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¿Quién sube a perder o ganar en Fielding-Canelo y Spence-García?

A la hora de imaginar quien enfrentará a quién en el boxeo de primer nivel, las decisiones de escritorio parecen hoy una tendencia irreversible. En ese escenario, donde reina la letra chica y no hay cámaras ni testigos oficiales, se acuerdan combates de forma directa, se cruzan divisiones y las diferencias de peso, altura o distancia de brazo parecen algo secundario. Sin valor ni importancia.

Por estos días, precisamente debido a las diferencias físicas, dos de esas batallas ocupan la discusión entre los fanáticos. Saúl “Canelo” Alvarez vs. Rocky Fielding y Mikey García vs. Errol Spence Jr. En la primera, el mexicano sube a las 168 libras tratando de hacer historia contra el campeón regular súper mediano de la AMB y en la segunda pelea el californiano García asciende dos divisiones para retar al monarca FIB de la división welter.

Los dos (Alvarez y García) aterrizan directamente en una categoría en la que nunca pelearon, van directamente a disputar un título mundial y contra rivales que los superan ampliamente en lo físico ¿Es posible considerar que esas diferencias determinan de antemano, irremediablemente, el resultado de cada pelea? No hay una misma respuesta para ambos.

El futuro en el boxeo es imposible de adivinar, sin embargo, en este caso, por paradoja, hay una diferencia notoria. La subida de Mikey tiene toda la apariencia de un suicidio boxístico en una pelea que parece imposible de vencer, mientras que en el caso de Canelo es solo una cuestión de oportunismo, un atajo fácil hacia un cinturón accesible en una pelea imposible de perder.

De antemano hay dos claros vencedores, sin embargo, son peleas con historias diferentes y en las cuales las desigualdades anatómicas hacen mayor diferencia en una que en otra. Esa es la gran contradicción. A Fielding no le alcanzará su tamaño ni su alcance para vencer a Canelo, mientras que las dimensiones de Spence parecen demasiadas para un García que subirá al ring veinte libras más pesado de lo normal.

LA “CHAMBA” DE CANELO

El británico campeón de las 168 libras de la AMB, es lento, predecible y no convierte agresividad en golpeo. En general acude a un volumen “de mantenimiento” que no daña ni amedrenta, ya que rara vez consigue conectar con sus nudillos. Tiene brazos largos, pero no sabe establecer una distancia consistente con el jab ni tampoco soltar rectas, en general sus golpes largos quedan a mitad de camino y para lastimar necesita abanicar, lo cual ante un contragolpeador rápido y poderoso como Canelo es una invitación a ser noqueado.

Desde que Callum Smith desnudó sus problemas en la zona media, antes de noquearlo en ese fatídico primer asalto, Fielding teme recibir golpes en sus partes blandas y evita arriesgar ante quien pueda complicarlo por ese lado.

El británico es tosco en sus desplazamientos lo que añade otro problema defensivo: si lo apuran aparece su lado torpe, en esos momentos cuando retrocede se desequilibra y regala la barbilla. Así, en el segundo asalto, lo salvó la campana cuando el belga Christopher Rebrasse, en abril del 2016, lo mandó a la lona en medio de una secuencia contra las cuerdas.

Ante el mexicano, Fielding, seguramente, subirá temeroso. Hay que imaginarle un previsible miedo escénico y una actitud boxística donde le cederá todo el protagonismo a Canelo que le llevará, quizás, tres o cuatro asaltos ajustar antes de noquear.

Es más rápido y es más fuerte. Técnicamente, la ventaja favorable al tapatío es simplemente abrumadora y esa diferencia es aún mayor debido al aumento de poder que tendrá el mexicano en esa división.

A la hora de la pelea, no se sabe cuanto pesará Canelo, pero, tomando en cuenta que contra Julio Cesar Chávez se acordaron 164 libras en la balanza y con la hidratación por encima de las 10 libras, Canelo debió llegar por encima de las 175 libras a la hora del combate. Se supone que enfrentará a Fielding sobre las 180 libras en su tonelaje.

El británico, por su parte, firmó cláusula para no aumentar más de diez libras luego del pesaje, por lo cual, a la hora de la pelea, pasará por muy poco las 178 libras. Es obvio que esa obligación en la rehidratación que impone Canelo a su rival, como parte dominante en el contrato, lo afectará en lo físico y elimina cualquier mínima posibilidad de victoria para el británico.

Y si bien es verdad que Fielding superará a su rival por doce centímetros en alcance de brazo, ello no le permitirá igualar las cualidades boxísticas que favorecen íntegramente a Canelo.

No hay ninguna duda que el mexicano subirá a ganar una pelea de oportunidad. De manera independiente a las facilidades que le otorgue Fielding y el tiempo que le demande solventar “la chamba”, a Canelo le bastará esa sola batalla para figurar en la estadística histórica como el nuevo “triple campeón mexicano”. Otro resultado, incluso una definición en las tarjetas, será una enorme sorpresa.

LA LOCURA DE MIKEY ¿DESCABELLADA O FRIAMENTE CALCULADA?

Mikey García ha tratado de convencer a todos (empezando por su familia) que su delirante aventura contra Errol Spence Jr. no es una locura. Por el contrario, está seguro que puede vencerlo y escribir la página más gloriosa de su carrera con una sola pelea. Sería su quinto título en cinco divisiones diferentes (126, 130, 135 y 140 libras).

Pero veamos, que se sepa, no hay ninguna cláusula en el contrato que obligue a Spence a bajar tonelaje para la báscula y tampoco que cumpla con un límite de peso a la hora del combate. O sea, García lo va a enfrentar sin filtros, ni cláusulas abusivas de esas que suelen decidir el resultado de la pelea de antemano, en el mismísimo contrato. Hay que aceptar que el valor de Mikey nos invita a admirarlo.

Sin embargo, de no ocurrir algo extraño en la pelea o que Erroll Spence nos haya engañado a todos sobre sus condiciones boxísticas, esperar un posible resultado favorable al californiano suena a una total utopía.

Spence es un zurdo que lo supera en altura, lo aventaja en diferencia de brazo y a la hora de la pelea también lo superará en peso corporal. Sumemos que se trata de un welter de los llamados grandes, literalmente es un 154 libras, de pegada poderosa, corpulencia privilegiada y que fácilmente a la hora del combate estará sobre las 160 libras sin que ello le quite velocidad de golpeo o afecte su capacidad aeróbica.

¿Y Mikey García? El californiano irá de las 135 a las 147 libras del día antes de la pelea y luego deberá colocar más tonelaje en la hidratación para aproximarse al peso de su rival ¿155 libras tal vez? Todo lo que aumente García, difícilmente se traduzca en aumento del poder, o la velocidad y la resistencia. Por el contrario, perderá condiciones en esos tres elementos.

El californiano mantendrá su admirada cualidad técnica como una virtud libre de todo mal. Sin embargo, ¿hasta qué punto su inteligencia táctica podrá resolver todos los problemas? Empezando con su defensa, Mikey deberá en ese peso ser el elusivo, el que retroceda, el que busque lastimar de contragolpe, que abuse de los desplazamientos laterales, que recurra a un radar infalible para mantenerse alejado de la izquierda de Spence y ello sin dejar de mostrar destellos ofensivos que le permitan sumar asalto tras asalto para “pelear la pelea” en las tarjetas.

Por un tema de tamaño, parece difícil que sus golpes de poder consigan dañar a Spence, necesitara darle secuencia a sus combinaciones, arriesgar en la corta y acumular golpeo, algo que suena a ciencia ficción. Arriesgar en corto, con tanto sobrepeso y una esperada lentitud de movimientos, será una invitación a que Spence le suelte su artillería pesada desde la posición más cómoda y lo tome entrando. En ese caso, con un solo golpe podría dormirlo temprano.

Ante Kell Brook (un 147 grande), Spence demostró excelente bloqueo, nos enseñó también que asimila golpeo duro y en ofensiva mostró variedad en sus herramientas. Puede jalar al rival para tomarlo fuera de balance, puede entrar en velocidad abriendo camino con la zurda recta para rematar con un gancho peligrosísimo de derecha o salir hacia cualquier lateral para castigar la zona media o buscar la cabeza con fuego aéreo con las dos manos y por afuera.

Ante ese panorama es casi imposible adjudicarle alguna oportunidad a Mikey García. Y si bien el boxeo nos ha enseñado que nunca todo está escrito de antemano, esa página en blanco que los fanáticos del californiano confían en que habrá de llenarla el más pequeño de los García difícilmente pertenezca al mismo libro que estamos leyendo.

O sea, como en el fútbol, García necesitará un gol de otro partido o un golpe de otro planeta o quizás una revelación inesperada sobre el verdadero boxeo de Errol Spence. Si lo logra, hará historia y para siempre nos quedará aquella pregunta: ¿cómo hizo Spence para engañarnos durante tanto tiempo?

No creo en ese posible escenario, pero, ojalá que me equivoque. Como todos, yo también quiero ver ganar a Mikey García el 16 de marzo en Arlington.