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Crónicas del Pasado

Los espacios para la palabra hablada, la palabra emotiva, la palabra exacta, esos textos precisos y preciosos, están contados.

Era la década de los 70-80, no existía la TV de paga, ni las plataformas, ni celulares, ni tabletas; no se veían todos los partidos en la TV abierta, por lo que eran las crónicas de radio en vivo y prensa escrita del día siguiente, las que daban vida al fútbol.

Era más común escuchar los partidos por radio y no en medio del tráfico de la ciudad, sino más bien en una consola en casa o pequeño aparato de transistores, de esos que usaban pilas.

Los narradores solían jugar con la imaginación de quienes los escuchábamos; daban cuenta de los hechos con un estilo propio, utilizando términos propios de la actividad, cayendo continuamente en el terreno de lo subjetivo, exagerando- enalteciendo situaciones con términos rimbombantes, generando expectativa donde muchas veces no la había, por lo que partidos bajos de calidad los proyectaban como encuentros épicos.

Era una época en donde el fútbol era más un deporte, un juego. El espectáculo, el entretenimiento llegó más tarde pasándole por encima a todo lo demás.

Si es cierto que la pasión por el juego se pasaba casi siempre de generación en generación, es decir, de abuelos o padres a hijos, siendo uno de los primeros regalos una pelota o balón, el papel de la radio fue fundamental. Recuerdo inclusive escuchar partidos de Brasil con un radio de onda corta (lo que se alcanzaba a entender, me parece, era más o menos lo mismo que en México).

El otro medio importantísimo de aquella época eran las crónicas de los diarios impresos. A través de la letra, de la tinta, las crónicas te metían en el partido, se podía ver cada jugada, cada acción, el ambiente, las figuras, las grandes acciones, los goles maravillosos, las atajadas imposibles, siempre con un toque, con una opinión del firmante.

Aquellas crónicas, eran escritas desde el lugar de los hechos, por lo que el panel de reporteros, de plumas destacadas viajaban cada semana a todas las plazas, y desde ahí, redactaban sus textos a mano, mismos que dictaban vía telefónica a la redacción de su medio.

Con el paso del tiempo, llegó la TV de paga y más adelante, la tecnología, dos actores que cambiaron la manera de consumir el fútbol entretenimiento, el fútbol espectáculo, pasando a segundo término el deporte como tal. Las nuevas generaciones difícilmente consumen un partido completo, lo escuchan por radio o leen una crónica. Más bien, buscan resúmenes cortos que incluyan los goles y hasta ahí.

Hoy, con las herramientas que existen, son miles los partidos que se pueden ver a lo largo del año entre campeonatos de liga, copa, torneos internacionales, amistosos y de selecciones.

Antes sólo se veían los partidos locales. Fue hasta la llegada de Hugo Sánchez al Real Madrid que periódicamente se vio el fútbol español, y años más tarde, la liga italiana (un solo partido a la semana).

Quienes hayan nacido en los 70 o antes saben a lo que me refiero.

Quienes hayan nacido en el nuevo milenio se están enterando ahora de la magia de la radio y las plumas deportivas, dos valores que han ido desapareciendo de a poco.

Yo particularmente extraño el olor del papel periódico, las grandes crónicas, toda la información que ahí se encontraba, las columnas de opinión, los reportajes, las entrevistas, en fin, todos los géneros periodísticos, con detalles de los entrenamientos no sólo de los juegos.

Hoy parecería que lo que se busca es distraer, entretener desde el micrófono, ante un espectáculo ciertamente limitado (fútbol local). Las audiencias han cambiado, la pasión y afición por el juego como deporte se diluye, por lo que es más importante pegar gritos y sombrerazos que den “likes” en las redes sociales que comentar y analizar un juego, que a casi nadie le interesa; y ni hablar de leer una columna, una crónica, una buena pluma, eso ya pertenece al pasado. Ni hablar de un libro.

Otra Industria

Hoy, todo se consume rápido, a la velocidad de la luz, al alcance de un “click” en el celular; la noticia instantánea, el resumen del programa “polémico”.

Y no es simple añoranza de lo que fue, se trata, más bien, de entender la importancia de todos los actores del pasado, esos que te envolvían, esa era la experiencia que alimentaba la pasión y el gusto por seguir a tu equipo favorito, a toda una liga.

Aquellas formas, inclusive servían para aprender, por lo pronto, de dicción (grandes maestros en la radio), de ortografía (grandes plumas), de los diferentes géneros periodísticos. Lo de hoy, suma poco, es puro entretenimiento, distracción.

La crisis actual tiene que ver con todo. Yo incluiría desde la metamorfosis de los medios que buscan desesperadamente atraer a sus clientes, clientes locales con nuevos patrones de consumo, qué a diferencia del pasado, cuentan con un abanico muy grande de actividades lúdicas, no cuentan con la afición de otras generaciones (por herencia familiar, nuevas tecnologías, bajo nivel de espectáculo, falta de valores clubes).

El reto es mayúsculo. La radio deportiva tiene tiempo a la baja, la prensa escrita agoniza. Es la era de lo digital, de lo visual.

Los espacios para la palabra hablada, la palabra emotiva, la palabra exacta, con sentido, y la palabra escrita, esos textos precisos y preciosos, están contados.

Estamos siendo testigos del último bastión, uno que sirvió, que contribuyó a formar y forjar a millones de aficionados al fútbol, al juego, a través de la radio y la prensa escrita.