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El padre de Radamel Falcao lo sigue inspirando: "La pasión por este deporte nació por él"

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Radamel Falcao, su presente, su pasado y el enfrentamiento ante Real Madrid (2:18)

El delantero del Rayo Vallecano habla de todo antes de enfrentarse al líder de LaLiga este fin de semana y hasta elige cual fue su mejor gol en esta temporada. (2:18)

"Mis primeros recuerdos de mi niñez fueron acompañándole a él dentro de un vestuario de futbol. En los entrenamientos, llevándome de la mano", dice Radamel Falcao. La suya es una historia de familia, lo que también le convierte en una historia de fútbol, contada mediante fotografías narradas por la voz tranquila y casi suave que le caracteriza, que muestra un dejo de timidez en el hombre que apodan "El Tigre".

No solo se trata de que todas y cada una de las etapas de la notable carrera de Falcao fueron capturadas por las cámaras, desde su paso por Lanceros Boyacá, de River Plate al Porto, del Atlético de Madrid al Manchester United, del Chelsea al Galatasaray y ahora, como jugador del Rayo Vallecano. También se trata de que cada etapa de su niñez también está trazada por sus saltos de club en club. Falcao aparece vestido de rojo, azul, blanco y amarillo en el álbum familiar. Es apenas un niño, pero se hace cada vez más grande. Crece al lado de su futbolista favorito, vestido con el mismo uniforme: Deportivo Independiente Medellín, Deportivo Táchira, Mineros de Guayana y el resto.

Radamel Enrique García King jugó con la selección que representó a Colombia en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980. Asimismo, vistió las camisetas de ocho clubes distintos entre Colombia y Venezuela. Radamel Falcao García Zárate, su hijo, lo siguió por todas partes. Falcao tenía 10 años en 1986, cuando su padre se retiró del fútbol. Increíblemente, también estaba a tres años de hacer su debut como profesional. Pronto vendría el turno de Radamel padre de asistir a los partidos, revirtiendo los roles.

Lamentablemente, el padre de Falcao falleció en enero de 2019. Había visto jugar a su hijo con seis clubes en seis países distintos y anotar más goles con la selección Colombia que cualquier otro jugador, lo que aporta argumentos para que sea considerado el futbolista más grande de su historia. Ahora con el Rayo Vallecano, Falcao viste la camiseta número 3. Es un número poco usual para un delantero; sin embargo, es el dorsal que vistió su padre. No puede haber un mejor homenaje a su memoria. Excepto que, obviamente, todo gira en torno a la totalidad de su carrera, que podría considerarse la mejor de todos los tiempos para un jugador colombiano; quién es y su forma de ser.

Falcao habla con lentitud. Sólo hay una palabra que resalta de verdad, que realmente proyecta en la conversación y se menciona en el momento cuando define la importancia que tuvo su padre en él. "Muchísima", afirma.

"La pasión por este deporte nació por él", prosigue Falcao. "Recibí muchos consejos. Los valores con los que me manejo en la vida y en este deporte los he heredado de mi padre. Fue una persona muy importante en todas las áreas de mi vida".

Hace pocos años, Radamel padre habló en una conferencia titulada "Cómo hacer de tu hijo un Tigre" y evidentemente hubo algo de eso. El padre de Radamel no lo apodó así (de hecho, fue obra de Gonzalo Ludueña cuando jugaba en la séptima categoría en River); sin embargo, su progenitor sí tuvo que ver en tantas otras cosas, incluyendo su posición y su nombre. Falcao no es el apellido del actual artillero del Rayo, sino su segundo nombre. Su padre lo bautizó así en honor del ex internacional brasileño Paulo Falcao.

No era cualquier jugador. Sin presiones, niño. Radamel sonríe. "Por lo menos tenía buen gusto", dice Falcao, riéndose suavemente. "Le gustaba el buen fútbol y en ese momento, siempre se había quedado con la admiración que tenía por Falcao. Nunca tuve la oportunidad de conocerlo. Claro que me gustaría: mi nombre lo llevo en su honor. Al final, convenció a mi madre para que dejara llamarme así".

¿Fue muy difícil? Otra sonrisa. "Me imagino que sí".

Radamel padre era zaguero; sin embargo, un padre siempre quiere lo mejor para su hijo. "El siempre me incitaba para que fuera delantero", recuerda Falcao. "Él era defensor y me decía que los defensas sufren mucho. En cambio el delantero vive otras facetas que los hacen divertirse más".

Esa alegría sigue presente. La actitud de Falcao (su mentalidad, el entusiasmo que demuestra en la cancha) fue heredada. Su conciencia de juego también proviene de su progenitor. Jugar al fútbol implicaba que Radamel padre podía guiar a su hijo, moldearlo y prepararlo. También podía prepararlo para la realidad.

"Tuve esa posibilidad de mamar el mundo del futbol profesional", recuerda Falcao. "Estar rodeado en un vestuario con futbolistas profesionales, saber cómo hay que manejarse, ver los cuidados que tiene que tener un jugador, los esfuerzos que tenían que realizar, la disciplina. A muy temprana edad, al vivir todo esto, me dio la posibilidad de decir que [jugar fútbol profesional] era lo que quería hacer una vez que fuera mayor".

No tuvo que hacerse muy mayor para lograrlo.

"En Colombia, había una regla en los equipos de la B que tenían que jugar menores de 16 años, aunque fuese solo un minuto", explica Falcao, sonriendo ante el escenario que le hizo debutar siendo tan joven. "Todos los [jugadores sub-16] que tenía el club se habían lesionado o estaban sancionados y no había más. Yo sobresalía [en mi equipo], pero no me tenían como para jugar esa temporada [con el primer equipo]. Al final, no tuvieron más remedio que colocarme a mí".

Su debut no se produjo tal como se había planificado; sin embargo, fue el inicio de una carrera que haría de Falcao uno de los mejores definidores del fútbol, quizás entre lo mejor de lo mejor. Trescientos goles, marcados a un ritmo que raya en lo ridículo. Convirtió 72 tantos en 87 partidos vistiendo la camiseta del Porto y 70 en 92 encuentros con la plantilla del Atlético de Madrid. Tampoco era su club: iba mucho más allá. Ha pasado casi una década desde su partida del club colchonero, pero la huella que dejó en Madrid sigue presente. Universalmente popular, Falcao tenía (y sigue teniendo) un aura de humildad que ayuda a explicar su éxito, pero que muchos suelen perder tan pronto llegan los éxitos.

No hay forma de hacer justicia a la calidad que derrochó la última vez que jugó en esta ciudad y lo significativo que fue. Toda la era actual del Atlético comenzó con él. Falcao fue la resurrección. Los lideró hasta alcanzar una Copa UEFA, al punto de que Diego "Cholo" Simeone llamó a sus hijos por teléfono después del encuentro, preguntándoles en signo de admiración: "¡¿Vieron a Falcao?!". El director técnico convertido en hincha. El último partido de Falcao con la camiseta rojiblanca fue la final de Copa del Rey 2012-13 contra el Real Madrid, escenificada en el Santiago Bernabéu. El Atlético se impuso en la prórroga, siendo la primera vez en la que vencieron a sus rivales de patio en más de una década, poniendo fin a una racha que se remontaba a 24 encuentros. Se rompió la maldición.

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4:38
Los mejores goles de Falcao en LaLiga

El delantero colombiano tiene una larga historia en España.

La verdad, Falcao no quería dejar el Atleti. Sin embargo, partió aquel verano con rumbo a Francia, donde una lesión lo interrumpió todo. A pesar de su salida del Atlético, varios informes periodísticos aseguraban su pronto regreso a la capital española. El Madrid tenía interés, algo que posteriormente admitiría públicamente el presidente del club Florentino Pérez. Y el jugador parecía tener el mismo interés. Incluso se publicó un tuit (súbitamente borrado) que sugería el cierre de una transacción para llevarlo al Bernabéu: "Un sueño hecho realidad".

"Si, se habló, Se especuló con esa posibilidad", ahora admite Falcao.

¿Era cierta esa posibilidad?

"No sé. No creo. En ese momento, con la rivalidad que había y con la identificación que tenía con el Atlético, que era muchísima, creo que no había chance de que se diera".

Ahora, Falcao realmente ha vuelto a Madrid. Más específicamente, juega con el Rayo Vallecano, el pequeño equipo del barrio de clase obrera ubicado al este de la ciudad. No es la clase de sitio donde se supone que llegarían futbolistas de su tralla. Sin embargo, una conversación con el mediocampista del Rayo Mario Suárez (quien fue su compañero en el Atleti) lo hizo posible. Suárez puso el balón a rodar, sugiriéndole al club que esto realmente podía pasar.

"Claro. Yo siempre mantuve la relación con [Mario]. Nos seguimos hablando una vez me fui del Atlético de Madrid, se abrió la posibilidad de venir", dice Falcao. "Me habló un poco del club y me ayudó a tomar la decisión".

A estas alturas de la conversación, es tentador concluir que Suárez no le pudo haber contado todo sobre el club. Dicho con franqueza, el Rayo es un club algo desastroso. Afortunadamente, como plantel la cosa era distinta. También lo era como ciudad, razón por la cual había cierta lógica en hacer el cambio. Cuando Falcao volvió a Madrid, la reacción fue algo incrédula, la alegría de tenerlo de vuelta, un símbolo que todos podían adoptar. Los madrileños expresaron hacia él una calidez que era mutua.

"Estaba priorizando el poder mantenerme en una liga competitiva. [Quería] seguir vigente para la selección, disfrutar de LaLiga española, un torneo que ya conocía. Por todos los lados me cerraba la oportunidad de venir al Rayo, con una plantilla muy talentosa, con muchas ganas y estaba la calidad del equipo", explica Falcao.

"Estoy muy contento por haber llegado al club, creo que hemos tenido una primera parte de la temporada muy buena. En enero hemos tenido una racha no tan positiva, pero el equipo está confiado en que con trabajo y con la capacidad de todos vamos a salir adelante".

"Madrid fue una ciudad que me marcó mucho.", prosigue Falcao. "Vivimos momentos muy lindos como familia, no solo en lo deportivo. Para los latinoamericanos es un lugar estratégico dentro de Europa. Nos sentimos muy cómodos [aquí], las costumbres son las más parecidas a Latinoamérica y la adaptación es más fácil para nosotros".

"Para mí y para mi familia fue muy emocionante. Yo venía con la ilusión de poder dar a la institución mis goles, mi fútbol y ayudar a esta plantilla. Creo que es algo muy lindo que ni mi familia ni yo vamos a olvidar. Estoy agradecido con el club y sobre todo con los fans del Rayo que me recibieron de la mejor manera".

Y cuando marcó en su primer partido… el estadio fue una locura.

Apenas habían pasado 10 minutos y 24 segundos desde el regreso oficial de Falcao y el balón cruzó el arco, una vista familiar que volvía al fútbol español. Una vista que estuvo presente hace mucho, mucho tiempo. "Soñé con entrar a la cancha y anotar", dijo ese día. Se refería a convertir en ese partido, que terminó en victoria 3-0 del Rayo sobre Getafe.

Sin embargo, había algo más profundo, mucho más profundo que eso. Mientras Vallecas celebraba y apenas podía creer que esto ocurría aquí y ahora, que estaba aquí, Falcao abrazó a sus compañeros para después señalar hacia el cielo y elevar sus manos hacia su padre, con quien empezó todo.

Actualmente, Falcao tiene 36 años. Han pasado 23 (veintitrés) desde su debut como profesional. Sin embargo, persiste en él algo casi infantil. Quizás sigue siendo ese niño que vestía los colores de su padre y admiraba a su ídolo, el mismo que lo llevaba de la mano y cuyo amor lo guía en su carrera deportiva.

"El día que no tenga más ese cariño, va a ser el momento de dar un paso al costado", afirma Falcao. "El levantarme cada mañana, disfrutar los entrenos, dar lo mejor de mí. La pasión que tengo por este deporte: lo he vivido así desde muy niño".