La derrota del Real Madrid ante el Espanyol le abrió la puerta de la esperanza al Barça, que se reenganchó a la pelea por el título en un partido raro y sufrido
BARCELONA .- El Barcelona está a cuatro puntos del Real Madrid y a tres del Atlético de Madrid. La próxima jornada visitará al Sevilla conociendo el resultado del derbi madrileño, con la posibilidad, pase lo que pase en el Bernabéu, de acercarse más al liderato, ese liderato que disfrutó primero y entregó de forma lamentable después.Y que ahora, tras ganar por la mínima, y sufriendo por el resultado (1-0), al Alavés, vuelve a contemplar cerca.
Resolvió la papeleta Robert Lewandowski con un solitario gol de veterano, de listo, pillo e inteligente. De saber dónde y cuándo colocarse para rematar. Así acabó con la resistencia del Alavés.
Un Barça de dos cara, suficiente para, por lo menos, sonreír aunque acabase pidiendo, desesperadamente, la hora. Falto de movilidad, confundido y agobiado, al Barça la primera parte se le hizo muy cuesta arriba. Se diría que a partir del terrible choque entre Gavi y Tomás Conechny, antes de cumplirse diez minutos, el Barça perdió el temple necesario.
Y el Alavés, presionando, marcando al hombre y rompiendo el ritmo del juego, le rompió el plan que, se supone, estableció Hansi Flick.
Tan decepcionante fue el primer tiempo que aunque la posesión azulgrana superó el 70 por ciento del tiempo, sólo remató dos veces y solamente una entre palos, de Pedri y superado ya el minuto 43.
Cómodo, centrado, defensivo y aplicado, el Alavés cometió hasta 12 faltas en ese primer tramo de partido... Y se fue al vestuario tan contento, manteniendo el 0-0 y provocando un auténtico atasco al Barça.
Si le había hecho un favor, enorme, el Espanyol ganando en la previa al Real Madrid, no se lo devolvía el equipo de Flick ante el equipo vasco, ocupado en evitar el descenso en lucha con los periquitos. Y, llegado el descanso, los nervios eran evidentes en Montjuïc, entre una hinchada incrédula ante el mal desempeño de este Barça, al que un nuevo tropiezo le suponía un auténtico drama.
METIÓ MANO FLICK Y EL BARÇA FUE OTRO
Entendió el entrenador alemán la necesidad de meterle mano al partido, cambiar piezas y variar los planes para revolucionar a su equipo. Y así sacó del césped a Ronald Araújo y Marc Casadó para meter a Eric García y Frenkie de Jong.
El objetivo se entendía claro: mejorar el juego de combinación y la rapidez y claridad en sacar el balón desde atrás. Y el Barça fue otro.
Consciente de la urgencia a la que se enfrentaba, tanto como de las dificultades que le presentaba el Alavés, el conjunto azulgrana aumentó la intensidad, la rapidez, el ritmo y el vertigo.
El cambio fue eviente a todos los efectos. En el primer cuarto de hora disfrutó de tres ocasiones y a la cuarta, superada la hora de partido, Lewandowski encontró la red, al rematar con acierto una volea de Lamine Yamal que le llegó rebotada.
Quiso reaccionar e irse adelante el Alavés, pero supo mantener la calma, y defender con balón el Barça. Eso y sacar nota en la táctica del fuera de juego, provocando hasta 13 a los vitorianos, que con el 1-0 mantuvieron una esperanza que no acompañó con juego.
Así, sin brillantez y con un triunfo tan ajustado como justo, el Barça del sufrimiento, el de LaLiga, dio un paso al frente y volvió a presentar credenciales en un campeonato que, a lo visto, aún tiene mucho que decir.