Rich Schultz/Getty ImagesEl venezolano Ronald Acuña Jr perseguirá en 2020 la cifra de 50-50 (50 jonrones y 50 bases robadas), hasta ahora inalcanzable para cualquier pelotero en la historia de las Mayores.
Cada año escogemos diez peloteros que, por diferentes razones, serían interesantes de seguir en la temporada.

En algunos casos, se trata de jugadores jóvenes que mostraron destellos de su potencial y deberían dar un salto mayor hasta establecerse por completo como verdaderas estrellas en el mejor béisbol del mundo.

En otros, hablamos de veteranos que por una u otra causas, necesitan demostrar que aún les queda gasolina en el tanque para seguir adelante.

Estos son los diez peloteros a seguir en el 2020.

1.- Javier Báez (Chicago Cubs)

El puertorriqueño de los Cubs es sencillamente el pelotero más divertido de ver en todas las Grandes Ligas. Divertido y espectacular.

No por gusto lo apodan "El Mago". Siempre tiene un truco debajo de la manga, lo mismo con el bate, que con el guante o en el corrido de las bases.

Con 27 años recién cumplidos, posiblemente no hayamos visto todavía lo mejor de Javier Baéz.

2.- Ronald Acuña Jr. (Atlanta Braves)

¿Cuál es límite para el talentoso jardinero venezolano? ¿El cielo?

Acuña Jr. ha dejado claro su objetivo para la campaña del 2020: convertirse en el primer jugador 50-50 (50 jonrones y 50 bases robadas.

El año pasado, en su segunda temporada en las Mayores, se quedó a tres robos de ser el quinto pelotero 40-40.

La meta es difícil, pero con que sólo lo intente, ya valdrá la pena seguirlo día a día en su progreso.

3.- Luis Robert (Chicago White Sox)

Luis Robert firma con Medias Blancas
AP Photo/Charles Rex ArbogastEl cubano Luis Robert sin jugar un solo minuto en MLB recibió una extensión de $50 millones por parte de los White Sox.

Aunque nunca jugó en Grandes Ligas, todo el mundo del béisbol sabe quién fue Omar Linares, el cubano que desde su adolescencia fue codiciado por los cazatalentos como uno de los peloteros más completos que haya pisado jamás un terreno de pelota en cualquier nivel.

Bueno, según aseguran colegas que lo vieron desde sus inicios en la isla, Luis Robert es lo mejor que ha dado Cuba desde Omar Linares.

No debe haber sido por gusto que los White Sox le dieron una extensión contractual por $50 millones sin haber debutado aún en las Mayores.

4.- Luis Arráez (Minnesota Twins)

Si lo que mostró en el 2019 es real, el segunda base venezolano de los Twins es un firme candidato a ganar el título de bateo de la Liga Americana.

Arráez tuvo average de .334, con 109 imparables en 326 turnos, apenas un punto menos que Tim Anderson, el líder de los bateadores del joven circuito, aunque sin las veces requeridas.

Su promedio de embasamiento fue de .399, con un slugging de .439. El 23 por ciento de sus hits fueron extrabases (20 dobles, un triple y cuatro jonrones) y recibió más boletos (36) que ponches (29).

5.- Félix Hernández (Atlanta Braves)

Es difícil creer que uno de los mejores lanzadores que ha tenido las Grandes Ligas en lo que va de siglo XXI esté acabado a los 33 años.

Lo cierto es que desde que cumplió 30 fue como si le hubieran apagado un interruptor, pues en sus tres últimas campañas tuvo récord de 15-27 y efectividad de 5.42 en 314 entradas, mientras que en sus primeras 12 temporadas dejó balance de 154-109 y promedio de limpias de 3.16.

Tal vez lo que necesitaba el venezolano era cambiar de aires, después de jugar 15 contiendas en Seattle.

Quizás lo veamos incluso lanzar en playoffs, la asignatura pendiente en la carrera del Rey Félix.

6.- Miguel Cabrera (Detroit Tigers)

Mark J. Rebilas/USA TODAY SportsMiguel Cabrera necesita salud para alcanzar varios hitos en la temporada 2020 y que consolidarán en el futuro su candidatura al Salón de la Fama.

¿Alguien duda que Miguel Cabrera es un futuro miembro del Salón de la Fama?

Con los números que tiene, ya debería alcanzarle para la inmortalidad, pero las cifras redondas llaman más la atención y Cabrera podría llegar en esta misma campaña a los 3,000 hits, 500 jonrones, 1,700 carreras impulsadas, 1,500 anotadas y 600 dobles.

Para ello necesita estar saludable y jugar en al menos 140 partidos, para acumular los 185 imparables, 23 bambinazos, seis remolcadas, 71 anotadas y 23 biangulares que les faltan para esos números cerrados.

7.- Yoenis Céspedes (New York Mets)

El cubano le ha robado hasta ahora el dinero a los New York Mets. En sus tres primeros años de un contrato de cuatro cobró 73 millones de dólares y apenas participó en 119 partidos (81 en el 2017, 38 en el 2018 y ninguno en el 2019).

El equipo consiguió una notable rebaja del salario que devengaría Céspedes en el 2020, al bajar de 29 a seis millones, más incentivos.

El pelotero llegó a los campos de entrenamiento más cerrado que una tumba, negado a conceder entrevistas y dispuesto a que su bate hablara por él en la temporada.

Luego suavizó y dijo a los medios su disposición a estar listo para el Día Inaugural y recuperar todo el camino perdido.

El talento le sobra, aunque la salud no lo ha acompañado y ya son 34 años en las costillas.

Si está saludable y logra ser el pelotero que fue, será de gran ayuda para los Mets y una diversión ver de nuevo sus kilométricos jonrones y certeros disparos desde los jardines.

8.- Chris Sale (Boston Red Sox)

El zurdo Chris Sale tuvo en el 2019 la peor temporada de su carrera, con registro de 6-11 y efectividad de 4.40.

Desde que se estableció como un abridor estelar en el 2012, nunca tuvo números tan bajos en aperturas (25) e innings lanzados (147.1).

De hecho, se perdió por primera vez en ocho años ser invitado al Juego de las Estrellas.

Los Boston Red Sox esperan desesperadamente un rebote de su astro, sobre todo después de ceder al también zurdo David Price a Los Angeles Dodgers y pasarse de tacaños en el arbitraje salarial con el venezolano Eduardo Rodríguez, hecho que podría haber dañado la relación entre el pitcher y el equipo.

9.- Gerrit Cole (New York Yankees)

El pitcher mejor pagado de la historia tiene ahora la oportunidad de hacer realidad un sueño de su infancia: jugar para los Yankees.

Ahora bien. No es lo mismo lanzar en Yankee Stadium que en el Minute Maid Park. No es lo mismo encabezar la rotación del equipo más emblemático de todas las Grandes Ligas, que ser el segundo de los Houston Astros, con Justin Verlander por delante.

Pero hoy mismo, Gerrit Cole es tal vez el mejor lanzador que hay y tiene por delante el reto adicional de liderar a un grupo que ya perdió a Luis Severino por toda la campaña y a James Paxton por las primeras semanas de temporada.

10.- Los Houston Astros

No es uno, sino varios. José Altuve, Carlos Correa, Alex Bregman, George Springer, Yuli Gurriel ...todas las principales figuras de Houston estarán bajo la lupa este año.

Nadie duda de su talento, pero muchos queremos ver si sus números anteriores son legítimos y si pueden repetirlos en el 2020, sin trampas, ni ayudas adicionales.

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Yandy Díaz fue el último invitado a la fiesta de octubre y se robó el show en el inicio de la Postemporada en la Liga Americana.

Díaz disparó jonrones en sus dos primeros turnos al bat y, además, añadió un sencillo en cuatro turnos para convertirse en el héroe inesperado de los Tampa Bay Rays, que vencieron 5-1 a los Oakland Athletics en el Juego de Comodines del joven circuito.

“Sólo traté de hacerle swing a buenos pitcheos y salieron los batazos. Hoy (miércoles) soy el hombre más feliz del mundo”, dijo el cubano de 28 años, quien está en su primera campaña con la organización floridana, tras pasar sus dos primeros años con los Cleveland Indians.

Hasta último momento, la gerencia de los Rays debatió si incluir a Yandy en el roster de 25 peloteros para Playoffs tras ser activado apenas el domingo, en el partido final de la temporada regular. El cubano se perdió los 58 juegos previos por una fractura en una pierna.

Al final, no sólo fue incluido sino que el manager Kevin Cash lo colocó como primer bat en la alineación. Frente al zurdo Sean Manaea, abridor de los Athletics, Díaz le desapareció la pelota por la banda contraria en cuenta de 3-1 para darle temprana ventaja a su equipo.

En el tercero, nuevamente ante Manaea y esta vez en conteo de 2-2, el cubano sacó la pelota casi por el mismo punto para convertirse en el cuarto pelotero y segundo en la historia de Tampa Bay (Evan Longoria) en disparar dos cuadrangulares en su debut en Postemporada.

Los Rays apelaron a la producción de largometraje, pues, además de los dos vuelacercas de Díaz, también la sacaron del parque el venezolano Avisail Garcia con uno a bordo en el segundo inning y Tommy Pham en el quinto, con la casa limpia, para redondear las cinco carreras del equipo.

Nuevamente, el Moneyball alcanzó sólo para llegar a la Postemporada y despedirse temprano. Por segundo año consecutivo, el dirigente Bob Melvin se equivocó en la selección de su abridor o el error vino desde la oficina de Billy Beane. Da lo mismo.

En 2018, Melvin usó al hoy cerrador Liam Hendicks como “opener” y esta vez se decantó por el zurdo Manaea por encima del diestro Mike Fiers, su caballo de batalla a lo largo de toda la contienda.

Para un juego de vida o muerte, uno en el que no hay mañana para el perdedor, uno tiene que jugársela, sí o sí, con su mejor hombre, como hizo Cash con el veterano Charlie Morton o como un día antes sucedió con Max Scherzer y los Washington Nationals.

Si sale mal, puede pasar. Scherzer no se presentó dominante ante los Milwaukee Brewers en el Juego de Comodines de la Liga Nacional, pero nadie osa criticarle al manager Dave Martínez el haber apelado a su mejor lanzador.

Morton se presentó con problemas de descontrol en el primer inning, en el que hizo 36 lanzamientos, pero, aún así se las arregló para mantenerse cinco episodios con una sola carrera sucia permitida antes de dejar el partido en manos del bullpen.

Nadie duda de la capacidad de Manaea (4-0, 1.21 de efectividad en cinco aperturas), pero, para un partido de estas características, la experiencia cuenta mucho y el zurdo jamás había lanzado bajo la presión de una Postemporada, mucho menos en un juego de eliminación, de todo o nada.

Fiers (15-4, 3.90) ya había estado en 2015 con los Houston Astros y conocía de alguna manera el ambiente de tensión que se respira en los juegos de octubre.

Los dioses del beisbol no perdonan semejantes errores de juicio contra lo que dicta la lógica y el sentido común.

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En el último suspiro, los Washington Nationals ganaron por primera vez un juego de postemporada en que enfrentaban la posible eliminación.

De paso, dejaron en el camino a los Milwaukee Brewers al vencerlos 4-3 en el juego de comodines de la Liga Nacional, con que dieron inicio los playoffs del 2019.

El jovencito Juan Soto fue el héroe indiscutible del encuentro, con su cañonazo en el cierre del noveno con las bases llenas, que se combinó con un error del patrullero derecho Trent Grisham, para limpiar las almohadas y darle un vuelco de 180 grados al marcador.

Soto había fallado en sus tres primeros turnos, con dos ponches incluidos, pero a la hora buena le pegó hit al supersónico cerrador zurdo Josh Hader con dos outs en la pizarra.

Nationals celebra triunfo (Washington Nationals)
AP Photo/Patrick Semansky

Hader, salvador de 37 partidos en la campaña regular, se presentó con poco dominio de la zona de strikes y primero golpeó al emergente Michael Taylor, luego admitió imparable de bate partido del también sustituto Ryan Zimmerman y embasó por boleto a Anthony Rendón.

Si el manager Craig Counsell no levantó del montículo a Hader después del pasaporte a Rendón, a pesar de su manifiesto descontrol, habrá sido por la condición de zurdo del jovencito dominicano, quien echó por tierra la teoría y le despachó el lineazo a la pradera derecha.

El otro villano de la noche fue el novato Trent Grisham, quien al entrar a cortar el batazo de Soto, perdió la pelota y permitió que Rendón anotara desde primera la carrera que decidió el encuentro.

Fue ahí, a la defensa, cuando se echó más en falta la ausencia de Christian Yelich, un ganador de Guante de Oro que si bien no hubiera podido evitar que anotaran los corredores de tercera y segunda con las carreras que empataban el choque, pues tiene menos brazo que la Venus de Milo, al menos, con su experiencia, habría sabido cerrar la pelota e impedido que se fuera hacia atrás, como sucedió con el debutante Grisham.

Pero quizás el gran causante de la derrota, más que Hader o Grisham, haya sido el manager Counsell, quien una vez más fue traicionado por los nervios, cuando tuvo el triunfo al alcance de la mano, como le sucedió el año pasado en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional ante Los Ángeles Dodgers.

Hader es su cerrador y tal vez se apuró al llamarlo a trabajar en la octava entrada con ventaja de 3-1, a pesar de que el también zurdo Drew Pomeranz, tercer pitcher que utilizó en la jornada, había trabajo dos episodios perfectos, con dos ponches.

Y tratándose de un serpentinero experimentado con gran camino recorrido como abridor, perfectamente pudo haberle dado un inning más, para reservar a Hader para su habitual novena entrada.

Por su parte, el mentor de Washington, Dave Martínez, se la jugó con su principal carta, el diestro Max Scherzer, como lo hubiera hecho el 95 por ciento de los dirigentes, con todo y que el astro de los ojos de colores distintos no estaba en su mejor forma.

Scherzer volvió a fallar, al permitir dos carreras antes de sacar el primer out, por jonrón del cubano Yasmani Grandal con uno a bordo y otro bambinazo en el segundo, solitario de Eric Thames.

Pero Martínez manejó bien el pitcheo y a sabiendas de que no había mañana, trajo de relevo a su segundo mejor abridor, Stephen Strasburg, quien se apuntó el triunfo con tres entradas inmaculadas.

Scherzer sigue quedando a deber en postemporada, pero al menos esta vez, la vida le regaló más oportunidades para reivindicarse, aunque para ello tenga que hacerlo nada menos que frente a los Dodgers, rival de Washington en la próxima serie divisional.

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Joe Maddon
AP Photo/Jae C. HongJoe Maddon is enjoying the drama of the current political season.
Se acabó la paciencia de los Chicago Cubs con Joe Maddon y ahora el controversial mánager está sin empleo, aunque no será por mucho tiempo.

Ojo, no se trata que el equipo lo haya despedido. Simplemente se vence el contrato de cinco años que firmó en el 2015 y la gerencia decidió no renovarle el pacto.

Maddon logró lo que no pudieron otros 52 mentores en 108 años y quedó santificado por la Diosa Victoria, pero después de ganar la Serie Mundial del 2016 y romper la Maldición de la Cabra, los Cubs no lograron construir lo que se proyectaba como una dinastía.

Por el contrario, el equipo fue de más a menos, hasta el colapso final de nueve derrotas en fila entre el 17 y el 26 de septiembre del 2019, que dieron al traste con cualquier posibilidad de llegar a la postemporada.

Excéntrico y polémico, Maddon es un estratega muy cuestionable, que muchas veces va en contra de la lógica más elemental.

Y si bien le dio a Chicago su primera Serie Mundial en más de un siglo, dirigió de forma tan errática que dejó la sensación de que los Cubs ganaron no gracias, sino a pesar de Joe Maddon.

Pero más allá de su capacidad estratégica, lo acompaña un don de gente que le permite aglutinar plantillas jóvenes, como la que tuvo bajo su mando en los Tampa Bay Rays o la de los Cubs, en la que moldeó a figuras como Kris Bryant, Anthony Rizzo o Javier Baez hasta convertirlas en estrellas.

Quizás sea Maddon el hombre para empujar a los San Diego Padres a ese paso que necesitan para ir al nivel superior.

O tal vez lo veamos por la Gran Manzana, al frente de Pete Alonso y compañía, si los New York Mets deciden a última hora cortar lazos con su actual mánager Mickey Callaway.

También están las vacantes de los Kansas City Royals y los San Francisco Giants, cuyos mentores Ned Yost y Bruce Bochy decidieron retirarse después de largas carreras.

Maddon está sin trabajo, pero no será por mucho. En su currículum lo que queda es el triunfo, en el que aparece también el haber llevado a los Tampa Bay Rays a su única Serie Mundial en el 2008, aunque la haya perdido ante los Philadelphia Phillies.

Dependerá solamente de él, si decide por ejemplo tomarse un año libre, el tiempo que esté desempleado. Ofertas no le faltarán.

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Si la vida fuera un guión de Hollywood, Félix Hernández saldría hoy a la lomita del T-Mobile Park y lanzaría el segundo juego perfecto de su carrera.

Sería el colofón ideal a una trayectoria que parecía encaminada al Salón de la Fama de Cooperstown, cuando siendo un adolescente de 19 años debutó con un mundo en la pelota el 4 de agosto del 2004.

En aquella ocasión perdió 3-1 ante los Detroit Tigers, pero le tomó apenas una segunda apertura para deslumbrar con ocho innings en blanco frente a los Minnesota Twins para un triunfo de 1-0, su primero en las Mayores.

Había nacido El Rey Félix. Tuvieron que pasar por el plato 112 bateadores antes que en su séptima salida, Jermaine Dye, de los Chicago White Sox, consiguiera conectarle su primer extrabases, un doblete.

El venezolano es una rareza en estos tiempos, al vestir un solo uniforme en su carrera. Defendió a los Seattle Mariners desde el primero hasta el último día, en las buenas y en las malas. Félix es a los Marineros como pitcher lo que Edgar Martínez fue como bateador. Semper fidelis.

Mereció ganar el premio Cy Young en el 2009, pero los votantes comenzaban a inclinarse a las nuevas estadísticas y se decantaron por Zack Greinke, entonces con los Kansas City Royals.

Un año después, la misma sabermetría que le quitó el Cy Young, se lo sirvió en bandeja de plata, a pesar de tener un récord de 13-12, seis victorias menos y siete derrotas más que en el 2009.

El momento cumbre de su carrera llegaría el 15 de agosto del 2012, cuando retiró a los 27 bateadores que enfrentó de los Tampa Bay Rays, 12 de ellos por la vía de los strikes, para vencer 1-0 y apuntarse el vigesimotercer juego perfecto en toda la historia de las Grandes Ligas.

Un año después firmó una extensión contractual por siete años y 175 millones, con opción para el 2020.

Pero a partir del 2016, al cumplir los 30 años, la salud empezó a darle la espalda y aquella carrera que parecía destinada a terminar en Cooperstown se torció.

El Rey Félix, un devorador de innings que del 2008 al 2015 superó siempre la barrera de las 200 entradas, apenas ha conseguido trabajar 308.1 capítulos entre 2017 y 2019, con efectividad desastrosa de 5.43 y saldo de 15 triunfos y 26 reveses.

Ojalá en su último acto sea capaz de sacar de donde no hay, para dejar una última imagen triunfal y no la caricatura que ha sido en las últimas tres campañas.

Demasiadas glorias le entregó al béisbol y un Rey no merece salir por la puerta de atrás.

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