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Boxeo limpio: buen programa, mal ejecutado por el CMB

Félix Verdejo, primer clasificado de la OMB en 135 libras, fue retirado del listado del CMB por no inscribirse en Boxeo Limpio Alex Menendez/Getty Images

La iniciativa del CMB de luchar contra el uso de drogas a través del programa Boxeo Limpio merece el mejor de los aplausos. Pero, una vez más, el carácter unilateral de una buena iniciativa del CMB parece condenarla al fracaso o en el mejor de los casos a pasar a la historia como una buena iniciativa que no consiguió "cambiar la historia". En un deporte donde su organización depende de tantos factores, donde se incluye a deportistas, manejadores, promotores, comisiones deportivas, empresas de comunicación, grandes o pequeños organismos e incluso instituciones legales en aquellos países donde se practica este deporte, la iniciativa del CMB resulta insuficiente, conflictiva y hasta puede crear una percepción equivocada sobre quienes no estén dentro de su programa.

Ese programa determina que cualquier boxeador que se encuentre dentro de los primeros 15 puestos de cualquier división, estará obligado a inscribirse en el mismo. Quienes no lo hagan, serán removidos de las clasificaciones. El programa permitirá al CMB y a VADA (Agencia Voluntaria de Antidopaje) realizarle pruebas aleatorias de antidoping a esos púgiles cuando lo estimen pertinente.

El Consejo Mundial de Boxeo es un actor importante, pero en el enorme teatro de este deporte hay otros actores con el mismo nivel de importancia. A ese mundo tan diverso los une un factor en común: los pugilistas que suben a un cuadrilátero a ganar o perder, pero en la suma general, son arriesgados atletas que se juegan la salud para ganarse el sustento. Cualquier medida que pueda afectar el ejercicio de ese derecho (el de ganarse el sustento) debe ser muy meditada y sus consecuencias deben estar al extremo claras antes de proceder a su ejecución.

El CMB no pudo ni debió tomar una medida que abarca tanto sin tomar en cuenta el espacio de los demás y el tamaño del suyo propio. En una palabra, el programa Boxeo Limpio debió ser una obra general de lo contrario su resultado puede ser, además de inefectivo, causador de otros males a la propia organización del boxeo mundial. Sin contar en ello algún conflicto inevitable o, peor que ello, una percepción errónea sobre la honestidad de algún púgil.

Basta un solo ejemplo. El boricua Félix Verdejo quedó fuera de la clasificación, pero mantiene su primer lugar como retador al título ligero de la Organización Mundial de Boxeo. No creo que a la OMB le cause algún tipo de satisfacción ver que uno de sus principales retadores fue eliminado del ranking de otra organización por no ajustarse a su plan contra el uso de drogas. Según como el tema sea manejado públicamente, hay en ello una posibilidad cierta de afectar dramáticamente la imagen de un atleta de primer nivel. Ese solo detalle puede bastar para alejar más entre sí a los organismos, como ya ocurrió con las fallidas reuniones para llegar a un consenso en la controvertida proliferación de títulos.

El boxeo actual es víctima de un verdadero laberinto de títulos mundiales, cinturones de "honra al mérito", diademas interinas, en receso o regionales de menor nivel. Cada pelea de campeonato o eliminatoria, siempre, inevitablemente, involucra a más de un organismo. Ya sea por el título en juego, por las posiciones de los púgiles en los rankings o simplemente por la estructura diversa de la organización del pugilismo planetario. Esa organización es la antítesis monopólica de la UFC (MMA), para explicar con el ejemplo. Comprendido ese detalle, es fácil comprender que además de unilateral la iniciativa del CMB es más propia de la UFC que del mundo organizativo del cual forma parte activa.

No dudamos que el triste caso de Tyson Fury, ex campeón mundial peso pesado, que reconoció públicamente el consumo de cocaína, pudo ser el factor determinante para acelerar de esa forma (unilateralmente) la iniciativa del CMB. Sin embargo lo ocurrido con Fury puede ser encuadrado dentro de lo atípico. Su problema parece existencial y personal y no necesariamente entendido como el de un caso de dopaje para mejorar su rendimiento. Los recientes Juegos Olímpicos de Río, con su gran cantidad de atletas suspendidos previamente o los sonados casos recientes involucrando a beisbolistas profesionales, nos han demostrado que en un tema tan grave las soluciones deben llegar a partir de consensos que involucren a todos los involucrados, especialmente a las instituciones oficiales.

Como lo decimos al comienzo, lo repetimos al final de nuestra columna. El programa Boxeo Limpio es una iniciativa positiva, pero no conseguirá ser efectiva hasta tanto no sea aplicada por todos los involucrados. Y esto último parece difícil de que suceda. En un mundo tan competitivo como el que rodea al boxeo comercial, será difícil esperar que alguien tenga la necesaria humildad de compartir la iniciativa que nació de un competidor ni tampoco esperar del CMB la necesaria humildad de volver al punto de partida y comenzar de cero junto al resto de sus similares. Por eso lo del título.