<
>

El presente y el futuro de Oscar Valdez en los pesos plumas

Oscar Valdez derrotó al colombiano Miguel Marriaga en una pelea repleta de emociones, mantuvo su invicto, conservó el título OMB de las 126 libras y demostró que su calidad boxística aún está en pleno proceso de crecimiento. El combate permitió, precisamente, evaluar el rendimiento del campeón en terreno resbaladizo, es decir, ante un rival fuerte, asimilador, de buen golpeo, que subió motivado y dispuesto a complicarlo. Pero, también esta pelea desnudó una verdadera polarización apreciativa entre los fanáticos que, necesariamente, nos obliga a establecer una curiosa semejanza entre los éxitos de Oscar Valdez y los del kazajo Gennady Golovkin.

Oscar Valdez tiene un promedio de nocauts que llega al 86%. Nueve de las diez últimas batallas, previo a Marriaga, las había liquidado antes de la cuenta. A sus últimos cinco rivales los había apabullado antes de derrotarlos a todos por la vía del TKO, definición que reina en las 19 victorias logradas por la vía rápida. Su palmarés es impecable. Si tomamos en cuenta que Valdez suma a ello una brillante carrera amateur a la que llegó para ser campeón mundial juvenil tan temprano como a los 17 años, a nadie debería sorprender el gran presente de su carrera profesional.

Sin embargo, bastó enfrentar a un rival al que no pudo dominar abrumadoramente, para que se multiplicaron los detractores poniendo en duda las condiciones de su rival (Marriaga). "No había enfrentado a nadie" fue lo más común leer en esas críticas, pese a que el colombiano anotaba en su carrera una sola derrota y frente a un oponente calificado como el ex campeón Nicholas Walters. Entre quienes presenciaron el emocionante combate hay consenso en apuntarla como candidata a pelea del año, sin embargo, entre las críticas predominaba la creencia de que Valdez ha llegado a donde llegó de casualidad, o por "obra y magia" de un itinerario de rivales a modo. Rivales que el detractor jamás vio pelear o no se tomó el tiempo necesario para evaluar sus carreras previas. Lo dicho, la estadística decide.

La semejanza con Golovkin se da por la misma equivocación, basada en una apreciación superficial de las estadísticas. Cuando GGG venció en las tarjetas a Daniel Jacobs, en una batalla difícil, complicada y donde - al igual que Valdez ante Marriaga - el kazajo debió ajustar de manera diferente y priorizar el camino a la victoria a partir de la estrategia correcta o quitándose la presión de noquear "a como sea", de inmediato aparecieron los detractores. Muchos de ellos consideraron que la victoria cerrada "había desnudado al verdadero GGG" y se multiplicaron los argumentos de que antes "no había vencido a nadie", pese a su invicto, pese a su 89% de victorias por KO y pese a el terror que infunde a sus posibles rivales, al punto que ha obligado, incluso, a que otros campeones (como Canelo Álvarez) abandonen sus cinturones para evitar enfrentarlo o acordar pagarle al propio Golovkin para no enfrentarlo. (Miguel Cotto).

Al igual que GGG en su trabajosa victoria sobre Jacobs, también Valdez mandó a la lona a Marriaga y estuvo a punto de liquidar el pleito antes del límite. Ocurre que, al igual que Daniel Jacobs, Miguel Marriaga no fue un oponente a modo y subió al ring a dar lo mejor de sí. Su desempeño, pese a la derrota, lo honra y honra el del rival. Pero, es cierto que una parte importante de la fanaticada ha perdido la costumbre de ver peleas parejas. Se perdió la convivencia habitual con duelos entre iguales y tampoco son usuales las unificaciones entre rivales en un mismo punto de calidad. En una palabra, ya no es habitual ver peleas parejas que se puedan ir para cualquier lado. Y ello terminó de demostrarlo la victoria de Valdez sobre Marriaga.

En un presente donde la parte "A" del negocio se permite elegir al rival que desea enfrentar, establecer las reglas de la pelea, digitar el límite del peso en la balanza más conveniente a sus intereses y hasta decidir el nombre del referí, parece que "lo malo es lo correcto" y "lo correcto es lo malo".

El boxeo actual, inevitablemente, se ha dividido en dos ecuaciones: una comercial y otra deportiva, donde la primera nace de la narrativa conveniente al negocio y la segunda de la realidad deportiva que rompe los ojos en un mundo donde abundan las apreciaciones ciegas. Hasta el momento, Oscar Valdez es parte de la segunda y es de esperar que lo siga siendo, algo que dependerá en mucho del rival que enfrente en su próxima pelea.

EL FUTURO DE VALDEZ

Al final de la batalla contra Miguel Marriaga, Valdez dijo que deseaba unificar con cualquiera de los otros campeones de las 126 libras. Gary Russell Jr. es el campeón del CMB y el 20 de mayo va contra el campeón interino, el colombiano Oscar Escandón. El británico Lee Selby es el monarca FIB de los plumas y el pasado 4 de marzo realizó su última pelea. Aún no se conoce su próximo oponente ni cuando defenderá su título nuevamente. Leo Santa Cruz es el súper campeón AMB y actualmente negocia su revancha contra el campeón regular Abner Mares.

Lee Selby parece ser el campeón disponible y es posible que hacia esa unificación apunten las negociaciones. No obstante, está muy cercana la pelea de Russell y Escandón, por lo cual no debería descartarse como otra opción en primera línea una posible batalla contra el vencedor.

No hay posibilidades inmediatas, siquiera de imaginar, un combate de Valdez contra Leo Santa Cruz, aunque no está dicha la última palabra. Si no surge ese rival entre los campeones, hay buenas opciones entre ex monarcas como Carl Frampton, el argentino Jesús Cuellar y el sudafricano Simpiwe Vetyeka o el ex campeón mundial pluma junior, el británico Scott Quigg que subió a las 126 libras y este sábado en Wembley tiene su segunda batalla en la división contra el rumano Viorel Simion.

Oscar Valdez hasta el momento ha demostrado ser uno de los pugilistas más completos de la división y parece llamado a convertirse en figura estelar en las Grandes Ligas del boxeo mundial. No obstante, ese camino iniciado contra rivales duros y complicados como Hiroshige Osawa, Evgeny Gradovich o Miguel Marriaga, debe mantenerse. Las próximas batallas - necesariamente - deben seguir poniendo a prueba todo su potencial. En este deporte, necesariamente, para ser grande hay que probarse en grande y Oscar Valdez tiene todos los atributos para hacerlo. Dejen que lo haga. El boxeo competitivo, el verdadero, el que reclaman los fanáticos, se lo agradecerá infinitamente.