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El #PanamáPapersGate no es lío de Leo

LOS ÁNGELES -- Lionel Messi en la picota. Fraudes fiscales. Empresas fantasmas. Prestanombres. Testaferros. Lavado de dinero. Y demás formas de enriquecimiento ilícitamente explicable.

Obvio, el único inocente es el futbolista. Messi vive en una burbuja, perfectamente esférica, como el balón de futbol. Blindado, aislado, permeado, él multiplica los tesoros, y deja que los otros sumen y resten. Él genera fortunas, pero, con desdén, las entrega al universo alterno.

El #PanamáPapersGate expone, con patíbulo incluido, según investigación del diario El Confidencial, que al final no son siete sino ocho las empresas colaterales, satélites o fantasmas, que presuntamente el Clan Messi ha desarrollado fraudulentamente para evitar que la voraz sanguijuela fiscal que se amamanta insaciable de la ubre messianista seque el pozo.

Más allá de si el desarrolladísimo olfato de sabueso obsesivo de Loretta Lynch decide hurgar en los vientres bancarios de Estados Unidos en busca del apellido Messi, lo cierto es que son ya cinco los países donde ha picoteado con investiduras de inmunidad e impunidad la Tribu Messi.

Recapitulemos sólo algunos de los pasajes en los que antes de la explosión del #PanamáPapersGate se han conocido.

1. En Argentina y España, Alejandro Rebosio, exrepresentante legal de Fundación Messi, acusó a Leo y a su padre de "estafa, desbaratamiento de derechos acordados, fraude a la propiedad intelectual y administración fraudulenta".

2. El fisco español desarrolla investigaciones en varios frentes. Sospecha de porqué el Clan Messi aceptó sólo 50 mil euros por manejo de imagen de Sports Consultant, pero rechazó una oferta de 300 mil euros de Nike. En el fondo, afirma, hay evasión fiscal.

3. O cómo el contrato con Telefónica de España, en 2008 incluía estrictamente en el contrato los depósitos en una cuenta particular en Suiza.

4. Durante 2007 y 2009, Messi, según el fisco español, habría ocultado la declaración de al menos 10 millones de euros, producto de pactos con Pepsi, Adidas, Pepsi, Banco Sabadell, Telefónica, Air Europa, Danone, Konami y otras más.

Y etcétera, etcétera, etcétera...

Insisto, el futbolista de rostro atolondrado, magia en los botines, mirada despistada y una sensación de The Punisher contra todos los arqueros, no tiene ni la menor idea de lo que se hace y se deshace con su fortuna.

"Lo que mi padre (Jorge Messi) me pida que firme, yo lo firmo a ciegas", ha revelado Leo, dejando en claro que la trigonometría fiscal se le complica más que las 13 reglas básicas del futbol, las cuales ha aceptado que no se sabe... y ni falta que le haga.

Según France Football, el argentino factura anualmente 65 millones de euros, unos 75 millones de dólares. ¿Alguien cree que Messi puede distraerse en checar su cuenta bancaria y especular si podrá comprar una bolsa de mate o dos?

Él dedica 90 minutos a la semana a vender acuarelas, o al menos lo intenta, porque ante el Real Madrid, el sábado, se le secó la pintura. En tanto, su entorno se dedica a cobrar.

¿Por qué la terquedad de declarar inocente al menos de pecar de palabra, pensamiento obra u omisión a Lionel? Una anécdota lo pinta de cuerpo entero. La he relatado en radio y ahora la pongo por escrito.

Hace unos siete años, iba a celebrarse un amistoso en el Memorial Coliseum. Uno de los contendientes era el equipo formado por Los amigos de Messi. Obvio, gran alboroto en las taquillas.

El juego se viene abajo. El promotor Eduardo Ostrogovich explica que fue un boicot confabulado por promotores angelinos, la MLS, SUM y la USSoccer.

A manera de desagravio, Ostrogovich consigue que Lionel Messi visite Los Ángeles, y dé una conferencia en la explanada olímpica del Memorial Coliseum, para liberar a jugadores y organizadores de responsabilidad.

Messi comparece. Brinda la conferencia de prensa, aclarando que él estaba listo para jugar, pero que intereses malévolos habían arruinado la sesión de futbol. Por entonces, Ostrogovicho freció cinco minutos en un uno a uno entre el diario La Opinión y Messi.

La entrevista se daría en el majestuoso cabildo del Memorial Coliseum. Termina la conferencia, y los organizadores llevan de inmediato al astro argentino al sitio. Decenas de reporteros y de aficionados que lograron colarse, buscaban entrevista, o foto u autógrafo.

El reportero ingresa al cabildo por la puerta trasera. En el interior sólo está Lionel Messi. Y el jugador se sorprende. Claro, la apariencia patibularia del entrevistador lejos de tranquilizarlo, lo inquieta.

--Hola, Lionel. Tenemos pactada una entrevista...

--¿Dónde está mi papá? ¿Dónde están mis hermanos?, responde Messi, no inquieto, sino sorprendido.

--Me imagino que enseguida llegan, pero ¿podemos adelantar la entrevista?

--No, no, no. ¡Mi papá!--, y de inmediato se dirige a la puerta que entreabre y lo golpea el tremendo estruendo desde afuera, de quienes buscaban la entrevista o el autógrafo. Lo que ve por ese resquicio lo hace entrar en zozobra.

--Están afuera. Enseguida entran, pero podemos platicar de una vez...--, le reitero.

--No sé nada de entrevistas, pero ¿dónde está mi familia? ¿Dónde está Eduardo (Ostrogovich)?--, responde ya con enfado y desazón, mirando al reportero con un desplante de multiplícate por cero y desaparece.

Finalmente, un par de minutos después, entra la Cofradía Messial cabildo. Messi se relaja. Bajo indicaciones, se acomoda para la entrevista y comenzar la charla, en la que era evidente que no habría explosivas declaraciones.

Antes, voltea hacia su séquito y les ordena: "Vayan a comprar unos relojes para todos (sus compañeros del Barcelona), que estén muy bonitos. Él (Eduardo) sabe dónde hay bonitos, de la marca que sea".

En los bolsillos de los pantaloncillos deportivos, Messi no trae absolutamente nada. Ni llaves, ni cartera, ni las tarjetas de los reporteros, porque esas las guardaba su caravana de serviciales.

Ya el reportero no supo si los emisarios en busca de los relojes terminaron en Rodeo Drive de Beverly Hills, o en la Avenida Broadway, donde se encuentran las mejores réplicas chinas, como las que compró, creyendo originales, Ronaldo Nazario en Ciudad del Este en la Copa América de Paraguay.

Se habían ido los nervios. La congregación familiar le había devuelto la calma. Habla para La Opinión y luego para Univisión. Se toma algunas fotos y firma algunas camisetas y balones, especialmente de fanáticos argentinos.

Queda claro que ese tipo de pelo desordenado, mirada en el limbo del desaire, sin reloj en la muñeca, pero dispuesto a gastar una fortuna en "relojes que estén muy bonitos", no tiene ni tiempo, ni malicia, ni interés, ni cacumen financiero, para organizar tramas y recovecos exuberantes para el desfalco o el fraude. Él, esas triquiñuelas fascinantes, esos atajos imposibles, sólo los concibe con el balón.

Escribió Ustinov que "los padres son los huesos con los que los hijos afilan sus dientes". En el caso de Messi, se invirtió la fórmula. Al final, lo especifica: "yo firmo a ciegas".