El Barcelona de Flick sumó su segunda victoria en dos jornadas sufriendo y peleando, pero fue merecida por sus ganas y ratos de brillantez
BARCELONA -- El Barcelona cuenta sus jornadas por victorias en LaLiga. Dos de dos tras visitar Valencia y recibir a un Athletic Club peleón y ansioso pero rendido al torbellino azulgrana, al que le costó trasladar el triunfo al marcador. Hasta que Robert Lewandowski arrodilló al equipo vasco y al portero mexicano Álex Padilla para colocar el 2-1 salvador. Bien merecido.
Hansi Flick debió echar de menos a Dani Olmo pero, seguro, agradeció el apoyo de una hinchada que prácticamente llenó las gradas de Montjuïc (por encima de los 46 mil aficionados) y no dejó de animar al Barça. Lejos de mostrar decepción por la gestión del club en cuanto a las inscripciones, los hinchas azulgranas se desvivieron en animar a sus jugadores y estos, con más o menos acierto, respondieron.
El Barça corre. Y corre mucho. Presiona muy arriba y aunque a Lewandowski le cuesta acompañar en esa faceta, la insultante juventud de sus compañeros se basta y sobra para que el aficionado se sienta identificado con un equipo que, se nota, está en construcción. Nada nuevo, por cuanto esa es una afirmación que dijo y repitió hasta la saciedad Xavi la pasada campaña y que reconoce y advierte su sucesor en el banquillo, al que, de momento, sonríe el marcador.
Y eso que se demostró que al equipo de Flick le falta gol y le sobra precipitación. Demasiada urgencia y poca paciencia. Mucho vértigo y muchas ganas. Poca suerte también. Jugadas con sabor a gol se quedaron en el limbo de Montjuïc, principalmente dos de Lewandowski, negándole el palo sendos goles que ya celebraba la hinchada.
Si la suerte hay que buscarla y merecerla, el Barça lo hace sin excusas. Busca el juego rápido, las bandas y la combinación, como quiere su entrenador, siempre hacia adelante. Y una fortaleza física y mental impropia de un equipo tan joven e inexperto.
Llegarán momentos difíciles durante la temporada, sin duda, pero de momento el Barça sonríe. Y lo hace con ganas.