Renacimiento Latino
Que en 2020 los White Sox tengan un equipo casi latino en su totalidad no es casualidad. Para los fanáticos que disfrutan seguir la representación latinoamericana en Grandes Ligas y el estilo de juego de nuestros peloteros, el banquete de la temporada 2020 se lo darán nada menos que los Medias Blancas con esta alineación proyectada:Piezas clave
La firma de Edwin Encarnacion a sus 36 años y en su temporada 16 le da solidez a la posición de bateador designado, así como la llegada por la vía del cambio del jardinero Nomar Mazara, quien promedia 20 jonrones en sus primeros cuatro años en Grandes Ligas, además de la llegada del receptor cubano 2-veces All-Star Yasmani Grandal. Pero la mayor intriga y expectativa en esta alineación es el jardinero central de 22 años y prospecto número 2 de todas las Grandes Ligas según la publicación Baseball America, el cubano Luis Robert.1.- Javier Báez (Chicago Cubs)
El puertorriqueño de los Cubs es sencillamente el pelotero más divertido de ver en todas las Grandes Ligas. Divertido y espectacular. No por gusto lo apodan "El Mago". Siempre tiene un truco debajo de la manga, lo mismo con el bate, que con el guante o en el corrido de las bases. Con 27 años recién cumplidos, posiblemente no hayamos visto todavía lo mejor de Javier Baéz.2.- Ronald Acuña Jr. (Atlanta Braves)
¿Cuál es límite para el talentoso jardinero venezolano? ¿El cielo? Acuña Jr. ha dejado claro su objetivo para la campaña del 2020: convertirse en el primer jugador 50-50 (50 jonrones y 50 bases robadas. El año pasado, en su segunda temporada en las Mayores, se quedó a tres robos de ser el quinto pelotero 40-40. La meta es difícil, pero con que sólo lo intente, ya valdrá la pena seguirlo día a día en su progreso.3.- Luis Robert (Chicago White Sox)
4.- Luis Arráez (Minnesota Twins)
Si lo que mostró en el 2019 es real, el segunda base venezolano de los Twins es un firme candidato a ganar el título de bateo de la Liga Americana. Arráez tuvo average de .334, con 109 imparables en 326 turnos, apenas un punto menos que Tim Anderson, el líder de los bateadores del joven circuito, aunque sin las veces requeridas. Su promedio de embasamiento fue de .399, con un slugging de .439. El 23 por ciento de sus hits fueron extrabases (20 dobles, un triple y cuatro jonrones) y recibió más boletos (36) que ponches (29).5.- Félix Hernández (Atlanta Braves)
Es difícil creer que uno de los mejores lanzadores que ha tenido las Grandes Ligas en lo que va de siglo XXI esté acabado a los 33 años. Lo cierto es que desde que cumplió 30 fue como si le hubieran apagado un interruptor, pues en sus tres últimas campañas tuvo récord de 15-27 y efectividad de 5.42 en 314 entradas, mientras que en sus primeras 12 temporadas dejó balance de 154-109 y promedio de limpias de 3.16. Tal vez lo que necesitaba el venezolano era cambiar de aires, después de jugar 15 contiendas en Seattle. Quizás lo veamos incluso lanzar en playoffs, la asignatura pendiente en la carrera del Rey Félix.6.- Miguel Cabrera (Detroit Tigers)
7.- Yoenis Céspedes (New York Mets)
El cubano le ha robado hasta ahora el dinero a los New York Mets. En sus tres primeros años de un contrato de cuatro cobró 73 millones de dólares y apenas participó en 119 partidos (81 en el 2017, 38 en el 2018 y ninguno en el 2019). El equipo consiguió una notable rebaja del salario que devengaría Céspedes en el 2020, al bajar de 29 a seis millones, más incentivos. El pelotero llegó a los campos de entrenamiento más cerrado que una tumba, negado a conceder entrevistas y dispuesto a que su bate hablara por él en la temporada. Luego suavizó y dijo a los medios su disposición a estar listo para el Día Inaugural y recuperar todo el camino perdido. El talento le sobra, aunque la salud no lo ha acompañado y ya son 34 años en las costillas. Si está saludable y logra ser el pelotero que fue, será de gran ayuda para los Mets y una diversión ver de nuevo sus kilométricos jonrones y certeros disparos desde los jardines.8.- Chris Sale (Boston Red Sox)
El zurdo Chris Sale tuvo en el 2019 la peor temporada de su carrera, con registro de 6-11 y efectividad de 4.40. Desde que se estableció como un abridor estelar en el 2012, nunca tuvo números tan bajos en aperturas (25) e innings lanzados (147.1). De hecho, se perdió por primera vez en ocho años ser invitado al Juego de las Estrellas. Los Boston Red Sox esperan desesperadamente un rebote de su astro, sobre todo después de ceder al también zurdo David Price a Los Angeles Dodgers y pasarse de tacaños en el arbitraje salarial con el venezolano Eduardo Rodríguez, hecho que podría haber dañado la relación entre el pitcher y el equipo.9.- Gerrit Cole (New York Yankees)
El pitcher mejor pagado de la historia tiene ahora la oportunidad de hacer realidad un sueño de su infancia: jugar para los Yankees. Ahora bien. No es lo mismo lanzar en Yankee Stadium que en el Minute Maid Park. No es lo mismo encabezar la rotación del equipo más emblemático de todas las Grandes Ligas, que ser el segundo de los Houston Astros, con Justin Verlander por delante. Pero hoy mismo, Gerrit Cole es tal vez el mejor lanzador que hay y tiene por delante el reto adicional de liderar a un grupo que ya perdió a Luis Severino por toda la campaña y a James Paxton por las primeras semanas de temporada.10.- Los Houston Astros
No es uno, sino varios. José Altuve, Carlos Correa, Alex Bregman, George Springer, Yuli Gurriel ...todas las principales figuras de Houston estarán bajo la lupa este año. Nadie duda de su talento, pero muchos queremos ver si sus números anteriores son legítimos y si pueden repetirlos en el 2020, sin trampas, ni ayudas adicionales.Comentarios
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¿Llegó la hora de los Medias Blancas en la división central?
Desde que ganaron la Serie Mundial en el 2005, los Chicago White Sox sólo volvieron a dominar la división central de la Liga Americana en el 2008.
Eran dirigidos por Ozzie Guillén y cayeron eliminados 3-1 por los Tampa Bay Rays en la serie divisional.
Desde entonces, solamente en el 2010 y 2012, los Medias Blancas terminaron con récord positivo, aunque insuficiente para avanzar a la postemporada.
En ese lapso, los Minnesota Twins (2009, 2010, 2019), los Detroit Tigers (2011, 2012, 2013, 2014), los Kansas City Royals (2015) y los Cleveland Indians (2016, 2017, 2018) se alternaron el dominio divisional, mientras la novena del sur de Chicago iniciaba un largo proceso de reconstrucción que parece finalmente terminado.
Las condiciones parecen dadas para que el equipo que dirige Rick Rentería tome por asalto la división central, donde Tigres y Reales pasan por horas muy bajas y los Indios empiezan a desmantelar el núcleo que los llevó hasta la Serie Mundial del 2016.
Chicago sacudió temprano el mercado de agentes libres este invierno al firmar al receptor cubano Yasmani Grandal por cuatro campañas y 73 millones de dólares, que representan el mayor contrato en la historia de la franquicia.
No habían pasado 24 horas y la gerencia anunció que el también cubano Jose Abreu, quien ya había aceptado una oferta calificada de 17.8 millones para el 2020, acordó una extensión por tres temporadas y 50 millones.
Y en arbitraje salarial, James McCann dobló su salario del 2019 y firmó por 5.4 millones y hará mancuerna con Grandal detrás del plato.
McCann es señalado como un factor fundamental en la consagración estelar del derecho Lucas Giolito, que tuvo 14-9 y efectividad de 3.41 en 29 aperturas este año, con 228 ponches en 176.2 entradas.
Por ahora, Giolito se ve como el líder de una rotación que quizás necesite un as más establecido para encabezar un grupo tan lleno de talento, como de interrogantes.
Para el 2020 se espera el regreso del diestro Michael Kopech y el zurdo cubanoamericano Carlos Rodon, quienes se sometieron a operaciones Tommy John.
Kopech y Rodón no dejan de ser unas incógnitas y de volver al tope de sus potencialidades, serán una adición importante a la rotación, que cuenta también con el dominicano Reynaldo Lopez.
Pero un serpentinero de la categoría de Zack Wheeler sería la guinda sobre el pastel, mientras que el cuerpo de relevistas luce sólido, con el cerrador dominicano Alex Colomé, su compatriota Kelvin Herrera, Aaron Bummer, Jace Fry y Evan Marshall.
La ofensiva es abundante, encabezada por Abreu, campeón impulsador de la Liga Americana (123) y el campocorto Tim Anderson, líder de los bateadores en el 2019, con average de .335.
El antesalista cubano Yoan Moncada tuvo el año pasado su tan esperado despegue y fue tercero de los bateadores del joven circuito, con promedio de .315, con 25 bambinazos y 79 impulsadas, al tiempo que rebajó en 63 la cantidad de ponches del 2018 al 2019.
El jardinero izquierdo quisqueyano Eloy Jimenez, en su segundo año en las Mayores, debe ser una fuerza ofensiva superior, mientras se espera mucho del cubano Luis Robert, a quien le encargarán la custodia de la pradera central y de quien se hablan maravillas en grado superlativo, tras una campaña en las Menores con 32 jonrones y 36 bases robadas.
Por ahora, el bosque derecho parece pertenecer al dominicano Leury Garcia, pero la gerencia podría seguir buscando en el mercado un agente libre bien cotizado como Nick Castellanos, o el polémico cubano Yasiel Puig, cuyo precio sería mucho más barato.
Es tanta la profundidad del equipo que el venezolano Yolmer Sanchez, ganador del Guante de Oro en la segunda base, fue dejado en libertad y ahora la apuesta es por el debutante Nick Madrigal, que en 2019 cometió cuatro errores en 932 inning y tuvo promedio de fildeo de .992 entre Clase A, Doble A y Triple A.
Los Medias Blancas terminaron terceros de su división en el 2019, con balance de 72-89, por detrás de Minnesota y Cleveland.
Pero la Tribu no luce en condiciones de competir este año e incluso tienen en el mercado a su jugador franquicia, el puertorriqueño Francisco Lindor.
Mientras tanto, los Mellizos tendrían que acercarse a su despliegue ofensivo de 307 jonrones, cifra récord en la historia de las Mayores, que los llevó a obtener 101 triunfos en la pasada campaña. Pero no se da todos los años.
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Ya están listos los cinco equipos de la Liga Nacional que irán a la postemporada y parecen casi definidos los clasificados por la Americana a la fiesta de octubre, pero cuando nos encaminamos al último fin de semana del calendario regular, todavía queda tela por donde cortar.
En el viejo circuito, los Atlanta Braves y Los Angeles Dodgers aseguraron hace rato sus respectivos banderines divisionales del Este y el Oeste, mientras que los St. Louis Cardinals, los Washington Nationals y los Milwaukee Brewers ya aseguraron sus boletos a los playoffs.
Sin embargo, los Cardenales, líderes en la división central, todavía no terminan de finiquitar ese asunto y los Cerveceros podrían darle alcance y enviarlos al infartante partido entre comodines ante los Nacionales.
St. Louis (90-69) exhibe una ventaja de juego y medio sobre Milwaukee (88-70), que tiene un partido más por celebrar.
Los Cerveceros son el equipo más caliente de la actualidad en la Nacional, con diez triunfos en sus últimos 11 choques y 13 en 15 desde que perdieron a su estrella Christian Yelich por una lesión el 10 de septiembre en Miami.
Lo interesante de la tropa que comanda Craig Counsell es la manera en que se ha comportado el cuerpo de lanzadores en esta recta final.
En diez de esos últimos 11 partidos, los serpentineros de Milwaukee han tolerado tres o menos carreras, mientras que sus bateadores han producido 56 anotaciones.
A los Cerveceros les resta un partido este jueves en Cincinnati y tres choques en Colorado, mientras que los Cardenales recibirán en casa durante viernes, sábado y domingo a los Chicago Cubs.
Pero suponiendo que St. Louis consiga aguantar la presión y termine coronándose en la división central, a Milwaukee le queda el incentivo de tratar de luchar por el primer comodín que ahora ostenta Washington con un juego de ventaja.
El orden de los wildcards es clave, pues define cuál de los dos juega en su casa el partido de muerte súbita.
El equipo de la capital tendrá un fin de semana complicado, con una serie interligas contra los Cleveland Indians, el único de los 30 equipos que ahora mismo está fuera del cuadro de clasificados, pero que todavía conserva opciones de entrar al baile.
Antes, los Nacionales deberán celebrar un choque este jueves ante los Philadelphia Phillies y ante el sentido de urgencia, el manager Dave Martínez echará mano en tres de esos cuatro desafíos a sus tres caballos de la lomita.
Stephen Strasburg va contra los Filis y Patrick Corbin y Max Scherzer abrirán sábado y domingo, respectivamente, contra la Tribu, con el novato Austin Voth intercalado en el primer juego de la serie el viernes.
El tener que apelar a estos tres astros en esta recta final deja a Martínez con pocas opciones para el juego de comodines del próximo martes: o va con Strasburg con un día menos de descanso o se las juega todas con el veterano venezolano Anibal Sanchez.
Desde que esta franquicia nació en 1969 con el nombre de Expos, en la ciudad canadiense de Montreal, nunca ha podido pasar de la primera ronda en las cinco ocasiones anteriores en que clasificó a la postemporada.
En 1981, los Expos perdieron la serie de campeonato de la Liga Nacional (entonces no había playoffs divisionales) contra los Dodgers.
Desde que se mudaron a Washington en el 2005, los Nacionales perdieron las series divisionales del 2012, 2014, 2016 y 2017.
Tres por dos boletos en la Americana
En el joven circuito, los Minnesota Twins recién se coronaron en la división central y todo indica que rivalizarán en la primera ronda ante los New York Yankees, campeones del Este, ya que los Houston Astros, reyes del Oeste, se han despegado en la lucha por el mejor récord de todo el béisbol.
Los Astros (104-54) cierran su calendario con una serie de cuatro encuentros de jueves, viernes, sábado y domingo contra Los Angeles Angels en Anaheim.
Los Yankees (102-57) se van hasta Arlington para sus tres partidos finales ante los Texas Rangers.
Y entonces queda la batalla por los comodines, que ahora mismo tienen en la mano los Oakland Athletics (95-63) y los Tampa Bay Rays (95-64), con apenas media raya de diferencia entre ambos.
A Oakland le faltan cuatro juegos entre jueves y domingo con los Seattle Mariners y a los Rays tres con los Toronto Blue Jays.
Para ambos conjuntos son cruciales estos desafíos no sólo para resistir los embates de los Indios, sino para ver cuál de los dos juega como home club el juego de vida o muerte del próximo miércoles.
Por su parte, Cleveland la tiene muy difícil, aunque no imposible, pero esa diferencia de 1.5 se hace enorme, dado el poco camino que queda por recorrer.
Los Indios recibieron una valiosísima ayuda de último momento con la reincorporación del dominicano José Ramírez, cuando se pensaba que estaría fuera de acción hasta el 2020.
En dos partidos desde que regresó lleva tres jonrones y ocho carreras impulsadas en seis turnos.
Pero la derrota que sufrió Cleveland el miércoles en la noche ante los Chicago White Sox podría haber sido la más costosa de toda la temporada.
A Terry Francona y compañía le falta un último partido contra Chicago el jueves y los tres de la serie interligas ante los Nacionales, que será, sin dudas, la más dramática de todas las del fin de semana.
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Del béisbol que se jugaba hace 20 años apenas queda un recuerdo.
Entonces, los managers tenían más autoridad, aplicaban múltiples estrategias y el juego era tácticamente más rico.
También era la época en que el uso de sustancias para mejorar el rendimiento deportivo era rampante y muchos peloteros parecían más linieros de la NFL que beisbolistas.
Para bien, el tema de los esteroides se atajó con una política cada vez más restrictiva que si bien no logró eliminar el problema por completo, lo limitó a unos pocos que siempre intentarán burlar al sistema.
Pero en las últimas dos décadas —o más específicamente, en los pasados diez años— el béisbol se empobreció en muchos sentidos, tanto desde el punto de vista estratégico, hasta del entendimiento por los fanáticos, confundidos con nuevos análisis estadísticos que buscan —y no siempre encuentran— la excelencia atlética.
Olvidemos por un momento las pelotas adulteradas del 2019, con todo y que el comisionado Rob Manfred insista en negarlo, que han traído como resultado una explosión jonronera inédita, mayor aun que en la era de los esteroides y que ha inflado los números de muchos bateadores que en otros tiempos ni soñaban con disparar tantos bambinazos.
El juego se ha simplificado tanto que ya sólo importa enviar la pelota más allá de las cercas.
Los sencillos, dobletes y triples ya han pasado a un segundo plano y ni hablar de intentar ganar una base extra con un robo o adelantar un corredor con un toque de sacrificio.
Y de igual manera, a la par de los vuelacercas, han subido los abanicados.
Es o todo o nada. O jonrón o ponche.
Pero, aunque parezca una paradoja, este béisbol de ahora es menos ofensivo, a juzgar por las estadísticas, tanto las tradicionales, como las sabermétricas, a pesar de esta hemorragia de cuadrangulares única en la historia.
Si comparamos los promedios por juego de la temporada de 1999 con la que está a punto de concluir, observamos que las únicas cifras que han subido son las de jonrones y los chocolates.
Morir por la vía de los strikes no es un out más, como algunos pretenden hacer ver. Poncharse anula por completo la posibilidad de jugada y le da una bocanada de oxígeno al lanzador.
Hace 20 años, los bateadores se tomaban 6.41 ponches por juego. Ahora lo hacen en 8.77 ocasiones.
Dos décadas atrás, se disparaban 1.14 bambinazos por choque, cifra que se ha elevado a 1.40 en el 2019.
Pero más vuelacercas no necesariamente implican más carreras, sino que es la manera más directa de producir una anotación.
Volvamos dos décadas atrás en el tiempo y observemos los diferentes promedios en otros indicadores y a su lado, entre paréntesis, los indicadores del 2019.
En los partidos se anotaban como media hace 20 años 5.08 carreras, mientras que ahora son solamente 4.84.
En 1999 se bateaban 9.15 imparables por encuentro (8.66 hoy), los dobles eran 1.80 (1.76), triples 0.19 (0.16), bases robadas 0.70 (0.47), los sacrificios de toques 0.33 (0.16). El average promedio de las Grandes Ligas fue de .271, mientras ahora es de .253.
Aunque la sabermetría valora más el porcentaje de embasamiento, hace 20 años la gente llegaba más a las almohadas, con un OBP de .345 por .323 en la actualidad.
Esas diferencias decimales, si bien a simple vista pueden parecer ínfimas, cuando se multiplican por los más de 4.800 juegos que componen el calendario regular hacen números globales muy superiores.
Entonces, esta simplificación del juego, esta apuesta a todo o nada entre el jonrón y el ponche, está alejando al público de los estadios.
En 1999, todavía fresca en la memoria de los fanáticos la huelga de 1994, la asistencia total en temporada regular superó los 70 millones.
A menos de una semana para que concluya la presente contienda, la cifra anda en poco más de 66 millones, la menor desde 1997.
A eso súmenle la pobre promoción que la actual administración de las Grandes Ligas le hace al béisbol.
¿Desde hace cuánto tiempo no vemos a un pelotero protagonizando un anuncio comercial en televisión, como hacen los deportistas de la NFL o la NBA?
Si mi memoria no me falla, el último fue Derek Jeter a principios de los 2000, quien participó en un anuncio de Gillette junto al golfista Tiger Woods y otros atletas de diferentes disciplinas.
No es extraño entonces que los beisbolistas no aparezcan casi nunca en la lista de ESPN de los 100 deportistas más famosos del mundo, a pesar de ser un juego que practican más de 65 millones de personas en 140 países de todo el planeta.
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Cuando se abra el mercado de agentes libres después de la Serie Mundial, el antesalista Anthony Rendón será una de las piezas más cotizadas, pues al parecer, los Washington Nationals no tienen intenciones de retenerlo.
Obviamente, los Nacionales le harán una oferta calificada e incluso le presenten un contrato sobre la mesa, como dicta el protocolo, que quizás Rendón termine aceptando.
Pero no es igual. Si Washington realmente hubiera querido mantener en sus filas a uno de los mejores, pero al mismo tiempo más subvalorados peloteros de los últimos años, habrían negociado una millonaria extensión contractual, con todo y que su agente es Scott Boras, conocido por apostar siempre a la agencia libre.
Pero hasta Boras tiene un precio por el cual abandonaría su rígida postura respecto a las extensiones de contratos.
La cosa es ver si la gerencia del equipo capitalino está dispuesta a pagarlo.
Pero si yo fuera Mike Rizzo, presidente de operaciones de los Nacionales, movería cielo y tierra por quedarme con Rendón.
Obviamente, ya no lo hará antes de que concluya la temporada y mucho menos con el equipo en plena batalla por incluirse en los playoffs.
Pero ya Washington perdió en el invierno pasado a Bryce Harper y no debería darse el lujo de dejar partir a su antesalista, quien ha sido un ejemplo de consistencia y que está teniendo en el 2019 la mejor campaña de su vida.
Rendón encabeza la Liga Nacional en average (.330), dobletes (43) y carreras impulsadas (119). Sus 34 cuadrangulares y 113 anotadas son las mayores cifras de su carrera en ambos departamentos y debe superar también su tope en hits, que es de 176 y lleva 171.
Su OBP es de .414, con slugging de .622 y OPS de 1.036, todos ellos también los más altos de su vida.
José Abreu (Chicago White Sox)
El cubano José Abreu ha sido uno de los mejores bateadores de todas las Grandes Ligas desde su debut en 2014, cuando ganó unánimemente el premio de Novato del Año de la Liga Americana.
Los Chicago White Sox han dicho que quieren conservarlo y Abreu desea quedarse.
El pelotero de 32 años es el líder dentro del clubhouse y más allá de su siempre extraordinaria productividad ofensiva, es un mentor para figuras jóvenes como el también cubano Yoan Moncada o el dominicano Eloy Jimenez, como lo será en un futuro inmediato de su compatriota Luis Robert.
Es tanto el deseo de Abreu de seguir en el equipo, que el gerente podría conseguir descuento de casa y quedarse con él por un precio justo y razonable, sin ser excesivo.
¿80-100 millones por cuatro o cinco temporadas?
El dominicano Nelson Cruz no da señales de declive y cada día se burla más del almanaque.
Los Minnesota Twins tienen una opción por un año y 12 millones de dólares que deberían ejercer con los ojos cerrados, si es que no deciden ofrecerle un merecido par de campañas más.
No se consiguen bateadores habituales de 30-100 en cualquier parte.
Starlin Castro (Miami Marlins)
El dominicano Starlin Castro ya consiguió en el 2019 una veintena de cuadrangulares y suma 79 remolcadas, ambas cifras las mayores de su carrera en esos departamentos.
Luego de una primera mitad de campaña miserable, Castro ha sido una fuerza ofensiva indetenible después del Juego de las Estrellas: .301 de average, OBP de .335, slugging de .549 y OPS de .884, con 14 bambinazos y 45 empujadas.
Es apenas el segundo bateador de los Miami Marlins con 20 jonrones (el otro, Brian Anderson, hace rato quedó fuera por el resto de la temporada).
Los Marlins tienen una opción sobre Castro de 16 millones para el 2020, lo cual complicaría las cosas, dado el estado de las finanzas de Miami, pero es ahí donde la gerencia debería negociar una extensión por al menos tres temporadas, que le garantice más dinero y empleo a largo plazo, aunque baje el promedio anual.
El dominicano es un veterano joven de apenas 29 años y su movida de la intermedia a la antesala le da flexibilidad al equipo para destinar a Anderson a tiempo completo al jardín derecho y además la opción de regresar a Castro a la intermedia, en caso de que el puertorriqueño Isan Diaz, proyectado para ser el titular de la posición, no consiga su esperado despegue.
Brett Gardner (New York Yankees)
Si hace cinco años alguien hubiera dicho que Brett Gardner iría a ser mejor pelotero que Jacoby Ellsbury lo hubieran tildado de loco.
El tiempo pasó y ahí está Gardy, a punto de completar su duodécima campaña con el uniforme de los New York Yankees, una rareza en estos tiempos y con una carrera tan digna que sin estadísticas de Salón de la Fama, ni mucho menos, pueden apostar que su número 11 será retirado y colocado en el Monument Park.
Con toda la profundidad que tienen los Yankees en los jardines, tenerlo al menos una campaña más es una especie de seguro de vida, sobre todo cuando es incierta la participación de Aaron Hicks en el 2020.
Gardner es un obrero del béisbol, de esos que se levanta cada mañana para ir a trabajar en lo que necesite el equipo, entregado en cuerpo y alma al juego como ejemplo para sus compañeros más jóvenes.
Eso le ha valido ser uno de los peloteros más queridos de la exigente afición en la Gran Manzana en la última década y merecedor de terminar su carrera en el único equipo que ha conocido.
Entretanto, nadie se acuerda de… ¿cómo se llama?... Ah, Jacoby Ellsbury.
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