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"The People's Fighters": La Leyenda del Boxeo Cubano

Cinco hombres están sentados en una pequeña mesa, frente a una playa de La Habana, Cuba. Conversan y juegan dominó. Hay cierta seriedad en la distendida conversación, mientras hablan sobre su rol dentro de un experimento sociopolítico que ha formado sus vidas y las de sus compatriotas cubanos.

Estos hombres no son científicos sociales, políticos o soldados. Son boxeadores quienes, en su juventud, llenaron de gloria a su país gracias a la fuerza de sus puños y la intensidad de su orgullo. Se trata de cinco testigos vivientes del ascenso de la escuela de boxeo cubana, producto de la Revolución de ese país y que se convirtiera en la fuerza dominante del boxeo amateur.

Los hombres y sus conversaciones sirven de base para el nuevo documental de The Olympic Channel llamado “The People’s Fighters: Teófilo Stevenson and the Legend of Cuban Boxing” (Los peleadores del pueblo: Teófilo Stevenson y la leyenda del boxeo cubano), producidad por Frank Marshall y dirigida y narrada por Peter Berg.

“Es la historia de Cuba, vista a través de los lentes del boxeo, y terminó convirtiéndose en una historia mucho más grande que el boxeo”, dijo Marshall, productor de clásicos modernos de la talla de “Volver al Futuro”, “Los cazadores del arca perdida” y “El color púrpura”.

Los caballeros en la mesa de dominó son Emilio Correa Sr., Jorge Hernández, Armando Martínez, José Gómez y Rolando Garbey. Tienen 65, 63, 56, 59 y 70 años, respectivamente. Con la excepción de Garbey, todos son medallistas de oro olímpicos. El mayor del grupo ganó la presea de plata en 1968, bronce en 1976 y eventualmente se convirtió en entrenador del equipo cubano.

Los esculpidos cuerpos de su juventud han sido reemplazados con arrugas, canas y físicos de abuelos. Aun así, su espíritu luchador que los llevó a convertirse en héroes nacionales aún arde en sus almas, al igual que el orgullo por su patria y logros.

Estos sabios hombres, junto con otras voces cubanas, sirven de ancla a la cinta y nos dan un cándido recuento de primera mano de la agitación y triunfos que han marcado sus vidas.

“Eso fue lo mejor de todo”, dijo Marshall. “Tras haberse aislado por tanto tiempo, contaron con una verdadera oportunidad de expresar lo que sienten. Eso fue lo más increíble. Fue maravilloso. Hace 10 años, no habría podido ir hasta allá”.

Berg, cuyos créditos como director incluyen “Friday Night Lights”, “Lone Survivor” y “Patriots Day”, mezcló imágenes del boxeo y de la Revolución Cubana, creando un montaje que indicaba lo integral que fueron uno al otro.

Tanques rodando por las calles de la Vieja Habana, jóvenes boxeadores entrenando en el gimnasio, tropas en las costas cubanas, con rifles alzados; un boxeador cubano besando una medalla de oro que ganó en tierras foráneas, Fidel Castro dándole la bienvenida en el aeropuerto… Son todos signos de una época y lugar ya pasados, cuando se debieron aprender lecciones más no fue así.

Incluso, hay un extraño video de Castro, quien fuera notorio cazador de publicidad, encendiendo un cigarro para Keith Jackson, de la cadena ABC Sports, al final de un torneo aficionado en La Habana.

Eso fue durante un breve periodo de luna de miel, poco después de haber derrocado al dictador Fulgencio Batista, apoyado por Estados Unidos, en 1959 y antes del fiasco de la Bahía de Cochinos en 1961. Luego, se produjo la crisis de los misiles cubanos y el endurecimiento de las relaciones diplomáticas entre la isla y el Tío Sam.

Al ver la calurosa recepción al líder soviético Leonid Brezhnev a su llegada a Cuba, nos recuerda lo encendida que realmente fue la llamada Guerra Fría, y como los deportes eran un campo de batalla de facto.

Gracias al considerable apoyo recibido por la Unión Soviética, Cuba continuó siendo representada por boxeadores de alta calidad a pesar del clima político y el embargo estadounidense. El gran protagonista era Stevenson, un apuesto peleador de pesos completos, de 6 pies, 5 pulgadas de altura, con poder capaz de dejar noqueado a cualquiera con su mano derecha. Era la pieza central ideal dentro del esquema de Castro, cuyo objetivo era convertir a Cuba en una súper potencia deportiva.

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Aquellos que no han visto el poder alucinante de la derecha de Stevenson disfrutarán de una sorpresa. El documental muestra su dominio, mediante videos que presentan a Stevenson despachando a placer a los aspirantes estadounidenses Duane Bobick, Tyrell Briggs, John Tate y Shannon Briggs con facilidad alarmante.

Contrario a la atronadora manada de puños de un asalto de Joe Frazier, el toque final de Stevenson era tan preciso como la flecha de un arquero Zen. Con frecuencia, un solo golpe era lo que necesitaba. Los hombres a quienes venció para así ganar tres medallas de oro olímpicas en forma consecutiva (1972, 1976 y 1980) sabían que les esperaba el derechazo y no podían hacer nada al respecto.

Stevenson y Castro hicieron una pareja dispareja. Fidel era “El Capitán”, el barbudo líder de la Revolución Cubana, un extrovertido impactante con inclinaciones mesiánicas. Teófilo era, por su parte “El Gran Campeón”, un hombre humilde nacido en una familia humilde de Puerto Padre. Era sumamente atractivo y podía acabar con sus enemigos sin tener una pizca de odio en su corazón.

“Todos nos comparábamos con él”, afirma Hernández. “Quería ser como Teófilo Stevenson”.

“Era hermano de sangre para todos los cubanos”, dijo Correa padre.

Una de las mayores fortalezas de “The People’s Fighter” es permitir que la historia sea contada desde el punto de vista cubano. La narración de Berg es sutil e informativa más nunca presuntuosa. Las opiniones son las de las personas que lo vivieron, las que verdaderamente importan, las verdaderas estrellas de la cinta.

Los Estados Unidos consideraban la cómoda relación de Cuba con la Unión Soviética como amenaza, sin embargo, las cosas parecían distintas en el caso de los cubanos, desesperados por cubrir las necesidades más básicas.

“Los soviéticos nos dieron la mano y respetaron la soberanía de Cuba”, expresa el periodista Rudens Temba. “La Unión Soviética fue la mejor amiga de Cuba en los años 60, 70 y 80. Su apoyo económico permitió al país sobrevivir”.

El film también ofrece puntos de vista distintos con respecto al tentativo y anticipado choque entre Stevenson y Muhammad Ali. Era un tema muy debatido tras el éxito de los cubanos en los Juegos Olímpicos de 1976, pero nunca pasó de ser una idea.

Tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, se cortó ese importante cordón umbilical en lo económico y el país se sumergió en una depresión denominada “Periodo especial”. Esa situación eventualmente llevó a muchos de los mejores boxeadores cubanos a abandonar su patria, buscar asilo político y hacerse profesionales. Varios fueron a Europa, pero la mayoría encontró posada en Estados Unidos, con resultados distintos.

Stevenson falleció en 2012 de un ataque cardíaco a los 69 años, siendo un adorado héroe, reconocido por sus hazañas en el ring y su aversión al capitalismo.

Su sucesor en los pesos completos, Félix Savón, también ganó tres preseas doradas olímpicas y decidió permanecer en Cuba, rechazando lucrativas ofertas para pelear contra Mike Tyson.

“A veces, es difícil que alguien que no es oriundo de Cuba pueda entender eso, cuando todos peleábamos por convicción en los principios revolucionarios”, dijo Juan Hernández Sierra, dos veces medallista de oro olímpico. “Teníamos altos ideales”.

Las ideas de hoy en día, personificadas por Julio César La Cruz, son diferentes.

“Personalmente, mis modelos a seguir son boxeadores quienes, por una razón u otra, no están en Cuba”, dijo La Cruz, ganador del oro olímpico en el peso semipesado en Rio 2016. “En aquél entonces, competíamos por honor, nuestros colores, por nuestra bandera, por encima de todo. Ahora, la gente piensa de forma distinta y, obviamente, hacer dinero es algo bueno”.

El dinero sigue siendo un problema para los campeones de antaño, que ahora encuentran solaz en la playa. En su tiempo, eran los mejores en lo que hacían. Ahora, tienen problemas para sobrevivir con un estipendio mensual inadecuado.

“No cubre el costo de la vida”, dice Martínez.

“No es suficiente, pero estaríamos fritos de no ser por ese estipendio”, dice Gómez.

Los autos Lara (vehículos de los años 50, importados a Cuba antes de la revolución) que les regaló el gobierno ya están desgastados.

“Desde el fondo de mi corazón, puedo decir que amo mi auto porque es bueno”, dice Gómez. “Pero ya está cansado. No puede seguir peleando”.

Las casas que recibieron en donación necesitan reparaciones a todo nivel. Una de ellas está tan mal, que su techo recientemente colapsó.

“No estamos criticando a la revolución”, dice Martínez. “Amamos y defendemos a la revolución, pero hay ciertas cosas que pudieron haberse hecho de forma distinta”.

En los segmentos finales del documental, se muestran videos de los viejos boxeadores en su apogeo, y luego, se pueden ver imitando en la actualidad las poses de antaño. Durante breves instantes, son nuevamente los peleadores del pueblo. Pero ya es hora de partir.

Al alejarse de las cámaras y darles la espalda, en algunos casos abrazados, sabemos que nunca más los volveremos a ver.