En el ´95 esta competencia inauguró la temporada en la que la selección argentina de rugby dejó - pese a las tres derrotas - una imagen digna en la Copa del Mundo. En el ´96, también aquí en Canadá, sirvió para desarrollar un nuevo equipo. En tanto que la tercera versión, en 1998, fue nada menos que la clasificación para el Mundial 98. Y ahora, en el certamen que finalizó pocas horas atrás, otra vez resultó un excelente banco de pruebas para una nueva generación de jugadores.

El nivel de juego no fue el mejor. Ni el de Los Pumas ni el de los otros participantes. Pero está directamente relacionado con las bajas que sufrieron todos los planteles. Pero esas ausencias fueron las que obligaron a ver nuevas caras, a conocer nuevos hombres y a juzgar por estos tres partidos cabe afirmar que habrá un resultado favorable, porque más de un novato quedará en el plantel para los grandes compromisos.

Un claro ejemplo es Bernardo Stortoni, el fullback bahiense que juega para el CASI y que hace tres años - bajo la conducción de José Luis Imhoff - estuvo en el equipo que perdió ante Japón en Tokio. Stortoni fue uno de los puntales argentinos en este nuevo título continental, sin seducir por sus sorpresivas apariciones, pero transmitiendo confianza en una posición importante. No tendrá la velocidad de Ignacio Corleto, el imaginario dueño de la camiseta número 15, ni tampoco la habilidad de Ezequiel Jurado, otro de los que siempre luchan por ese lugar, pero combina seguridad, fortaleza y audacia cuando le toca intervenir.

El hooker Juan José Villar y el segunda línea Mariano Sambucetti son otros jugadores a quienes la camiseta Puma no les pesó. Se entiende en Villar, quien recibió está oportunidad a los 31 años. Pero sorprendió el juvenil del Buenos Aires CRC quien todavía está en la etapa de formación física. Este torneo le permitió a Sambucetti "experimentar" en el rugby internacional de adultos (ya lo había hecho en distintas categorías juveniles) y quedar en condiciones de asumir compromisos mayores, si las circunstancias lo requieren.

El resto de los debutantes (Morales Oliver, Gonzalez Bonorino, Cardinali y Nuñez Piossek, entre otros) rindieron aceptablemente por tratarse de un debut, con el atenuante de actuar en un equipo con pocos referentes y sin demasiada continuidad. Ellos, los propios jugadores, saben que pueden dar más y seguramente ese será su desafío cuando tengan otra oportunidad.

No hay que olvidar a los habitués del seleccionado nacional que estuvieron en este viaje. Agustín Pichot, el más carismático y famoso de Los Pumas de este siglo, fue más capitán que figura, poniendo el hombro en este "equipo en desarrollo". Lo mismo hicieron hombres como Rolando Martin y Felipe Contepomi, figuras de real trayectoria.

Para otros como Gonzalo Longo y Martín Durand el torneo fue importante para ratificar que están en un alto nivel, en especial el octavo del SIC quien brilló en el triunfo ante los estadounidenses.

José Orengo y Juan Fernández Miranda recordarán el torneo por distintas razones. El centro rosarino tuvo un acertadísimo trabajo defensivo, mientras que el apertura de Hindú supo encontrarse con Pichot y acertó tres drops en la final ante Canadá (uno de ellos de zurda).

Un párrafo aparte merece Gonzalo Camardón, actual jugador de la Roma, quien regresó luego de 18 meses y lo hizo en un nivel interesante. Si bien no tuvo mucha participación ofensiva, su potencia volvió a destacarlo a la hora de tacklear. Tal vez Camardón haya jugado el sábado en Markham su último partido en Los Pumas. Con 30 años, 13 temporadas internacionales y muchas lesiones, Camardón no está seguro de que el técnico Marcelo Loffreda vuelva a convocarlo.

Otro caso aparte es el de Eduardo Simone, quien acaba de finalizar su contrato con el club inglés Bristol. Simone no tuvo un buen 2000 y tampoco arrancó bien el 2001. Parece distanciarse del nivel que tuvo hasta el 1999 y que empezó a decar tras una seria lesión en diciembre de ese año. Simone, se sabe, tiene estupendas condiciones, pero existe gran competencia en el puesto de centro y pronto cumplirá un año sin entrar como titular en un test de primer nivel.