Una vez más, Neymar es el que se va de la fiesta sin aviso. Esta semana, se perderá la visita de Paris Saint-Germain a Barcelona, tal como se ha perdido más de un partido importante de la Champions League durante las últimas temporadas.
Al menos en esta oportunidad, se puede dejar definitivamente de lado alguna acusación ridícula en su contra. Nadie puede alegar – como sí lo han hecho en el pasado – que esta es una lesión "diplomática" usada como excusa para poder viajar a Brasil y disfrutar de las festividades del Carnaval. Por razones evidentes en torno a la pandemia del COVID-19, este año no habrá festejos y tampoco habrá consuelo para un jugador que hace poco cumplió 29 años y que es consciente de que su talento extraordinario tiene un límite de tiempo.
"La tristeza es grande, el dolor es inmenso y las lágrimas son constantes”, posteó en los medios sociales. “Una vez más voy a tener que dejar de hacer lo que tanto amo, que es jugar al fútbol, por un tiempo. A veces me siento incómodo con mi estilo de juego, porque gambeteo y me terminan pateando constantemente. No sé si el problema soy yo o lo que hago dentro de la cancha”.
Estas palabras abren un debate interesante. Porque no hay dudas de que, dejando de lado cualquier exceso que haya cometido dentro de la cancha, Neymar es un jugador en contra del cual se cometen más faltas de las que él comete contra otros. Sus rivales buscan detenerlo por los medios legales y también con recursos que no están permitidos, pero así ha sido siempre. No hay un jugador talentoso en toda la historia de este juego que no haya tenido que enfrentar a sus duros e inescrupulosos marcadores.
De hecho, quizá no haya habido un mejor momento para ser un jugador con las características de Neymar. Algunos de la vieja escuela podrían sugerir que los futbolistas como Neymar e incluso Lionel Messi simplemente no hubiesen podido jugar hace algunas décadas, o que en el mejor de los casos hubiesen tenido que hacer grandes ajustes a su juego debido a la naturaleza violenta del juego al que se deberían haber tenido que someter.
Según Moraci Sant'Anna, el reconocido expreparador físico del seleccionado brasileño, la distancia recorrida por los jugadores en el fútbol de primer nivel se duplicó de mediados de la década del setenta a mediados de los noventa. Pero fue al final de este período, después de la decepción del Mundial de 1990, que se tomaron medidas fuertes contra los tackles peligrosos – en pos de ayudar a que los jugadores talentosos pudieran mejorar su show para los fans.
Esta información hace que la carrera de Diego Maradona sea incluso más espectacular. Durante su época, había menos espacio dentro de la cancha sin un aumento de la protección por parte de los árbitros. Maradona entraba en el campo de juego sin saber si iba a terminar el partido caminando al vestuario o en el hospital.
Hoy en día, los astros tienen algunas cosas un poco más simplificadas, lo cual innegablemente es algo bueno. Y mientras que los tiempos han cambiado, también hay diferencias en la manera en la que los jugadores se han desarrollado. En parte, la tragedia de Neymar también es la tragedia del fútbol brasileño.
Quizá el mayor productor de talento en la historia de este deporte sea el fútbol callejero en Brasil. Generaciones tras generaciones de astros se formaron como jugadores y personas en este ambiente. Hay mucho que lamentar en el hecho de que, en los últimos años, el fútbol callejero en los grandes centros urbanos haya estado bajo un ataque prolongado – desde la expansión urbana, dejando cada vez menos espacios, hasta la inseguridad causada por el creciente índice de delitos.
La respuesta ha sido encerrar a los niños dentro de sus hogares bajo la supervisión de sus familiares adultos. Futsal ha tenido éxito – algunos han intentado venderlo como el gran secreto brasileño, cuando en realidad todo lo que pudo ser fue actuar como un sustituto del fútbol callejero, pero ha sido un sustituto incapaz de replicar todos los atributos del original.
En los días del fútbol informal en las calles, los jugadores talentosos – por lo general pequeños y habilidosos – se tenían que enfrentar ante rivales más grandes de tamaño y edad. Este era un ambiente ideal para aprender las habilidades de defensa. Zizinho, el jugador estelar del Mundial de 1950, una vez dijo que él y otros grandes de su tiempo eran especialistas en el arte de lesionar a sus rivales. No lo mencionó alardeando, sino como una simple necesidad de supervivencia en un mundo difícil sin protección. Pero la mejor arma de supervivencia era la habilidad de juzgar el momento -- de saber cuándo valía la pena ir por el regate extravagante y cuándo pasarle rápidamente la pelota a un compañero.
Esta es una habilidad que Neymar nunca ha tenido que perfeccionar demasiado. Se ha desarrollado bajo un ambiente supervisado por un árbitro, por lo que su arma de supervivencia siempre ha sido recurrir a la supervisión de este último, buscando las faltas de sus rivales en su contra para que estos reciban sus correspondientes tarjetas.
Las raíces de muchos de sus problemas pueden encontrarse allí. Ha surgido en un momento en el que los árbitros brasileños cobraban faltas ante el mas ínfimo contacto. Los árbitros más tarde en su carrera no siempre han empleado el mismo criterio – una fuente de frustración y peligro para un jugador que ha pasado gran parte de su tiempo intentado hacer que sus rivales cometieran faltas en su contra.
Podría venirle bien, por ejemplo, ver algunas grabaciones de Maradona para observar la manera en la que él lidiaba con la constante intimidación. Las próximas semanas Neymar va a tener el tiempo para hacerlo – le vendría bien aprovecharlo en eso para regresar con más recursos cuando vuelva a pisar la cancha.