Gerardo Martino, del híbrido europeo al alebrije mexicano
¿México tendrá que pensar en una selección 'casera' para la eliminatoria?
LOS ÁNGELES -- Inglaterra y España yerguen un muro. La Liga Premier y La Liga de España, como castillos feudales, cierran sus puertas y advierten que no prestarán futbolistas para la Fecha FIFA de septiembre. Y tal vez, tampoco en octubre ni en noviembre. Conmebol llora, Concacaf jadea y África sufre.
Alemania, Italia, Holanda, Francia y Portugal observan. Sus ligas aguardarán prudentemente el choque de colosos: la Premier y LaLiga contra la FIFA, mientras la UEFA se agazapa. “Entre mulas, nomás las patadas se oyen”, se dice en México.
La Conmebol tiembla. Y a la espera de que Francia no se una a este frente opositor. De hacerlo, porque motivos hay, Messi, Neymar, Di María, entre otros, quedaría enclaustrados. Argentina, por ejemplo, sólo tiene dos seleccionados de su propia liga: Franco Armani y Julián Álvarez, y ninguno es titular.
¿Y Concacaf? De aumentar el número de países europeos en esta prohibición, Estados Unidos sería, en volumen, el más afectado. Mientras tanto, México se quedaría chimuelo. Raúl Jiménez no viajaría, mientras que el Chucky Lozano y Tecatito Corona están en el balcón de la incertidumbre. Canadá perdería a dos de sus referentes: Alphonso Davies y Jonathan David.
Además, México extrañaría a Héctor Herrera, Édson Álvarez, Johan Vásquez y Diego Lainez, porque Andrés Guardado y Néstor Araujo, el primero por lesiones, y el segundo por su nivel de juego, dejaron de ser imprescindibles. ¡Ah, sí, y el desaparecido J.J. Macías!
Insisto: Francia, Holanda, Alemania, Portugal e Italia, observan la zacapela que con base en boletinazos y memorándums, se ha desatado entre los oficiosos de Inglaterra, España y Zurich. Gianni Infantino ya amenazó sobre “las consecuencias de su posible incumplimiento”.
¿A qué le teme más Infantino, al poder económico y competitivo de la Premier y LaLiga, o al número de votos de África, Concacaf y Conmebol? Por supuesto que le preocupa más la compra y venta moral o inmoral de sufragios. El voto de Montserrat y sus casi 6 mil habitantes, pesa tanto como el de la Reina y la fastuosidad de Buckingham.
La Conmebol ya se querelló ante FIFA. ¿Concacaf? Con su actitud ratonera y oportunista, deberá estar aguardando, atemorizada, antes de alzar la voz. Recordemos que es y ha sido, la más servil de los serviles a la dictadura de FIFA. Aclaro, servil, no servicial.
¿Qué nivel de competencia habría en el Octagonal Final de la Concacaf? Se remitiría al potencial de las ligas, en una pureza extrema de sus condiciones. En ese nivel, recordemos, Estados Unidos le tundió a México en la Final de la Copa Oro.
Con esta veda o con este veto impuesto por la Premier y LaLiga, y a la espera de otros solidarios, también resultan afectadas las selecciones nacionales de los otros países incluidos en el Octagonal Final de la Concacaf.
Jamaica, por ejemplo, tiene 10 seleccionados solamente en Inglaterra, ya sea en la Liga Premier o en la Championship, que está dispuesta a seguir los pasos de su hermano mayor. Se verían menos afectados Costa Rica, Honduras, El Salvador y Panamá, que tiene a tres jugadores en España, pero en divisiones menores.
Para Gerardo Martino la historia ha cambiado. Hablábamos aquí desde hace meses de su proyecto de híbrido, de su Frankenstein de emergencia. Un equipo conformado por los que fracasaron en la Copa Oro y los que embadurnaron de consuelo y de bronce, su travesía por los Juegos Olímpicos de Tokio.
Quedaba claro que en ese híbrido de dos selecciones derrotadas, encontraría una capaz de triunfar en el Octagonal Final de la Concacaf y acudir a Catar 2022, eso sí, con los debidos sinsabores del trámite, especialmente con el Estadio Azteca bajo veto.
Ahora, su híbrido méxico-europeo, tendrá que transformarse en un alebrije, es decir en una de las manifestaciones artesanales más modernas, imaginarias, demenciales y cromáticamente esplendorosas de México.
Claro, Martino tendrá el recurso de acudir al patio trasero de las refacciones de segunda mano, al huesero de la Liga Mx, como es la MLS. Ahí podrá encontrar piezas que ya no cotizan en México, pero extraña y misteriosamente, sí están en sus planes, como Rodolfo Pizarro, Alan Pulido y Jonathan dos Santos, aunque claro, siguen bajo veto Javier Hernández y Carlos Vela.
Cierto, el alebrije es una expresión fascinante del arte rural mexicano, con admiración muy merecida en el resto del mundo, como para involucrarlo en algo tan opaco, bruñido, y torvo como la selección mexicana.
Como sea, Martino aún tiene ventaja en este desafío de selecciones tercermundistas, de mantenerse, y extenderse incluso, el reclusorio europeo.
En la portería no debe sufrir con Guillermo Ochoa y Alfredo Talavera en el relevo. En defensa, seguramente recurrirá a César Montes en la central, y su compañero ideal sería el mejor jugador del torneo mexicano pasado: Luis Romo, quien conoce la posición. ¿Por los costados? Jesús Gallardo y las dudas sobre Salvador Reyes y Jorge Sánchez.
En media cancha dispondrá de Carlos Rodríguez, Fernando Beltrán, Sebastián Córdova, y hasta contar con Orbelín Pineda más retrasado, y, claro, como parte de sus caprichos, Martino citará a Efraín Álvarez, Jonathan dos Santos y Rodolfo Pizarro.
¿Al ataque? Los compadres y cracks del vodka con tamarindo, es decir, Uriel Antuna y Alexis Vega, y por supuesto mantendrá sus mimos sobre Funes Mori, antes que sobre Henry Martín, sin descartar una oportunidad para Santiago Giménez e incluso compadecerse de Alejandro Zendejas.
Es decir, dentro del desastre que originaría entre algunas de las conkakafkianas selecciones, México podría ser el menos perjudicado en la eliminatoria mundialista, especialmente en las Fechas FIFA de septiembre, octubre y noviembre, en caso de, como lo pretenden la Premier y LaLiga, extiendan su prohibición por el resto del 2021.
Así que a Gerardo Martino no le queda más remedio que improvisar e ir de su hibrido europeo-mexicano, con base en el híbrido de Copa Oro y olímpicos, a dedicarse a armar un alebrije adulterado, con lo mejor de la Liga Mx y lo menos peor de la MLS. Aún así, debe alcanzarle para que en la paupérrima Concacaf, se embolse el boleto a Catar, eso sí, sufriendo.
Inspirado pues en la belleza del alebrije, el Tata debe encontrar su propio aleTRIje.
Más allá de ese exorbitante capital que tiene incautada la silla presidencial de La Casa Blanca en beneficio absoluto de Florentino, lo cierto es que no aparece ningún otro miembro de la tribu de oligarcas madridistas, capaz de combatirle por ese puesto.
Este lunes, Florentino debió masticar su propio hígado para reubicar a Zinedine Zidane al frente del Real Madrid.
Y no hablemos del costo moral y emocional, ni del costo financiero que representará la llegada de Zidane, sino las exigencias impuestas para tratar de reconstruir un equipo en ruinas deportivas, morales y financieras, tras los millones de euros que dejó escapar en Champions.
Zidane comenzará de cero. La Liga ya fue al sastre en busca de una túnica azulgrana y no hay nada que rescatar, acaso, un desenlace digno en el torneo y mantenerse entre los escaños de la Champions.
Ciertamente, no cabe el conformismo. El francés sabe que hoy empieza a construir su proyecto, más propio que nunca, por ello más riesgoso que nunca. Real Madrid deberá llevar su sello y por ello negoció una autonomía absoluta ante el capataz del Madrid.
Claro, los clubes de Europa se frotan las manos. Y los representantes de los jugadores también. Los vampiros afilan los colmillos ante la yugular expuesta por la urgencia del madridismo. Hemoglobina gourmet.
Zidane ha dejado claro a Florentino que necesita un defensa central, un medio ofensivo y un hombre gol. No abundan, especialmente ante las exigencias que se le vienen encima a la Casa Blanca a partir de la segunda mitad de este año.
Y Zidane necesitará muñeca firme, de cirujano y de líder, para evitar que entre quienes no pretenda retener del actual grupo surja un incómodo amotinamiento, a sabiendas que su futuro será, seguramente en clubes de inferior categoría.
Circulan nombres. Unos con cierta lógica. Otros con demencia. Desde Mbappé hasta Griezmann, incluyendo a Hazard, Militao y Mané, por la aparente ascendencia que tiene Zizou sobre ellos.
Además, su solo nombre y los antecedentes exitosos, ya allanan los caminos. 285 días después de su salida, el misticismo aumenta en torno a Zidane.
Al final, queda claro para todos, Zizou se fue como y cuando quiso irse y regresa como y cuando deseaba regresar. Ido por la puerta grande, retorna por una puerta aún más ensanchada por las circunstancias y una afición que espera casi un milagro.
Y claro, la UEFA estará atenta, acechando, contando hasta los centavitos que pudieran fugarse, en la fiscalización implacable que hace sobre los clubes, aunque, claro, es evidente que suele cerrar los ojos cuando los grandes se exceden.
El regreso de Zidane, por supuesto, baja en este momento de la picota mediática a Florentino Pérez. Es una medida desesperada pero aparentemente acertada para salvar su devaluado pellejo, que ya era colocado en carteles con recompensa.
Y hasta en el Barcelona deben haber recibido con placer el retorno de Zizou. La dignidad de la competencia exige el desafío monumental de confrontar a un poderoso gladiador, no a una indefensa y pueril piñata.
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Rocky Balboa es un luchador. En el más amplio sentido de la palabra. Y digo es, en tiempo presente, porque su nobleza, bondad y coraje son muy fuertes como para morir en una simple historia cinematográfica. No es sólo un personaje de ficción, es un conjunto de ideales, una forma de plantarse ante la vida. Es conocer las limitaciones propias y pese a eso -y también por eso- encontrar la manera de salir adelante y triunfar. Pero no triunfar en tanto victoria o derrota, sino en tanto saber que se hizo todo lo posible por un objetivo.
Todo el mundo conoce la historia de Rocky, un boxeador de bajo perfil al que un día le sonríe el destino y le da una oportunidad de llegar a lo más alto. Sólo una. El muchacho pobre de Philadelphia de repente está ante la posibilidad de pelear por el título del mundo contra una estrella mundial. Nadie confía en él, sólo su entrenador y su amada. Con fuerza de voluntad, Rocky hace un gran papel pero pierde. Aunque aquella primera pelea contra Apollo es una derrota en las tarjetas, también es un triunfo indiscutible para su vida. Porque hizo lo máximo que podía y se derrotó a sí mismo.
La primera película de la saga de Rocky, escrita y protagonizada por Sylvester Stallone y dirigida por John G. Avildsen, fue estrenada en 1976 y ese año ganó el Oscar a mejor película. Luego, se produjeron cinco filmes más, que terminaron por instalar la figura de Rocky Balboa en el corazón de la gente. Nadie puede resistirse al Semental italiano, un hombre bonachón, incapaz de lastimar a nadie pero con una fortaleza extraordinaria.
Luego, Rocky se toma revancha de Apollo, derrota a Clubber Lang -ya con Apollo como su amigo y entrenador- y finalmente se mide a su oponente más despiadado: Iván Drago. En esta, la cuarta película de la saga, nos detendremos. El púgil soviético pelea contra Creed en el inicio del filme y lo asesina. Sí, en un combate de exhibición no tiene piedad y mata al amigo de Rocky. Nuestro héroe queda herido, destrozado. Y jura venganza. Pero no una venganza inescrupulusa y egoísta, sino una especie de revancha personal contra Drago y contra la vida. El final es conocido, Balboa gana porque tiene un corazón de hierro.
Radamel Falcao García se rompió los ligamentos de la rodilla izquierda hace poco más de cuatro meses, en enero de este año. El país entero lloró la caída del guerrero, pero mantuvo la esperanza hasta último momento: si había un hombre capaz de derrotar a los pronósticos médicos, ese hombre era Falcao. Hizo todo y tuvo una recuperación fabulosa, pero no alcanzó. Como Rocky en la primera película, perdió.
Fue el abanderado del resurgimiento del fútbol colombiano, el jugador que volvió a llevar esta camiseta a la cima del fútbol mundial. Con sus goles en Europa y también con grandes actuaciones en el Seleccionado, Falcao se convirtió en el símbolo de esta nueva era para Colombia. Por eso la nación lloró con él cuando se supo la gravedad de la lesión. Pero también tuvo su misma confianza tras la operación. "Voy a hacer lo imposible por llegar al Mundial", dijo Radamel. Y lo hizo.
Falcao deberá alentar a la Tricolor como un hincha más. Y comenzar a pensar en Rusia 2018. Sí, en Rusia, el mismo destino en el que Rocky ganó la pelea más importante de su vida. Una similitud más entre nuestros dos héroes. No es difícil imaginar a Falcao entrenándose con la canción "el ojo del tigre" ni a Rocky moviéndose como lo hizo Falcao en las últimas semanas. Ambos son el mismo corazón.
"¿Cómo que no puedes? No existe el no puedes, esa frase no existe". Rocky Falcao o Radamel Balboa.
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Sudáfrica fue su batalla más exitosa. Una serie de enfrentamientos en los que supieron demostrar que la mente y el control resultan mucho más importantes que La Furia cuando uno busca una Copa del Mundo. Tanto Xavi Hernández como Xabi Alonso fueron una parte integral de aquella España campeona en 2010. Lejos del lado oscuro, los maestros Jedi de la Roja aprovecharon la Fuerza de la mejor manera.
El sabio veterano del Barcelona buscará dar otra lección a los jóvenes aprendices, muchas veces engreídos y con ínfulas de saber lo suficiente, que lo miran como si su mejor tiempo ya hubiera pasado. Como Yoda, su imagen puede ser engañosa. Aunque no parezca muy ágil, él sabe que puede marcar la diferencia con su experiencia y con su cabeza.
Alonso, en cambio, es una pieza de sacrificio. Dentro de la cancha podría morir por la causa, como Obi-Wan Kenobi. Y aunque sabe que nunca será un personaje principal, también tiene claro que su rol es central para que la trama llegue a buen puerto. Aunque no luzca. Aunque por momentos los espectadores se olviden de él. Su función está clara, él la cumple sin resistencias, desde un segundo plano, para que su país tenga una chance real en esta Guerra de las Galaxias futbolísticas.
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En la película original de 1933, un director de cine inquieto viaja junto a una bella actriz a la isla de "Calavera", un territorio semi-desconocido donde habita un gorila gigante llamado Kong. La idea del cineasta es realizar un filme mostrando a la bestia. Pero algo improvisto sucede: Kong se enamora de la actriz. Tras pasar por varios problemas en la isla, deciden trasladar al monstruo a Nueva York.
En la gran manzana se desarrolla una de las escenas más célebres de la historia del cine. King Kong subido a la cima del Empire State, luchando contra las aviones que buscan derribarlo y con su amada en una de sus gigantescas manos. El final no importa en este caso, sólo es relevante la historia de amor.
Sergio Agüero llega a la Copa del Mundo con un único objetivo, como toda la Selección Argentina: dar la vuelta olímpica. No será fácil, Brasil es un destino muy poco amigable para la Albiceleste y el equipo necesitará de mucho amor y coraje para llegar a la gran final del Maracaná.
King Kun es una metáfora. Es la posibilidad de llegar a la cima en un territorio "enemigo". El resultado final puede ser positivo o no, pero Agüero es el hombre indicado para intentar hacer todo lo posible por uno de los amores de su vida: la Copa del Mundo.
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