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Cuando Guillermo Coria arrasaba con todo

Getty Images

2003 fue un año inolvidable para Guillermo Coria que resultaba intratable sobre canchas de arcilla. Y aquel fin de julio y principio de agosto fue, literalmente, imbatible. En aquella gira europea posterior a Wimbledon el argentino hilvanó tres títulos y en todos los casos sin ceder sets en semanas consecutivas.

La terrible racha comenzó en Stuttgart. Venia de ganar el Masters 1000 de Hamburgo, jugar final en Buenos Aires y MonteCarlo y llegar a semifinales de Roland Garros. En aquella edición del torneo parisino, Willy descolgó el poster al vencer a la leyenda. Fue 4-6, 6-3, 6-2 y 6-4 para el de Rufino que se metía por primera vez en semifinales de un torneo del Grand Slam. Ya en esa instancia, cedió ante el sorprendente Martin Verkerk en un accidentado partido.

Pero había más. Y esta vez fue una locomotora. El 20 de julio en Alemania, el albiceleste vapuleó al español Tommy Robredo 6-2, 6-2 y 6-1 en la primera de sus tres finales consecutivas. 7 del mundo en el momento, solo "sufrió" en el debut ante Paul Henri Mathieu, a quien venció 7-5 y 6-4. A partir de ahí, 6-1 y 6-1 a David Ferrer, 6-0 y 6-0 a Mikhail Youzhny y 6-4 y 6-0 a Feliciano López para meterse en la definición.

Pero no hubo tiempo para el disfrute. La próxima escala era en Kitzbuhel, donde volvía a ser el hombre a temer. Y allí volvió a dominar de principio a fin y de forma contundente: 6-4 y 6-3 a Andreas Vinciguerra, 6-1 y 6-0 a Olivier Mutis, 6-3 y 6-2 a Juan Chela, 6-1 y 6-2 a Feliciano López reeditando la semifinal y 6-1, 6-4 y 6-2 a Nicolás Massú en la final. Intratable.

¿Llegó el descanso? Para nada. Viaje hasta Polonia para que el pupilo de Alberto "Luli" Mancini juegue en Sopot donde el desgaste nunca apareció en cancha. Triunfo ante Victor Hanescu 6-3 y 6-4, a Christophe Rochus 6-1 y 6-0, a Olivier Mutis 6-3 y 6-4, a Luis Horna 6-2 y 6-2 y a David Ferrer 7-5 y 6-1 en la definición.

Tremenda vorágine lo metía N°6 ATP y N°3 en la Carrera a a Houston, para ya asegurarse un lugar en el Masters de fin de año, situación que un argentino iba a vivir por primera vez desde José Luis Clerc en 1983.