Golf
Por Ignacio Colombo - Enviado especial 3y

Justin Rose sigue al frente en Augusta. Perseguidores al acecho

Si alguno de los lectores tiene un conocido que no esté familiarizado con el golf, seguramente se pregunte qué es lo que nos atrae tanto de este deporte. Para explicarlo podríamos empezar por contarle lo que hizo Justin Rose en estas dos primeras rondas en el Masters. ¿Cómo es que el Justin Rose de la primera vuelta se convirtió en el Justin Rose de la segunda? No hay respuesta porque en eso radica el gran misterio del golf. Las luces encendidas en el jueves y un día después solo la oscuridad que lo acompañó en los primeros nueve hoyos. Cuatro bogeys en los primeros siete hoyos hicieron que Augusta National pareciera demasiado para él.

Muchas veces en el golf las expectativas se convierten en un enemigo. En la historia del Masters solo uno de los líderes cortados por varios golpes en la primera vuelta terminó ganando: Jordan Spieth en 2015. Rose llegó a Augusta sin buen juego. Los que creyeran en sus posibilidades pudieron haber apostado por él por 80 a 1. Esas eran las chances que reflejaba su primer año sin triunfos (2020) desde 2009, y su declinación hasta el puesto 41 del Ranking Mundial.

Sin embargo, al jugar los últimos once hoyos de su vuelta de este jueves en nueve bajo el par, no solo le pegó a la bola de manera extraordinaria, sino que además jugó el green como un verdadero maestro. Fue uno de esos días en los que creyó que podía embocar todos los putts y prácticamente lo hizo.

Pero una ventaja de cuatro golpes cambia las cosas. “Justin ¿Crees que puedes ganar este Masters?” Una entrevista atrás de otra y la visita a la sala de prensa como el leader. Y muchas más preguntas más...

Rose llegó este viernes muy temprano a la zona de práctica y rápidamente para los que estaban mirando el swing del puntero resultó obvio que las cosas no estaban bien con el driver. Dos de los seis primeros que pegó se desviaron mucho a la derecha, lo que en la cancha lo hubieran metido en serios inconvenientes. Cuando llego al tee del hoyo 1 no sacó el driver, obvio, pero igual con su madera 3 se metió en problemas. Saco al medio del fairway y se llevó un bogey. Pero lo malo de ese primer mal hoyo no fue el bogey sino esa luz amarilla titilando en su cabeza diciéndole: Esto no es como ayer Justin. Y no lo fue. Pero a pesar de esos malos pensamientos, Rose se las ingenió para pelear una vuelta y seguir al frente por un golpe, haciendo par de cancha y manteniendo ese -7. Se recuperó y esta noche podrá dormir más tranquilo.

Pero así como Rose se frenó, sus perseguidores aceleraron y se multiplicaron. Aprenden rápido estos muchachos. En la primera ronda, el score promedio fue 74.5. En la segunda ronda fue de 72,3. En la vuelta inicial solo 12 jugadores bajaron el par de la cancha contra 40 en la segunda.

¿Qué cambió? Los greens siguieron estando tan rápidos como este jueves. Quizá las banderas fueron más amigables. Sobre todo al principio. La del hoyo 2 y la del hoyo 3 eran dos posibles birdies. Eso cambia mucho el humor de los jugadores, ya sea que peleen por la punta o traten de pasar el corte.

Este viernes casi no hubo viento y el jueves por la tarde sopló bastante fuerte. En Augusta el viento se arremolina y se pone indescifrable. Las ráfagas también juegan en los greens, ya que cuando tienen estas velocidades pueden desviar putts buenos y transformarlos en muy malos

Si miramos el tablero se podría decir que Harman con -6 y a un golpe de la punta se transformó en el zurdo de turno que siempre anda bien en el Masters. Zalatoris, también con -6, en la sorpresa. Leishman con -5, esa no es sorpresa, por lo menos hasta el sábado. Spieth se convirtió en Spieth y está en la conversación con más ganas que certezas. pero quién se anima a apostar en su contra. Y siguen los nombres: Finau, Thomas, Champ, Morikawa, Matsuyama, Schauffele, Smith, De Chambeau. Todas buenas noticias para este Masters de abril, que promete ser el Masters de siempre después de un muy breve intervalo. Tan breve fue, que hasta el campeón defensor tuvo un reinado de solo 5 meses y dos rondas. Así como lo escuchan. El gran Dustin Johnson no jugará el fin de semana. Seguramente quiera irse a su casa. Pero deberá estar el domingo para ponerle el saco verde a su sucesor, con una sonrisa, en lugar de las lágrimas de noviembre 2020.

Los latinos, muy castigados en la primera ronda, mostraron los dientes y aún sin brillar en exceso se las ingeniaron para entrar al fin de semana. La excepción que no sorprendió fue la del mexicano Carlos Ortiz, que arrastraba una pesada carga después del 80 de ayer. “Me da pena irme, pero es la primera vez y saco mis enseñanzas. Esta es una cancha en la que estar arriba del green no te garantiza hacer dos putts. Si no estás en el lado correcto se pone muy difícil” decía como conclusión de su paso por este Masters.

El colombiano Sebastián Muñoz es el prototipo del luchador que no se rinde jamás. “Empecé la ronda con mucha confianza y jugando muy bien. De repente las luces se apagaron y todo se puso muy difícil. Fui un luchador en esta vuelta. Me descolocó el doble bogey del 17, que es un hoyo que me resulta muy difícil. Por suerte pude hacer ese gran birdie en el 18 y entrar con lo justo. A descansar y empezar de nuevo” declaraba contento Muñoz. Hizo 73 golpes (+1) y para un total de +3.

Otro con mucho carácter y fortaleza mental fue el mexicano Abraham Ancer, que, sobreponiéndose a una penalidad que sigue siendo polémica, hizo una muy buena vuelta de 69 golpes (-3) y marcha en el par de la cancha.

El chileno Joaquín Niemann no encuentra su mejor forma en Augusta, pero también peleó contra la adversidad. Llegó a estar en un total +5 en el hoyo 7, bien afuera del corte. Pero se acomodó y terminó en con un total de +2 y una vuelta de 71 golpes (-1).

Un torneo bien abierto espera a los fanáticos. Vientos fuertes para el sábado anuncian posibles dramas en una cancha que está muy fina. Condimentos ideales para un fin de semana de buen golf en el primer Major del año, El Masters de Augusta en su edición 85.

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