BUENOS AIRES – Terminó la experiencia mundialista. Volvimos de Brasil después de 37 días intensos. ¿Te digo qué se siente?

Se siente orgullo de haber podido contar una de las mejores Copas de los últimos tiempos.

Se siente placer de haber presenciado una final con Argentina como protagonista.

Se siente alegría por la bienvenida que tuvo el plantel de Sabella, pese a no haber salido campeón.

Se siente reconocimiento hacia el grupo completo de ESPN, por el trabajo realizado.

Se siente satisfacción de haber podido transmitir las historias y compartir las vivencias de los hinchas que hicieron un gran esfuerzo por acompañar a la Selección en Brasil.

Se siente nostalgia por el fin del momento que soñamos y esperamos durante los últimos cuatro años.

Se siente agradecimiento por el trato recibido en Brasil. También con aquellos que comentaron las notas y los videos, aun en desacuerdo con lo opinado. Y con los seres queridos que acompañaron a la distancia.

Se siente alivio de haber recuperado la cámara de fotos que nos olvidamos en un taxi de San Pablo. Después de intensas gestiones, el chofer la alcanzó hasta nuestro hotel.

Se siente la convicción de no pisar un aeropuerto en un tiempo. Fueron 20 vuelos en 37 días.

Se siente un profundo dolor por la trágica muerte de dos colegas durante el torneo y el derrumbe del viaducto ocurrido tan cerca de nuestro hotel en Belo Horizonte. El Mundial no fue el mismo desde esos acontecimientos.

Se siente un gran aprendizaje después de nuestra 2ª cobertura en un Mundial.

Se sienten ganas de revancha. ¿Falta mucho para Rusia 2018?

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LOS ÁNGELES -- Fue en julio de 1996. Hace 26 años. Boca Juniors masacró a River Plate (4-1). Claudio Caniggia fue la figura con un triplete. El momento icónico fue otro. Diego Maradona le planta un beso intenso en la boca al Pájaro. Lo había prometido: “Si Cani anota un gol, le doy un piquito (beso)”. Caniggia declararía a TyC: “Diego hace mejor los pases para gol que los piquitos”.

La imagen del beso entre las dos magníficas bestias del futbol argentino le dio la vuelta al mundo. Fascinación. Todos se solazaban con la estampa. Un beso entre machos alfa y astros, era una anécdota festiva del futbol. Como aquel oscuro ósculo entre dos poderosos políticos en el mundo: el líder soviético Leonid Brézhnev y el presidente de la República Democrática Alemana, Erich Honecker en 1979.

Anécdotas. Travesuras. Ocurrencias. Excentricidades. Rebeldes con causa, rebeldes sin causa. ¿Homosexualidad en el futbol? No, si son el Diego y el Cani.

La realidad es otra en el futbol profesional de varones. Phillipp Lahm, figura del Bayern Munich, en su libro “El Juego: el Mundo del Futbol”, publicado en 2021, se subió a la hoguera pública. Recomendó a los jugadores que no desafiaran a La Hidra voraz de las “buenas costumbres”, a los sepulcros blanqueados.

Lahm aconsejó a los futbolistas gay que mantuvieran bajo secreto su orientación sexual. “Aún falta aceptación en el mundo del futbol y en la sociedad, en general. Tendrían que soportar insultos y difamaciones. ¿Quién aceptaría eso, que te agravien por ser quien eres?”

Los pocos futbolistas profesionales varones (18) que han revelado su orientación sexual, lo han hecho después de retirarse, excepto uno, cuya vida se convirtió en un infierno a partir de su emancipación pública: el inglés Justin Fashanu.

El mismo Lahm analiza en su libro la audacia de su ex compañero en la selección alemana, Thomas Hitzlsperger, quien tomó la decisión después de retirarse en 2014. “Declaro mi homosexualidad porque deseo que esta cuestión avance en el mundo del deporte profesional”, dijo al semanario Die Zeit.

“Me pareció prudente que (Hitzlsperger) se atreviera a dar el paso e hiciera pública su orientación sexual, pero solamente después de poner fin a su carrera como futbolista activo”, opinó Lahm en su texto publicado en enero de 2021. Sí, hace año y medio.

Pero en la misma Alemania, no todos coinciden con Lahm. El portero y ex capitán de la selección alemana, Manuel Neuer, portó el gafete multicolor durante la más reciente Eurocopa en apoyo al movimiento LGBTIQ+, lo cual originó una investigación por parte de la UEFA sobre sus motivos. Al final, el organismo abandonó la investigación y dedujo que lo había hecho por una buena causa, “promueve la diversidad”.

Neuer ha sido solidario con la comunidad LGBTIQ+. De hecho, ha insistido a que los futbolistas profesionales revelen su orientación sexual sin temores. “Quien sea gay, debería decirlo; salir del armario alivia”, comentó el arquero.

Pero, 2022, y eventualmente el futbolista profesional en el mundo, sabe que hacer una revelación así, será poner en riesgo su carrera. La sentencia de Lahm prevalece: “Tendrían que soportar insultos y difamaciones”.

Mientras en el futbol femenil hay más apertura para que las jugadoras anuncien su orientación sexual, en el caso de los varones, sigue siendo un tabú absoluto. Un momento relevante para la comunidad LGBTIQ+ ocurrió cuando la seleccionada nacional estadounidense Megan Rapinoe y la basquetbolista Sue Bird contrajeron nupcias.

La misma Rapinoe, Balón de Oro de la FIFA, había sido dama de honor del matrimonio entre las seleccionadas nacionales de EE. UU. y campeonas del mundo, Ali Krieger y Ashlyn Harris.

“Gran parte del apoyo a nuestra relación, lo hemos recibido por parte de nuestras familias y amigos, y ha sido a través del futbol. Que en el mundo en que vivimos se celebren así el amor, la aceptación y la inclusión, es bajo mi punto de vista, más significativo aún”, alentó Ashlyn Harris.

Pero, Justin Fashanu fue una dolorosa advertencia. Tuvo dos vidas el futbolista inglés. Una, antes de declarar a The Sun en octubre de 1990, sobre su orientación sexual, y otra después de hacerlo. Jugador excepcional, fue el primer futbolista afroinglés, en cotizar en un millón de libras, su transferencia del Norwich al Nottingham Forest.

El mayor impacto en Fashanu, llegó precisamente con su entrenador, Brian Clough, quien lo confrontó con una increpación que se volvió brutal al paso del tiempo. “¿A dónde vas si buscas pan?', le pregunté. 'Al panadero, supongo'. '¿A dónde vas si quieres una pata de cordero?' 'Al carnicero'. 'Entonces, ¿por qué sigues yendo a ese maldito club de maricones?'”, relata el mismo Clough en su autobiografía. Comenzaba el infierno.

Justin Fashanu se encerró el 2 de mayo de 1998, a los 37 años, en la cochera de su casa en Shoreditch, Londres, y puso fin a su vida. Con su anuncio a The Sun, quiso abrir puertas, y semejante osadía, en un universo no apto, para ello, terminó en el ostracismo total, agobiado incluso por una acusación de asalto sexual de un muchacho de 17 años, en Maryland, Estados Unidos.

El propio hermano de Fashanu, John, también futbolista profesional, después del anuncio de su orientación sexual, dijo que le era “totalmente extraño”, y que nunca compartiría las regaderas de un vestidor de futbol con él. Años después se arrepentiría de sus comentarios, y defendería la valentía de Justin.

El ex seleccionado francés Patrice Evra, autor del libro “Yo amo este juego”, ratifica la homofobia vigente en el futbol profesional: “En el futbol, si dices que eres gay, se acabó. Yo jugué con futbolistas que eran homosexuales. Cara a cara, se sinceraron conmigo... tenían miedo de hablarlo con el resto. Hay (había) al menos dos jugadores por club que son homosexuales”.

Hasta hoy, son 18 los futbolistas varones que han hecho pública su orientación sexual. Todos ellos, excepto Fashanu, lo revelaron después de haberse retirado.

En 2022, para el futbolista profesional que vive sin declarar abiertamente su orientación sexual, todo ha cambiado, pero, ellos lo saben, desde Justin Fashanu hasta la fecha, en realidad, nada ha cambiado.

Prueba de ello, el anuncio del Gobierno de Qatar al abrir sus puertas al Mundial 2022, prohibiendo muestras de afecto en público entre miembros de la comunidad LGBTIQ+, y advirtiendo de brutales condenas y castigos. Y no es broma ni blof. Según relata su propia odisea el ex futbolista qatarí de 35 años, Nas Mohamed, quien a los 22 años en Las Vegas, se sintió “por primera vez libre”, al visitar un bar gay, tras una vida de represión.

Al regresar a Qatar, debió refrenarse nuevamente. “Vivía con un miedo constante. Pensé que me matarían si alguien se enteraba de que soy gay, si se sabía públicamente. Los asesinatos de honor son muy tribales en Qatar. Algunas familias lo hacen, otras no, y el gobierno trata de no intervenir”, dijo en una entrevista a la BBC.

Ironía pues: por un lado está la FIFA, que representa la diversidad, el respeto, lo humanístico; y por otro lado está el gobierno qatarí, con sus políticas en contra de la comunidad LGBTIQ+.

Sí, aunque todo ha cambiado, nada ha cambiado para los futbolistas gay. Quizás es por eso que los dos o más jugadores gay que -- según la aseveración de Patrice Evra -- militan en cada equipo, no se atreven a salir del armario.

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Paco Gabriel de Anda: Faltó coordinación en ataque y los cambios revolucionaron al Tri
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LOS ÁNGELES -- Tres escaramuzas del cónclave conkakafkiano y ya empiezan a marcarse distancias y diferencias. México, Canadá, Panamá y Estados Unidos despegan con más vehemencia que claridad.

Sin embargo, el camino es aún largo y escabroso. Y con emboscadas y ese tufo a trampa. Hay forajidos inesperados que asaltan a domicilio y huyen con el botín completo.

EEUU es un ejemplo. Dio tumbos ante El Salvador y Canadá, y en la aterradora San Pedro Sula, consumó el atraco perfecto (4-1) y huyó hasta con los doberman que custodiaban la plaza. Hasta parecía un capítulo de la Casa de Papel en el bullicioso Estadio Olímpico Metropolitano. El Profesor se apellida Pepi, y eligió la bandera gringa, aunque sus tripas desfallezcan por unos tacos al pastor.

No obstante, hoy, los números desatan fantasías que pueden disiparse cuando hay once jornadas pendientes. Apenas se han repartido nueve de 42 puntos posibles.

Ni los vivos están tan vivos, ni los muertos están tan muertos.

La caravana conkakfkiana ondea estandarte tricolor. México vive entre soponcios. Pésimo como anfitrión de la diezmada Jamaica, y tristón como visitante ante una decepcionante Costa Rica. A chiripazos tácticos y desparpajos exitosos de Alexis Vega, Henry Martín y Orbelín Pineda, encostala seis puntos. Victorias que se festejaron con amargura. El Tri atribula a su gente.

Panamá estuvo a punto de hacer naufragar a México en el primer tiempo. Sobrevive el Tri por fatalidades. Tres lesiones erosionan a los canaleros (Carrasquilla, Quintero y Blackburn), y saltan, al segundo tiempo, agotados y confundidos.

En tanto, desde su lecho de convalecencia, Gerardo Martino elige tres rescatistas. Aún con estertores por el terremoto de 7.1 en la Ciudad de México, no quiere vivir su propio macrosismo en Panamá. Manda a la cancha a Sebastián Córdova, Henry Martín y Andrés Guardado. 1-1 el desenlace. Injusto para Panamá por lo que hizo en el primer tiempo. Injusto para México, por lo que hizo en el segundo tiempo.

“Manotas” fue el culpable. El portero Luis Mejía atajó disparos rinconeros y salvó el Canal. Sólo pudo vencerlo esa sangre de barrio de ‘Tecatito’ Corona.

¿Y Rogelio Funes Mori, ése, el caudillo que llevará al Tri al Quinto Partido en Catar 2022, según Martino? Más confuso y confundido que el semáforo daltónico de la pandemia en México. Sin embargo, hay algo que hace mejor cada partido: esconderse detrás de los defensas rivales. Lo sabe: mientras menos balones toque, menos Funes-tas y Mori-bundas serán sus participaciones.

“Las críticas no me quitan el sueño de seguir en la Selección”, ha dicho el Mellizo. A los mexicanos tampoco les quita el sueño Funes Mori, porque les engendra tremendas pesadillas.

¿Más decisiones equivocadas, caprichosas, necias y sospechosas de Martino? Sus coqueteos con la MLS. Nuevamente, reiteradamente, confirman Jonathan dos Santos y Rodolfo Pizarro que la camiseta de la Selección Mexicana les sienta bien para los promocionales, pero no para dignificarlas con sudor, dignidad y talento en la cancha. Maniquíes de callejón.

Se viene octubre. México abre las puertas del Estadio Azteca, tras el doble candado que le impuso FIFA por #ElGrito. Canadá, el principal conspirador para que se castigue ese alarido homofóbico, es el primer visitante. Después llegará Honduras, y cerrará visitando a El Salvador.

Para esta triple zacapela de octubre, México necesitará de tres argumentos clave, en espera de mantener el liderato del Octagonal, y de esa manera aspirar a ser cabeza de serie en el sorteo de Catar 2022.

Y de las tres urgencias, la última es la más importante, para curar a México de sus Tata-tartamudeos.

1.- Raúl Jiménez. El delantero mejorará en ritmo futbolístico y confianza. Lo mejor para él fue ausentarse en esta Fecha FIFA. Sin querer reconocerlo, la Liga Premier le hizo un favor al Tri y al jugador.

2.- Hirving Lozano. Su ausencia en esta primera jornada del Octagonal apesta a suspicacias. No quedó claro si no quiso o no pudo. Pero hubo complacencia, tras los resabios de aquella fuerte lesión ante Trinidad y Tobago.

3.- Y sí, la tercera es la más importante: que comparezcan la cordura, la honestidad, el sentido común y un momento de iluminación, en la cabecita de Gerardo Martino.

Los burgueses de la MLS han claudicado y caducado: el fragor de la camiseta, se extinguió. ¿Y Funes Mori? Esperar a que rebase los miedos y los nervios. Seguramente, en su cacumen, rebota la tonadita que le colgaron como himno inequívoco en River Plate, y que le ha seguido a Monterrey y en el Tri: “Y Funes Mori la erró…”.

Por otro lado, Estados Unidos demostró esa habilidad cetrera, de cazador furtivo. Honduras, debe mejorar muchísimo, porque generó futbol y oportunidades como para masacrar a la visita, pero se precipitó buscando una goleada, sin hacer siquiera el segundo.

Panamá seguirá siendo el equipo agradable en su futbol, pero deberá reducir la tensión interna y aumentar la intención de su juego. Canadá asume el compromiso que debe cumplir, tras el chanchullo hecho en Concacaf para meterlo al Octagonal, cuando estaba fuera del Hexagonal. Debe ir a Catar 2022, porque será sede en 2026.

¿Costa Rica? El daño que le han hecho los entrenadores que llegaron después de Jorge Luis Pinto, ha sido superior al propio caos que sembró el técnico colombiano. Hoy, con Luis Fernando Suárez, ha perdido una de sus mayores riquezas: la furia emocional para jugar buen futbol.

¿El Salvador? Vivirá intubado el resto de la eliminatoria. Obligado a cosechar de visitante y ser infranqueable de local. ¿Jamaica? Si la Liga Premier mantiene para las Fechas FIFA de octubre y noviembre la postura de cerrar fronteras y no ceder jugadores en las diferentes eliminatorias, su suerte estará echada. Si cuenta con esa docena de ausentes, puede recuperar terreno anhelando colgarse del Repechaje.

Por eso, como puede verse, ni los vivos están tan vivos, aunque vayan de líderes, ni los muertos están tan muertos, aunque tengan en su mano, precipitadamente, el acta de desahucio.

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LOS ÁNGELES -- México ofreció sus mejores 45 minutos ante el más sólido adversario en el Octagonal Final de la Concacaf. Dando tumbos, resoplando, pero se mantiene de líder, con la generosidad aritmética de ganar siete puntos de nueve posibles.

1-1, el desenlace. Sin duda, muchos más de lo que el Tri merecía por lo hecho en el primer tiempo, pero mucho menos de lo que el Tri merecía por lo hecho en el segundo tiempo.

Parecería que México encontró su mejor equipo disponible para la eliminatoria, a expensas de que en la triple jornada de octubre, pueda contar con Raúl Jiménez y con Hirving Lozano. Pero, al equipo que impuso el control en el segundo tiempo del encuentro, no hay mucho que moverle.

Porque sí, porque la selección mexicana se le escapó de la tumba en la que parecía haberla puesto Panamá en la primera mitad del juego. Y porque lo hizo con los agregados de Andrés Guardado, de Sebastián Córdova y Henry Martín.

Algo quedó claro para todos: México sí tiene jugadores confiables, pero lo que no son confiables, son las desconfiadas, caprichosas y sospechosas selecciones de jugadores que hace Gerardo Martino. Por eso, ¡ya no le muevas, Tata!

Cómo sufrió México en el primer tiempo. Estéril al frente, desordenado en media cancha, y al ataque, sin la más ligera idea de atrevimiento y concepción futbolística.

Panamá fue una genuina Marea Roja en la primera mitad. Para su desgracia, las lesiones terminaron erosionando su funcionamiento, desde la salida de Adalberto Carrasquilla hasta los relevos al medio tiempo de Alberto Quintero y Rolando Blackburn.

Jonathan dos Santos fue el lastre en la primera mitad. Arrastraba a dobles obligaciones a Luis Romo y a Carlos Rodríguez. Y al frente, Funes Mori, asustado, nervioso, y facilitando la marca de los panameños, mientras que Tecatito Corona sólo regalaba jugadas tribuneras, de ésas que engolosinan a los bobos.

Y de esa manera México terminaba siendo un sparring de poca monta, desbordado por la vehemencia, la velocidad y el vértigo de movimientos de los panameños, especialmente por los extremos, y generando por carriles interiores en esa confusión que provocaba Jonathan.

Literalmente, la Marea Roja empezaba a ahogar la desesperada resistencia del Tricolor. Ante el tsunami escarlata, el Tri manoteaba, pataleaba, pero no era capaz de organizarse en la cancha.

En medio de las tan habituales somnolencias de Jorge Sánchez, México ve reventarse uno de los eslabones más sólidos de su cadena: Guillermo Ochoa. Centro raso por derecha. El arquero se tiende, pero ni retiene ni aleja la pelota, sino que la entrega generosa a los pies de Blackburn. 1-0.

Pudieron ser más las penurias mexicanas en el primer tiempo, pero Panamá acusó precipitación, ansiedad, cuando veía la frecuencia con que llegaba a la periferia del área de Guillermo Ochoa, pero sin ser eficiente en la última jugada.

Para la segunda mitad, se combinan dos factores claves en el juego, que terminarían irguiendo de la tumba al Tri, y apagando la furia de Panamá.

1.- ATINÓ EL TATA…

Mientras ya rebotaba con frenesí el #Fuera Tata, los cambios de México le dan ligereza, orden y atrevimiento a México. En 15 minutos, Martín hizo tres jugadas, en beneficio de la segunda línea de ataque, que no ha podido hacer Funes Mori en las tres fechas del Octagonal.

Además, la comodidad, la confianza, el atrevimiento con que se desempeñó Luis Romo, en las sociedades inmediatas con Córdova y Guardado, el equipo mexicano de inmediato lo fueron colocando en posesión y posición de fusilamiento.

¡Ah, pero apareció Manotas! Con tres atajadas espectaculares, el arquero Mejía semejó a arácnido superhéroe, bloqueando los puntos cardinales de su portería. Por eso, todo quedó en el frugal 1-1.

2.- DESTINO CANALERO…

Lesiones inexplicables en tres jugadores clave le desacomodan el esqueleto a la rumbera y festiva Panamá. Sin Carrasquilla, Quintero y Blackburn, la Marea Roja fue quedando en una resaca silenciosa.

En el segundo tiempo, ya no sólo no tenía el control del equipo mexicano, sino que había perdido el balón, y con desesperación y estoicismo recomponía desde el fondo.

La viveza, la astucia, la prontitud ofensiva y en la recuperación de los canaleros, desaparecieron, en esa mezcla citada: las lesiones panameñas y las incrustaciones tricolores.

Para su fortuna, apareció, insisto, Manotas, porque disparos de Córdova, Romo y Martín, lo obligaron a desplazamientos circenses, dignos de Cirque du Soleil.

Y la metamorfosis del Tri, iría repercutiendo en el marcador. Porque arrimaba tantas veces el cántaro de las estadísticas al pozo de la fatalidad, que merecía el premio.

Pujanza, insistencia, claridad, presencia de área, y constante movimientos de un trasformado México para despatarrar emocional y posicionalmente a Panamá, generaron el empate, con un remate de Tecatito Corona, quien, necesario decirlo, pasó del rococó inútil del primer tiempo, a la inquina y el veneno ofensivo en la segunda parte, cuando entendió que, finalmente, ya estaba rodeado de mejores futbolistas.

Ingresan al final, Uriel Antuna, quien poco pesó, y Rodolfo Pizarro, quien ratificó que lo suyo, pero, de verdad, lo suyo, es preocuparse por la MLS antes de que termine exiliado en la USL, donde podría encontrarse pronto con Giovani dos Santos.

Así, México rescata un empate ante el mejor adversario posible en la Concacaf, con esta Panamá de Thomas Christiansen, que sigue obsequiosa, generosa y dispendiosa, intentando hacer el mejor futbol de este conclave conkakafkiano.

En octubre, deberá recibir a Canadá, ya con la tribuna abierta, y de la misma manera a Honduras, a expensas de que #ElGrito no irrumpa como aguafiestas. Cerraría la Fecha FIFA con una muy incómoda encerrona ante El Salvador.

E insisto: ¡Ya no le muevas, Tata Martino!

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LOS ÁNGELES -- Al fin llega Panamá, un rival a modo para México. No se alebreste, lea.

¿Qué tanto puede mejorar el Tri? Dependerá de qué tanto cambie Panamá en el cierre de la primera jornada del Octagonal.

Durante la Copa Oro, Panamá insinuó lo que quiere y lo que puede, con lo que tiene. Ofreció en el 3-3 ante el invitado Catar, uno de los mejores partidos del torneo. Fue uno de los equipos prolíficos, con ocho goles marcados, aunque siete recibidos, incluso aceptó el único gol que marcó Granada en la competencia.

En ese 3-3, explicábamos que ese Panamá vs. Catar tenía un sabor rústico, pero innegable, de ser un enfrentamiento entre egresados de La Masía del Barcelona, Felix Sanchez y Thomas Christiansen, y esos tintes primarios, de intenciones agradables para jugar al futbol, generaron un juego intenso y emotivo.

Entre Copa Oro y el Octagonal Final de Concacaf, Panamá ha aprendido a defenderse. Empató sin goles ante una versión de Costa Rica muy superior a la que se presentó ante México, y después goleó a Jamaica 3-0, ese mismo equipo que cayó 2-1 en el Estadio Azteca y puso a sufrir por momentos al Tri.

Danés de nacimiento, catalán por desarrollo, egresado de La Masía, seleccionado nacional español, Thomas Christiansen ha revolucionado la forma de trabajar en Panamá, e incluso suma ocho partidos invicto en eliminatorias mundialistas, además de que logró modificar las perspectivas de los dirigentes, prueba de ello, conseguir montar su primera burbuja de 40 días en agosto de 2020.

Técnico del Leeds United, antes de la llegada de Marcelo Bielsa, el palmarés de Christiansen no arroja fuegos artificiales, menos aún al compararlo con el del convaleciente técnico de México, Gerardo Martino, pero intenta con su docencia europea, transformar a la Marea Roja, de momento, con anhelos similares a los que provocaron los hermanos Dely Valdés.

Entonces, ¿por qué Panamá es un rival a modo para México? Precisamente porque será el mejor termómetro del Tri.

Más allá de su intento por evolucionar defensivamente, La Marea Roja permitirá más libertades que sus anteriores rivales: una diezmada Jamaica que fue a enconcharse y provocar estertores en el Azteca, y una Costa Rica, que aún sin la habitual rabia pasional con la que le juega a México, poco le permitió generar de futbol.

Por eso, Panamá es un rival a modo. Para que México confirme si el liderato del Octagonal Final es genuino o es consecuencia de resultados accidentales, cargados de cuestionamientos y de dudas. Hasta hoy, ha mostrado muy poquito en el 2021, especialmente con el acoso silencioso, de perder dos finales ante Estados Unidos, una ante su versión “A” (Liga de las Naciones) y otra ante la versión “B” (Copa Oro).

Jugadores y cuerpo técnico de México se han quejado de la forma en que les han jugado jamaiquinos y ticos. Se lamentan de rudezas y de una formación atemorizada. Entonces, el bálsamo a todas esos gimoteos debe serlo el juego ante Panamá.

Más allá de las ausencias de Chucky Lozano y Raúl Jiménez, además de la constelación de vetados por Martino, el Tri no contará con el lesionado Alexis Vega y el suspendido Edson Álvarez, y en espera de saber si la cabecita de Tecatito Corona ya podrá concentrarse o si seguirá divagando sobre su fracasado traspaso al futbol de Italia, que al final parece apestar más a manipulaciones de su promotor que a ofertas genuinas.

Otro bajo observación es Rogelio Funes Mori. Suma cinco goles en 24 partidos entre Rayados y el Tri. Y la supuesta solución goleadora de Gerardo Martino para llegar al Quinto Partido suma un gol cada 191 minutos desde que se sumó como naturalizado a la selección mexicana.

Según reporte de ESPN, en 13 torneos en el futbol mexicano suma siete rachas sin gol, todas ellas en más de 500 minutos, la más grave cuando registró 731 minutos de lamentos antes de un primer festejo. Su gol más reciente con el Tri lo marcó hace 415 minutos. Esa anotación fue ante el diezmadísimo representativo de Honduras en Copa Oro.

Así que la selección mexicana del convaleciente Tata Martino tiene la inmejorable oportunidad de revelar sus capacidades. Sí, Panamá es un rival a modo, porque privilegia el futbol, no ha mostrado, hasta el momento, ni ese recato defensivo ni esa rudeza extrema que tanto inquietan a los jugadores y cuerpo técnico.

Claro, por eso precisábamos: ¿Qué tanto puede mejorar el Tri? Dependerá de qué tanto cambie Panamá su forma de jugar.

Por supuesto que también inquieta y motiva a Panamá enfrentar a México. Una victoria significaría un golpe de autoridad del nuevo proceso, que ha tenido la virtud de comenzar de cero en todos sentidos, como las incorporaciones de Cecilio Waterman y Rolando Blackburn, no bien vistos en anteriores procesos.

Sea cual sea el desenlace, la selección mexicana deberá estar agradecida con Panamá, porque en el último juego de la primera ronda eliminatoria en Fecha FIFA, sabrá cuánto hay de verdad y cuánto de mentira en el liderato que hoy ostenta.

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LOS ÁNGELES -- El realismo rebasa a la realidad: México es líder del Octagonal de Concacaf. Lo confirma imponiéndose 0-1 en Costa Rica. Nada excitante, nada exultante en 90 minutos, a no ser por dos despropósitos chuscos, chaplinescos, jocosos, de Funes Mori. La torpeza que despepita la carcajada.

Para el recuento, para ser estrictos, dos momentos que se originan a partir del penalti atropellado e irrefutable sobre Andrés Guardado. Lo sublime y lo ridículo en un solo personaje.

1.- Orbelín Pineda ejecuta a su izquierda, de manera impecable, suavecito, colocado, inmaculado, mientras Keylor Navas se zambulle en el ridículo, hacia el otro extremo, al tragarse el amague. Fue el epitafio: 0-1.

2.- ¿La segunda postal? El festejo del llamado “Mago de Coyuca de Benítez”. Un bailecito peculiar, como de tango para artríticos o reggaetón para electrocutados o vals de epilépticos. Ni Resortes ni Michael Jackson lo habrían apadrinado. Pero, ahí queda el meneadito, como sello de una festiva población de 14 mil habitantes en la costa de Guerrero.

Fue un juego soso. México hizo lo más intencionado de futbol, que en realidad fue muy poco. No era su responsabilidad. El dueño de casa organizó la fiesta y se olvidó de la música, hasta terminar, lúgubremente, silbando su propio funeral.

El Tri encaró a una Costa Rica que mostró la más pueril de sus versiones. Lo grave no fue su poquito futbol. Lo peor, lo alarmante para su marabunta roja, es que esa rabia, esa fuerza, esa testosterona, esa volcánica pasión, esa furia por jugar ante México, olisquea sólo a cenizas.

Otras versiones de Costa Rica protagonizaban la ecuación perfecta: futbol, personalidad, gallardía y ciertamente esa hosquedad en la marca. Antes eran filibusteros tras la pelota, pero este domingo vimos la versión Barbie de la selección tica. Una pena, para un equipo que muchas veces fue Pura Vida en la cancha.

Tratar de marcar la intención del juego de México es complicado. Tampoco se trata de decir que no juega a nada. Quien arguye esto, es que no tiene idea del juego, aunque a veces sí ocurra.

Pero, el Tri fue muy rústico. Tesonero, sin duda. Superior, a partir de que Andrés Guardado y sus centurias a cuestas, y la pujante Juventud de Carlos Rodríguez, ganaban siempre los balones en media cancha y evitaron los soponcios, con evidentes sobresaltos por imprecisiones de Edson Álvarez y Néstor Araujo, y precipitaciones del Cachorro Montes.

Destacable lo de Guardado, porque a pesar de la rebeldía de su físico cansado, y la artrosis en ambas rodillas, defendió orgulloso la imagen perenne de ser un caudillo del Tri, mientras que, en el otro extremo, Tecatito Corona volvió a la versión timorata, esa, la del jugador anestesiado, que ni intenta, ni crea, ni propone, ni genera, sólo transita en el anonimato y la indiferencia.

Cuidado: la superioridad evidente de México, tampoco es la referencia inequívoca de un nivel futbolístico de quilates. Absolutamente. Hizo lo necesario para ganar, más allá de que el silbante estadounidense, terminó estafando a los ticos, al no marcar una clara mano de Edson Álvarez.

Lamentable la lesión de Alexis Vega. Hasta este lunes se podrá determinar el deterioro en el tobillo derecho. El diagnóstico más reservado, a la entrega de este texto, habla de cuatro semanas, y que podría perderse incluso la Fecha FIFA de octubre.

En los movimientos, llegará el momento en que, finalmente, Gerardo Martino desde su convalecencia en México, tome la decisión de prescindir de Rogelio Funes Mori. Este domingo, desacertado de nuevo, con una oportunidad inmejorable ante Keylor Navas, el Mellizo se atolondró, se acalambró, tal y como las páginas negras de River Plate y Monterrey lo consignan.

En recuento de @golesycifras, la estadística se actualiza y enerva: Funes Mori ha marcado sólo cinco goles en los últimos 24 juegos con Rayados y la selección mexicana. Marcó tres en la Copa Oro: dos ante los vacacionistas arrejuntados de Guatemala, y uno ante la selección desmantelada de Honduras.

Curioso que la palabra que asustaba en la era de Juan Carlos Osorio, esa, la de “rotaciones”, se ha convertido en la mecánica de rescate de esta selección mexicana.

Ahora, el Tri viaja a Panamá, que aplastó a domicilio a Jamaica (0-3), la misma que terminó cayendo 2-1 en el Estadio Azteca.

Al final, la frase de Vince Lombardi es un himno para los conformistas: “Ganar no es lo más importante, es lo único importante”. Y la prole del Tata lleva números perfectos.

De momento México marcha de líder, con seis puntos, por cuatro de Panamá, mientras Honduras, Canadá, El Salvador y Estados Unidos, suman dos unidades; Costa Rica tiene un punto, y Jamaica, afectado por la ausencia de 12 jugadores por protocolo COVID-19, marcha al fondo sin unidades.

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LOS ÁNGELES -- Tienen razón: al Mundial, en este caso Catar 2022, ya no se clasifica “caminando”. Ni siquiera en el páramo futbolístico que es la Concacaf.

Tienen razón Guillermo Ochoa y Yon de Luisa. Ya no se consigue el salvoconducto a un Mundial caminando, pero tampoco se debe conseguir de rodillas, recurriendo a la mendicidad futbolística.

“Caminando”. El término lo acuñó Ricardo La Volpe, en su gestión al frente de Mexico rumbo a Alemania 2006. ¿Que en el Mundial fue un desastre en fase de grupos? Indudablemente y es tema aparte. En el proceso clasificatorio, ciertamente, cumplió.

Los números de La Volpe fueron abrumadores: 85 por ciento de efectividad; 67 goles en 18 partidos; sólo un empate y dos derrotas, una de ellas ante Estados Unidos en Columbus, y la otra en Puerto España, ante Trinidad y Tobago, una derrota, por cierto negociada, amañada.

El mismo técnico argentino reconoció que recibió la sugerencia de perder ese juego, aunque damnificara a Guatemala. “Para no tener problemas, dijimos, contra el equipo del que maneja la Concacaf (Jack Warner), mejor no tengamos problemas”, explicaría textualmente La Volpe años después.

Esa derrota envió a México como segundo de la eliminatoria de Concacaf. ¿Era necesario perder ante T&T? Sí. La Concacaf, a través de Chuck Blazer y Jack Warner, evitó la inhabilitación de México por dos años, tras los dopajes de Salvador Carmona y Aarón Galindo en Copa Confederaciones, y la posterior reincidencia de ambos.

“Les dijimos (a Justino Compeán y Alberto de la Torre): ‘Ustedes no hablen, ustedes calladitos, nos encargamos nosotros’, y salvamos a México ante el comité de FIFA en Zurich”, relató Chuck Blazer, entonces vicepresidente de Concacaf, a este reportero. Y, claro, favor con favor se paga. T&T acudiría a Alemania 2006, dejando a un lado a Guatemala.

“Caminando”, prometió La Volpe. En septiembre de 2016, al ser presentado con el América, el arrogante y polémico técnico argentino endosó el mérito de ese logro a Caty Camacho, arquitecta, especialista en Feng-Shui, mentalista y feligrés de la Metafísica, aunque los jugadores, simplemente, la llamaban “bruja”.

“Gracias a ella, a su aportación que hubo al grupo, pasamos caminando (el Hexagonal), porque también hay que ponerla a ella, porque yo veo a otros psicólogos y no llegan ni a la mitad de las metas”, dijo La Volpe.

No todos los jugadores estaban de acuerdo. Paco Palencia narraba a este reportero cómo los llevaron de madrugada, por instrucciones de Caty, a cargarse de energía cósmica a Teotihuacán, además de otros rituales que hicieron, refunfuñando y a regañadientes. O Claudio Suárez explicando que debían llevar una cadenita de sanación en un tobillo.

Jesús Arellano fue implacablemente burlesco en su cuenta de Twitter hacia esas prácticas. “Un día en la concentración nos hizo escribir nuestros miedos y después enterrarlos en un ataúd, hicimos todo un velorio, caminamos con el ataúd por todo el campo y lo enterramos. Hasta Cavaron el pozo. Jaja. Iban 2 con una campana y echando humo jaja”.

“Un día con una chamana o algo así, nos llevaron a las pirámides de México dizque a recargar energías Jaja y estábamos como 'weyes' soplando hacia el sur, hacia el norte con los ojos cerrados”, reveló el Cabrito años después.

Pero, tras el proceso de La Volpe, México tuvo dos eliminatorias funestas. Para Sudáfrica 2010 debió llegar Javier Aguirre a resucitar al muerto, y para Brasil 2014, Miguel Herrera entró de bombero al repechaje ante New Zealand.

“Caminando”, y tienen razón Ochoa y De Luisa. Para un futbol mexicano, que exuda corrupción, e invadido de extranjeros de medio pelo, con pocos clubes dedicados a formar jugadores de raza, eso de pasar “caminando” se ha vuelto una amenaza que aterroriza a los mismos jugadores, y eso explica la reacción del portero del América.

“Caminando”, no; pero de rodillas, tampoco. Y la exhibición de México ante Jamaica sólo engendró dudas. El Tri tenía ausencias, algunas misteriosas, oscuras, sospechosas, como la del Chucky Lozano, y hasta la del demorado Tecatito Corona.

“Caminando”, no; pero de rodillas, tampoco. Y ante Jamaica quedó en evidencia que las tres giras por Europa sirvieron de poco o nada. Gerardo Martino es el primer entrenador de una selección nacional que tiene semejante privilegio: tres periplos de preparación, y en plena pandemia, para armar un equipo competitivo. Y Jamaica, sin 12 de sus jugadores de mejor nivel, lo desnudó.

“Caminando”, no; pero de rodillas, tampoco. Parte de la afición mexicana se aferra al consuelo momentáneo de ver al Tri como cabeza del Octagonal Final de la Concacaf, que, recordemos, dejó de ser Hexagonal, como parte de un subterfugio, de una trampa de la misma Concacaf, para resucitar a Canadá, debido, por supuesto, a que el presidente (que preside pero no manda) del organismo es un canadiense (Víctor Montagliani), y que este país será una de las tres sedes del Mundial 2026, junto con Estados Unidos y México.

“Caminando”, no; pero de rodillas, tampoco. Porque México no ha mostrado compostura futbolística en 2021. Incluso, pierde la Final de la Liga de las Naciones y la Final de la Copa Oro ante Estados Unidos, en el primer caso ante el equipo “A”, y en el segundo ante el equipo “B” de EEUU.

“Caminando”, no; pero de rodillas, tampoco. Y más allá de la cadena de vetos impuestos por Yon de Luisa y Tata Martino (Arteaga, José Juan Macias, Chicharito, Carlos Vela, Carlos Salcedo, ¿Chucky Lozano?, y otros más), para los partidos ante Costa Rica y Panamá, el técnico no viaja a esa gira y deja a cargo a Jorge Theiler, quien ha tenido desavenencias con varios seleccionados, la más evidente, al hacerse pública, con Carlos Salcedo, a quien le pega tremenda gritoniza y humillación. El auxiliar de Martino ha sido tachado como prepotente y déspota al interior del Tri.

Por eso, Guillermo Ochoa y Yon de Luisa deben entenderlo claramente: “Caminando”, no; pero de rodillas, tampoco.

Recordemos que la Federación Mexicana de Futbol recibirá un bono especial de la casi treintena de patrocinadores que tiene repartidos entre México y Estados Unidos, si, y sólo si, logra meterse como una de las ocho cabezas de grupo para el Mundial de Catar. Y como se garabatea el escenario, Estados Unidos podría comerle el mandado.

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LOS ÁNGELES -- La pertinaz lluvia y el sombrío silencio y abandono del Estadio Azteca, fueron un marco casi siniestro para que México debutara en un desilusionante, preocupante, alarmante, inquietante y poco seductor triunfo por 2-1 ante Jamaica.

Ojo: la victoria puede ser peligrosa. Puede ser una cortina traicionera de humo, que sirva para que se oculte la paupérrima exhibición del Tri. El sofoco pudo ser grave, de no ser por el gol de Henry Martín al ’89.

Con doce ausencias en la nómina inicial considerada por Jamaica, los caribeños de Theodore Whitmore, pusieron en ridículo a una selección mexicana, ofuscada, miope, repetitiva, atolondrada, lenta y pobre de ideas, y que además dejan un preámbulo de histeria de cara a las visitas inmediatas a Costa Rica y Panamá.

Ayer, la ecuación del fracaso fue completa para México. Porque si bien Jamaica montó una caja de caudales desde el arranque, México careció de una propuesta, de un plan, de un proyecto futbolístico, para desarrollar en la cancha.

No hubo misterios. Ni tenía porqué haberlos. Esta versión entre “B” y “C” de Jamaica arrejuntó a sus arrejuntados en una sólida trinchera, con la misión de estorbar, y la esperanza trémula, exigua de finiquitar una hazaña con un contragolpe.

Después de la afeitada perpetrada por el futbol de Inglaterra en la nómina caribeña, los jamaiquinos se olvidaron de heroicidades y se concentraron en la supervivencia.

Dos muros de cuatro hombres que se convertían en uno de ocho, fue el tan burdo como eficiente recurso en el primer tiempo para Jamaica, pero además, obligando a sus atacantes nominales, a hacer labores extenuantes de persecución, estorbo y marca.

Pero tuvieron un cómplice enfrente: México. El soso, lastimero, insultante 0-0 del primer tiempo, también se debió a que el Tri fue un prolongado y lánguido lamento durante los casi 50 minutos que duró la tortuosa primera mitad.

México conectada y reconectaba, pero sólo en las zonas grises, en los espacios muertos de la cancha, y todo cortesía de una complaciente y acechante selección caribeña, que comcedía la posesión y el traslado de balón sin ceder terreno en las zonas de riesgo.

A pesar de esa perseverante obsesión jamaiquina, México es capaz de generar una inmejorable posibilidad de gol. Sin embargo, Funes Mori, en un servicio medido, cómodo para el remate franco, elige ridiculizar su estampa, encoge el cuerpo y el remate refleja que es un Mellizo de sus temores en los momentos cruciales.

Desesperados, desordenados, los mexicanos eran demás repetitivos, sin que desde la banca al menos llegaran indicaciones obvias, para forzar espacios a la segunda línea de ataque y los disparos de media y larga distancia.

Confusión, pues, absoluta, al cierre del primer tiempo. Ni claridad en la pizarra de Gerardo Martino, ni claridad en los jugadores para idear una alternativa ante la doble trinchera jamaiquina.

El segundo tiempo trae ajustes para México. Martino reacomoda en posiciones a Alexis Vega, Sebastián Córdova y al Piojo Alvarado, para generar relevos sin que los estorbe Funes Mori.

Y entre los ajustes y una alta dosis de fortuna, México encuentra el 1-0. Rechace que pepena violentamente Alexis Vega abajo a la derecha de Blake, luego de unpar de magues que l limpian la zona.

Poco duraría la felicidad mexicana. Poco, además, porque en dos jugadas en el área, a Funes Mori, el Mellizo del ridículo, le entran estertores y escalofríos, y en dos ocasiones dispone de posición y posesión precisa para el gol. Pero arruga y entrega, precipitado y forzado, pases que no son aprovechados por Alvarado y Córdova.

Y Jamaica entiende que el gol de México ha puesto más nervioso al Tri. Y elige, entonces, al darse cuenta que se estaba asustando nomás con la zalea del tigre, y apuesta por el atrevimiento.

Contragolpe jamaiquino de dos hombres, el servicio profundo es un flan para cualquier defensa, excepto, claro, para el patidifuso y “paticonfuso” Jorge Sánchez, quien al intentar despejar, lo hace tan mal, que es un buen servicio para que Shamar Nicholson, pésimamente marcado por César Montes. El jamaiquino, sin miramientos, fusila a Guillermo Ochoa. 1-1.

Buscando respuestas, Martino ingresa al ‘74 a Orbelín Pineda y a Uriel Antuna, por Sebastián Córdova y Roberto Alvarado, pero la revelación de que el técnico actuaba por convulsiones de la desesperación, ocurre cuando ingresa Henry Martín por Alexis Vega, hasta ese momento mucho más incisivo y claro de ideas y dinámica que Funes Mori. Quedaba claro, que con tal de proteger a su paisano, deja fuera al jugador de Chivas.

No cambió la historia. México regresó a lo repetitivo, a simplificarle el trabajo defensivo a Jamaica, hasta que el minuto 89, Henry Martín pesca un potente remate para el 2-1 que parecía tan lejano como inmerecido.

Un victoria del Tri, que puede ser tan peligrosa, como se pretenda ignorar la triste exhibición en el lúgubre escenario de un Estadio Azteca vacío.

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LOS ÁNGELES -- México inicia su vía crucis rumbo a Catar y Guillermo Ochoa busca tenazmente su quinta Copa del Mundo. Un paraninfo al que acuden pocos: Antonio Carbajal, Rafa Márquez, Lothar Matthäus y Gianluigi Buffon.

Catar 2022 puede albergar a otros más “pentacoperos”: Lionel Messi, Cristiano Ronaldo y Andrés Guardado, a quien las lesiones lo amenazan día con día. Buffon, aún en activo, trata desesperadamente de ser el primero en jugar seis mundiales.

Cierto: es diferente acudir a cinco mundiales que jugar en cinco mundiales. Guillermo Ochoa jugaría en Catar 2022 apenas su tercer mundial. En Alemania 2006 y Sudáfrica 2010 reposó ansias y ansiedad en la banca, detrás de Oswaldo Sánchez e, inesperadamente, del Conejo Pérez.

Ochoa llegaría de 37 años a la cita de Catar. Es, hoy por hoy, un intocable en los listados de Gerardo Martino. José de Jesús Corona ha quedado relegado, mientras que Alfredo Talavera sigue como su leal escolta. Detrás de ellos, sólo arqueros inconsistentes.

El arquero de las Águilas del América sigue al pie de la letra los secretos de la longevidad deportiva, sin olvidar pecados que pusieron en riesgo su continuidad con el Tri, como el famoso brunch neoyorquino con reverberaciones en San Antonio.

Él mismo ha dicho que en Catar espera cumplir dos ilusiones paralelas: acudir a su quinto mundial y que México, finalmente, llegue al paraíso prohibido del Quinto Partido.

“Mi ilusión es poder jugar un tercer mundial, poder estar en mi quinto mundial. Mi sueño es poder dar ese paso que no hemos podido darlo (jugar el quinto partido); tengo ganas de volver a intentarlo. Creo mucho en el equipo que tenemos, en la selección que tenemos”, declaró Ochoa a CNN.

Hay una estampa que estalla como una escenografía visual, acústica e inmortal, al citar a Guillermo Ochoa. Mundial Brasil 2014. Cuando se convirtió en la fortaleza de México en la ciudad de Fortaleza, en el Estadio Castealo (“Guardián” en Portugués).

Seis disparos a gol, a quemarropa algunos, por parte de la selección anfitriona. Pero, hubo un momento especial, sublime, tan épico que de inmediato generó la comparación con aquel salto, con aquel acto de levitación de Pelé ante Inglaterra en el Mundial México 70. El testarazo brutal de O´Rei y el lance imponente de Gordon Banks. La mejor atajada en la historia de las Copas del Mundo.

Fue un remix. Una versión actualizada. Dani Alves por derecha, al epicentro. Neymar salta, rebasa la marca de Rafael Marquez, y pepena, con seco cabezazo, un balón que llevaba el sello de entrega inmediata a la red de México.

“Instinto”, explicó Guillermo Ochoa al término del partido y tras ser declarado el mejor jugador de la jornada.

“Creo que sí viene siendo el partido de mi vida, hasta el momento. Había tenido partidos así, pero no se compara hacerlo en un Mundial, contra el local Brasil, contra el máximo ganador de Mundiales, el candidato a campeón, no es fácil, y sí, estoy contento de hacerlo en un marco así”, declaró Ochoa tras la nominación.

Debió ser algo más. Porque en esas milésimas de segundo, entre el frentazo de Neymar y la mano derecha de Ochoa, se hizo ese ruido ominoso del silencio patibulario, como en el vacío subyugante de las tragedias, como en el abismo sordo de las desgracias.

Media barriga de la pelota había rebasado la línea. La tribuna poblada de muecas. Los brasileños pasan, incrédulos, del gesto festivo al desencanto; los mexicanos, incrédulos, del desmayo a la exultación. Tras la acrobacia desesperada de Ochoa, un largo bufido, gutural, usurpa el espacio del orfeón del gol.

Rafa Márquez toma el rechace y abre a su derecha. Neymar es una estatua hecha con la pesada sal de la incredulidad. Ochoa se pone de pie, palmea para sacudir sus guantes. “Venga, el que sigue”, parece decir, mientras estentórea y admirada, la muchedumbre de más de 60 mil fanáticos, contempla al arquero de azul celeste y rizada melena

La mímica de Babel ante los milagros inexplicables, serpentea entre la tribuna. La frase se repite: “No todos los héroes usan capa”.

Aquella actuación del portero mexicano escaldó a los brasileños. Tanto que, después de que el Scratch de Ouro elimina al Tri en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, se desató un tsunami de memes en Brasil, sintetizados todos en uno: “Si Memo llora, yo estoy feliz”. Una espina muy clavada en el corazón amazónico.

Pero esa brújula impecable bajo el arco no funcionó mientras Guillermo Ochoa transitó por Europa. En Francia, el Ajaccio lo convirtió en un carpa de tiro al blanco. Terminó siendo el mejor arquero de la Liga, sólo detrás de Hugo Lloris, y el número en atajadas, no sólo en esa competencia, sino en todo Europa.

Descendido el Ajaccio, su paso por el futbol español fue poco benigno. Ni en Malaga ni en Granada encontró un horizonte competitivo. Antes de repatriarse en el América, cosechó varias nominaciones como el jugador del mes y del torneo en el Standard de Lieja, además de ganar la Copa de Bélgica.

Sin embargo, con la selección mexicana ha debido cargar con humillaciones. La más dolorosa, el 7-0 ante Chile en la Copa América Centenario, además de recibir cuatro ante Alemania en la Copa Confederaciones Rusia 2017, y otros cuatro ante Argentina en un amistoso. A nivel club, con el Granada cargó un 7-1 ante el Real Madrid.

Pero, en esa historia atropellada, incomprendida, martirizada, solitaria, como es el oficio de los guardametas, los desastres mencionados ocurren como reflejo del equipo, y sobreviven, por encima de esos desastres, las atajadas ante Brasil y Holanda en Copas del Mundo, además de otras heroicidades en Copa Oro.

Con ese equipaje, Guillermo Ochoa buscar acudir a su quinto mundial y jugar en una tercera Copa del Mundo. La travesía no será fácil. México arranca el escabroso camino este jueves ante Jamaica dentro del Octagonal Final de la Concacaf, con un veto impuesto al Estadio Azteca, y sin jugadores clave como Hirving Lozano y Raúl Jiménez.

Sin embargo, el arquero americanista está dispuesto a perseguir esa utopía futbolera: llegar a su quinto mundial y que México cruce el umbral vedado, semiclandestino, ese, el del Quinto Partido.

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LOS ÁNGELES -- Cuauhtémoc Blanco debe estar loco. Es más, está loco. De esos locos insanamente cuerdos. De esos casos perdidos como los que describe el italiano Carlos Dossi: “Los locos abren los caminos que más tarde recorren los sabios”.

Cuauhtémoc nació un 17 de enero. Pero su certificado de nacimiento, como uno de los extravagantes del futbol, lo recibió el 13 de junio de 1998. Y cumplió años nuevamente hasta el 13 de junio de 2002.

Ése es un privilegio de ellos, de los locos. John Dryden lo explica así: “La locura es un cierto placer que sólo el loco conoce”.

El problema es cuando esos locos, como Cuauhtémoc, enloquecen tanto que terminan por enloquecer a los demás.

Estadio Gerland en Lyon. Mundial de Francia 1998. 13 de junio. Cuauhtémoc pelea y recupera un balón por izquierda. Corea del Sur, con un hombre menos, jugaba agazapado en su trinchera.

Dos sudcoreanos, de apellido Lee, Ming-Sung y Sang-Yoon, se plantan ante él, arrinconándolo cerca del tiro de esquina. Bloqueo absoluto. Imposible el pase o el regate. Incluso para ese tipo despatarrado y poco agraciado, con rodillas equinóvaras (explicado así por el doctor del América, Alfonso Díaz), y con sus pies marcando siempre que faltaban diez minutos para los dos.

Pero los sudcoreanos no conocían el tipo de locos que se engendran en Tepito. Y los dos Lee nunca pudieron leer una de las fantasías circenses mundialistas. Entre el dique que formaban Ming-Sung y Sang-Yoon, saltó el loco o saltó la liebre.

“Los locos ven donde el resto permanece ciego”, según proverbio coreano. Y sí. Cuauhtémoc Blanco atenazó casi con los talones el balón, que ni él ni ninguno de sus congéneres, a lo largo de la historia del futbol, ni desde sus antepasados de cuero, había sufrido semejante apapacho, y menos en una fiesta mundialista.

Cuauhtémoc sacó ese barrio bravo que le esculpió la niñez de cicatrices y de mañas, y de locuras y de lucidez. Y salta entre los dos Lee. Se volatiliza como cigüeña en un día de parto, con el balón entre los pies.

Ni Ming-Sung ni Sang-Yoon ni el universo entero del futbol esperaban semejante peripecia. Un coreógrafo de Cirque du Soleil seguramente tomó nota. El orfeón del asombro bufó en la tribuna del Gerland en Lyon. Fue algo así como un muy francés: “¡Uuuuh lá láááá!”.

México ganó 3-1. Pero la cabriola del loco, del Cuauh, pues, dio la vuelta al orbe. Todo noticiero engalanó sus resúmenes. Sí, la Cuauhteminha había sido presentado en sociedad a nivel mundial.

Al final de ese partido le preguntamos al hoy gobernador de Morelos por esas manías suyas de sacar el overol del barrio en el escenario de fracs de una Copa del Mundo: “Lo he practicado muchas veces en el América y se me ocurrió hacerla hoy”.

Ocurrencias de locos, pues, como el gol despatarrado marcado ante Bélgica en ese mismo Mundial, lanzándose tras el balón como el Perro Aguayo desde la tercera cuerda sobre la mollera de Konan. “Se me ocurrió”, dijo.

Ocurrencias, pues. Ya sabe, esos locos insanamente cuerdos. Pero Julio Cortázar diría que “no cualquiera se vuelve loco, esas cosas hay que merecerlas”.

En ese mismo mundial, en el Centro de Transmisiones, le preguntaron a Pelé por la Cuauteminha. Se carcajeó: “Esa jugada debió ocurrírsele a un brasileño. Es un genio”.

Pero lo más insano de este loco es la devoción por la reincidencia. 13 de junio de 2002. El onomástico y cumpleaños de la Cuauteminha. México había sido sacado de la morgue, de la plancha de autopsias, a punto de quedarse sin Mundial. Javier Aguirre tuvo al orate este, al Cuau, como el gran alfil de sus batallas.

Dos años antes de ese Mundial, el trinitario Ancil Elcock le había partido la pierna. Pero Cuauhtémoc regresó a rescatar al Tri y a pasar lista de presente en el Mundial de Corea del Sur.

Y Cuauhtémoc espero, paciente, hasta otro 13 de junio mundialista. ¿Por qué el 13 de junio? ¿Por qué otra vez el 13 de junio? ¿Debía esperar al día de San Antonio de Padua, cuya imagen se pone de cabeza para conseguir milagros, y así ofrecer otra vez el milagro de su locura? ¿Este santo loco -jamás un loco santo- quería poner de cabeza al mundo?

De nuevo por izquierda. Esta vez Italia. El Estadio Gran Ojo, de Oita, Japón. México ganaba 1-0. Cuauhtémoc acorralado, acordonado. Lo encapsulaban tremendos “carabienieris”: Gianluca Zambrotta y Fabio Cannavaro, sí, este mismo que cuatro años después ganaría el Balón de Oro. Rómulo y Remo custodiando a la Gran Loba.

“Más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena”, dice un refrán. Pero los locos son universales. Cualquier casa es su casa. Y el Cuauh lo intenta de nuevo. Aprisiona la pelota y salta entre las musculosas vallas italianas. Esta vez la ejecución es perfecta, pero al aterrizar, cae, aunque sin perder el balón. Y ya sabe Usted, hasta los locos envejecen y más con una lesión como la que le propinó Elcock.

De nuevo la admiración. Y la fiesta en la tribuna, desde el escándalo jubiloso de los mexicanos, hasta un “¡mamma mia!” de los italianos, quienes en ese partido, con el 1-1, suplicaban “ya, párenle, con el empate clasificamos los dos”, según revelaría Rafa Márquez.

¿Cómo nace la Cuauhteminha? El demencial autor asegura que en las canchas de El Nido de Coapa. Pero en Tlatilco tienen otra versión y la marca registrada. Y dicen que de un pacto ladino entre una coladera y una joroba, con la camiseta de Argentina y el logo de un Chevy Impala.

Se habría engendrado más exactamente en una canchita de cemento, frente al edificio 27 de la Unidad Familiar Tlatilco en Azcapotzalco, según consigna Omar Flores, en un artículo en Excélsior, conforme a varios testimonios, entre ellos el de Antonio Bravo, tío de Cuauhtémoc Blanco.

En esa cancha, había una coladera, y la recontra marrullera pelota se atoraba ahí. Y entonces, el más loco -o el más sabio- de la prole de Tlatilco, la apergollaba entre esos pies que parecían llevar direcciones distintas, como de pingüino con vahídos, y la sacaba de la trampa. Eso empezó cuando tenía seis años.

Esas, las fantasías fascinantes del futbol. De una coladera mal puesta en el surrealismo de Tlatilco, a la exposición universal de una copa del mundo. Eso sólo ocurre en la vida de esos locos insanamente cuerdos.

Decía el español Carlos Castilla del Pino, sin saber que era un diagnóstico perfecto para un lunático de las canchas, que “el loco no puede reincorporarse a la realidad, está permanentemente viviendo su fantasía”.

Hoy 13 de junio, el día que a un tipo majareta le quitaron la camisa de fuerza para que ilusionara con la imprudencial demencia de una Cuauteminha...

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