La pareja de volantes centrales de Uruguay tuvo un primer tiempo destacado. Fede Valverde se volcó hacia la derecha y el equipo generó superioridad por esa banda conectándose con Martín Cáceres y Brian Rodríguez. Cuando se metió entre el central y el lateral rival, tuvo tiempo y espacio para crear, y fue punzante en varias ocasiones. Un remate suyo reventó el travesaño y estuvo a nada de ser un golazo.
Rodrigo Bentancur quedó como eje y salida del equipo. Fue el vínculo entre la línea defensiva y los tres volantes ofensivos que paró el maestro Tabárez para este partido. Además, ofreció la prolijidad habitual para limpiar jugadas jugando con velocidad y precisión.
En el segundo tiempo, la historia fue distinta. Chile se centró más en la relevancia de estos dos hombres, hizo retoques en la táctica, se adelantó en el campo y le quitó los espacios a Valverde.
Con Chile más arriba en la cancha y Bentancur como único volante de contención, ganaron siempre en esa zona del campo y comenzaron a tener mayor protagonismo y a complicar al fondo uruguayo.
Cuando la dupla estuvo cómoda, Uruguay fue un equipo. Cuando la visita se centró en desarmar la sociedad, el partido se complicó. Bentancur y Valverde han dado muestras de sobra de su capacidad, pero el equipo deberá aprender a arroparlos para que el vínculo que ofrecen en el centro del campo no sea frágil de quebrar.