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Matsuyama, con una vuelta perfecta, tomó la punta en Augusta

Hideki Matsuyama tuvo una gran vuelta y tomó la punta del Masters de Augusta. AP

Hace cuatro años, en el Firestone Country Club en Akron, Ohio, Hideki Matsuyama jugó un golf extraordinario en la vuelta final del WGC Bridgestone Invitational. En esa ocasión hizo 61 golpes (-9), igualando el record de la cancha para ganar por cinco el torneo. Tal fue la calidad con la que jugó ese día que ni siquiera tuvo que esforzarse por embocar putts muy difíciles. Matsuyama tenía 25 años entonces y parecía destinado a ser uno de los grandes jugadores de su generación. Pero ese fue el último torneo que Matsuyama ganó. Volvió a jugar bien en algún que otro campeonato, pero el Matsuyama de aquel WGC en Akron nunca más volvió a aparecer…. hasta la tercera vuelta de este Masters.

Matsuyama volvió a mostrar su mejor versión y se convirtió en el valiente samurái que disparó flechazos sin miedo a las esquivas banderas de Augusta National. Tuvo su recompensa. Hizo 65 golpes (-7) y con un total de -11 se subió a lo más alto del tablero. Fue también el único jugador que no hizo bogeys hasta ahora en lo que va del torneo. Si ganara sería el primer hombre japonés en obtener un Major.

Es difícil saber si esta extraordinaria performance del japonés fue producto de una alineación casual de los planetas golfísticos o si es el resultado esperado de un gran esfuerzo y mucha práctica. Matsuyama vive hace casi 10 años en USA, pero su inglés, insólitamente es muy pobre. Quizá por esta razón fue su propio coach por muchos años. Pero hace un año trajo desde Japón a Hidenori Mezawa, un experimentado profesor con el que puede comunicarse en su idioma natal. Quizá esta vuelta magnífica sea el resultado virtuoso de esta nueva etapa.

A partir de las 2:40hs (local) se verá si Matsuyama es o no el mismo jugador de aquella heroica vuelta en Akron.

La otra cara de la moneda fue el inglés Justin Rose, quién lideró el torneo hasta el comienzo de la tercera vuelta, y que se diluyó en los segundos nueve hoyos. Terminó firmando un 72 (par) para quedar a cuatro golpes de la punta. A pesar de las dificultades, Rose mostró una envidiable fortaleza, ya que no contó con su mejor juego. Si no hubiera sido por una increíble habilidad para hacer approach y putt desde todos lados en varios hoyos, su suerte hubiera sido mucho peor. Pero hay un viejo dicho que dice que los perros que pelean contra los autos y los golfistas que hacen muchos approach y putt para salvar el par, siempre terminan mal…

Cuatro golpes no es la ventaja más grande que tuvo que levantar el domingo un segundo para llevarse la victoria en el Masters. Nick Faldo en 1996 salió a 6 golpes de Greg Norman y terminó ganando por cinco. Pero eso fue más Norman perdiendo que Faldo ganando. En años recientes, el inglés Danny Willett, en 2016 recuperó cinco golpes en la última vuelta para sacarle, literalmente, el saco a Jordan Spieth, que era el campeón defensor y el líder al comenzar la vuelta.

Además de Rose con -7 hay otros tres buenos jugadores mirando con ambición a Matsuyama. El estadounidense Xander Schauffele, el australiano Marc Leishman, y el novato Will Zalatoris (EEUU). En los papeles es obviamente Shauffele quién tiene las mejores chances.

El tejano Jordan Spieth jugó muy bien la cancha en la tercera vuelta, pero insólitamente el putt, su arma preferida, estuvo mal calibrada y no le dio alegrías. Hizo par de cancha y con -5 está demasiado lejos como para que sus fanáticos, que son muchos, abriguen las esperanzas de un milagro.

El campeón de este Masters no saldrá de afuera de este grupo de siete jugadores.

Lejos de aspiraciones quedaron los tres latinoamericanos que pasaron el corte. El mejor clasificado es el chileno Joaquín Niemann que ayer hizo 70 golpes (-2). “Fue una vuelta muy positiva. Obviamente hacer -2 en Augusta es siempre una gran satisfacción y me ayudó a seguir subiendo en el tablero. Mañana pienso seguir así y ojala pueda escalar más”, esas fueron sus palabras optimistas al terminar. Niemann empata el puesto 21 con par de cancha.

El colombiano Sebastián Muñóz hizo 71 golpes (-1) en su ronda, que tuvo tres birdies y dos bogeys. Se ubica en el puesto 38 con +2.

Por su parte, el mexicano Abraham Ancer nos decía: “Esta fue una ronda frustrante. Le pegué muy bien a los fierros y no la rodé nada mal en los greens, pero no tuve muchas oportunidades. Quería aprovechar este sábado para acercarme a los líderes, pero no se dio.” Ancer terminó su ronda con 75 golpes (+3) que lo dejo en el lugar 43 con un total de tres golpes sobre par.

En la punta opuesta del tablero, el español José María Olazábal, ganador de dos Masters (1994 y 1999), no había pasado el corte en Augusta en los últimos 14 años. A los 55 años, ese objetivo se le pone cada vez más difícil. Sin embargo, en esta edición que presentó una cancha con greens firmes y muy rápidos le dio una oportunidad y la aprovechó. “Cuando la cancha está así, no tengo que pegar todo el día maderas cinco a los greens. Es muy lindo ver a Augusta jugar así estos últimos dos días, me hace acordar mucho a como la jugábamos nosotros en los 80 y en los 90.”

Pero más allá de cualquier táctica, los pensamientos de Olazábal al terminar la tercera vuelta se volvieron hacia su gran amigo y compatriota, el también ganador del Masters, Seve Ballesteros, que murió en 2011. A él le dedicó su performance. “Ya sé que pasar el corte no es nada extraordinario, pero reconozco que no hice otra cosa que pensar en él en estos días. Sobre todo porque el viernes Seve hubiera cumplido 64 años. Por eso jugué ese día con la ropa que a él más le gustaba: Azul oscuro y blanco.” Dijo Olazabal muy emocionado.

El domingo amaneció fresco y nublado en Augusta. Pero el pronóstico es bueno para todo el día. La tormenta que mojó la cancha a mediados de la tercera vuelta, y obligó a suspenderla por una hora y media, aplacó la dificultad de los greens, que hoy seguramente serán más accesibles. La primera salida será a las 10 de la mañana y la práctica a las 8 está vacía. La sala de prensa también se ve desierta. Ya sea que veamos un drama inesperado o la marcha triunfal de un iluminado, al final del día los aplausos y una conocida ceremonia coronarán a un nuevo campeón en Augusta.