SANTIAGO -- Los estrellas siguen apagadas en Chile. Han sido candil de su calle, oscuridad en su casa.

Han sido penumbra en su cuna, con su camiseta de sangre, bajo su bandera, luego de ser, casi todos, luminosidad absoluta con sus clubes, con sus patrones, bajo sus contratos.

A Chile no llega aún Messi. Ni llega James. Neymar llegó y se fue apestando a azufre, para seguir en deuda con su selección. Luceros mortecinos, especialmente el brasileño, con saldo de cuatro juegos de suspensión.

Messi recorrió menos metros que su arquero ante Jamaica. Mientras, James mete más codazos que Zúñiga y Cuadrado, y lo más ofensivo de Neymar lo hizo cuando el partido había terminado, y lo hizo con alevosía contra rival, árbitro... y contra Brasil.

La fase de grupos, se la roban dos cometas, dos delanteros fugaces. Irrumpieron y desaparecieron en este páramo donde las individualidades nacen, crecen, se reproducen y mueren en la efímera etapa de 90 minutos.

Arturo Vidal es letal ante México, con dos goles y una asistencia. Después arruina su Ferrari en un accidente, y con los artificios magníficos de la impunidad y la corrupción, lo perdonan.

El otro es Matías Vuoso, quien marca dos ante Chile en un partido espectacular, y en el juego clave, ante una defensiva más frágil como la de Ecuador, y vuelve a su estado natural de sequía.

Pero no era de ellos de quien se esperaba la pirotecnia. No era de ellos de quien se esperaba la grandilocuencia futbolística. Eran accesorios. El universo esperaba más que estrellas fugaces.

La expectación giraba alrededor de tres jugadores que en sus clubes han mostrado una brillantez que deja atónitamente maravillado al universo del futbol. En cambio, decepción, al menos en la fase de grupos.

    1.- Neymar estalla en la adversidad. Colombia le tunde en la madrugada del juego. Y pudo hacerle más. Y en el desenlace, Neymar estalla, agrede a colegas, insulta a un compañero, y luego amenaza e insulta a los árbitros. Los cuatro juegos de castigo fueron casi compasivos.

    2.- James Rodríguez sigue arrullado por la fama. La creó, la crió y se echó a dormir. Jugador revelación para algunos y jugador confirmación para otros en el Mundial de Brasil, tras un paso inconsistente con Real Madrid, no llega a hacerse cargo de Colombia en Chile. Ni siquiera en uno de sus tesoros innegables: los cobros.

    3.- Lionel Messi encumbró al Barcelona. Hibernó un año. Regresó en 2015 a adueñarse de todo, incluyendo el próximo Balón de Oro. Pero Argentina lo sigue buscando. Parece un fantasma entre sus compañeros, pese a que sus adversarios no lo pierden de vista con el temor palpitante, latente, como esperando que esa cobra enroscada salte y aniquila. Pero la cobra sigue hipnotizada.

Y las ausencias futbolísticas, no físicas, de los tres notables, se acentúan con las deficiencias de sus seleccionados nacionales.

El Brasil de Neymar no carbura. Ni con él ni sin él. La victoria sobre Venezuela se originó más en el reverencial temor de los llaneros que en las facultades extraordinarias de los amazónicos, más allá del gol espectacular de Thiago.

Pero si Brasil no funciona, esperaba al menos el impulso mágico de Neymar. La explosión devastadora de su talento.

Y si Argentina no fascina, porque Higuaín no anota las fáciles, y Di María no encuentra socio para las difíciles, Messi no germina, no genera, no arriesga, a pesar de que si lo hace Agüero, y que en su momento lo respaldará Tévez. Ante Jamaica, Messi entregaba la pelota y se escondía entre dos o tres contrarios.

James ha ofrecido un par de jugadas notables ante Brasil. Ante Venezuela desapareció. Y ante Perú hizo más daño con golpes prohibidos que con buen uso de la pelota. El niño mimado de Colombia que ha desbancado a un Radamel Falcao en declive, no tendrá más comodidades ante Argentina, donde el trato será áspero, rudo, como pocas veces los ha sentido en su vida.

¿Se están reservando Messi y James para los mejores momentos, para enfrentarse entre sí? El viernes tendremos la respuesta.

Comentarios

Usa una cuenta de Facebook para agregar un comentario, sujeto a las políticas de privacidad y Términos de Uso de Facebook. Tu nombre de Facebook, foto y otra información personal que hagas pública en Facebook, aparecerá en tu comentario, y puede ser usado en las plataformas de medios de ESPN. Más información.


SAO PAULO -- ¿Quién eligió a Rakitic para jugar en los dominios de Messi? ¿Quién eligió a Messi para jugar en los dominios de Rakitic? ¿Fue Messi o fue Luis Enrique? No importa, la ecuación funcionó. Barcelona, de nuevo, campeón de Europa.

Hoy no hizo gol. Hoy no tuvo fantasías. Hoy no dio asistencias -aunque es suyo el disparo que rechaza Buffon-. Hoy Messi no existe en las estadísticas fulgurantes de la Final de la Liga de Campeones de Europa. Hoy nadie dirá que Messi hizo campeón al Barcelona, pero nadie puede negar que Messi hoy hizo ganar al Barcelona, que no es lo mismo.

Hoy Lionel jugó en las penumbras. Hoy fue el mejor jugador para el equipo sin pretender ser el mejor jugador del equipo, pero al final, por eso mismo terminó siendo el mejor jugador de su equipo. Y en un sutil anonimato porque siempre vive en la pasarela de la ansiedad universal.

Hoy, este sábado de gloria barcelonista, Messi huyó de los reflectores para no huir de sus responsabilidades. Peleó balones, estorbó, robó, luchó contra el músculo y contra la clase. No siempre ganó, pero siempre ayudó. Y claro, porque lo lleva en los genes, atacó cuando Rakitic se olvidaba de su nueva asignación.

Y después del Messi de hoy, millones en Argentina sonríen ilusionados. Y después del Messi de hoy, Di María y Mascherano ya saben que el líder que aguardaron en Brasil 2014, finalmente, apareció.

Sí, el Messi-as que ansía la albiceleste, responsable de sus obligaciones reales y periféricas, apareció el día del Juicio Final de la Champions. Y a sólo unos días de la Copa América.

Se fue de año sabático en 2014. Se reconstruyó de entre sus frustraciones acumuladas, como errar dos goles clarísimos ante Alemania en la Final mundialista, e incluyendo, claro, ver que el Balón de Oro no llegó a su colección.

Ante Juventus, Messi -o Luis Enrique, nunca se sabrá- empujó a Rakitic a que por momentos jugara delante de él. Inesperadamente, la Juve se fracturaba tratando de encontrar al argentino, que empezó a transitar libremente desde zonas insospechadas.

El gol de Rakitic, el 1-0, se origina con Messi, pero el balón fue tan sobado al aceitar la jugada, entre Neymar e Iniesta, que desapareció la huella de Lio de la monografía del gol.

Incluso, en los momentos de anestesiar la pelota, de narcotizar a la Juve sin permitirle posesión del balón, Messi reclamaba la entrega y la entretenía, y la protegía, y desesperaba.

Más pendular que nunca, con recorridos más largos que nunca, más encimoso que nunca, al final Leo terminó siendo el colaborador más activo para desactivar a los italianos, dentro de ese grupo que parece tener como única consigna ejecutar al adversario.

Cierto, a la Juve le roban un penalti, en la falta de Alves sobre Pogba, e incluso hay una asustadiza tolerancia arbitral sobre los excesos de Dani Alves, quien bien pudo irse expulsado por los insultos al silbante, pero todo pudo contrarrestarlo la Vecchia Signora si Tévez hubiera habilitado su espíritu asesino, o si Pirlo hubiera estado milímetros más exacto en los venenosos servicios. Pero, ya se sabe, el hubiera es ese limbo donde se instala el Muro de los Lamentos para quienes fracasan.

Cada vez menos guardiolista, cada vez menos exquisito, al Barcelona lo hacen superlativo las habilidades sobrenaturales de sus tres atacantes, más allá de que, lamentablemente, Neymar y Luis Suárez mantengan haciendo de los lloriqueos uno de sus recursos. En ese sentido, podrían aprender de Messi. Hoy chilla menos y juega mucho más.

Con el triplete en su caudal del año, redondearán con SuperCopas y con el Mundial de Clubes, mientras sus víctimas empezarán a preguntarse cómo destruir esa alianza que parece capaz de sobrevivir sin Xavi y sin Iniesta.

Al final, ya se ha dicho en este espacio para molestia y escepticismo de algunos: para enfrentar al vulgo de la Liga de España, le basta con ocho obreros y tres sobrenaturales. Y para el resto de Europa, en este Juicio Final de la UCL, la demostró que tiene ocho obreros, dos sobrenaturales y uno que aprendió que los artistas no están reñidos con el overol.

Messi no sólo empujó por el triplete. Mandó además una epístola cifrada, encriptada, en clave, de que Argentina sí puede ilusionarse con la Copa América. Porque Leo, finalmente, ya sabe de qué se trata...

Comentarios

Usa una cuenta de Facebook para agregar un comentario, sujeto a las políticas de privacidad y Términos de Uso de Facebook. Tu nombre de Facebook, foto y otra información personal que hagas pública en Facebook, aparecerá en tu comentario, y puede ser usado en las plataformas de medios de ESPN. Más información.


LOS ÁNGELES -- Cruz Azul ha sido crucificado en ese magnífico patíbulo que son las redes sociales. Sin esperanza de resucitar al tercer día.

Creyó hacer algo Bueno, con Sergio, pero a su afición no le parece malo, sino pésimo, la peor de las elecciones, para un equipo con 18 años sin ganar un título de Liga.

En Twitter y Facebook reclaman la cabeza de Billy Álvarez Cuevas y de Carlos Hurtado. Los seguidores celestes ven como un acto de sumisión, de rendición, de resignación y de traición, el depositar la fe marchita de todos ellos, en el aún más marchito récord de Sergio Bueno.

Cierto, este entrenador arma equipos agradables, competitivos, generosos. Pero para la legión celeste han sido 18 años de vigilia. Pero aún, sus contrincantes insidiosos, han hecho de una rapiña cíclica la renovación de sus fracasos. Si América, Chivas y hasta Pumas, fracasan, siempre tendrán el placer perverso de la autosanación con el paria en que se ha convertido Cruz Azul.

La afición, en su aflicción, juraba lealtad, prima hermana de la abnegación y la paciencia. Pero se hartó. Después de ofrecerles dedazos de ilusión, de miel, a esos paladares decadentes de tanta hiel, la decepción es mayor.

En el tendedero morboso de las tentaciones, colgaron a Gustavo Matosas, a Claudio Borghi, y hasta toleraron los cuchicheos de comadres en torno a Tomás Boy y Ricardo La Volpe. Al final, les entregaron a un entrenador que con un plantel competitivo y continuidad en el puesto, no pudo clasificar a Chiapas, en un torneo donde como este Clausura 2015, en el que había que ser muy, pero muy malo para no clasificar. Y de entre los malos. Jaguares y Bueno cotizaron entre los peores.

Y sin olvidar claro, la trampa mediática de Carlos Hurtado, quien ordenó a un mesero que tomara la foto de él con Rubén Omar Romano en una comida de negocios. Romano fue usado por Hurtado, quien montó la escenografía y filtró la foto en las redes, para que de esa manera se viera como inminente la llegada de un técnico que él no quería, pero sí estaba en los planes de Billy. El ungimiento público de Hurtado se tradujo en maldición para Romano.

Los reclamos son válidos. ¿Quién manda en Cruz Azul? ¿Quién decide en Cruz Azul? ¿Quién contrata en Cruz Azul? ¿Con cuántos enemigos duerme Cruz Azul? Hurtado sigue llevando troncos cada año, y Billy Álvarez le entrega las llaves del tesoro que no le pertenece. Un tipo brillante en los negocios, o es cómplice o es torpe para que alguien le estafe año tras año de manera descarada.

Absurdamente, algunos cooperativistas y aficionados levantan la voz pidiendo la salida de Billy sin entender que no hay quién lo eche. Y Billy podrá tolerar que lo roben, o asociarse para el autodesfalco, o inocente y pizpiretamente creer que algún día Hurtado le va a devolverlo que le hurtado y usurpado de su dinero, de su prestigio, de su respeto, de su credibilidad y del respeto juramentado a la memoria de su padre, podrá hasta prohijar todo eso, pero despedirse a sí mismo lo colocaría como el epítome de la tontería.

Los cruzazulinos se adueñan de Twitter. Piden que la afición no acuda al estadio. Piden que se abandone la cuenta oficial. Piden que ni siquiera se vean sus partidos. Piden no comprar camisetas.

Piden los sacrificados celestes guardar un silencio sepulcral. Piden velar en vida a su muerto. Piden enterrar en vida al equipo que más finales ha perdido en el futbol mexicano. Piden llevarle rosas negras a la tumba vacía, para llenarla de desprecio.

Lo terrible es que no hay reacción. Lo terrible es que Billy Álvarez permite que su imagen sea reiterada y desprolijamente lastimada, como marioneta o bufón de un promotor dueño de la cartera más poderosa de entrenadores y jugadores, y por lo visto de directivos en México.

Será un torneo largo para Cruz Azul. Especialmente cuando eligen el divorcio en tiempos de renovar votos matrimoniales. Pero la afición tiene esta vez la razón. 18 años de infidelidad matrimonial no pueden ser tolerados.

Comentarios

Usa una cuenta de Facebook para agregar un comentario, sujeto a las políticas de privacidad y Términos de Uso de Facebook. Tu nombre de Facebook, foto y otra información personal que hagas pública en Facebook, aparecerá en tu comentario, y puede ser usado en las plataformas de medios de ESPN. Más información.


CIUDAD DE MÉXICO -- No lo vi. Lo confieso. Ni siquiera lo imaginé. Aterrizando en México, saltaban en Twitter, como pulgas en perro con pedigrí, los viejos, repetidos, cíclicos, reiterados, apellidos que se matrimonian con los goles de Messi. Desde la A, del altísimo, hasta la z de zafiro.

Parecería que el diccionario se encogiera, cuando el español es el idioma más hermoso del mundo, al tratarse de ponderar a una Pulga cuya insignificancia incluida en el sobrenombre, choca brutalmente con sus quehaceres colosales en la cancha.

Ojo: no reculo. Creí que el ocaso se cernía en ese año sabático que se tomó Lionel, con el Mundial de Brasil incluido en esos síntomas de decadencia.

Parecía que en esos vómitos de bilis se escurría el último hálito de inmortalidad al aspirante a contender con la magnificencia de Pelé y Maradona.

Me equivoqué. Como muchos. Y tras hociconear fallidamente sobre el crepúsculo de un genio, me sumo a la tribuna contemplativa.

Ante el carrusel festivo del universo, en todos los idiomas, me zambullí en la enciclopedia infalible de Twitter. Vaya, hasta encontré a un compañero de Raza Deportiva en ESPNDeportes, Omar Orlando Salazar, que colgó del tendedero cibernético su relato de ese tanto al Bilbao.

Y como en el futuro las generaciones, al asalto de lo impensable de la tecnología, recurrirán a la memoria genética y genérica de las redes sociales, busqué con molestia y avidez ese gol que se convertía en un coloquio placentero entre todos aquellos quienes estuvieran colgados a un teléfono inteligente.

Y lo fue. Es un gol a lo Messi, pero mejor que otros goles de Messi. Es un gol con el ADN de su repertorio. Parecería que primero los dibuja, los programa, los organiza, los sintetiza, los inmortaliza en la frialdad de los videojuegos.

Tuve que verlo varias veces. Un tipo a mi lado, que luchaba con su Pitágoras interno ante los enigmas de un Sudoku, empezó a cuestionarme de reojo. Como auscultando mis neuronas, para ver si era necesario ver y rever y volver a ver, ese pasaje de segundos.

Fue fascinante. A veces, en este oficio debería ser una obviedad, una obscenidad, detenerse a detallar esas acciones. Debería bastar con embelesarse. Con regodearse. Y marcar la estrella de favoritos en ese video de Twitter para cuando uno vea a tanto lerdo y palurdo que se viste de futbolista, reconciliarse visualmente con el futbol.

1. Lo de Messi no pasa por su inteligencia. El desarrollo y la aplicación de la inteligencia implican método, cálculo de riesgos, revisar alternativas, confrontar opciones y posibilidades. Un intelectual no puede repentizar como lo hace Lionel. Pero Lio no construye, improvisa, crea.

2. Hay un instante en el que Messi levanta la mirada. Es un acto prodigioso. Revisa el horizonte, lo memoriza, lo mecaniza, lo adivina y decide, entonces, embestir. Es como una mirada procesada en megahertz.

Elway, Montana, Manning, Brady observarían el horizonte de un bosque poblado de propios y extraños. Y elegirían, pero obedeciendo a un esquema, a una rutina, a un plan preconcebido, y teniendo un cómplice predeterminado.

Messi está solo. Ni sus eventuales cómplices saben que van a serlo. Ni sus propios rivales saben que al final, terminarán siendo sus cómplices. Por eso lo comparaba con el legendario Garrincha, que llamaba Manuel a todos sus adversarios. Seguro Lio ni siquiera podría poner el nombre en el epitafio de sus víctimas. Todos son Fulano, Zutano o Perengano para él.

3. Después de leer, codificar y decidir, Messi arranca sobre el primer Fulano, con un Zutano y un Perengano detrás. Y Fulano que ya sucumbe por la sorpresa. Decían en la época de Garrincha, que el brasileño les decía a sus frustrados marcadores: "vámonos", cuando iba a pedir la pelota y empezar a sembrar rivales. Messi, como acto de piedad, debería hacer lo mismo.

4. 11 segundos, 13 toques de balón, y siete adversarios más confundidos que Joseph Blatter antes del conteo de votos. Eso ocurre en un pedazo de terreno.

¿Cómo demonios puede un ser humano recorrer 40 metros tejiendo rococó con las dos agujas y amagando fraudes, ojo, en espacios que serían callejones sin salida para cualquier otro jugador, en un lapso de 11 segundos y tocando 15 veces el balón hasta la puñalada final al corazón gigante de los Leones de San Mamés?

5. Y nunca falta el detalle chusco. Dani Alves celebraba el pase que le dio por derecha antes del arrancón letal, mientras que cuando dispara Messi es sorprendente la coordinación con el salto de Luis Suárez, para no obstaculizar el viaje del balón. ¿Alguien se imagina la frustración mundanamente mundial si el disparo del genio termina en el trasero del uruguayo, después de semejante concierto de desconciertos ajenos?

Sí. Me lo perdí en vivo, en directo, pero las redes sociales siempre estarán al rescate de nosotros los despistados.

Comentarios

Usa una cuenta de Facebook para agregar un comentario, sujeto a las políticas de privacidad y Términos de Uso de Facebook. Tu nombre de Facebook, foto y otra información personal que hagas pública en Facebook, aparecerá en tu comentario, y puede ser usado en las plataformas de medios de ESPN. Más información.


LOS ÁNGELES -- ¿Y James? ¿Y Bale? ¿Y Kroos? ¿Y Benzemá? ¿Y Chicharito? ¿Y el orgullo madridista? En el Santiago Bernabéu siguen buscándolos. A lontananza, la Juve cabalga triunfadora y triunfalista.

Se colapsa la Bolsa de Valores del futbol mundial. 600 millones de dólares se van a la bancarrota. Por un fracaso semejante, en Wall Street ha habido suicidios. En la Casa Blanca de Madrid, el cinismo es una infalible puerta de escape. Y por eso el drenaje en Madrid apesta a almizcle de fracaso y de señoritos perfumados.

El dinero no compra la felicidad, dicen los románticos. A Real Madrid le alcanzó para comprar la Décima Champions. Pero no la undécima.

El grupo de asalariados más caro del mundo del futbol se quedó con el más barato de los saldos: un triple fracaso. Ni Liga, ni Copa del Rey, ni Champions. La vanidad es leña seca de las desvergüenzas y frustraciones. Que ardan en la hoguera, porque, es claro, en la cancha nunca ardieron de vergüenza competitiva.

Real Madrid tiene pesadillas. Y le espera una migraña durante un largo año... o más. Porque lo más doloroso de su tragedia, es la comedia resucitada de los azulgranas. Madrid vuelve a la sombra de Barcelona. La Monarquía rinde pleitesía a la Ciudad Condal. Hasta social y civilmente, la catástrofe se extiende.

Lo que más insulta al luto merengue, son los sonidos del carnaval culé. Las tres heridas de los tres fracasos del Madrid, sangran color azulgrana. Hemorragia de dignidad y orgullo.

Es la historia del rey que renunció a ser rey porque se creyó ser el rey absoluto de sus fantasías. En las sociedades actuales, los reyes son bisutería de vestimenta elegante y ademanes afectados. En las sociedades futbolísticas, los reyes son peones de sus propias batallas. En el Madrid, los burgueses tienen la misma beligerancia y gallardía que los mercenarios.

Philipp Schmidli/Getty ImagesHoy, CR7 ya lo sabe: al Balón de Oro ya le están haciendo un nicho en casa de Leonel Messi.
En términos lapuentistas, el superlativa, el aumentativo, la exageración, el sumum, el clímax del fracaso, quedó definido en México como "fracasototote". El fracaso suele ser una lección, una cicatriz, una afrenta, una enseñanza, una experiencia, pero el "fracasototote" es el premio envenenado y putrefacto para los mezquinos.

Nadie se escapa. Acaso Cristiano Ronaldo, con la duda de si su lucha ha sido más por aportar al palacio de su egolatría que al palacio de los merengues. Hoy, CR7 ya lo sabe: al Balón de Oro ya le están haciendo un nicho en casa de Leonel Messi. El portugués ya prepara reportarse enfermo para la gala de FIFA.

Si la guillotina pública e inocua de la burla popular debe empezar en ese festival ridículamente inofensivo, el primero debe ser Florentino Pérez, quien compró por catálogo y vendió como tienda de saldos.

Ni James fue más que Ángel di María, fundamental en la décima, ni Kroos hizo olvidar a Xabi Alonso. Florentino subastó a dos líderes genuinos, por dos asalariados de protagonismo en el Mundial, pero que nunca entendieron la grandeza de su club.

¿Ancelotti? Aceptó las cartas. Y las condiciones. Y no defendió lo que necesitaba por proteger a los que quería. Pero en los momentos culminantes, sus mimados fallaron. Y ni Bale ni Benzema respetaron el respeto de su entrenador.

Marcelo, Pepe, Ramos, Iker, en el mundo indiscutible de sus deficiencias, no lograron romper el muro de la indiferencia de los recién llegados, que lucen, deslumbran, ante equipos pelagatos de semana a semana, pero desmayan y desfallecen, como ninfas de opereta, en los grandes desafíos.

¿Juventus? Derramó, derrochó, porque no despilfarró, lo que a sus rivales les faltaban. Cerraron espacios, apretaron la pierna, mordieron el gaznate, y se ensuciaron las galas de la grandeza de su club.

Sí hasta Juan Gabriel sabe la diferencia: al Real Madrid le hizo falta lo que la Juve tuvo de más. Y hablemos genérica y genéticamente: futbol, testosterona, ambición, lealtad, inteligencia, astucia, confianza, y sobre todo, respeto al adversario.

Y tras la sesión plañidera de vestuario, con lágrimas de cocodrilo cínico, coinciden los jugadores madridistas en afirmar que la diferencia fue que "ellos tuvieron suerte que nos faltó a nosotros". El escritor Michael Levine tiene la respuesta perfecta para los apóstoles del autoindulto en la apesadumbrada Casa Blanca merengue. "Los triunfadores tienen mucha suerte. Si no lo crees, pregúntale a un fracasado".

Comentarios

Usa una cuenta de Facebook para agregar un comentario, sujeto a las políticas de privacidad y Términos de Uso de Facebook. Tu nombre de Facebook, foto y otra información personal que hagas pública en Facebook, aparecerá en tu comentario, y puede ser usado en las plataformas de medios de ESPN. Más información.


MÚNICH -- Primera temporada al frente del Barcelona, y Luis Enrique los ha clasificado a la final de la Champions. Lo que es más, los tiene a tres victorias del triplete, algo solo reservado para contados equipos en la historia del futbol; los más recientes Juup Heynkes con el Bayern Múnich, Pep Guardiola con el Barcelona y José Mourinho con el Inter. Palabras mayores.

El que haya superado con suficiencia la ronda de eliminación directa no quiere decir que haya enfrentado rivales de bajo nivel. En el camino dejó a los campeones de Inglaterra (Manchester City), Francia (París Saint Germain) y este martes al de Alemania (Bayern Munich).

Zubizarreta
Getty ImagesZubizarreta, un responsable del éxito

Hay varios factores que soportan el gran momento azulgrana, desde el diseño del plantel hasta la puesta a punto actual, que parece la óptima para redondear la obra. Nadie lo recuerda, pero una misma persona puso a Luis Enrique en la dirección técnica, trajo a Luis Suárez, reclutó a Marc Andre Ter Stegen, trajo a Ivan Rakitic y a Jeremy Mathieu. Esa persona fue el chivo expiatorio de las dudas de mitad de temporada, se llama Andoni Zubizarreta.

Al tiempo se está demostrando que las decisiones de Zubi fueron las correctas. Sin ir más lejos, Suárez ha sido clave con 24 goles y 20 asistencias, dos de ellas en la vuelta ante el Bayern; a sus 23 años Ter Stegen es un lujo para la Copa del Rey y la Champions, su actuación en el primer tiempo en Múnich fue clave para contener una eventual reacción bávara; Rakitic no ha desentonado y tiene un lugar en la "sala de máquinas" del once de gala; mientras que Mathieu, con un papel más discreto, ofrece soluciones en la defensa menos goleada de la Liga Española.

El partido en Anoeta marcó un antes y un después para el Barcelona. Cuando peor parecían estar las cosas internamente, Luis Enrique puso orden. Fundamental que un técnico en este nivel sea capaz de gestionar el vestidor. Los ha hecho sólidos en defensa y ha construido el que el propio Pep Guardiola ha definido como "el equipo que mejor contraataca". No necesita monopolizar la posesión del balón para ganar los partidos.

Y reservo para un posterior análisis el tan comentado tridente ofensivo que encabeza Lionel Messi. El crack argentino está en su mejor versión, más hambriento y maduro que nunca; sin duda la piedra angular del equipo que ha llegado a su cuarta final de Champions en menos de diez años.

Comentarios

Usa una cuenta de Facebook para agregar un comentario, sujeto a las políticas de privacidad y Términos de Uso de Facebook. Tu nombre de Facebook, foto y otra información personal que hagas pública en Facebook, aparecerá en tu comentario, y puede ser usado en las plataformas de medios de ESPN. Más información.


LOS ÁNGELES -- Devastado, inconsolable, confundido, culpable, Pep Guardiola hoy contempla las ruinas de sus dos imperios.

Difícil la empatía. ¿Qué será más lacerante para él? ¿Cuál vulgarización de sus dos obras debe dolerle más? ¿Ver a este Bayern Múnich que no alcanza a ser el heredero de su Barcelona? ¿O este Barcelona que no alcanza a ser el heredero de su Barcelona?

Le dolerá más a Guardiola ver el deterioro de un nuevo Bayern que fracasa en Europa, o le dolerá más ver que el Barcelona ha perdido la exquisitez de 90 minutos. Sus dos imperios se han colapsado ante sí, uno en sus manos, otro, sobre su propia tumba y sobre la del Bayern.

Pep quiso vestir de etiqueta a los depredadores alemanes. Y se equivocó. Es como pedir a vikingos despiadados que descuarticen con sutileza y con un bisturí. Y pedirles que hagan cirugías estéticas a quienes usan hachas hasta para rasurarse y hacerse pedicure.

Y ante sus ojos se descubrió este nuevo Barcelona. Tan letal como el suyo, pero fragmentado, sin el regodeo, ni el refinamiento, ni la tersura.

Este Barcelona tiene ocho peones percudidos y tres asesinos gentiles y perfumados. Ocho obreros y tres artistas. La ecuación es simple: asaltar y despojar al adversario, para entregarles la presa a Messi, Neymar y Suárez.

Y juntos, en esta Santísima Trinidad del Futbol, lo hacen tan bien, que hasta la víctima se los agradece. Es como permitirle al futuro difunto que elija su arreglo floral. Bayern Múnich murió con una sonrisa. Lo mataron con etiqueta aunque sin anestesia. La crueldad tiene sus límites. Aún para ser finalista de la Champions.

Pero, las palabras de dos jugadores, venerados como leyendas en España, el Atlas y el Atlante, colosos mitológicos griegos, que sostenían en sus lomos y en su arte, aquel Barcelona de ensueño, esos mismos, hoy han sido relevados y destruidos.

"Es que en esta nueva forma de jugar, en lugar de salir jugando y arriesgando, si hay que tirar el pelotazo, eso hacemos, rompemos", dijo hace unos días con un rictus del alfarero al que le dan barro en lugar de arcilla. Y eso hemos visto haciendo a Iniesta principalmente. Porque, hoy Don Andrés, ya no juega para el museo de las Bellas Artes del Futbol. Don Andrés ya no urde, ya no ingenia, ya no purifica, ni tampoco maravilla.

"Las cosas son como tienen que ser. Lo importante es el equipo y tratar de ganar todo, tratar de conseguir el triplete, y para eso pujamos todos. Es lo que hay", reconoce Xavi, alguna vez con esa sensibilidad de billarista, de prestidigitador en la carambola a tres bandas, inventado llanuras, donde los demás, ven callejones.

Y Pep Guardiola murió dos veces la misma noche trágica de Munich.

1.- Aplastado por su proyecto fallido con el Bayern, luego de que, sincerémonos, los "alemanes" dejaron de ser alemanes, y Lewandowski, Müller. Thiago y Schweinsteiger, perdonaron por falta de decisión ante un Ter Stegen sublimado.

Ganaron 3-2, pero el marcador es una mueca de fracaso. En el segundo tiempo la pelota fue suya, pero no pudieron rescatar la impericia o la pusilanimidad del primer tiempo.

2.- Y aplastado además por la desilusión manifiesta de que aquel Barcelona engendró su degeneración en otro que, sin embargo, alcanza para señorear en la Copa del Rey, en la Liga y en la Champions.

La Santísima Trinidad glorifica el futbol, mientras los ocho restantes ofician de sacristanes. Con Pep todos tenían derecho a intentar ser arquitectos, pero estaban todos obligados a ser guerreros. Hoy, el equipo culé sufre de una monarquía, y, claro, el técnico Luis Enrique es apenas el asesor del Rey Messi.

Sí, Pep Guardiola murió dos veces. Y aplastado bajo las ruinas de sus dos imperios. El que desde Alemania fracasó en Europa. Y el que desde España, ganador, finalista de la Champions, pero que se ha vuelto rústico, afeado, y que encima le tira un epitafio: "Cría Messis y te sacarán los ojos".

Comentarios

Usa una cuenta de Facebook para agregar un comentario, sujeto a las políticas de privacidad y Términos de Uso de Facebook. Tu nombre de Facebook, foto y otra información personal que hagas pública en Facebook, aparecerá en tu comentario, y puede ser usado en las plataformas de medios de ESPN. Más información.


Somos parte de una generación bendecida en el deporte. Atletas fantásticos, de grandes condiciones físicas, de una profunda capacidad para crear, inventar, han sido parte de nuestros días. No permitamos que los sentidos o cierta pasión nos confundan y nos cieguen de lo que tenemos frente a nuestros ojos. El sábado, en Las Vegas, atestiguábamos el trabajo defensivo de Floyd Maywetaher. Tres días más tarde, en Barcelona, apareció la genialidad sobre la cancha de futbol de Lionel Messi.

LOS ANGELES, CA. - A la mañana siguiente, me queda claro que tenemos permitido cualquier cosa en el futbol y en todo el deporte, incluyendo el discernir sobre el Barcelona, el Madrid, el Bayern o la Juventus, Messi o Cristiano Ronaldo, o quizá sobre los estilos y las condiciones distintas de cada deportista, pero lo que tenemos prohibido es perder la capacidad de asombro.

Y la escena aparece, otra vez, dando vueltas por nuestra mente. El amague, la aceleración, el cambio de flanco, las virtudes técnicas, las físicas y las intelectuales que son partes inseparables de la jugada. Una belleza, una obra de arte en medio de un simple, burdo y trivial partido de futbol. Lionel Messi era el autor.

Pero hoy hay tiempo para "nublar" el horizonte: que si aprovecho la debilidad del contrario, que si fueron otros los que hicieron el "trabajo de desgaste" para propiciar las jugadas del final del partido, que por qué no tuvo ese nivel en el verano del año pasado cuando la selección argentina lo necesitaba en la final del Mundial, que si fue el entorno familiar, el nutriólogo "los batidos", la relación con Luis Enrique, que esto y que lo otro.

La realidad, muchas veces, queda distorsionada, no la vemos o no la queremos ver porque nuestra condición humana siempre nos lleva a un sitio donde lo que ocurrió en el pasado y lo que vendrá en el futuro será siempre mucho mejor. Vivir el presente de un futbolista que inscribe sus días con base a mensajes contundentes en la cancha no está entre nuestras prioridades.

Luego y siempre está la pasión. El deporte lleva esa pasión de modo inherente. Y la pasión divide por colores, por pensamientos, por hechos, por héroes, por la historia misma. Pero incluso aquí debemos permitirnos cierta coherencia para entender qué estamos viendo y que ese personaje podría estar más allá del bien y del mal a la hora de polarizar los sentidos. Lionel Messi es un futbolista para todos, incluso para los madridistas o para quienes sean "enemigos" del Barcelona. No verlo de esa forma puede terminar siendo un verdadero desperdicio.

La época ha sido maravillosa con nosotros. No ha permitido ver a atletas de gran desarrollo, destreza, arte y fuerza histórica, deportistas que dentro de su especialidad levantan la duda, no sobre su grandeza, sino son definitivamente lo mejor de su deporte. Atletas que fueron incluso más importantes que el deporte que representaban. Desde Michael Jordan, Magic Johnson, Kobe Bryant, Joe Montana,Tom Brady, Derek Jeter, Diego Maradona, Zinedine Zidane, Cristiano Ronaldo, Roger Federer, Pete Sampras, Carl Lewis, Usain Bolt, Michael Phelps, Michael Schumacher, Floyd Mayweather y Tiger Woods, entre muchos otros. No confundamos a los sentidos. Valoremos, disfrutemos, gocemos .o que el destino nos pudo por delante. Lo último que podemos perder es la capacidad de asombrarnos.

@Faitelson_ESPN

Comentarios

Usa una cuenta de Facebook para agregar un comentario, sujeto a las políticas de privacidad y Términos de Uso de Facebook. Tu nombre de Facebook, foto y otra información personal que hagas pública en Facebook, aparecerá en tu comentario, y puede ser usado en las plataformas de medios de ESPN. Más información.


El problema con Lionel Messi es que cuando juras y perjuras que has visto todo lo que tienes que ver de él, te sale con algo nuevo, que te deja pasmado, aturdido, sorprendido, maravillado. Diez años después, 405 goles más tarde, el futbol y nosotros no podemos cansarnos de admirarlo por lo que es capaz de generar en la cancha. Y si buscamos la definición más correcta, el diccionario dirá que es algo no tangible, poco real y alejado de cualquier teoría científica: es magia.

LOS ANGELES, CA. - Las comparaciones terminan siendo un sacrilegio y también una pérdida de tiempo. Lo que tenemos que hacer es disfrutarlo y atesorarlo al máximo, cada momento, cada inspiración, cada genialidad, cada gol, cada latido..

El problema con Lionel Messi es que cuando juras y perjuras que has visto todo lo que tienes que ver de él, te sale con algo nuevo, que te deja pasmado, aturdido, sorprendido, maravillado. Diez años después, 405 goles más tarde, el futbol y nosotros no podemos cansarnos de admirarlo por lo que es capaz de generar en la cancha. Y si buscamos la definición más correcta, el diccionario dirá que es algo no tangible, poco real y alejado de cualquier teoría científica: es magia.

El balón a los pies. El recorte por izquierda, un nuevo giro a la derecha, la cabeza en alto, el corazón sobre 150 pulsaciones, la cabeza fría. A Boateng no le destroza la cintura, lo destroza de pies a cabeza y luego, cuando enfrente aparece la inmensa humanidad del personaje que el mundo del futbol llama el mejor portero de la época, él la toca, "la pica" suavemente, con la derecha que no es la suya, y el balón se suspende en el aire, lentamente hace una parábola, detiene el tiempo, parsimonioso y cae agitando las redes. Una obra de arte en medio de un partido de futbol.

Por momentos parece dormido. El balón pasa cerca de él, lo toca, acompaña la jugada, trota, observa, analiza, piensa y de pronto estalla, despierta "el monstruo" mismo que vive en su interior y encuentra la manera, el método para romper el partido.

Pep Guardiola lo había adelantado en la víspera del partido: "Cuando está bien, es imposible detenerlo". Y así fue, pero qué ironía: el "Monstruo" que el mismo Guardiola creo, terminó devorándoselo.

Y la historia moderna del Barcelona y del futbol habla y reconoce épocas y busca compararlas: ¿Era mejor el Barcelona de Guardiola? ¿Es mejor el Barcelona de Luis Enrique? La realidad es que del Barcelona de Guardiola al Barcelona de Luis Enrique, me quedo siempre con el Messi del Barcelona.

Tiene 27 años de edad. Ha ganado casi todo lo que se puede ganar como futbolista, pero su genialidad alcanza para más, porque no sabemos qué tiene preparado, listo para inventar el sábado, la próxima semana, dentro de un mes, en su inagotable capacidad para hacer del juego de futbol una obra de arte.

@Faitelson_ESPN

Comentarios

Usa una cuenta de Facebook para agregar un comentario, sujeto a las políticas de privacidad y Términos de Uso de Facebook. Tu nombre de Facebook, foto y otra información personal que hagas pública en Facebook, aparecerá en tu comentario, y puede ser usado en las plataformas de medios de ESPN. Más información.


LOS ÁNGELES -- Lionel Messi se despojó de todos sus despojos. Y evolucionando, evolucionó y revolucionó al Barcelona.

Las pistas llegan a retazos. Porque hace un año, en el año del Mundial, Messi era una paradoja de sí mismo. No oculto la mano que arrojó la piedra: creía entonces que el Leo que deambulaba era el obituario de sí mismo. Afirmaba entonces, como otros, que era protagonista de su propia decadencia. Se hablaba ya más de sus vómitos que de su magia.

Hoy, consuma el mejor Messi de la historia sin que esto signifique que no pueda llegar a consumar un mejor Messi que ese que, en una tarde de fascinación, deja herido de muerte al poderoso Bayern Munich. Dos goles y una asistencia a Neymar pusieron en terapia intensiva a los alemanes.

En la brevísima epopeya de tres minutos, con sus dos horadaciones, Messi aromatizó de gloria a Barcelona y de luto a Munich. Al 90' le cedió a Neymar la concesión de revancha ante la embajada alemana, base de aquel ejército que humilló a Brasil 7-1 en su propio Mundial.

Su primer gol incluía un acertijo. Neuer llegó una milésima tarde a su poste, el izquierdo. Lo incrimina la obviedad del disparo, pero lo indulta la potencia y colocación que consiguió Messi.

La segunda mutilación al Bayern lleva su código de barras. Al contacto con la pelota, las musas de Messi habían ya inspirado la fantasía. Lo dijo él mismo alguna vez: "No sé qué voy a hacer con el balón, sino hasta que lo tengo". Así debe ser. Seguramente.

Ese es el dilema de encarar al argentino. Nadie puede precisar si es un asesino con sangre de reptil, que conoce todas las formas de liquidar contrarios, o si es un ungido de la inspiración y la improvisación, y elige la travesura con los pies antes que con la cabeza.

Como sea, al ramplón Boateng le tiró un jeroglífico. El zaguero del Bayern, azorado, descubrió que las piernas le estorbaban para resolver el trabalenguas que le extendieron. Porque Messi repentiza e inspira un ballet en un espacio más angosto que su sombra.

Y Leo es un péndulo. Hacia la izquierda, primero, después hacia la derecha y Boateng enredó las piernas como trenza de colegiala. Los neurólogos necesitarían un simposium para explicar que en el lóbulo parietal del alemán, en el cortex somatosensorial, donde el cerebro gobierna las piernas, ocurrió un cortocircuito y algunas neuronas murieron fundidas. Leo lo ilustró en una ráfaga. La pierna derecha de Boateng quiso ir hacia la izquierda, y la izquierda hacia la derecha. Un pulpo, con ese amague, se habría ahorcado a sí mismo. Y Messi dejó un tipo con la médula espinal confundida y con nudos ciegos.

El resto de ese 2-0 fue más simple. La complicidad estaba pactada. En el servidor robótico que tiene Messi implantado en la cabeza, o en la delicadeza de la inspiración, de la iluminación vertiginosa, en ese soplo de lo impensado, el argentino sentencia en milésimas de segundo. El balón es un noveno planeta del sistema solar en un cuento de ciencia ficción. Flota indefenso pero letal, hasta que se escurre, sobre Neuer y sus mastines, para, más que caer, deslizarse en una larga caricia sobre la red.

Irónico: Pep Guardiola, que vivió bajo el amparo mágico de Messi, no podía saborear la bayoneta clavada por su exdiscípulo y termina culpando a sus zagueros. El arma que depuró y purificó él mismo, le había dado el tiro de gracia. ¿Cómo aplaudir a su propio asesino por muy elegante y amado que sea?

Messi reinventado y recargado. Las versiones en España se multiplican sobre su reconstrucción. Un nuevo nutriólogo, un nuevo preparador físico y una concesión de su entrenador en el contrato matrimonial entre ambos: el Barsa juega como Messi quiere para que el Barsa rinda como Luis Enrique quiere.

Messi ya no vomita porque ya no hay abusos gástricos, sino que se nutre sin las licenciosas comidas familiares. Y Messi juega mejor porque con menos potencia de despegue es más veloz, más flexible, más soberano de sus cambios de ritmo.

Y esa es una lección aparte. Una lección de independencia. Se liberó de sus hábitos, de sus consejeros empíricos y errados y de la larga expiación y contrición de autojustificaciones.

Relata la prensa en España que él eligió su propia metamorfosis. Él indagó y eligió a quienes podrían restablecer un organismo acorde con sus necesidades. "Messi se dio cuenta que cuando intentaba esas jugadas que lo hacen superior, el cuerpo no respondía. Este Messi no habría fallado las dos posibilidades de gol que falló ante Alemania en la Final", aseguran en Cataluña en versiones que atribuyen a allegados a Messi.

Sí, el mejor Messi de la historia, pero tal vez no el mejor Messi de toda la historia. Y recojo la piedra, pero sin esconder la mano.

Y afortunadamente veremos a este Messi en pugna con el mejor Cristiano Ronaldo de la historia. Los dos compiten por una supremacía innecesaria. El mundo y el balón sonríen complacidos.

Comentarios

Usa una cuenta de Facebook para agregar un comentario, sujeto a las políticas de privacidad y Términos de Uso de Facebook. Tu nombre de Facebook, foto y otra información personal que hagas pública en Facebook, aparecerá en tu comentario, y puede ser usado en las plataformas de medios de ESPN. Más información.


AL INICIO