Su compañero, el inglés Richard Burns, que había llegado segundo, fue desclasificado por una anomalía técnica en el motor. Entonces, Carlos Sainz, español, hincha de Real Madrid y bicampeón mundial, heredó un regalo jamás pensado: victoria en 2002 con Ford. Este año, en Córdoba, el mejor lugar de la Argentina para organizar una competencia de Rally, fue Sainz el que regaló un triunfo.

PERDIERON POR ELLOS
El Matador y su navegante, el catalán Marc Martí, no se entendieron con las señas, entraron antes a un parque de asistencia en la segunda etapa y fueron penalizados con un minuto de recargo. Martí, ex navegante de los españoles Jesús Puras y Oriol Gómez, fue contratado por Sainz a tiempo completo este año, luego de que el histórico gallego Luis Moya, con quien Sainz ganó 24 competencias mundialistas, rechazara un magro ofrecimiento económico. Sainz arregló su entrada a Citroën a último momento, cuando aportó patrocinantes para que la fábrica francesa le armara un tercer Xsara.

Eso les costó la carrera a Sainz y Martí. Así desperdiciaron la ventaja conseguida luego del retraso del noruego Petter Solberg y de Grönholm, quien le pegó a la montaña urgido por la incertidumbre que provocaban las fallas en el sistema de toma de tiempos.

Una vez que al finlandés le repararon su Peugeot, volvió a imponer un ritmo amedrentador. Así superó a su compañero Burns y apuró a Markko Martin, quien había hecho rendir al nuevo y prometedor Focus de Ford. El estonio Martin se dio por vencido en el arranque de la última etapa, cuando la presión de aceite cayó y el coche lo dejó a pie entre Capilla del Monte y San Marcos Sierra.

LES GANO A TODOS
Grönholm venció a todos. A sus rivales, que reconocieron el poderío del campeón 2000 y 2002. Al estigma de lo ocurrido un año atrás. A los obstáculos, que aparecieron cuando necesitaba kilómetros para descontarles a los punteros: la cancelación y suspensión de tramos -se adujo que el público se ubicaba incorrectamente, algo que nadie pudo corroborar- impuestas por el polaco Jacek Bartos, delegado de seguridad de la Federación Internacional del Automóvil y un poco soberbio en los ratos libres.

El campeón les ganó también a las falencias del sistema de toma de tiempos, que desde este año está a cargo de la empresa británica ISC en todos los rallies. Como había ocurrido antes en otras carreras (Montecarlo, la apertura del año, es uno de los ejemplos), el dispositivo volvió a fallar. Pilotos, navegantes y equipos protestaban porque se les asignaban tiempos más altos de los que marcaban. Peugeot presentó un recurso por Grönholm el primer día y lo ganó: había registrado 20 segundos menos en la séptima prueba especial.