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Lo bueno, lo malo y lo incierto en el millonario contrato de Canelo

La firma de un contrato millonario de “Canelo” Alvarez y la aplicación digital DAZN, es la noticia del día y también de los próximos días. No es para menos. El acontecimiento tiene muchas lecturas, varias facetas, algunas positivas, otras negativas y plantea obvias incógnitas.

No obstante, lo que queda claro es que el único que tiene garantizado el éxito de su proyecto comercial es Canelo. La inversión en sí es histórica, audaz y riesgosa, por lo tanto, hay expectativas de triunfo y fracaso por igual. Desde lo deportivo, su éxito es más un misterio que una certeza.

En cierta forma y visto en términos comerciales, Canelo se transformó de un momento al otro en la primera superestrella deportiva de la era digital auténtica. No solo sube en la lista Forbes de los atletas con mayores fortunas del planeta, también se convierte en el estandarte de una nueva forma de ver boxeo, de asistir y vivir este deporte.

No hay dudas que se trata de una apuesta enorme. Lo digital vive una transición violenta y las inversiones, provengan de donde provengan, siempre son una apuesta al vacío.

Una apuesta que nos hace recordar, hace exactas dos décadas, el arribo incontenible de las páginas webs al mundo de la comunicación periodística. Primero subieron tan rápido, tan alto y de manera tan ansiosa sin tener un sustento sólido, que su caída fue tan inmediata como dramática.

Grandes fortunas se dilapidaron en pocos años e incluso en pocos meses. Hasta que el negocio online encontró su ritmo y llegamos a un presente en el que cada día aumentan las ventas digitales y empujados por empresas planetarias como Disney, ESPN, HBO o Netflix, el negocio del entretenimiento encontró su mercado y lo va dimensionando de forma sólida hacia niveles infinitos.

El deporte es el rey del entretenimiento popular y estamos al inicio de su verdadera era enteramente digital ¿También aquí el secreto será permitirle crecer de manera lenta y segura o apostar al shock, al impacto? Es difícil de estimar, todo dependerá del apoyo y la capacidad económica del fanático.

Al final del día habrá que disponer de recursos para pagar todos los entretenimientos de la familia divididos en varias plataformas. Películas, entretenimiento infantil, series, programas de humor, plataformas de material educativo o de investigación entre otros y, por cierto, atender “todos” los deportes: fútbol, béisbol, NBA, NFL, boxeo, golf, tenis, automovilismo, etc.

DAZN le apostó al camino más corto para imponer su plataforma de boxeo propia ¿Le acertó? Hay que darle el beneficio de la duda. Grandes inversiones recientes han hecho millonarios a los atletas involucrados, pero no han servido para expandir el negocio boxístico. Por el contrario, no ha quedado nada que nos convenza de que fue una inversión de múltiples beneficios.

El caso de Al Haymon que consumió arriba de 400 millones de dólares sin beneficios deportivos reconocidos es uno de los más recientes y emblemáticos. La inversión de Showtime con Floyd Mayweather es otro ejemplo parecido o el cierre boxístico de HBO se inscribe dentro de la misma línea: el fin de una forma muy onerosa de transmitir boxeo. El caso DAZN, va por la misma línea apostar su éxito de manera total al éxito de un solo boxeador.

EL MODELO MAYWEATHER Y EL MODELO CANELO ¿HAY DIFERENCIAS?

Las dudas sobre el futuro, pasan por la influencia positiva de Canelo, máxime si tenemos en cuenta el grado de rechazo que recoge el doble campeón mediano entre los propios mexicanos. ¿Cambiará este contrato esa ecuación? Es imposible responderlo.

La otra duda pasa por la forma en que esas peleas serán comercializadas. En lo inmediato es de esperar respuestas positivas, el mexicano viene de vencer a GGG, está fresco el ultimo PPV y hay una influencia de este nuevo contrato que repercute en las expectativas. El asunto es, ¿qué ocurrirá después?

Si recordamos el caso Floyd en plena dictadura del PPV, el interés se fue diluyendo a fuerza de pésimas peleas de respaldo en cada cartelera, a fuerza de batallas aburridas y, por si fuera poco, hay mucho misterio alrededor de los números verdaderos de asistencia.

Showtime firmó por mucho, pero la sospecha es que la ganancia no fue mucha, la sospecha es que hubo pérdidas y tampoco sirvió para beneficiar el tiempo de asistencia con tiempo de exposición. Sabido es que una pelea de boxeo dura como máximo 48 minutos (rounds e intervalos) y es ese el tiempo de máxima audiencia.

Antes y después, el fanático se lo dedica el juego de NBA, de béisbol o de futbol. Muchas veces, graba el evento y le dedica unos minutos para ver sus partes más entretenidas, antes de olvidarlo.

Esa fue una de las razones aludidas por HBO para darle un fin al modelo que por décadas fue un ejemplo de difusión del boxeo por TV. En ello fue implícita también una autocrítica encubierta, donde se cuestionaron hasta donde “la inversión excesiva dio buenos dividendos” en un momento de transición desde la costosa televisión hacia la “económica difusión digital”.

Las recientes etapas de esta era tecnológica nos han enseñado mucho sobre los procesos de crecimiento de los medios. El éxito del modelo es inevitable, llegará a buen puerto. El asunto es cuánto dinero se invierte para llegar a ese éxito y cuánto dinero se invierte por mantenerse después.

Canelo implica un riesgo mayor al que siempre implicó Mayweather. Ocurre que este tipo de apuestas van dirigidas a otro público, no al fanático. Y no será fácil popularizar de manera universal a Canelo. Es “demasiado normal”, demasiado disciplinado, demasiado diferente a un Floyd Mayweather que siempre supo manejar como nadie el escándalo y su vida controversial fuera del ring.

Como repercutirá el efecto Canelo en la receptividad masiva, es una incógnita. Pero no me lo imagino al tapatío apareciendo en una información policial, no lo imagino inaugurando un show de strippers, no lo imagino tomándose fotografías rodeado de millones de dólares ni presumiendo de aviones o grifos de oro en la bañera o cualquier otra excentridad propia de Floyd.

Infelizmente hay un sector del público al que no se le llega únicamente con la promesa de buenas peleas. Basta recordar la forma abominable en que Conor McGregor vendió su última derrota en la UFC, para entender que “las buenas costumbres” son enemigas del show millonario.

Esa incógnita nos lleva a otra duda razonable, ¿mejorará Canelo la percepción de los fanáticos mexicanos luego de este acontecimiento? Imposible hacer predicciones en este punto. Las pistas recientes no son muy halagüeñas.

A la hora de aceptar a Canelo, el fanático mexicano se divide hoy entre dos posturas: rechazo extremo y aceptación extrema. No obstante, para el tapatío parece una montaña demasiado grande llegar a las unanimidades e idolatría de otros grandes del boxeo azteca: llámense Márquez, Chávez, Barrera. Morales y otros similares

EL SHOW DE CANELO

EL otro punto, trascendente sin duda, será el tipo de rivales que se adecuarán a las necesidades comerciales de Canelo. Si se está siguiendo el modelo Floyd Mayweather al pie de la letra, habrá que olvidarse de verlo contra rivales peligrosos y competitivos.

Este tipo de acuerdos están emparentados directamente con el show, el espectáculo y en ese escenario, está prohibido verlo perder. Su victoria al final de cada batalla será parte del show y lo conveniente será hilar fino con la elección de los rivales. No obstante, también aquí hay una duda razonable: Eddie Hearn

El empresario inglés es una suerte de huracán en lo más alto del negocio boxístico. Es rápido en sus decisiones, cortoplacista en sus metas y apuesta a la osadía. Su acuerdo previo sube hasta los mil millones de dolares para carteleras en EEUU y por un plazo inicial de diez años. Su servicio de streaming comenzó en USA hace dos meses con la pelea de Anthony Joshua y Alexander Povetkin.

Eddie Hearn viene de otro mundo empresarial, con códigos diferentes a la hora de trabajar el éxito de sus carteleras. No necesariamente debemos esperar que cambie su ADN e imite lo que aquí se ha venido haciendo. Tal vez, Hearn llegue dispuesto a implantar el modelo europeo que tanta repercusión positiva ha tenido.

Como sea, también el show como tal ofrece dudas sobre sus límites. Quizás, terminemos sorprendidos y el estilo inglés se impone, modificando los códigos de un mercado tan diferente como el estadounidense.

PUNTO DE VISTA

Para la apuesta digital, el contrato de Canelo es una suerte de bendición. Es el futuro que llegó y necesariamente debemos asumir que la vida del fanático transcurrirá con la vista clavada en el Smartphone, la pantalla de la computadora o el acceso al streaming desde la caja reproductora conectada a la TV plana en la pared de su sala. Y eso es positivo, incierto, pero es una mejora en las opciones totalmente adecuadas al momento actual de la tecnología. El PPV definitivamente fue sepultado y los números del gráfico que acompaña esta columna, son apenas un comparativo del presente, jamás una predicción del futuro.

El punto negativo, más allá de las dudas, pasa por el factor deportivo que necesariamente vive un largo suicidio a nivel del boxeo. En forma independiente al éxito empresarial de Canelo, los 365 millones de dólares del documento, son 365 millones que se le retacean al resto ¿Eso es bueno, eso es malo? Los propios involucrados deberían responderlo.

No obstante, la historia no miente: el dinero mal distribuido es una pesada alforja en la desigualdad a todos los niveles, no solo los deportivos. En fútbol, cuando un gran equipo le apuesta toda su inversión a un solo jugador, posterga a cientos de jugadores en los cuales no invertirá nada. El boxeo no es ajeno a esa misma ecuación. Gastar en un solo púgil es “no gastar” en cientos de prospectos, es reducir o directamente evitar la promoción a otros futuros Canelos, otros futuros Mayweather.

Tal vez, la realidad por llegar nos muestre otra cosa. Ojalá, al cabo de cinco años, podamos decir que estábamos equivocados en nuestros temores. Sin embargo, el boxeo, como deporte, debería tener otro tipo de caminos donde no se apostara tanto al presente y sí al futuro.

Porque, ante la falta de certezas sobre el futuro y remitiéndonos a la solitaria impresión del presente, el millonario contrato firmado este miércoles dejará a Canelo un poco más rico y al boxeo un poco más pobre.