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Cuarenta años después, la F1 le hace un guiño a su glorioso pasado

En la tarde del 1°de julio de 1979 en Dijon, Francia, tuvo lugar uno de esos acontecimientos deportivos que se hacen clásicos instantáneos apenas terminan: todo aquel que lo vio sabe que lo recordará y todo estudioso del deporte (en este caso F1) lo tiene como referencia.

Aquella batalla de Dijon entre el Renault del francés René Arnoux y el Ferrari de Gilles Villeneuve, es una postal de aquella F1; la manera de competir de los pilotos un recordatorio sobre el carácter de estos tipos –del instinto asesino del piloto y a la vez de la honorabilidad de la que hacen (¿hacían?) gala.

A tres vueltas del final, Arnoux se lanza en la primera curva por la segunda posición. El Renault y el Ferrari giran rueda a rueda, lado a lado. Cuando comienzan a subir por las ‘S’s de Sablieres’, el auto amarillo ya tomó la segunda posición.

A la siguiente vuelta, en la misma primera curva, ahora es el Ferrari el que pasa al Renault –el humo de la rueda delantera izquierda evidencia que la maniobra ha sido al límite de la frenada y del error. Siguiente giro y de nuevo Arnoux ataca –ya es la vuelta 80, la última. Pero Villeneuve, por fuera de la curva, se mantiene lado a lado del Renault. Lo que sigue es una secuencia de ‘toques’ entre los autos que sería imposible en tiempos actuales. Los autos irán de un lado a otro –el Renault incluso se saldrá de pista y volverá sin importar si lo hace de manera segura o no. Ambos pilotos van a fondo sin amedrentarse.

Finalmente será Villeneuve en una curva en la que Arnoux no se lo esperaba, que logra pasar y tomar la bandera a cuadros como segundo, con René a centésimas de segundo detrás –otro hito histórico, el compañero de Arnoux, Jean-Pierre Jabouille ganó la carrera y consumó la primera victoria para un motor turbo en la historia de la F1.

Cuarenta años después, pero ahora con las verdes colinas austriacas de fondo, la F1 regaló otro de esos momentos que se vuelven clásicos.

Dos jóvenes pelearon hasta el final la primera posición de la carrera que al final la ganó el Red Bull de Max Verstappen –el holandés tuvo una memorable remontada para ganar en el Red Bull Ring.

Pero ya no es 1979. Estamos en una época aséptica y todo tiene que ser o parecer perfecto. También los rebases. ¿Cómo pretenden que una maniobra que se tiene que ejecutar al límite de las posibilidades tecnológicas del auto y humanas del piloto, sea limpio? Algunas veces será así, pero la mayoría de las veces lo dudo y en definitiva habrá algunas en que no, y esta fue una de esas veces en que los autos se tocaron, como en aquel 1979. Pero como ya dije, estamos en 2019.

A los comisarios les tomó tres horas determinar que la maniobra fue ‘de carrera’, y que no encontraron elementos para sancionar. ¡Tres horas! Les bastaba ver el minuto 52 segundos del video en Youtube entre Arnoux y Villeneuve para llegar a semejante decisión -tan obvia.

Hablaba sobre la honorabilidad de los pilotos y cuestiono si aún la hay. Por supuesto que hay episodios en la historia del deporte poco honorables, e incluso grandes personajes como Michael Schumacher han sido tachados de tramposos (Australia 1994; España 1996; Mónaco 2006). Pero estoy seguro que ningún piloto de la historia va por ahí queriendo chocar a alguien y matarlo. Definitivamente no fueron las intenciones de Arnoux o Villenueve. Lo sé porque de las crónicas se recogen sus posteriores declaraciones.

“Eran dos tipos luchando por la segunda posición sin intentar ser sucios, pero teniendo que tocarse para poder estar delante. Él confiaba en mí, y yo confiaba en él…”, dijo el francés después.

Hoy en día los pilotos son los primeros en quejarse de su colega. Son los primeros que por la radio están pidiendo la sanción y Charles Leclerc lo hizo en Spielberg; Hamilton hizo lo mismo en Canadá, en el mismísmo circuito Gilles Villeneuve –en esa pista debería estar prohibido quejarse. Eso a mí no me parece honorable y sí hipócrita, porque cuando les conviene atacan con el reglamento y cuando no, lo tildan de antideportivo. Y ¿Max? Tampoco se salva, porque también se quejó del toque contra el Ferrari del monegasco. Le tuvieron que decir por la radio que todo había sido legal.

Sin embargo, ya es un clásico y una de las mejores carreras que ha brindado la nueva era turbo de la F1 –menos ruidosa porque estamos en los tiempos de la sustentabilidad y energías limpias. En realidad, toda la carrera fue buena y llegó en un momento preciso –justo para despabilar a la entumecida fanaticada que está harta del tedio de ver ganar a Mercedes y Hamilton a placer.

Por un momento la F1 recordó de donde viene, lo que fue y lo que siempre debería pretender ser: René Arnoux vs Gilles Villeneuve el 1ro de julio de 1979, sin pretextos, sin quejas. La referencia está ahí y solo toma 1 min y 52 segundos verla. No tres horas.