<
>

Rayados y el régimen del miedo

play
Barristas encaran a jugadores de Rayados: "Si sus jefes no se los dicen, nosotros sí" (1:55)

Un grupo de aficionados se reunió a las afueras de El Barrial para protestar contra los resultados del equipo en el actual torneo y el desempeño de algunos jugadores de 'La Pandilla'. (1:55)

LOS ÁNGELES -- Aún hay piedras debajo de las cuales hurgar en el affaire envenenado entre los jugadores y algunos fanáticos de Rayados. No toda la verdad se ha dicho.

Ex futbolistas defienden a los futbolistas; algunos aficionados reniegan de esos fanáticos que increparon a los jugadores, aunque hay otros que se identifican con ellos; los directivos guardan silencio, acaso han emitido solamente un timorato panfleto babeando obviedades y obviando soluciones.

Los promotores hacen su chamba, defienden a su, culeca y todo, gallina de los huevos de oro. Exigen a Monterrey custodia, seguridad, vigilancia. Los representantes de jugadores, plañideras de su propia ambición, imploran por su jugador, pero más por el puñado de monedas que representa, que por el ser humano.

Hablan de reuniones al interior de FEMSA y de Monterrey. Pero, claro, no se investigan entre sí mismos. Prefieren que la mano derecha no se entere de lo que hace la mano izquierda. Las versiones crecen y aseveran que los embajadores de nadie, que sitiaron a los jugadores, fueron azuzados por algún directivo. Y de ser así, ellos saben quién es. ¿Quién tiene nexos inmediatos y casi delincuenciales con los barristas rayados?

Claro, hay también una postura cínica de los dirigentes. La veintena de fanáticos que se apostó afuera de El Barrial, hizo la chamba de esos pasmados de cuello blanco. Esa veintena hizo también la chamba de Javier Aguirre.

Cuestionar, apostrofar a los jugadores, es tarea de quienes administran. Increpar, interrogar, con mejores modales, es tarea de directivos y entrenador. Porque éstos tienen la autoridad, el rango, la estatura jerárquica, el derecho, el deber, y la obligación de hacerlo. Mimar a los futbolistas que, apóstoles del valemadrismo, provocan una crisis, es ser cómplice de ellos.

¿Alguno de los mencionados, es decir Aguirre o González Ornelas se atrevería a encarar a Rodolfo Pizarro o a Rogelio Funes Mori o a Sebastián Vegas con esas mismos argumentos y pruebas fehacientes por su bajo rendimiento? Ciertamente deberían hacerlo. Insisto, es su derecho y su deber. ¿O hay más temor de ellos hacia los jugadores que de los jugadores a los fanáticos?

El escenario, pues, no miente: Rayados pervive bajo el régimen del miedo.

En Hamlet, Shakespeare reflexiona: “La conciencia nos hace cobardes a todos”. La culpa se enquista y paraliza.

Sin violencia física, pero, sin duda, con violencia verbal innecesaria, la cuadrilla de arrejuntados que quiso interpelar, con canastillas de huevos incluidos –que tal vez hacen más falta en la mesa familiar–, arrancó, al menos, promesas de mayor compromiso institucional a los futbolistas. Pizarro tratará de ser el que desde hace años no ha sido, y el mismo Vegas juramentó a nombre de toda la plantilla.

play
2:33
¿Javier Aguirre debe dar un paso al costado en Monterrey?

Análisis contrarreloj sobre el técnico de Rayados y si debe salir ante las protestas de la afición por falta de resultados positivos.

Insisto, estos tipos hicieron la chamba que en un escenario más digno, menos hostil, deberían haber hecho ya los dirigentes y Javier Aguirre. Los primeros deberían ser responsables de que los millones de dólares que les paga FEMSA no se vayan a la cloaca. Y el técnico, personaje recio, duro, inteligente, les ha permitido que sobajen su trayectoria.

Apueste Usted –yo lo hago–, a que el Vasco preferiría tener en Rayados a los 22 espartanos de aquel Leganés que desciende en medio de latrocinios arbitrales. Aguirre preferiría tener a aquellos tipos sin renombre y bajos salarios, que se batieron como leones hasta su última batalla ante el Real Madrid.

El Vasco preferiría tener a Omeruo, a Guerrero, a Manu, a Amadou y demás, por encima de los aburguesados, de esos que hoy dispone en Monterrey, más pendientes todos de su vientre y su sexo, que de la responsabilidad ineludible e imperativa de cobrar un penalti, al menos, bajo el rigor de la dignidad y la gallardía.

Ciertamente, es injusto, innecesario y detestable, que el futbolista, dedicado a uno de los oficios más mediáticos del universo, deba salir a la cancha con miedo. Porque, queda claro, los espíritus endebles, anoréxico, frágiles, bulímicos, como los de muchos de estos jugadores, pueden sucumbir gravemente, ante la espada de Damocles, que se contonea sobre sus cabezas en el cadalso público que perniciosamente se ha montado ante la puerta de El Barrial.

Es, además, un escenario en el que pocos ganan. ¿Y si acaso viéramos a un insólito Pizarro devorarse la cancha y al San Luis, y a un Funes Mori anotar en cada ocasión que tenga la pelota en posición y en posesión? Esto, puede desencadenar, puntualmente, que se siga la línea del hostigamiento, de la amenaza, de la persecución en otros equipos.

Si Pizarro y el Mellizo la rompen ante los casi desahuciados del San Luis, mandan un mensaje perverso. Cualquier día, en Coapa, en Verde Valle, donde sea, pueden acudir fanatizados personajes para recurrir a estrategias similares. ¿O lo duda Usted?

Recordemos que con este tipo de acercamientos, con este tipo de confrontaciones, comenzó, por ejemplo, la pandemia de las barras bravas en Argentina. En su momento llegaron a secuestrar clubes, a chantajear jugadores, a extorsionar entrenadores. Y la violencia entre los núcleos de vándalos tiene una estela escarlata de delitos y tumbas.

play
2:24
David Faitelson condenó las protestas contra Rayados: "Es un foco rojo que se puede ir de las manos"

El comentarista de SportsCenter condenó las manifestaciones a las afueras d El Barrial en contra de los elementos de Monterrey.

Según un recuento de la organización argentina #SalvemosAlFutbol, la primera muerte originada por este tipo de violencia ocurrió el 30 de julio de 1922, y fue un menor de edad. Y en su listado de tragedias reporta 341 incidentes, algunos de ellos con más de un fallecimiento.

¿Tiene el derecho el aficionado de interpelar a un jugador cuando su equipo vive una crisis como Rayados? La respuesta sería sí. En la forma, en el modo, es donde hay aún un horizonte para encontrar medios coherentes para hacerlo, y que no terminen, insisto, en crear un clima patibulario, que no sólo amedrenta a jugadores, sino también –lo más grave–, a sus familias.

A través de Twitter nos recordaban un ejercicio exitoso en Raza Deportiva de ESPN. Por primera y única vez, en su momento, Jorge Vergara y Miguel Herrera respondieron directamente, en vivo, a preguntas del auditorio. Hubo respeto y hubo un recurso de sanación en la relación entre el directivo y la afición de Chivas, y entre El Piojo y la afición del América.

Rayados deberá trabajar con mayor compromiso e inteligencia, para determinar si alguien de dentro de su esfera directiva estuvo detrás de esos inquisidores apostados afuera de El Barrial, porque lo curioso es que el sujeto que los lideraba tenía más tablas para manejar ese tipo de situaciones que un líder sindical petrolero.

Y no, directivos de Rayados, no basta, ni para la institución, ni para los jugadores, ni para el cuerpo técnico, ni para la afición, emitir un babeante boletín mediático, que confunde más todo, y no soluciona nada.