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Peto Ruiz, preparador de campeones

Ruperto Ruiz nació en Trelew, provincia del Chubut, Argentina, el 10 de abril de 1969. Se recibió de profesor de Educación Física en Comodoro Rivadavia en 1992, para luego especializarse en Entrenamiento Deportivo. A partir de 1996 comenzó a incursionar en el mundo del boxeo y hoy, a más de un cuarto de siglo después, sigue siendo uno de los secretos mejor guardados del boxeo argentino. Seguramente por su capacidad de trabajar en silencio, ayudado por su muy bajo perfil y empujado al mismo tiempo por su pasión por lo suyo.

De Chubut salieron Enrique “Zurdo” Sallago, Juan Domingo “Mingo” Malvárez , junto claro, a Omar Narváez. La lista –muy larga- debería abarcar a casi toda la familia Matthysse, Héctor Palleres y Horacio Chicagual, entre tantos otros.

“Siempre me gustó el boxeo, por supuesto”, recuerda. “Sobre todo porque nuestra querida Patagonia dio grandes valores. Es un mundo en el cual cuando uno se mete se hace difícil salir, y eso que yo he trabajado en muchos deportes, incluyendo el fútbol y el rugby, para dar dos ejemplos, sin contar con el atletismo donde he participado y mucho”.

El boxeo orientado hacia los más chicos se convirtió en uno de sus objetivos. Así también conoció y mucho al "Facha” uno de los hermanos de quien hoy es un enorme símbolo de Trelew, Omar “El Huracán” Narváez.

“Cuando Omar se vino de Corral de Palos, Córdoba, en donde entrenó muchos años, ya era Narváez, el que había ganado una medalla, la primera, en el Mundial de Budapest, el que había participado en los Juegos de Sidney (2000) y en los que había sido el capitán de ese brillante equipo. De inmediato se formó un vínculo de gran respeto y de máxima seriedad para trabajar. En ese aspecto, hablamos el mismo idioma”.

Hoy Peto, como se lo conoce en el mundo del boxeo, no solamente forma parte de la Sección Nacional sino que también entrena a Junior, el hijo de Narváez. Cosas de la vida, un ciclo se cierra y se abre otro, pero la melodía es casi la misma: trabajo, respeto y ansias de aprender en los alumnos, y de enseñar mucho en los maestros.

El clima de Trelew –y de la Patagonia toda- forma hombres fuertes, acostumbrados a luchar contra los grandes fríos. Y también a deportistas como los boxeadores y boxeadoras: deporte de puertas cerradas, en donde el clima conspira contra los estadios abiertos. Gente de gran fortaleza no solamente en la parte física, sino también en la determinación para la adversidad

“Hoy una de las luchas que tenemos que librar los preparadores físicos, son justamente, el tema de la mala alimentación. Los tiempos han cambiado, hay mucho sedentarismo a causa de las redes sociales y comida chatarra. Eso afecta a los chicos y chicas jóvenes, los puede llevar al sobrepeso y alejarlos de una de las grandes oportunidades que da la sociedad: el deporte como llave para una vida más sana. Y por eso nuestro trabajo, aunque a veces se note menos, va más allá de formar a futuros campeones”.

Confiesa Peto que el stress de las grandes ciudades, especialmente Buenos Aires, no es para él. Casado con María Eva, es padre de tres hijos, Julieta, que a los 23 está concluyendo su carrera de kinesiología, Facundo (21) especialista en diseños multimedia y Ezequiel, quien a los 17 está en el último año del secundario y juega al rugby.

Su labor junto a la Selección Argentina no ha terminado con el paso al profesionalismo de algunos integrantes como Francisco “Bebu” Verón o Mirco Cuello, que fueron olímpicos en Tokio. Justamente ellos continúan interactuando con él en sus preparaciones físicas cuando están en el marco del Seleccionado Nacional.

En el equipo técnico, en donde trabajan Edgardo Nieva, Víctor Hugo Castro, Daniel González, el “Pocho” Arrieta y el propio Peto Ruiz, existen desafíos de todos los días, puesto que han sido muchas las competencias en los últimos tiempos y con muy buenos resultados.

Su trabajo junto a Omar Narváez, acompañándolo en la preparación física para sus peleas, ha sido siempre impecable. “Aunque ya dije que con Omar el trabajo es mucho más sencillo por la gran capacidad que tiene sin contar que, además de haber sido un tremendo campeón, tiene un espíritu docente nato y una capacidad de líder que siempre lo llevó a destacarse entre sus iguales”

Entre otros, también ha trabajado con figuras del boxeo como Walter Matthysse, “Falucho” Medina, Soledad Matthysse o Daniel Narváez. Con el gran apoyo de Chubut Deportes y del Dream Box, con Franquis Aldama e Iván Díaz, admite que además de una gran pasión por la música (“Tengo dos bandas, una de blues y otra de rock”), se siente “un futbolista frustrado” a pesar de que jugó en la primera División de Caleta Olivia.

Se han ofrecido diversas clínicas de boxeo, y en ellas Peto, ha estado presente junto a Omar Narváez y en todos los casos, la apuesta es siempre al futuro.

“El boxeo argentino ha logrado varias medallas en los Juegos Sudamericanos Juveniles, por mencionar la última competencia realizada en Rosario. El apoyo de Lautaro Moreno ha sido fundamental en este trabajo, que apunta ante todo a la competencia internacional que luego será parte del gran futuro profesional, pero no olvidemos que, ante todo, el deporte es la gran puerta que tienen todos los chicos en encontrar una vida sana, porque lo otro, consagrar campeones, es una consecuencia, no un objetivo”.