Un torneo con más sombras que luces

La edición 2001 del torneo más importante del rugby europeo tuvo demasiados puntos bajos, y ni el campeón Inglaterra, que perdió su último partido ante Irlanda, puede darse enteramente por satisfecho

MADRID -- La segunda edición del Torneo de las Seis Naciones, ganada el sábado por Inglaterra, ha sido una competición en la que casi todas las selecciones, e incluso el propio campeón, han tenido éxitos y fracasos: nadie, ni el ganador, puede sentirse completamente satisfecho.

El Seis Naciones 2001 se ha visto negativamente marcado por el aplazamiento de tres partidos causado por la epidemia de fiebre aftosa que el invierno pasado asoló al Reino Unido.

Esto hizo que el campeonato perdiera interés, puesto que de abril a septiembre no había ningún encuentro y el título quedaba en el aire durante seis meses.

Irlanda decidió que sus tres partidos frente a sus rivales británicos, Escocia, Gales e Inglaterra, quedaran para el otoño, hecho que condicionaba el desarrollo del campeonato puesto que los irlandeses eran los únicos que podían disputar el torneo a Inglaterra. Además, el calendario la beneficiaba porque el último partido era en Dublín frente su histórico rival.

Pero el Quince del Trébol es el "conjunto impredecible" del rugby, capaz de lo mejor y lo peor, y la pifió en el primero de sus compromisos aplazados contra Escocia (32-10), el partido más fácil de los tres que le quedaban.

Inglaterra, prácticamente, ganaba así el torneo antes de llegar a Dublín, al partido decisivo y esperado durante seis meses. La "gran final" no sería tal.

Aunque venció a País de Gales en Cardiff (6-36), Irlanda necesitaba ganar por más de 61 puntos a Inglaterra en Dublín, algo imposible.

Los del trébol no lograron la gesta, pero sí aguaron la fiesta a los ingleses, que hoy están considerados como los únicos capaces de ganar a los equipos del hemisferio sur, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica, porque en el Seis Naciones, además de obtener el torneo, hay varios títulos tan importantes como el absoluto, y uno de ellos es el "grand slam" y la triple corona, que obtiene el que gana a los otros cinco, y de las selecciones británicas el que derrota a sus tres rivales y vecinos, respectivamente.

Así, el Quince de la Rosa veía cómo una extraordinaria primera parte del torneo, en la que batió a Francia y el récord de puntuación en la historia de la competición frente a Italia (80-23), quedaba manchada el sábado pasado por una derrota en Dublín (20-14), en uno de los clásicos considerados más que un simple partido.

Además, por tercer año consecutivo, perdía la posibilidad de ganar la triple corona en el último partido: en 1999 fue frente a Escocia, el año pasado contra Gales y, ahora, con Irlanda.

Escocia y País de Gales, tercero y cuarto, respectivamente, han tenido trayectorias parejas. Tan iguales que empataron (28-28) el encuentro que disputaron ambas en Edimburgo y pusieron en evidencia que son capaces de ganar a cualquiera, pero también de recibir históricas palizas, como las que les propinó Inglaterra a las dos.

Las luces y las sombras del resto de competidores no se pueden aplicar a los dos últimos clasificados, Francia e Italia, que sólo sufrieron las sombras. Los franceses son los subcampeones del mundo y favoritos a ganar a cualquiera, y además juegan el rugby más vistoso.

Pero la derrota (48-19) en el primer encuentro frente a Inglaterra en Londres echó por tierra todas sus posibilidades y lo abultado del marcador les hundió moralmente. Italia, en su segunda participación en este torneo, que se amplió para que esta selección jugara con las mejores de Europa, ha vuelto a demostrar que el sexto equipo, de momento, sobra.

Los transalpinos han contado sus partidos por derrotas y propiciaron que Inglaterra les pegara la mayor paliza de la historia. De diez partidos en dos años sólo han ganado uno, lo que ha hecho que su participación sea otra de las sombras de la competición.

-EFE

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miércoles, 24 de octubre
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