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La sobreviviente de ataque de tiburón que busca gloria paralímpica

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La recuperación de Ali Truwit tras un ataque de tiburón (2:33)

Perdió su pie izquierdo en un ataque de tiburón en mayo pasado, pero Ali Truwit encontró su poder y fuerza, y se prepara para competir en natación en los Juegos Paralímpicos. (2:33)

PARTE 1

Ali Truwit recoge su equipamiento mientras se encuentra de pie en la cubierta de una barca que navega frente a las Islas Turcas y Caicos en el Océano Atlántico. Es un día cálido y soleado de mayo, ideal para hacer snorkeling. Sophie Pilkinton, su ex compañera de natación en Yale, le pide que pose para una foto. Ali sonríe.

Qué vida tan perfecta.

Ali corrió un maratón con su madre en Copenhague hace 10 días. Hace dos días se graduó en Yale. Ahora está de celebración con su mejor amiga, a punto de zambullirse en las cristalinas aguas tropicales de color azul.

Mientras se ponen las máscaras y las aletas, Sophie agarra la mano de Ali.

“Ali”, pregunta, "¿estás segura de que no hay tiburones aquí?".

"Soph", dice Ali, "aquí es donde venimos todo el tiempo. Nunca vemos nada aquí".

Ella mira a su amiga a los ojos: "No te preocupes", dice Ali.

Sophie se relaja.

Juntas, saltan.


ALI Y SOPHIE NADAN tranquilamente junto al barco durante unos minutos, acostumbrándose al agua y al equipamiento. Luego se aventuran más lejos, en busca de peces y del arrecife de coral: primero 20 metros, luego 50, luego 100.

Pasan treinta minutos. Divisan algunos peces.

En ese momento, Sophie lo ve. Un enorme tiburón gris. Nadando hacia Ali.

"Estaba mirando al tiburón directamente a los ojos", dice Sophie.

Ali, que está de cara a Sophie, no se da cuenta de que se acerca por su derecha.

"Ali, Ali, Ali", grita Sophie en su máscara. Su nombre suena raro bajo el agua. Le da un golpecito en el brazo a Ali. Ali mira a Sophie y es entonces cuando nota una presencia a su lado.

Oh, eso debe ser un delfín. Había visto algunos durante sus viajes anteriores.

Sophie gira rápidamente hacia la barca y Ali, instintivamente, se gira con ella.

El tiburón se mueve debajo de Ali. Su espalda sube y queda debajo del vientre de ella.

¿Estoy sobre un delfín ahora mismo?

Luego la embiste.

Ali jadea. Se le encoge el estómago. Ella ya sabe.

Esto no es un delfín. Es un tiburón.

Ali patea. Cierra los puños y golpea la espalda del tiburón. El tiburón se mueve hacia Sophie. La golpea desde abajo. Sophie patea y empuja.

El tiburón se desplaza hacia el lado izquierdo de Ali. Abre la boca y muerde. Ali no siente dolor.

Mi pierna está en la boca de un tiburón.

Ali estira el cuello para mirar su pierna izquierda.

Ella ve un torrente de sangre en medio de la hermosa agua azul clara.


¿ESTOY LOCA o no tengo un pie ahora mismo?

Ali se quita la máscara de buceo y la agita sobre el agua. Sophie hace lo mismo.

"¡Socorro!" gritan. "¡Por favor, ayuda!"

La barca está demasiado lejos. Su guía no puede oírlas.

Con sus caras fuera del agua, Ali y Sophie se miran. Una mirada de complicidad. Tienen que nadar de vuelta a la barca. Una al lado de la otra, con las máscaras en la mano, se encaminan de regreso.

El tiburón las sigue. Esta vez, golpea a Sophie, disminuyendo su velocidad. Ali patea con su pierna derecha y nada, poniendo algo de distancia entre ella y Sophie y el tiburón.

Entonces, el tiburón nada hacia adelante y golpea a Ali, con fuerza, desde abajo.

Necesito sobrevivir.

Necesito nadar lo más rápido que pueda hasta la barca.

Ella siente que la sangre brota de su pierna izquierda.

Ali llega a la barca y el guía le dice que suba a bordo.

"Señor, no tengo pie", dice Ali.

Él extiende su mano y Ali la agarra fuerte mientras Sophie le empuja desde abajo. Sophie, una estudiante de medicina, vuelve a la barca y su mente parece absurdamente clara. Agarra una toalla de la pila de cosas que habían dejado en la cubierta y la envuelve alrededor de lo que queda de la pierna izquierda de Ali. Le pide al guía un torniquete y lo ata firmemente en la parte superior del muslo izquierdo de Ali. Le ordena a Ali que se siente en la cubierta y eleve su pierna izquierda. Sophie la sostiene en el aire mientras el guía llama por radio a la costa para solicitar una ambulancia.

”La semana pasada corrí un maratón”, le murmura Ali a Sophie. “¿Y ahora no tengo un pie?”

En ese momento, se acerca un barco. Matt Bevilacqua, un instructor de buceo, salta a bordo. Las había visto pidiendo ayuda y cambió de ruta hacia ellas. Se sienta al lado de Ali, se acerca y le hace preguntas.

¿Cómo te llamas? ¿De dónde eres? ¿A qué universidad fuiste? ¿Sobre qué trataba tu tesis?

Su único objetivo: mantener a Ali despierta.

De cara al sol y al cielo azul de las Islas Turcas y Caicos, Ali responde.

"Mi nombre es Ali Truwit. Soy de Darien, Connecticut. Me gradué en Yale. Mi tesis fue sobre inteligencia emocional y liderazgo".

Llegan al muelle. Hay una ambulancia esperando. Sophie levanta la camilla casi sin ayuda de nadie y mete a Ali en la ambulancia. Encuentra un balde dentro del vehículo y lo coloca debajo de la pierna de Ali para mantenerla elevada. Se sienta a su lado, sosteniendo el balde en su lugar. El paramédico con dificultades coloca el manguito de presión arterial en el brazo de Ali. Sophie toma el control y lo coloca alrededor del brazo de su mejor amiga.

La adrenalina comienza a abandonar el cuerpo de Ali. Lo que la reemplaza es un dolor como nunca antes había sentido. Un dolor insoportable, interminable. Y empeora con cada bache que encuentra la ambulancia mientras avanzan por calles de un solo sentido hacia el hospital.


A LAS 3:45 P.M., la madre de Ali, Jody Truwit, está caminando por la entrada de su casa cuando recibe una llamada de un número internacional.

"Me dieron ganas de vomitar", dice Jody.

Ella contesta.

"Tenemos a su hija Alexandra", dice la voz. "Está en estado muy crítico".

Es la enfermera del hospital de las Islas Turcas y Caicos.

Sophie agarra el teléfono.

"Señora Truwit ", dice Sophie, "Hemos sufrido un ataque de tiburón".

"El tiburón le arrancó el pie y parte de la pierna a Ali. Estamos en el hospital intentando estabilizarla".

Las lágrimas corren por el rostro de Jody. "¿Estás bien?", le pregunta a Sophie.

"Estoy físicamente bien", dice Sophie. "Están intentando operarla rápidamente".

Sophie coloca el teléfono cerca de la oreja de Ali. Jody solloza.

“Mamá”, dice Ali. “Por favor, no llores. Sophie y yo no estamos llorando”.

Jody entra corriendo a la casa. Llama a gritos al padre de Ali, Mitch. Le cuenta lo que pasó. Un grito gutural emana del cuerpo de su marido. En sus 26 años de matrimonio con él, Jody nunca lo ha oído gritar así.

Jody idea un plan. Hablará por teléfono con Ali todo el tiempo que pueda. Mitch, que es director ejecutivo de una empresa de capital privado, y sus tres hijos llamarán a su médico de cabecera, a sus amigos cirujanos y a sus familiares. Necesitan aprender todo lo que puedan sobre los ataques de tiburones. Rápido.

“Mamá, me duele tanto”, susurra Ali en el teléfono.

Jody, una terapeuta, le pide a Ali que inhale mientras cuenta hasta cinco y que exhale mientras cuenta hasta cinco. Respiración cuadrada. Ella repite mantras que recitaba con Ali cuando era niña.

"Puedo y lo haré".

"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece".

"Esto también pasará".

Ali es llevada en silla de ruedas a una habitación separada por cortinas blancas. La conectan a monitores y le dan morfina. Entra un médico y habla de una cirugía de emergencia con una sierra que él había adquirido recientemente pero que nunca había usado.

¿El tratamiento en este hospital es la única opción que tengo?

Mientras tanto, los contactos médicos de Jody y Mitch les aconsejan que lleven a Ali por ambulancia aérea a su casa para operarla. El Centro de Trauma Ryder en Miami es el más cercano.

Por teléfono, Jody informa a la enfermera sobre su plan. El médico se opone. Dice que los signos vitales de Ali no son lo suficientemente estables como para que pueda volar con seguridad.

Alrededor de las 5 de la tarde, dos horas después del ataque, Ali le dice con frivolidad a Jody: "El tiburón probablemente todavía tiene mi pie".

Jody le pasa esa información a Mitch, quien llama a la compañía de botes que llevó a Ali y Sophie en su viaje de snorkeling. Él le pide a una tripulación que busque el pie de Ali en el océano.

Aproximadamente 45 minutos después, mientras Ali continúa susurrando mantras con su madre y Sophie trenza el cabello de Ali, la tripulación del barco llega al hospital.

Uno de ellos sostiene el pie izquierdo de Ali, todavía en la aleta.

La tripulación lo encontró en la misma zona donde el tiburón había atacado a Ali.

Ali siente náuseas. Aparta la mirada de su pie.

"Los pies se pueden reimplantar", dice el médico. Es necesario hacerlo rápido, en cuatro horas, pero es posible, dice.

Él nunca ha realizado una cirugía de reimplantación, añade.

Poco después, aprueba el traslado médico de Ali a Miami por ambulancia aérea.

Su proclamación lo es todo para Ali.

No sé cómo funciona todo esto, pero se me puede reimplantar el pie. Va a ser molesto durante un tiempo. Pero todo volverá a la normalidad.

Un equipo del hospital coloca el pie de Ali sobre hielo. Sophie observa cómo lo inyectan antibióticos.

Jody se pone en contacto con una empresa de ambulancias aéreas y reserva un avión.

Pasa una hora, y luego dos, y luego tres.

Ali, quien está acostada frente a un gran reloj, lo mira fijamente mientras cada minuto pasa.

El médico le asegura que en algunos casos la reimplantación puede producirse incluso varias horas después del ataque. Ella respira profundamente.

A las 10 p.m., casi siete horas después de que un tiburón la atacara, Ali es trasladada en camilla a una avioneta. Su pie es colocado en el asiento a su lado. No hay espacio para Sophie.

Jody, quien todavía está al teléfono, le dice a la enfermera que acompaña a Ali que “por favor, tome sus manos -- debe sentirse muy sola".

Mientras el avión despega, el torniquete se clava en la parte superior del muslo de Ali. Ella le ruega a la enfermera que lo afloje, pero la enfermera le dice que es demasiado peligroso con el cambio de presión de aire.

¿Sobreviviré? ¿Podrá mi cuerpo soportar este viaje en avión? ¿Volveré a ver a mis padres?

¿Qué harán los médicos? ¿Cómo conseguirán que los músculos se conecten?

¿Funcionará?


SE SUPONÍA QUE HANNAH WALSH acompañaría a Ali y Sophie a las Islas Turcas y Caicos. En cambio, la ex buceadora de Yale pasa el 24 de mayo de 2023 trabajando un turno de 14 horas en el Centro de Trauma Ryder en Miami. Después del trabajo, alrededor de las 8 p.m., recibe una llamada de la hermana de Sophie.

La noticia hace que el cuerpo de Hannah se entumezca y obliga a la hermana de Sophie a repetir lo que dijo varias veces antes de comprenderlo.

Hannah le envía un mensaje de texto a Sophie. ¿Qué pasó? ¿Estás bien?

Sophie conecta a Hannah con el médico en las Islas Turcas y Caicos, quien le envía tres fotos. Una del pie de Ali en una aleta, sobre hielo. Una de la pierna izquierda de Ali . Una de una radiografía de la pierna de Ali.

Hannah se sube a su auto y le envía un mensaje de texto a Jody.

"Hola, Jody. Me enteré de la noticia. Estaré en el Centro de Trauma Ryder. Estaré allí para apoyar a Ali. No es necesario que respondas".

Hannah llega al centro de traumatología a las 9 p.m. Un grupo de médicos se ha reunido en la sala de traumatología. Cuando ella llega, los médicos le dicen que unos minutos antes se había emitido un anuncio: una víctima de un ataque de tiburón iba a ser evacuada al centro esa noche. Tienen pocos detalles del ataque.

Hannah comparte las fotos de Ali con el residente de traumatología. Les cuenta todo lo que sabe sobre Ali. Es corredora de maratones. Tiene la enfermedad de Hashimoto, un trastorno autoinmune que causa hipotiroidismo. Fue nadadora universitaria.

Los médicos describen un plan detallado paso a paso. Salvarle la vida. Llevarla a cirugía. Salvarle la mayor parte posible de la pierna. Nadie pronuncia la palabra "reimplantación".

Poco después de medianoche: Hannah escucha un anuncio en la radio de la sala de traumatología: La víctima del ataque de tiburón está siendo trasladada en camilla a la sala de reanimación.

Hannah observa la situación en una pantalla de video. Ali lleva una bata blanca de hospital, su cabello enmarañado y los labios agrietados por la deshidratación.

"Recuerdo que pensé: 'Dios mío, ese es el pelo de Ali'", dice Hannah. "'Dios mío, esta es mi mejor amiga'".

Hannah corre hacia la sala de reanimación. Ali ve a su amiga. "Hola, Hannah", le dice. "Me alegro tanto de que estés aquí".

Mientras los médicos se ponen a trabajar, Hannah se acuesta en la cama junto a Ali. El pie de Ali está al lado de ellas. Hannah nota que los dedos están pintados con un esmalte rosa pálido. El tiburón había mordido el pie de Ali justo por encima del tobillo. Su pie todavía estaba intacto.

"Parecía como si alguien hubiera tomado arcilla y..." dice Hannah, apagándose.

Ali está segura de que la llevarán en la camilla a la sala de operaciones de inmediato y que podrá volver a correr, caminar, nadar con sus propios pies.


JODY Y MITCH TRUWIT aterrizaron en Miami media hora después de la llegada de Ali. Habían llamado a un amigo que había llamado a un amigo, que les dio su jet privado. Jody recibió mensajes de texto durante todo el viaje, primero de la enfermera en la ambulancia aérea y luego de Hannah.

Cuando Jody entra en la habitación de Ali, Ali rompe en llanto. Jody la abraza y le besa la frente.

"Pensé: 'Bueno, estoy en un lugar donde estoy segura'", dice Ali.

El equipo de traumatología de Ali se reúne con la familia. Dicen que están estabilizando a Ali. Tiene la pierna infectada. Le están administrando antibióticos y analgésicos.

La reimplantación nunca se realizará. La infección por sí sola mataría a Ali. "Lo sentimos tanto", dice el médico especialista en traumatología craneal. "No sabemos por qué siquiera se le dijo eso".

Hay más. Existe la posibilidad de que Ali pierda toda su pierna izquierda. El torniquete había cortado el suministro de oxígeno a su pierna.

¿Cuánto pueden salvar?, pregunta Mitch.

"Antes de poder salvarle la pierna", dice el médico, "tengo que salvarle la vida".

El miedo y la incredulidad consumen a Ali.

¿Cómo voy a caminar? ¿Cómo voy a entrar a la ducha? ¿Cómo voy a bajar las escaleras?

Durante toda la noche, Jody, Mitch y Hannah tocan canciones para calmar el dolor de Ali. Hannah le toma las manos.

La primera cirugía es clave. Los médicos realizarán un desbridamiento quirúrgico, un procedimiento para eliminar el tejido infectado y muerto de la pierna de Ali. Después de eso, su cuerpo tendrá que luchar contra la infección restante para que no se propague. A las 7:30 de la mañana siguiente, Hannah camina junto a Ali mientras la llevan en camilla al quirófano. Jody y Mitch rezan.

La operación es un éxito. Los médicos limpian una parte importante de la infección y colocan un sistema de cierre asistido al vacío (VAC, por sus siglas en inglés) para ayudar a que la pierna sane. Informan a Jody y Mitch que realizarán otra operación para limpiar el resto de la infección en unos días. El cuerpo de Ali necesita recuperarse y seguir luchando contra la infección, dicen.

Ali tiene una sola pregunta cuando se despierta de la cirugía. "¿Cuánto de mi pierna me quedará todavía?"

Los médicos aún no tienen una respuesta para ella. Solo cuando la infección haya desaparecido por completo de su cuerpo, la prepararán para la cirugía final: la amputación. Solo entonces podrán decir cuánto de su pierna necesita ser extirpada.

La pregunta la atormenta cada minuto que está despierta.

Ali no se atreve a mirarse la pierna. Su madre le pone una manta sobre la cara cada vez que las enfermeras le limpian la pierna o le inyectan algún medicamento.

Sophie llega de las Islas Turcas y Caicos esa tarde. A Ali le salen las palabras a borbotones en cuanto la ve. No habla del ataque en sí. No puede. Pero juntas repasan cada detalle de lo que ocurrió después.

"Ni siquiera vimos nada interesante en el océano", dice Ali. "Todo eso lo soportamos para nada".

Esa noche, los signos vitales de Ali disminuyen y la agonía se apodera de ella. Los médicos y las enfermeras corren a su alrededor, administrándole analgésicos y antibióticos. Jody pone la canción "Million Little Miracles", de Elevation Worship y Maverick City Music, en su teléfono.

No es nada menos que un milagro que esté aquí
Tengo bendiciones que no merezco
Tengo cicatrices, pero así se aprende
No es nada menos que un milagro que esté aquí

Se queda dormida. Se despierta gritando. Sufre terrores nocturnos. Frenéticamente, comparte detalles del ataque (en ráfagas aleatorias) con Jody. Su madre le toma la mano y le frota la cabeza. Rezan.

Doce horas después, el cuerpo de Ali comienza a ganarle la batalla a la infección. Sus signos vitales se estabilizan. La familia Truwit exhala.

Dos días después, la ingresan en camilla para su segunda cirugía, donde le eliminan la infección restante.

Ahora está lista para ser trasladada en ambulancia aérea a Nueva York para la cirugía más importante -- y la última. La amputación.

Con sus padres a su lado, vuela de Miami a Nueva York. En cuanto aterriza, llegan sus tres hermanos. También la visitan sus amigos de la secundaria y de la universidad.

La operación de amputación -- un proceso de seis horas -- está prevista para el 31 de mayo de 2023, una semana después del ataque, en el Hospital de Cirugía Especial de Nueva York. Es el cumpleaños número 23 de Ali.

"Por favor, salve la mayor parte posible de mi pierna", le dice Ali al cirujano jefe.

La respuesta del médico hace que a Ali se le revuelva el estómago.

Para evitarle una vida de dolor crónico y aumentar su funcionalidad, le amputarán la pierna izquierda por debajo de la rodilla.

¿Me están pidiendo que renuncie activamente a más de mi pierna?

Las lágrimas corren por el rostro de Ali.

A las 3 de la tarde del día de su cumpleaños -- después de ayunar todo el día para la cirugía -- Ali es llevada en camilla a la sala de operaciones.

Seis horas después, los médicos salen. La operación es un éxito. Le han realizado una Reinervación Muscular Dirigida -- un procedimiento relativamente nuevo para redireccionar los nervios cortados a músculos nuevos y permitir la regeneración orgánica de los nervios y ayudar a reducir el dolor del miembro fantasma.

Cuando Ali se despierta, siente una oleada de emociones. Gratitud por todos los pequeños milagros que ha venido a su vida durante la semana pasada. Tristeza por haber perdido una parte de su cuerpo. Nerviosismo por cómo será su vida a partir de ese día.

"Me sentí como si fuera el momento definitivo", dice ella.


PARTE 2

Ali ha sido una atleta y una nadadora desde que tiene memoria. Cuando era niña, siempre sonreía de oreja a oreja cada vez que saltaba al agua. Su abuelo, a quien llamaba Bear, le enseñó el estrecho de Long Island cuando era una bebé. La mayoría de sus recuerdos de infancia tienen que ver con nadar con sus familiares y amistades. En ocasiones especiales, la familia Truwit visitaba el océano -- en el Caribe, Florida y Nueva York.

Las fotografías colocadas por toda su casa y los vídeos en sus estantes muestran a Ali y sus tres hermanos nadando en el océano.

"Mi madre me envió un montón de vídeos caseros en los que se ve a mi hermano pequeño destrozado por las olas, sollozando y pasándolo mal", dice Ali. "Y la cámara panea a mí sonriendo y pasándolo genial en el agua".

A medida que Ali fue creciendo, su amor por el agua se fue haciendo cada vez más intenso. Comenzó a nadar competitivamente, primero en competiciones juveniles y luego, cuando estaba en la escuela secundaria, para el equipo de natación Chelsea Piers en Stamford.

Ali tenía una habilidad innata para nadar largos al mismo ritmo, lo que la hacía perfecta para las pruebas de larga distancia. Fue nombrada All-American de USA Swimming Scholastic en 2016 y 2018. Yale, donde Bear compitió en atletismo y Jody nadó, la reclutó y nadó las 500, 1,000 y 1,650 yardas estilo libre.


A ALI LA DIERON DE ALTA del hospital y regresó a la casa de sus padres. Trasladaron el cuarto de Ali al primer piso y, durante meses, Jody durmió a su lado. La mayoría de las noches, Ali daba vueltas en la cama y dejaba de dormir alrededor de las 3 de la mañana.

Nadie la había preparado para el dolor.

Era tan distintivo. A veces sentía como si le dieran descargas eléctricas por la pierna. A veces sentía como si alguien le hubiera envuelto la parte interior de la pierna con tanta fuerza que iba a estallar.

Luego estaba el dolor fantasma.

"Sentí como si alguien tomase una hoja de afeitar y me afeitara el tobillo hasta el hueso", dice Ali.

A veces sentía como si alguien le agarrara el dedo gordo del pie y el meñique y tratara de "separarlos lo más posible".

"Literalmente rezábamos para que amaneciera", dice Ali.

Cuando llegaba la mañana, las pequeñas tareas parecían intimidantes.

A Ali le encantaban las duchas cuando crecía y se quedaba allí hasta que la obligaban a salir. Ahora no soportaba estar bajo el agua. El ruido le recordaba el golpeteo de sus brazos contra el agua del océano mientras nadaba para salvar su vida. Cuando el agua le caía por la pierna izquierda, el dolor era insoportable.

Días después de regresar a casa, llamó por FaceTime a James Barone, su entrenador de natación juvenil de toda la vida. Ali le contó a borbotones los detalles del ataque. De niña, Ali y Barone tenían una broma constante. Ella era terrible para dar patadas en la piscina. "¿Recuerdas todos esos años en los que intentabas que diera patadas cuando nadaba?", dice con una sonrisa burlona en el rostro. "Nadé 70 yardas hasta la barca sin un pie".

A Ali le tomó semanas después de la cirugía poder mirar su pierna.

"Ver tu pierna que has visto durante 23 años y que acaba justo ahí ... eso fue duro", dice. Le tomó algunas semanas más permitir que sus hermanos vieran su pierna. "Esto es mucho mejor que lo que hay en Internet", dijo uno de ellos, lo que la hizo sentir mejor al instante.

Usaba muletas y vestía pantalones deportivos holgados en público para que nadie más pudiera verla.

Mamá, ¿soy fea? ¿Por qué la gente del supermercado me mira fijamente? ¿Cómo me van a encontrar atractiva los hombres? ¿Podré algún día bajar las escaleras con mi hijo en brazos?

¿Volveré a ser algún día una deportista?

Seis semanas después de la amputación, empezó a dormir toda la noche. Cada día, el dolor se hacía menos abarcador.

El sueño provocó un nuevo deseo. Quiero que me vuelva a gustar el agua. Quiero volver a amar el agua.


DESDE LAS VENTANAS del frente de la casa de sus padres, Ali podía ver las orillas del estrecho de Long Island, donde había aprendido a nadar por primera vez. Al salir por la puerta de atrás, estaba la piscina de su patio trasero, donde jugaba de niña. Le atraía.

Ella se preparó durante días, preguntándose cómo reaccionaría su cuerpo al volver al agua. Comenzó sumergiendo los dedos del pie derecho. Durante dos semanas, eso fue todo lo que hizo. Metía los dedos del pie en el agia y luego volvía a entrar a la casa. Un día, les preguntó a sus hermanos y padres si la ayudarían a meterse en la piscina. Jody le colocó un flotador alrededor de la cintura a Ali y pensó: "Esta es una nadadora de División I y ¿le voy a colocar un flotador?"

Ali se sentó en el borde de la piscina y se zambulló.

De repente, su mente la llevó de nuevo a las Islas Turcas y Caicos, cuando estaba pateando y gritando pidiendo ayuda, cuando estiró el cuello hacia su pierna sólo para ver un chorro de sangre.

Esto también pasará.

Su cerebro interrumpe su visión. Respira profundamente. Está tiritando. Siente el agua tibia que le toca el cuerpo. Abre los ojos.

Estoy a salvo. Estoy viva. Estoy en casa.

Ella intenta sonreírle a su mamá, pero es más bien una mueca.

En esos días, un vecino de las Islas Turcas y Caicos envió a los Truwit un vídeo del día del ataque de Ali. En él se veía a un tiburón toro nadando a unas millas de donde Ali y Sophie estaban haciendo snorkeling. Según el Archivo Internacional de Ataques de Tiburón (ISAF, por sus siglas en inglés) del Museo de Historia Natural de Florida, un tiburón toro, aunque no es común en las aguas que rodean las Islas Turcas y Caicos, probablemente fue el responsable del ataque de Ali. Los tiburones toro son conocidos por su método de "golpear y morder", y los resultados pueden ser devastadores. Se les atribuye el tercer total más alto de ataques documentados en todo el mundo en los últimos 50 años, con una frecuencia de matar del 22%. El de Ali fue el único ataque de tiburón, provocado o no provocado, en la isla en 2023. En todo el mundo, hubo 91.

Hablar sobre el ataque traumatizó a Ali, así que Jody le sugirió que hiciera escritura terapéutica. Ali comenzó a escribir en su computadora. A veces escribía sobre los detalles de su ataque. A veces escribía sobre lo que quería en su nueva vida.

Ella volvía a la piscina una y otra vez. Al principio, una vez por semana. Luego, dos veces. A veces, los recuerdos la consumían y salía corriendo de la piscina. A veces se sentía serena, aunque fuera brevemente, cuando movía los brazos y las piernas en el agua.

"Hubo destellos de esperanza. Momentos en los que pensé: 'Me gusta la sensación del agua en este momento', o, 'Estoy feliz de estar aquí dentro'", dice Ali. "Y esos momentos me dieron fuerzas para pensar: 'Puedo luchar para recuperar esto. Va a requerir trabajo. Va a ser difícil, pero puedo volver a ese lugar'".

En su habitación, empezó a hacer planchas con la pierna derecha. Las aguantó durante tres minutos. Sus amigos le mostraron su apoyo enviándole vídeos de ellos haciendo planchas con una sola pierna. Sophie, que vivía en Nashville, la visitaba casi todos los meses. Hannah la llamaba por FaceTime todas las semanas desde Miami y pasaban horas hablando.

Ali se sintió amada.


A ALI LE HICIERON una prótesis de pierna a la medida unos dos meses después de su amputación. Lo primero que sintió cuando el protésico se la colocó: dolor. Su pierna no estaba acostumbrada a tener cinco libras de peso muerto colgando de ella.

O quizás peor aún, no tenía idea de cómo usar esta cosa que se suponía que era una extensión de su pierna.

Durante semanas, se ponía la prótesis de pierna y se quedaba mirando el suelo. Su cuerpo le decía: "Camina", pero su cerebro rechazaba la idea. No podía sentir la presión del pie contra el suelo.

Su fisioterapeuta le daba patadas suaves a su pierna protésica una y otra vez para anular la señal que su cerebro le estaba enviando a su cuerpo. Ali dio pasos con cautela, contrayendo el centro del cuerpo para mantener el equilibrio. Aprendió a usar los cuádriceps y el muslo para impulsar la pierna hacia adelante. Recuerda que intentaba bajar un tramo de escaleras con su pie protésico y que su cuerpo se sacudía hacia atrás. "Me aguantaba para no caerme", dice. Pasó horas llorando durante las lecciones en el consultorio del protésico. ¿Cómo puede ser esta mi vida?

La pierna protésica no era una solución permanente. Cuando ganara músculo, perdiera peso o retuviera líquidos, no le quedaría bien. Tendría que conducir una hora y media hasta el centro de prótesis en Hicksville, Nueva York, para que le ajustaran la pierna.

Poco a poco, el dolor fue desapareciendo y empezó a caminar más, pero no soportaba que alguien la viera, así que siguió usando pantalones anchos o vestidos vaporosos. Finalmente, se puso una prótesis cosmética para que coincidiera con el tono de su piel.

Ella seguía pensando en el agua. En septiembre, cuatro meses después de su amputación, Ali le envió un mensaje de texto al entrenador Barone.

"Si puedes soportar mirarme, ¿volverías y me entrenarías?" Sin dudarlo, Barone dijo que sí. En ese momento, lo único que le importaba a Ali era pasar un rato en el agua con alguien que la conociera bien.

Ali empezó a nadar en Chelsea Piers, igual que cuando era niña. Cuando veía a gente que conocía, Barone corría hacia ellos y les suplicaba que ignoraran a Ali. Ella no quería que nadie viera su pierna, expuesta, en el agua. A veces, Barone se quedaba de guardia frente a ella hasta que pasaban amigos y conocidos.

Después de unas semanas de haber empezado su rutina de natación, Ali dio el puntapié inicial con el pie derecho y comenzó su calentamiento de estilo libre. Un niño que estaba jugando waterpolo en el otro extremo de la piscina no la notó. Se movió debajo de ella. Pateó con fuerza y su pierna se estrelló contra el vientre de Ali.

Ali jadeó y sintió un nudo en el estómago.

Todo su cuerpo tembló.

Ella salió tambaleante del agua, respirando entrecortadamente.

“¡Oh, cielos! ¿Qué pasó?” gritó Barone desde la esquina de la piscina.

“No...” murmuró Ali, jadeando. “No lo vi”.

Le tomó horas sacudirse el pavor que el recuerdo le había evocado.


ALI SIGUIÓ VOLVIENDO. Se sentía más cómoda nadando boca arriba, así que empezó a entrenarse en el estilo espalda, incluso más que cuando estaba en Yale.

A fines de octubre, convenció a sus padres para que la llevaran a una competencia de natación paralímpica en las afueras de Atlanta. ¿Puedo competir todavía?

Nadaba bien, pero lo más significativo para Ali fueron los compañeros nadadores que le decían que si ella podía superar algo tan terrible, ellos también podían hacer cosas difíciles. Alguien mencionó que debería intentar participar en los Juegos Paralímpicos.

Quizás pueda seguir nadando.

El progreso no es lineal. A medida que se acercaba mayo -- y el primer aniversario de su ataque --, se despertaba llorando y sudando. Le encantaban sus cumpleaños, pero este año quería que mayo desapareciera del calendario. Así que decidió centrarse en sus héroes (Sophie, Hannah, sus padres, sus médicos) y en todos los milagros que la ayudaron a mantenerse con vida y aceleraron su recuperación.

Mayo también fue la primera vez que publicó sobre su ataque en las redes sociales. Poco a poco se fue animando a dar entrevistas, y primero apareció en "The Kelly Clarkson Show". Algunos periodistas más se pusieron en contacto con ella. Algunas conversaciones la dejaron conmocionada, pero cada conversación sobre el ataque la hizo querer abrirse más. Se sintió terapéutico.

"Hay un millón de milagros en la historia en los que me esfuerzo mucho por centrarme", dice Ali. "Y por estar agradecida por ello".

Siguió nadando en más competiciones y sus tiempos fueron mejorando. Entrenaba más duro.

Un nuevo sueño tomó forma.

En las pruebas paralímpicas se inscribió para los 400 metros libre (la distancia más larga), así como para los 100 metros espalda y libre.

Después ser evaluada, fue categorizada como nadadora S10: una competidora con la menor cantidad de discapacidad física para nadar.

En los 100 metros espalda de las pruebas de Minneapolis en junio, Ali se alejó del resto en el viraje. Nadó los últimos 50 metros a un ritmo que dejó atónito a Barone.

Terminó en 1:08.98. Primer lugar. La segunda nadadora más rápida terminó cuatro segundos después.

Barone estaba parado junto a la piscina, con lágrimas corriendo por su rostro.

¿Su mejor tiempo antes del ataque? 1:09.50.

Ella había nadado la carrera de espalda más rápida de su vida. Su tiempo la habría situado por delante de dos atletas olímpicas de Paris 2024 en las eliminatorias de 100 metros espalda.

Ali sonrió. Sus padres se abrazaron en las gradas.

"Cielos", le dijo Barone a Ali cuando ella saltó del agua. "Lo lograste".

Ella no se detuvo allí. Remontó una distancia considerable para ganar los 100 metros libre. Terminó segunda en los 400 metros libre.

Trece meses después de que un tiburón le arrancara el pie de un mordisco, Ali se clasificó para los Juegos Paralímpicos de este año. Su primer evento, los 100 metros libre, se disputará el 1 de septiembre. Sophie y Hannah estarán en las gradas, como parte de un grupo de unos 50 familiares y amigos, para apoyarla en París.

Un tiburón me obligó a nadar más rápido que nunca en mi vida. Ahora estoy nadando más rápido que nunca lo había hecho.

"Aquí he perdido muchas cosas que no voy a recuperar", dice Ali. "Mi pie ... nunca lo voy a recuperar, pero hay cosas aquí por las que también puedo luchar para recuperarlas".


EN UN CALUROSO DÍA DE JULIO, 14 meses después del ataque, Ali está sentada en un banco en A Step Ahead, el consultorio de su protésico en Hicksville. Junto a ella están sus tres piernas. Una negra, la que usa para caminar. Una cosmética, la cual puede usar para cenas, que pesa seis libras. "El precio que pagas por la estética", le dice Erik Schaffer, el protésico jefe.

La tercera, una prótesis de hoja de metal negra con punta en forma de gancho, es nueva. Pesa tres libras. Schaffer la ha diseñado especialmente para Ali. Ella quiere correr otro maratón pronto. Las palabras "Team Truwit " están grabadas en ella. Hoy será la primera vez que corra con ella. El entrenador Barone le había advertido que no corriera hasta después de los Juegos Paralímpicos, pero ella no puede esperar.

Se pone sus calcetines especiales para su pierna izquierda. Se coloca la prótesis de hoja de metal en la pierna. Se pone de pie. Su sonrisa se hace más grande.

"Mamá, grábame un vídeo corriendo hacia ti", dice. Jody está de pie en el rincón más alejado de la oficina.

Ali coloca su pierna protésica izquierda en el suelo. Luego, su pie derecho. Balancea sus brazos. Comienza a caminar. "Es mucho más liviana", dice. Luego, se impulsa y corre. "Utiliza más los cuádriceps", dice Schaffer. Ella inclina su cuerpo hacia adelante y presiona el cuádriceps izquierdo contra la pierna protésica. Su cabello vuela detrás de ella. Llega al final de la oficina. Se da vuelta y corre hacia su madre.

"Mamá, ¿grabaste eso?", ella pregunta. Jody asiente, sonriendo.

Schaffer elogia la fuerza de voluntad de Ali. Para él, su recuperación es impresionante, rápida. Ali sonríe.

Pero, añade, Ali tiene la suerte de haber contado con la ayuda de algunos de los mejores cirujanos. Él ha visto a algunos amputados que, después de décadas, siguen teniendo dificultades. No pueden realizar tareas básicas.

“Erik, vuelve a felicitarme”, dice Ali y se ríe.

Luego se pone seria. Ella reconoce lo difícil que puede ser la vida después de una amputación. A su familia no le falta dinero ni recursos, pero a muchos sí. Por eso ha creado una fundación llamada ‘Stronger Than You Think’ (Más fuerte de lo que piensas). Está recaudando dinero para que los amputados puedan obtener prótesis y cuidados de recuperación.

Hace unas semanas, ella se puso en contacto con Lulu Gribbin, una joven de 15 años que sobrevivió a un ataque de tiburón y que perdió la mano izquierda y la pierna derecha mientras nadaba en Florida. Las probabilidades de ser atacado por un tiburón dependen de una serie de variables (geografía, clima, hora del día), pero son minúsculas para cada ser humano en este planeta. Según el ISAF, entre las personas que van a las playas de los EE. UU., las probabilidades de ser atacado por un tiburón son de 1 en 11.5 millones. Ali se sintió obligada a hacerle saber a Gribbin que no estaba sola.

Ali acaba de regresar de pasar una semana con el equipo paralímpico de EE. UU. en Colorado Springs y habla de los nuevos amigos que ha hecho. Cada uno de sus compañeros de equipo tuvo que pasar por algo singular y valiente para llegar a este punto, dice. Las luchas de ellos le recuerdan las suyas. Se siente surrealista que ella competirá en París.

El movimiento paralímpico ha acelerado su curación, dice Jody.

"Tienes que mostrar tu pierna, tienes que verla tú misma, tienes que enfrentar que otros la vean, tienes que sentirte cómoda si vas a contar tu historia", dice Jody.

Balanceando los brazos, Ali despega nuevamente.


ALI SONRÍE ALEGREMENTE y saluda a los nadadores, jóvenes y no tan jóvenes, mientras está sentada al borde de la piscina olímpica de Chelsea Piers. Su pierna protésica, que se había quitado meticulosamente al borde de la piscina, está a su lado.

Ali lleva su traje de baño azul brillante. Se zambulle en la piscina y su boca se abre en una sonrisa. Despega. El brazo derecho delante de ella, luego el izquierdo.

"¿Cómo se siente el hombro?", le pregunta Barone cuando termina su calentamiento.

Desde la amputación, ha cambiado de lado para respirar al nadar estilo libre. Antes respiraba hacia el lado derecho. Ahora gira hacia el izquierdo porque necesita un contrapeso para mantener su equilibrio. El nuevo movimiento ejerce una presión adicional (y nueva) sobre su hombro derecho.

"Está bien", dice ella. Pero no sonríe.

"'Está bien' significa 'Estoy asustada'", dice Barone.

El ataque del tiburón ha desequilibrado la escala de dolor de Ali.

Un tiburón me arrancó el pie de un mordisco. Sentí un dolor fantasma que me hizo querer arrancarme una parte del cuerpo que no existía. ¿Cómo puedo quejarme de dolor en el hombro?

Ella practica durante otra hora más, hasta que Barone la ve hacer una mueca de dolor y la suspende.

Ali tiene 45 minutos antes de ir al médico para su cita de hombro. Se detiene en una mesa cerca de la cafetería dentro de Chelsea Piers. Jody ha traído algunos álbumes de fotos. Ali los toma y pasa las páginas.

Ella pausa ante una foto de ella en una playa. Tiene unos 5 años y lleva un traje de baño de una pieza color lila que su abuela le había tejido a crochet. Tiene el pelo mojado y la cara ligeramente virada hacia su hermano pequeño Teddy, pero se puede ver claramente su gran sonrisa. Está sosteniendo la mano de Teddy mientras corren para alejarse de una ola que se acerca.

"Es tan triste que se lo hayan quitado a alguien que realmente lo amaba", dice Ali sobre el océano.

Cierra el álbum. Se da la vuelta. En su prótesis negra está escrita la letra de "Million Little Miracles".

Tengo cicatrices, pero así se aprende

No es nada menos que un milagro que esté aquí

Después de grandes hitos, la familia Truwit va al océano. Jody le ha estado preguntando a Ali adónde quiere ir después de los Juegos Paralímpicos.

Ali no le ha dado una respuesta. Ella sabe que no será el océano.

"Quizá no está escrito", dice Ali. "Quizás dentro de cinco años, diez años..."

Por ahora, la piscina y los Juegos Paralímpicos son milagros suficientes.