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Más cantidad que calidad

BUENOS AIRES -- En el estadio Renzo Barbera de la ciudad de Palermo, la Azzurra de Antonio Conte consiguió un triunfo por estrecha medida sobre su similar de Azerbaiyán, en la fase de clasificación para la Eurocopa 2016, un 2-1 curiosamente firmato integralmente por el defensor Giorgio Chiellini, quien anotó los dos goles italianos pero también el tanto -obviamente en contra- del transitorio empate azerí.

De esta manera, el DT italiano consigue su tercer triunfo consecutivo luego del amistoso ante Holanda y el primer compromiso oficial en Noruega, algo que no se lograba desde hace 17 años, cuando el DT Césare Maldini comenzó su aventura con triunfos ante Irlanda del Norte, en Inglaterra y ante Moldavia. Para los supersticiosos, vale recordar que esa aventura de Maldini terminó tristemente con la eliminación en octavos de final del Mundial 1998.

No vamos a aburrir a nuestros lectores con la crónica de un partido que casi seguramente ya habrán visto y que no tuvo momentos realmente importantes. Italia fue superior en todo momento ante un equipo ordenado y voluntarioso en lo táctico pero mediocre desde el punto de vista técnico y que por algo figura en la 95ª plaza del ranking FIFA. Sin embargo, esa superioridad se transformó en hechos concretos – los goles – tan sólo en jugadas de pelota parada, mientras que escasearon las ocasiones claras producidas por juego asociado.

Lo que en cambio resulta importante es un análisis desde el punto de vista táctico. Conte, como fue su costumbre en las tres triunfales temporadas al frente de Juventus, paró al equipo nacional con un supuesto 3-5-2 que, en los hechos, fue más bien un 5-3-2 puesto que los dos externos, Darmián por derecha y De Sciglio por el costado opuesto, son defensores puros, mientras que en el club bianconero casi siempre uno de los dos (Asamoah por ejemplo) era un volante.

El hecho en sí mismo es preocupante, porque el rival se presentó con un 4-5-1 en el que la tarea principal del delantero, el número 10 Rufat Dadasov, era marcarlo a hombre en toda la cancha a Andrea Pirlo. De hecho, Azerbaiyán nunca remató al arco y su única llegada clara, la del gol, también llegó en jugada de tiro de esquina.

¿Qué sentido tiene entonces usar 5 defensores, y en especial tres centrales (a saber, Ranocchia, Bonucci y Chiellini), ante un rival inferior y que vino claramente a defenderse? Si este es el esquema contra un reval menor, ¿qué pasará entonces ante adversarios de mayor poderío?

Más allá de lo táctico y de la falta de juego que ese esquema produjo, está claro que Conte piensa en un equipo tallado a su medida, es decir un once batallador y guerrero, donde la intensidad y la cantidad serán evidentemente más importante que la calidad, inclusive más allá de los nombres de los intérpretes. No puede ser un caso que el primer amonestado italiano haya sido justamente Pirlo, el jugador de mayor espesor técnico en la cancha.

Por el resto, si bien los laterales pasaron todo el tiempo al ataque y los dos medio-internos, Florenzi por derecha y Marchisio por izquierda, atacaron el área con continuidad, no hubo variantes de juego asociado y las únicas armas tácticas fueron el pelotazo para los delanteros, por otra parte muy bien marcados por la defensa rival, y el cambio de frente para la corrida de los laterales.

Por encima, en la primera etapa faltó hasta la intensidad y el espíritu guerrero, si bien evidentemente Conte no perdió su capacidad de motivación puesto que, luego de los inevitables "gritos" en el entretiempo, el equipo volvió a la cancha mucho más "eléctrico" y punzante. Lamentablemente, esa nueva actitud duró poco más de quince minutos.

Además, no parece tener sentido un juego fundado en la solidez defensiva, puesto que ya no existen los grandes defensores de antaño. Casi como una burla, Azerbaiyán anotó en su única llegada, gracias a una serie increíble de errores, desde Buffón al resto del equipo.

De esa manera, puede decirse que Conte está recorriendo el camino contrario al que había tomado Césare Prandelli, es decir la búsqueda del juego a través de la calidad de los intérpretes y la asociación de los mismos, jugando lo más posible en lo corto y con la pelota por el piso.

Podrá decirse que el de Prandelli al final resultó ser un fracaso, si bien esa opinión es seguramente discutible, más allá del pésimo mundial disputado por el equipo azzurro, puesto que en Brasil también jugaron fáctores climáticos y lo que resultó realmente errada fue la preparación física y atlética del plantel, mucho antes que los planteos tácticos del entrenador.

También podría decirse que no es culpa de Conte si la calidad en el torneo italiano escasea, algo sin duda cierto visto que los máximos protagonistas son extranjeros, como Tévez, Vidal o Cuadrado. Sin embargo, Sampdoria y hasta Empoli tampoco tienen planteles estelares, pero juegan un fútbol agradable, propositivo y tácticamente equilibrado.

Inclusive, el propio Azerbaiyán, más allá de sus evidentes limitaciones, lució mejor en el trato de pelota, por lo menos a nivel de intención, porque en la práctica la escasa calidad de sus jugadores provocó muchos errores en la circulación que, sin embargo – y ese es el punto – por lo menos intentó producir.

Por otra parte, ya en el club bianconero el 3-5-2 de Conte, que obtuvo – más allá de algunas polémicas – tres títulos consecutivos, en el plan continental resultó muy poco productivo y Juventus tuvo un paso por las copas europeas realmente pobre, debido a un planteo que siempre le dio más importancia a la cantidad que a la calidad.

Por otra parte, Italia no pierde un partido de Eliminatorias desde setiembre del 2006, cuando luego del Mundial cayó en Francia por 3-1, en el segundo partido de la clasificación para la Eurocopa 2008. Luego ni el mismo Donadoni, DT de esa derrota, ni Lippi ni Prandelli volvieron a caer en esa fase, porque realmente los grupos europeos, tanto de Eurocopa como de clasificación mundialista, son demasiado simples para las "potencias".

Así que no tiene sentido "ilusionarse" con este pobre y sufrido triunfo ante Azerbaiyán. El final del túnel obscuro en el que se metió la Azzurra no parece estar cerca y, por lo contrario, ni siquiera se adivina la luz allá a lo lejos. Ojalá Conte encuentre pronto la salida, pero nuestra impresión es que difícilmente podrá hacerlo con un fútbol tan mezquino.