<
>

Héctor Olivera, ¿la nueva estrella cubana en MLB?

Olivera fue firmado originalmente por los Dodgers con un contrato de seis temporadas y 62.5 millones de dólares Butch Dill/Getty Images

Aroldis Chapman, Yoenis Céspedes, Yasiel Puig, José Fernández, Jose Abreu y así, cada año irrumpe en el firmamento de las Grandes Ligas una nueva estrella cubana.

Los equipos apuestan en grande, a veces hasta más de la cuenta, con tal de descubrir a la próxima figura de primer nivel salida de la mayor de Las Antillas.

A veces las cosas salen bien y los dividendos de esa nueva sensación terminan siendo baratos, como en el caso de Abreu, convertido en uno de los mejores bateadores de la actualidad.

¿Quién, entonces, será la nueva estrella cubana en el 2016?

La respuesta podría estar en los Bravos de Atlanta: Héctor Olivera.

Firmado como agente libre por Dodgers de Los Angeles con un contrato de seis temporadas y 62.5 millones de dólares, Olivera fue transferido a los Bravos a mitad de la pasada campaña y aunque jugó en 24 partidos en septiembre, su elegibilidad como novato se mantiene intacta.

En 79 turnos al bate conectó 20 imparables, cuatro de ellos dobles, un triple y par de jonrones, con 11 carreras impulsadas y average de .253.

Habitual defensor de la segunda base, Atlanta decidió utilizarlo en el jardín izquierdo y con esa finalidad se desempeñó en la liga invernal de Puerto Rico con los Criollos de Caguas, donde dejó promedio de .400 (20-8) en cinco encuentros.

Olivera jugó 10 campañas con Santiago de Cuba, donde bateó para average de .323, con 1,020 hits, 185 dobles y 105 cuadrangulares, con 433 carreras remolcadas.

Próximo a cumplir 31 años está maltratando la pelota en la pretemporada, donde hasta los juegos del jueves 17 encabezaba a todos los bateadores en hits con 16 y marchaba séptimo en average (.411).

A la defensa ha jugado 62 innings sin errores, muestra de que la transición de la segunda base a los jardines la ha podido hacer sin dificultades.

Superado el nerviosismo lógico de quienes debutan en septiembre, cuando se expanden los rosters de los equipos, Olivera parte ahora con la confianza de jugar todos los días y ya con cierto conocimiento del tipo de pitcheo que va a enfrentar.

"Hice una buena preparación física durante la temporada muerta y ahora aquí estoy ajustando mi bateo para cuando comience la temporada", le dijo Olivera al colega Enrique Rojas en una entrevista la pasada semana.

"Me preocupo por la técnica y golpear la bola. Mientras más juegos pasen, más me adaptaré y las conexiones serán más sólidas. Me siento bien y le estoy dando bien a la pelota, después llegarán los extrabases", añadió en esa ocasión.

El muchacho es hijo de un pelotero de igual nombre, que en la década de los 80 fue uno de los bateadores más temidos en el béisbol cubano.

Héctor Olivera padre fue el primero en batear sobre la marca de .400 desde que se instauraron las series nacionales tras la eliminación del profesionalismo en la isla en 1962.

En 1980 promedió para .459 y fue por varios años el bateador designado de la entonces poderosa selección nacional, pues, a diferencia de su hijo, no era un buen defensor y su corpulencia lo hacía un hombre lento.

Al parecer, aquí se aplica el refrán de "hijo de gato, caza ratón", aunque en este caso el Junior es un pelotero mucho más completo.

Ahora sólo queda esperar el arranque de la temporada para saber de si los números de la primavera son un espejismo o si está listo Olivera para ser la nueva estrella cubana en las Grandes Ligas.