Al final, la historia la escribió el mejor

Pateando todas las especulaciones, Independiente recuperó la memoria de su fútbol para cerrar un torneo que lo tuvo como protagonista en la tabla y como animador en las canchas, desplegando un juego por momentos brillante con actuaciones individuales de alto nivel

Por NATALIA TCHUKRAN

BUENOS AIRES -- La pelota hizo justicia. Se vistió de rojo pasión y salió elegante a la cancha para tomar la palabra y así acallar a las miles de voces que, con la excusa del folklore, dudaron de su honestidad. Independiente fue el mejor equipo del torneo y por eso salió campeón del torneo Apertura 2002.

Pateando todas las especulaciones de la semana, el equipo de Américo Gallego recuperó la memoria de su fútbol para cerrar un torneo que lo tuvo como protagonista en la tabla y como animador en las canchas, desplegando un juego brillante por momentos y luciendo actuaciones individuales de altísimo nivel.

Independiente le ganó 3-0 a San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro con una buena actuación colectiva que tuvo en Federico Insúa y a Gabriel Milito a las figuras del partido.

El volante creador volvió a ponerse el equipo al hombro (lo había hecho contra Boca) y marcó el camino ofensivo, cotejado por Daniel Montenegro sobre el sector derecho, no tan determinante en la creación como lo había sido al promediar el campeonato.

Con goles de Federico Insúa, Andrés Silvera y Lucas Pusineri, los de Avellaneda pudieron dar la vuelta después de ocho años de sequía.

TUVO TODAS LAS FIGURITAS
Independiente fue campeón porque tuvo a la figura del torneo en un nivel excepcional: el capitán Gabriel Milito, que contra San Lorenzo volvió a ratificar su rendimiento sobresaliente, cortando las jugadas con justeza, marcando con criterio, ordenando a la defensa, anticipando las jugadas e imponiéndose al rival con autoridad.

Pero el eje del Rojo campeón también estuvo formado por Federico Domínguez, aportando en defensa y sorprendiendo en ataque, Daniel Montenegro, encargado de la creación del equipo, que le terminó pasando la posta de su función a Federico Insúa y Andrés Silvera, amigado con el arco para convertirse en el goleador de su equipo y del campeonato, con 16 tantos.

Las técnica individual de la mayoría de los jugadores de Independiente, que fue desnivelante respecto de los demás equipos más la propuesta ofensiva y agresiva del técnico Gallego (que sepultó su estigma de miedoso) se combinaron para que los Diablos se consagraron justos campeones, tras capitalizar 48 goles en 19 partidos; cifra que lo convierte también en el equipo más goleador del torneo.

HIZO CAMINO AL ANDAR
Si bien Independiente fue el justo campeón, su rendimiento lujoso no se mantuvo a lo largo del campeonato. El último tramo del Apertura fue testigo de un equipo más timorato, deslucido, que hizo dudar a muchos sobre la legitimidad de sus méritos para salir campeón.

El equipo de Américo Gallego buscó ser protagonista desde la primera fecha, en la que le ganó 2-0 a Lanús parando en la cancha al equipo que sería titular durante gran parte del campeonato: Leonardo Díaz, Juan José Serrizuela, Hernán Franco, Gabriel Milito, Federico Domínguez, Leonel Ríos, Diego Castagno Suárez, Pablo Guiñazu, Federico Insúa, Daniel Montenegro y Andrés Silvera.

La cuarta fecha ante Racing, al que goleó 4-1, fue la bisagra que marcó el despegue del equipo en términos anímicos y futbolísticos. El trío Insúa-Montenegro-Guinazú empezaba a hacer estragos en las defensas rivales y Silvera reforzaba su idilio con el arco.

Los partidos siguientes, el empate ante Newell`s y la victoria ajustada ante Vélez, mostró una faceta interesante del equipo: cuando los creadores no aparecían, los marcadores de punta, José Serrizuela y Federico Domínguez, se lucían en ataque.

La séptima fecha ante Colón de Santa Fe inauguró el fútbol-espectáculo de Independiente, que en Avellaneda aplastó 7-1 a los santafesinos, en una noche brillante del equipo que disfrutó del inspirado Andrés Silvera.

La precisión en velocidad, objetivo que le quita el sueño a más de un técnico de intenciones ofensivas, se transformaba en sello del equipo de Gallego.

El fin de semana siguiente, el líder tuvo un nuevo rendimiento descollante ante Chacarita ganándole 6-2, con destacadas actuaciones de Silvera y Federico Insúa.

En la novena fecha tuvo su primer traspié, justamente ante River, su directo perseguidor, en un partido en el que ninguno arriesgó e Independiente abandonó su fútbol lujoso. Parecía que los rivales ya le tomaban el pulso al equipo de Avellaneda.

En una cita de viernes por la noche ante Arsenal, el equipo de Gallego se vio sorprendido al ir perdiendo en su casa por dos goles a cero. Sin embargo, no se desesperó y con autoridad y buenos pasajes de fútbol dio vuelta la historia para llevarse un triunfo valiosísimo.

Independiente mostraba sus variantes ofensivas con la incorporación en la formación titular de Lucas Pusineri, portador de profundidad y goles.

Luego de una clara victoria ante Rosario Central por 3-1, llegó la fecha 15 y con ella la curva descendente del rendimiento del líder, que ya se venía insinuando en fechas anteriores. Un apretado y sufrido empate 2-2 ante Nueva Chicago desnudaba a un equipo que se hacía previsible.

La figura de Gabriel Milito se agigantaba cubriendo su sector y tapando los "baches" de sus compañeros e incluso del irregular arquero Leonardo Díaz. Y las voces de las sospechas se adueñaban de la escena: los mal intencionados de siempre hacían que los méritos o la suerte de Independiente se tradujera en apoyo de los árbitros.

El equipo de Gallego sufría un bajón en su rendimiento pero conservaba la tranquilidad que le daba la ventaja en la tabla, hasta que llegó Banfield en la fecha 17 con una nueva y dolorosa derrota.

El equipo acusaba cansancio y desconcentración, había perdido el rumbo ofensivo y creativo; Montegro evidenciaba su bajón futbolístico y Silvera, su pelea conla red. Independiente no sólo perdía tres puntos sino que sufría con la respiración en la nuca de Boca, que con su triunfo se ponía a sólo tres puntos, debiéndolo enfrentar al domingo siguiente.

Y llegó el partido decisivo, el que probaría la entereza y los méritos del líder. Lucas Pusineri puso el gol del empate ante Boca para la alegría de todos sus hinchas y el suspiro contenido de Gallego.

Así llegó el último capítulo de esta historia endiablada, con una justa victoria ante San Lorenzo que coronó un torneo que tuvo a Independiente como el mejor y puso justicia en la novela del fútbol que demostró, una vez más, que siempre ganan los buenos.


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