, los bateadores se tomaban 6.41 ponches por juego. Ahora lo hacen en 8.77 ocasiones.

Dos décadas atrás, se disparaban 1.14 bambinazos por choque, cifra que se ha elevado a 1.40 en el 2019.

Pero más vuelacercas no necesariamente implican más carreras, sino que es la manera más directa de producir una anotación.

Volvamos dos décadas atrás en el tiempo y observemos los diferentes promedios en otros indicadores y a su lado, entre paréntesis, los indicadores del 2019.

En los partidos se anotaban como media hace 20 años 5.08 carreras, mientras que ahora son solamente 4.84.

En 1999 se bateaban 9.15 imparables por encuentro (8.66 hoy), los dobles eran 1.80 (1.76), triples 0.19 (0.16), bases robadas 0.70 (0.47), los sacrificios de toques 0.33 (0.16). El average promedio de las Grandes Ligas fue de .271, mientras ahora es de .253.

Aunque la sabermetría valora más el porcentaje de embasamiento, hace 20 años la gente llegaba más a las almohadas, con un OBP de .345 por .323 en la actualidad.

Esas diferencias decimales, si bien a simple vista pueden parecer ínfimas, cuando se multiplican por los más de 4.800 juegos que componen el calendario regular hacen números globales muy superiores.

Entonces, esta simplificación del juego, esta apuesta a todo o nada entre el jonrón y el ponche, está alejando al público de los estadios.

En 1999, todavía fresca en la memoria de los fanáticos la huelga de 1994, la asistencia total en temporada regular superó los 70 millones.

A menos de una semana para que concluya la presente contienda, la cifra anda en poco más de 66 millones, la menor desde 1997.

A eso súmenle la pobre promoción que la actual administración de las Grandes Ligas le hace al béisbol.

¿Desde hace cuánto tiempo no vemos a un pelotero protagonizando un anuncio comercial en televisión, como hacen los deportistas de la NFL o la NBA?

Si mi memoria no me falla, el último fue Derek Jeter a principios de los 2000, quien participó en un anuncio de Gillette junto al golfista Tiger Woods y otros atletas de diferentes disciplinas.

No es extraño entonces que los beisbolistas no aparezcan casi nunca en la lista de ESPN de los 100 deportistas más famosos del mundo, a pesar de ser un juego que practican más de 65 millones de personas en 140 países de todo el planeta.

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Cuando se abra el mercado de agentes libres después de la Serie Mundial, el antesalista Anthony Rendón será una de las piezas más cotizadas, pues al parecer, los Washington Nationals no tienen intenciones de retenerlo.

Obviamente, los Nacionales le harán una oferta calificada e incluso le presenten un contrato sobre la mesa, como dicta el protocolo, que quizás Rendón termine aceptando.

Pero no es igual. Si Washington realmente hubiera querido mantener en sus filas a uno de los mejores, pero al mismo tiempo más subvalorados peloteros de los últimos años, habrían negociado una millonaria extensión contractual, con todo y que su agente es Scott Boras, conocido por apostar siempre a la agencia libre.

Pero hasta Boras tiene un precio por el cual abandonaría su rígida postura respecto a las extensiones de contratos.

La cosa es ver si la gerencia del equipo capitalino está dispuesta a pagarlo.

Pero si yo fuera Mike Rizzo, presidente de operaciones de los Nacionales, movería cielo y tierra por quedarme con Rendón.

Obviamente, ya no lo hará antes de que concluya la temporada y mucho menos con el equipo en plena batalla por incluirse en los playoffs.

Pero ya Washington perdió en el invierno pasado a Bryce Harper y no debería darse el lujo de dejar partir a su antesalista, quien ha sido un ejemplo de consistencia y que está teniendo en el 2019 la mejor campaña de su vida.

Rendón encabeza la Liga Nacional en average (.330), dobletes (43) y carreras impulsadas (119). Sus 34 cuadrangulares y 113 anotadas son las mayores cifras de su carrera en ambos departamentos y debe superar también su tope en hits, que es de 176 y lleva 171.

Su OBP es de .414, con slugging de .622 y OPS de 1.036, todos ellos también los más altos de su vida.

José Abreu (Chicago White Sox)

El cubano José Abreu ha sido uno de los mejores bateadores de todas las Grandes Ligas desde su debut en 2014, cuando ganó unánimemente el premio de Novato del Año de la Liga Americana.

Los Chicago White Sox han dicho que quieren conservarlo y Abreu desea quedarse.

El pelotero de 32 años es el líder dentro del clubhouse y más allá de su siempre extraordinaria productividad ofensiva, es un mentor para figuras jóvenes como el también cubano Yoan Moncada o el dominicano Eloy Jimenez, como lo será en un futuro inmediato de su compatriota Luis Robert.

Es tanto el deseo de Abreu de seguir en el equipo, que el gerente podría conseguir descuento de casa y quedarse con él por un precio justo y razonable, sin ser excesivo.

¿80-100 millones por cuatro o cinco temporadas?

Nelson Cruz (Minnesota Twins)

El dominicano Nelson Cruz no da señales de declive y cada día se burla más del almanaque.

Los Minnesota Twins tienen una opción por un año y 12 millones de dólares que deberían ejercer con los ojos cerrados, si es que no deciden ofrecerle un merecido par de campañas más.

No se consiguen bateadores habituales de 30-100 en cualquier parte.

Starlin Castro (Miami Marlins)

El dominicano Starlin Castro ya consiguió en el 2019 una veintena de cuadrangulares y suma 79 remolcadas, ambas cifras las mayores de su carrera en esos departamentos.

Luego de una primera mitad de campaña miserable, Castro ha sido una fuerza ofensiva indetenible después del Juego de las Estrellas: .301 de average, OBP de .335, slugging de .549 y OPS de .884, con 14 bambinazos y 45 empujadas.

Es apenas el segundo bateador de los Miami Marlins con 20 jonrones (el otro, Brian Anderson, hace rato quedó fuera por el resto de la temporada).

Los Marlins tienen una opción sobre Castro de 16 millones para el 2020, lo cual complicaría las cosas, dado el estado de las finanzas de Miami, pero es ahí donde la gerencia debería negociar una extensión por al menos tres temporadas, que le garantice más dinero y empleo a largo plazo, aunque baje el promedio anual.

El dominicano es un veterano joven de apenas 29 años y su movida de la intermedia a la antesala le da flexibilidad al equipo para destinar a Anderson a tiempo completo al jardín derecho y además la opción de regresar a Castro a la intermedia, en caso de que el puertorriqueño Isan Diaz, proyectado para ser el titular de la posición, no consiga su esperado despegue.

Brett Gardner (New York Yankees)

Si hace cinco años alguien hubiera dicho que Brett Gardner iría a ser mejor pelotero que Jacoby Ellsbury lo hubieran tildado de loco.

El tiempo pasó y ahí está Gardy, a punto de completar su duodécima campaña con el uniforme de los New York Yankees, una rareza en estos tiempos y con una carrera tan digna que sin estadísticas de Salón de la Fama, ni mucho menos, pueden apostar que su número 11 será retirado y colocado en el Monument Park.

Con toda la profundidad que tienen los Yankees en los jardines, tenerlo al menos una campaña más es una especie de seguro de vida, sobre todo cuando es incierta la participación de Aaron Hicks en el 2020.

Gardner es un obrero del béisbol, de esos que se levanta cada mañana para ir a trabajar en lo que necesite el equipo, entregado en cuerpo y alma al juego como ejemplo para sus compañeros más jóvenes.

Eso le ha valido ser uno de los peloteros más queridos de la exigente afición en la Gran Manzana en la última década y merecedor de terminar su carrera en el único equipo que ha conocido.

Entretanto, nadie se acuerda de… ¿cómo se llama?... Ah, Jacoby Ellsbury.

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