Viñeta Rafa Ramos

MOSCÚ -- Habida cuenta que se ha desenfrenado, entre la ilusión desmedida y el cachondeo, entre la solemnidad del himno al cambio hipócrita y efímero y el pitorreo calenturiento del momento, habida cuenta de eso, retomemos, entre la pachanga y la formalidad, eso del #ImaginémonosCosasChingonas...

Porque el futbol mexicano ha sido, nuevamente, echado con bochorno de la Copa del Mundo, más allá de que la momificación de su propio desastre, Decio de María, diga que "estoy satisfecho con lo que se hizo...".

1.- Imaginemos que los 14 dueños de equipos (quitando al América y los de la multipropiedad de TV Azteca), hoy, mañana, pasado, se avergüenzan de ser lo que son y de no ser lo que no son.

Imaginemos que esos 14 acomplejados y huidizos armadillos se desenrollan, aún con los conocidas Judas y soplones que pululan entre ellos, y se deciden a dar un golpe de estado, un golpe de mayoría, un golpe de autoridad.

Imaginemos que a los Martínez, Jesús padre y Jesús hijo, no les asusta otra ventaneada, y aceptan el bochorno público de sus pecados. Imaginemos...

E imaginemos que Jorge Vergara desafía las amenazas de persecuciones fiscales, laborales, maritales y demás, y se suma a ellos. Y que Tigres y Rayados se atrevan a sacar la cabeza de su región de aburguesado confort. Y que Toluca, y Cruz Azul, y Santos, y etc...

Y que de repente recuperen esa voz que ha sido silenciada, y ese voto que les ha sido arrancado. Imaginemos, sólo imaginemos...

2.- Imaginemos, sólo imaginemos. Que Yon de Luisa llega a la FMF y desazolva la oficina suprema de la corrupción en la FMF, y que además de cumplir con la labor de capataz del sumiso ganado de la Liga MX, se decide a demostrar que los años de prohijado del poder supremo, pueden ser útiles al futbol.

Imaginemos que sin dejar de lado la protección al feudalismo televisivo que lo ha amamantado durante años, De Luisa se decide a trabajar con los dueños de equipos, que, al fin y al cabo, exitosos empresarios, aunque nadie meta las manos al fuego por ellos, puedan aportar ideas.

Imaginemos que De Luisa va de nuevo al rescate de la Copa Libertadores y la Copa América (sí, cuánto daño hiciste Decio, aunque haya sido por estulticia), y que cumpla el proyecto de inmiscuir a algunos clubes mexicanos en los torneos menores de Conmebol.

3.- Imaginemos, sólo imaginemos. Que en una condición absurdamente hipotética, los 14 sumisos o rebeldes, concilian con Yon de Luisa y sus clubes pajecitos (América y los de TvAzteca), para rescatar la Liga de Ascenso como una atmósfera de desarrollo de futbolistas, y no como el fondo de retiro de mediocres, y lavado de dinero de jugadores extranjeros de baja ralea competitiva.

4.- Imaginemos, sólo imaginemos. Que se dignifique un filtro para la llegada de futbolistas extranjeros. Que se les exija que alguna vez hayan sido seleccionados nacionales, o al menos un mínimo de partidos internacionales con sus clubes, o, al menos, una constancia de titularidad en sus equipos de origen.

5.- Imaginemos, sólo imaginemos. Que se cortan los apéndices corruptos de la mafia de promotores, y que a cada uno se le exija, como debe ser, su certificación ante FIFA y un certificado de la Secretaría de Gobernación de que en su país de origen no han sido acusados o perseguidos.

6.- Imaginemos, sólo imaginemos. Que al frente de la Comisión de Selecciones Nacionales se coloque a un personaje autónomo, con poder, con asesores, con probada rectitud, porque sí los hay, que se atrevan a desafiar los caprichos de directivos y ser verdaderas cabezas de mando, incluso para cuestionar a los directores técnicos en turno.

7.- Imaginemos, sólo imaginemos. Que las convocatorias a selecciones nacionales no sean regidas por patrocinadores, por representantes de los jugadores, por caprichos de los técnicos o por órdenes desde la oficina de Emilio.

8.- Imaginemos, sólo imaginemos. Que Yon de Luisa no se ciegue por el cheque de SUM ante la renovación de contrato y que estipule en el acuerdo que sólo se firmen a equipos con las versiones mayores, y no equipos con juveniles o arrejuntados de futbolistas en desahucio.

Imaginemos, pues, sólo imaginemos, aunque después, en el momento importante, como en el Mundial de Rusia, llegue el bofetón, el "verdadazo" brutal de la realidad hecha pesadilla o de la pesadilla hecha realidad.

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SAMARA, Rusia -- Redención de cada cuatro años. El tsunami culposo a través de la catarsis del ¿fue fracaso o no fue fracaso?

Y ahora, ¿qué? Y ahora, ¿quién? Y ahora, ¿cómo? Y sobre todo, ¿ahora para qué?

El patíbulo aguarda con esa sed de alcohólico, con esa sed de sangre y mientras sea más de inocentes y menos de culpables, mejor.

Juan Carlos Osorio sigue mandando mensajes de nunca jamás. Ya se sabía que Matías Almeyda es el privilegiado de los votos. El argentino es, pues, el candidato al cadalso en cuatro años.

La historia será diferente. Peligrosamente diferente. Hay un cambio generacional brutal. Otro relevo. El Día de Muertos y de muertes en el futbol mexicano es cada cuatro años.

Foto Olimpik/NurPhoto via Getty ImagesLa afición mexicana, como desde hace tres Copas del Mundo, fue de las más festivas en Rusia 2018.

Los hijos bastardos de esta generación del 7-0, ésta, la de los entenados del #ImaginémonosCosasChingonas, recibió su acta de defunción.

Sí, estos jugadores que se creyeron Alicia en el País de las Maravillas. Estos que arrasaron con Alemania, pero desdeñaron a Suecia y se paralizaron ante Brasil. Estos, los mismos.

Por eso, es momento de replantearse la misma cantaleta, el mismo coro de la frustración: la autosanación llega con los responsos de la impotencia.

En México, tras cada corte de caja y recorte mundialista el fracaso no es un funeral sino el ceremonial del advenimiento... para otro fracaso.

Insisto, y ahora. ¿qué? Y ahora, ¿quién? Y ahora, ¿cómo? Y sobre todo, ¿ahora para qué?

Mientras Decio de María y sus 18 concubinas hacen la Gran Herodes, aniquilando juveniles, en la madre de todas las corrupciones, llegan extranjeros a los que el tribunal del futbol debería de procesarlos por estafa.

Todos se enriquecen, aunque el futbol se empobrezca y los corifeos cómplices que dicen que "lo que importa es el espectáculo", hoy ciñen la guadaña esperando a la clientela de la derrota.

Pero, claro, hay victorias. Adidas vendió más camisetas para este Mundial. México es la segunda selección en el mundo en vender copias de sus armaduras. Para cumplir con el #ImaginémonosCosasChingonas, hay que vestirse correctamente. No se puede ir con ropa de don nadie por el mundo y atreverse a gritar la consigna de los eternos y bellos durmientes de la gloria.

A ojos de sus patrocinadores, el fracaso de México no existe. No puede existir. No debe existir. La compasión vende mejor.

Es tiempo de que se entienda algo: mientras más inalcanzable sea el quinto partido, más poderoso será el anzuelo de la ilusión y del ilusionismo. Mientras más inalcanzable sea el quinto partido, más poderoso será el anzuelo de la tentación. Lo prohibido, lo vetado, lo clandestino es lo que más enajena. Los tabúes son la carne envenenada para los cándidos bobalicones.

Entonces, recaemos en imaginémonos que ya no te imaginas. Imaginémonos que ahora sí quieres conspirar contra tu propio destino, porque la generación #ImaginémonosCosasChingonas que equivale al sálvese quien pueda, no podrá catar los misterios del Mundial de Catar.

Rafael Márquez, Andrés Guardado, Javier Hernández, Carlos Vela, Héctor Moreno, Oribe Peralta, Miguel Layún y Jesús Corona terminaron su gestión. Se fueron con las manos vacías. Otra generación que sólo estercoló paradigmas perversos de otras generaciones.

A Guillermo Ochoa hay que criogenizarlo y esperar que Chucky Lozano no haga la gran Carlos Vela. Carlos Salcedo duda si regresará, tal vez porque sabe que la deserción es un acto de cobardía disimulada si se hace con oportunismo. ¿Los Dos Santos? En unos meses hasta el Galaxy de Los Ángeles se deshará de ellos y Diego Reyes seguirá dónde está: en la clínica de rehabilitación perpetua.

Pero, ellos, todos, son lo menos importante para el gran capataz de la granja. Las televisoras mexicanas dicen que dejaron de ganar un 15 por ciento al no llegar al quinto partido, pero el proceso de embaucamiento del "ahora sí en Catar vamos por el quinto partido" es mejor negocio.

Y ese proceso comienza en unos meses con amistosos ante Uruguay, Estados Unidos y algún otro despistado en la selva futbolera que quiera agregarse a la multiplicación ajena de los panes y los peces.

Por eso, y ahora ¿qué? Y ahora ¿quién? Y ahora ¿cómo? Y sobre todo, ¿ahora para qué?

Por eso, créame, no fue un fracaso para la selección mexicana el Mundial Rusia 2018 ni para usted, que en la hoguera reincidente de sus ilusiones se gastó tiempo, dinero y esfuerzo, ni para los paladines fumigados del #ImaginémonosCosasChingonas.

Reconsiderémoslo. En términos de Gary Lineker, "el futbol es un negocio que México perfeccionó con once pelados suicidas y en el que siempre gana Emilio".

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SAMARA -- Fácil es cebarse sobre los jugadores. Y ensañarse con el técnico. Porque por séptima ocasión consecutiva México se precipita al precipicio que le aguarda cíclicamente después del cuarto partido en una Copa del Mundo.

Esta vez fue Brasil. Antes, fueron otros. Entre el #NoEraPenal del 2014, la inmolación de jugar con el Bofo Bautista en 2010 y el golazo de Maxi Rodríguez en 2006, el desenlace era adjudicable a errores puntuales del árbitro, del técnico o el día en que Maxi dijo "me puse la zurda del Diego (Maradona)".

Pero, esta vez, en Rusia, afloraron las diferencias, las clases sociales. A estos futbolistas mexicanos no les alcanzaba para derrotar a Brasil.

Cierto, les alcanzó para inquietarlos, para amenazarlos, para intimidarlos, tal vez, con un par de jugadas de gol que los mexicanos se equivocaron en decidir.

Ciertamente, viendo y viviendo el juego desde la tribuna de un estadio abarrotado, saltan las diferencias. El brasileño sacó todo eso que desde que es un embrión, ya lo carga en el ADN. Esos cromosomas educados en las favelas.

Insisto en que Brasil jugueteó primero, jugó cuando quiso ganar y después volvió a entregarle la pelota a México, para que descubriera por sí mismo Principio de Murphy: ascendió hasta su propio nivel de incompetencia.

En las diferencias atléticas y físicas se va escribiendo el juego. Una milésima de segundo, un espasmo muscular, un punterazo instintivo al balón, y los notables e indeclinables esfuerzos de los jugadores mexicanos quedaban desbordados.

Eso, la temperatura, el impresionante esfuerzo y desgaste físico, y el ir percibiendo que en la batalla de la transpiración absoluta contra la inspiración a cuentagotas, era prácticamente imposible humillar a Brasil, en ese escenario de 93 grados Fahrenheit y humedad que llegó al 40 por ciento.

La mejor generación de futbolistas mexicanos, con el mejor aparato de respaldo y logística que pudo elaborarse, y con el más detallado estudio del adversario, simple y sencillamente no alcanzó.

Y esta vez no fue el árbitro, no fue una mala decisión de alinear a un jugador en desahucio, ni tampoco un chispazo irrepetible de un jugador. Esta vez, Brasil simplemente fue superior a México.

¿Se ha vencido a Brasil? Por supuesto, y en circunstancias memorables: las finales del Mundial Sub 17 en Perú 2005 y en los Juegos Olímpicos de Londres. Escenarios de torneos con limitaciones en la edad.

Este Brasil sin embargo, que todavía se sigue conformando en plena Copa del Mundo, demuestra el trabajo de un técnico como Tite, que ha forzado el talento, esa superioridad genética para el deporte, la disciplina y un trabajo táctico rudimentario, pero muy efectivo.

México podía haber vencido a varios otros rivales en Octavos de Final. A Suiza, la selección mexicana de este lunes en Samara, estaba en condiciones de superarla, por la forma de juego que suele hacer daño a equipos que no recurren a extremas tácticas, como Suecia.

Pero, ahí hay un pecado en el trabajo de la selección: debió saber buscarse, debió fijarse como objetivo terminar como líder del grupo, después de vencer a Alemania, pero el desdén y el ensayo innecesario ante Suecia, arruinó ese cruce.

Ciertamente Neymar es un jugador que marca abismos. Dos jugadas suyas notables significaron el marcador.

Que es un futbolista que a veces denigra la esencia de la pulcritud y la etiqueta de la honorabilidad deportiva, sin duda, pero con dos jugadas, redactó el acta de defunción de México.

Cuando Juan Carlos Osorio, sin mencionarlo, lo vilipendió por ser "una vergüenza para el futbol"; que no practica el balompié "con la virilidad que se debe", porque "el futbol lo juegan hombres" y a él le encantan "las payasadas" bajo la protección arbitral, la intención del técnico es otra.

Evidentemente Osorio sacó el pararrayos, lo conectó y decidió atraer toda la tormenta, para que las bayonetas enfilaran más contra Neymar que contra sus jugadores.

¿Errores de Osorio? Colocar a Edson Álvarez de contención fue una forma de suicidio lento. Rafa Márquez lo había hecho muy bien. Edson, en cambio, les entregó las llaves del castillo, el castillo y a la doncella en cautiverio a Brasil.

Sólo gracias a Guillermo Ochoa, el mejor jugador de México en este Mundial, no hubo un desastre en el marcador.

Y, de nuevo, Osorio no pudo remontar un marcador ni el trámite del juego en un partido oficial, pero, ahí tiene un peso enorme, con esa vieja frase de Perogrullo: "Brasil es Brasil".

Y Brasil aprendió de aquella vergüenza histórica del 7-1. México, dicho por el mismo Juan Carlos Osorio, él y todos, siguen llorando el 7-0 ante Chile.

¿Sigue Osorio? Ahora puedo ratificarle lo que el sábado revelamos en Raza Deportiva de ESPNDeportes: él ya agradeció a la FMF todo el respaldo. La moneda oscila entre Colombia y Estados Unidos.

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Viñeta Rafa Ramos

SAMARA -- Ciertamente fue un ridículo: se vieron como esos bobalicones y ternuritas de cachorros que persiguen infatigablemente su propio rabo.

Pero más allá de ese delirio de acoso que exhibieron algunos jugadores del Tri en redes sociales, debemos quedarnos con los juramentos aislados.

Creamos, porque no hay motivo para dudar, que, como afirman en su gacetilla, sanarán heridas, resanarán errores y se pondrán en pie de guerra ante Brasil.

Por eso, algo es cierto: el mejor México posible saldrá este lunes a la cancha de la Arena Samara ante los poderosos brasileños del clavadista Neymar.

Cierto también: esto no garantiza nada, pero, cierto también, está más cerca de una hazaña, como debe considerarse el vencer a Brasil.

Pero, al final, y por eso podemos creer en las promesas, detrás de los lloriqueos innecesarios, que emitieron Javier Hernández, Rafa Márquez y Marco Fabián.

Partamos de eso: la mejor selección disponible salta ante Brasil. Puede ser insuficiente, puede ser suficiente, pero debe ser imprescindible e innegociable.

¿Y entonces? Evidentemente Juan Carlos Osorio ha diseccionado a Brasil. Y aunque se le indigestan los cambios, y se obnubila en los tiempos y en la elección de jugadores para hacer sustituciones a veces, parece tener muy en claro la trascendencia colosal de la cita.

Ya demostró su habilidad. Supo acertar ante Alemania y ante Corea del Sur. Y supo acertar hasta para equivocarse, conscientemente, ante Suecia, según lo dijo en la conferencia de prensa. "Mi pecado", subrayó.

Hay entrenadores que intentan ponerle la cereza al pastel con películas de motivación o con poderosas arengas antes del partido.

Rudy, por ejemplo, fue durante mucho tiempo el filme prodigioso que usaron los entrenadores de cualquier disciplina. Si Rudy, pudo, tú puedes.

Pep Guardiola usaba pasajes de la película Gladiador en algunos momentos con el Barcelona, y entrenadores de futbol americano ajustan su propia versión a la aseveración de Vince Lombardi: "La victoria no es lo más importante, es lo único".

George Steinbrenner decía que "ganar es la segunda cosa más importante, sólo después de respirar. Entonces, respiro, después gano".

Uno de los discursos más intensos en alguna película sobre deportes, es sin duda la de Al Pacino en el papel de Tony D'Amato, en Any Given Sunday.

"Cualquier domingo de estos, van a ganar o perder. El punto es: pueden ustedes ganar o perder como hombres", expone Pacino/D'Amato después de una fuerte arenga de varios minutos.

Insisto: Osorio y los jugadores, ante Brasil, ante el muro infranqueable detrás del cual está el Quinto Partido, van a presentar este lunes al mejor México posible.

Y no es novedoso. Porque seguramente lo intentaron Miguel Herrera ante Holanda, y Javier Aguirre jugando con diez (sí, con el Bofo Bautista) ante Argentina, y Ricardo LaVolpe ante la misma albiceleste.

Y si hay algo en lo que coincido plenamente con el técnico colombiano es en aquella reflexión infidente previa al juego con Alemania: cada jugador debe saber qué quiere y qué tanto lo quiere. Ese, el secreto de jugar por el juego.

Antes del partido entre México y Estados Unidos para definir el boleto a la Copa Confederaciones en el Rose Bowl de Pasadena, un relajado y dicharachero Ricardo Ferretti, se sinceró.

"Yo ya les enseñé todo lo que tenía que enseñarles a estos cabrones... ahora está en sus manos (vencer a Estados Unidos)", dijo encogiéndose de hombros. Y ocurrió.

Este domingo, el mismo Osorio se acercó a Hérculez Gómez durante el reconocimiento de cancha, y la frase tiene muchas implicaciones: "Uno se prepara toda la vida para un partido como estos (ante Brasil)".

Y aquí, ante Brasil, encaja una de las medias verdades de Ricardo LaVolpe: "El 90% del resultado es de los jugadores, el 10% es del entrenador".

Este lunes, ante Brasil, queda claro, a partir del silbatazo, el 100 por ciento del partido estará en las gónadas, en el talento, y en el que cada jugador sepa lo que quiere y cuánto lo quiere.

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Viñeta Rafa Ramos
MOSCÚ -- El Olimpo cerró sus puertas. Y él se quedó fuera. Aunque, podrá, seguramente, Lionel Messi, seguir levantando trofeos en España, y haciendo delirar a la tribuna en esa Liga.

Pero la deuda será eterna con su selección, su país, su gente, su sangre, su patria. Leo será más orgullo español que argentino; su heráldica relatará hazañas en Cataluña y fracasos en Argentina.

Este sábado, Lionel Messi volvió a deambular en el juego. Y que esa excelencia futbolística, ese dechado de talento que le acompaña en España, nuevamente en la cita determinante con la albiceleste, volvió a carecer del fervor competitivo de los grandes genios: Maradona, Pelé y hasta Garrincha.

Exculpar a Messi ensañándose con los evidentes errores de Sampaoli, sería una salida ridículamente falsa.

¿No acaso se hablaba de que Leo manipulaba las alineaciones y ordenaba los cambios a Sampaoli?

¿No acaso el mejor jugador del mundo, puede elegir dónde juega, cómo juega y con quien juega como ha ocurrido en el Barcelona?

Este sábado, Messi nada tuvo que ver en los sufrimientos de Francia, pero sí carga con la responsabilidad del penar de Argentina. La desesperada respuesta albiceleste fueron estertores de furia de los jugadores que él abandonó.

Ahora es fácil recapitular para exonerar a este futbolista de inobjetable talento, por encima de todos. Tan fácil como asegurar que Maradona, Tata Martino y Sampaoli lo boicotearon. ¿Y él, sumiso, entregado?

Exonerar al mejor futbolista del mundo explicando que se enganchó en el naufragio colectivo, es una forma fácil de indultarlo.

Porque precisamente él debía ser, sin voz de mando, sin gritos autoritarios, sino solamente con el arsenal inigualable de su futbol, el caudillo de sus desamparados.

Su racha se mantiene: en las fases de eliminación directa, sigue sin marcar gol, y sigue sin ser determinante, cuando las sirenas de Argentina empiezan a ulular por una mano salvadora.

Sin duda, cabe la posibilidad de disfrutarlo en los perímetros de su espacio generoso de competencia, la Liga de España, y tal vez el mundo entero abuso, exigiéndole, suplicándole que se consagrara como el mejor del mundo en el altar supremo de una Copa del Mundo.

Porque, queda claro, no basta acumular trofeos en el confort de competencias regionales, sin hacerte presente en una Copa del Mundo, porque para ratificar que se es el mejor futbolista necesita el bastón de mando de la gloria indiscutible.

Ganar todo en el vecindario del Barcelona, jamás llenará el buche ansioso e infeliz de los aficionados argentinos.

Son dos universos aparte, y bien lo ha dicho Maradona, que en este momento, ciertamente, no es el mejor referente de ejemplo: "El título con Argentina (México 86) es más importante y valioso que todos los otros que pude ganar".

Pero el mismo Messi lo ha manifestado: "Cambiaría todos los balones de oro, por un título con Argentina".

Pues hoy, abdicando totalmente ya a esa camiseta, a esa capitanía que nunca ejerció con Argentina, desertó a cualquier compromiso real en el futuro.

Ante Francia, nunca apareció. Ni fue el conductor, ni fue el señuelo, ni fue el genio, ni fue el líder. Lionel nunca fue Messi.

Y como bien reconocen algunos analistas argentinos: ha sido la representación más pobre de los números 10 que han vestido la albiceleste, al carecer de todo el fragor, la rabia, el hambre, que significa portar el gafete y ese número.

Ahora Argentina se liberará de la esclavitud de la "Messidependencia". A partir de hoy, cada uno hará su vida por separado. Lionel divirtiendo a Cataluña y en Argentina alargando el ayuno por 32 años.

Messi será el prócer del Barcelona, pero deberá cargar con el estigma del desertor ante los grandes reclamos que siempre le ha hecho Argentina.

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MOSCÚ -- Rafa Márquez y Javier Hernández quemaron su pólvora en infiernitos, en juegos pirotécnicos de kermese.

Ambos se apresuraron en redes sociales a aclararle al bullicioso entorno de la selección mexicana que el pase a Octavos de Final es sólo mérito suyo y que no existe padrinazgo de Corea del Sur por humillar a Alemania, 2-0.

¿Y...?

Márquez y Hernández puntualizan que es mérito del Tri el haber sumado los seis puntos que los envían a enfrentar a Brasil, y que la sacudida de Corea del Sur a Alemania ocurrió en otro universo y no en su vecindario mundialista.

¿Y...?

Pasaron, los seleccionados, en cuestión de horas, de #ImaginémonosCosasChingonas a imaginarse complots.

Viñeta Rafa Ramos

Sin duda tienen razón. Los seis puntos los acercaron a un desenlace dramático, especialmente porque nadie podía apostar por la debacle alemana.

México siempre fue dueño de su destino, claro, hasta antes de que Suecia le diera tres tiros y no en el pecho, sino más abajito. Y entonces, sus feligreses tricolores prefirieran pujar por Corea, y olvidarse de sus héroes, que ya eran fiambres en descomposición en la cancha de Ekaterimburgo.

Márquez generaliza con el término "mediocres" a todo aquel que hizo mofa, meme, tweet, reporte noticioso, análisis o simplemente un chascarrillo, por la fortuna de que Corea del Sur finiquitó las esperanzas alemanas, y ahuyentó el peligro.

Márquez debe recordar que "el que generaliza, se descalifica y exonera", y al igual que Hernández, soslaya, lamentablemente, que en la amargura del 3-0, cabe la festividad consoladora de rendir tributo y agradecimiento a los futbolistas coreanos, que, dicho sea de paso, fueron recibidos de manera humillante en su país.

Contrastes pues: en Corea del Sur no se permite vanagloriarse por vencer a Alemania, porque no sana la herida de la eliminación; y en México se les trata como héroes porque sirven de catarsis para olvidarse de la abominación del 3-0 ante Suecia.

Getty Images

Ni Rafa Márquez ni Javier Hernández, ni otros seleccionados nacionales que se han inconformado de manera confidencial con algunos comunicadores, ninguno de ellos tenía porque desgastarse en esos mensajes de autocompasión.

¿De verdad Márquez cree que se les considera mediocres por la derrota ante Suecia? El 3-0, penoso, doloroso, no puede competir con la contundencia de no sólo vencer a Alemania, sino ofrecer 45 minutos brillantes ante los vigentes campeones del mundo y de la Confedereaciones.

¿Y de verdad Javier Hernández cree que se les considera "pendejos" por perder ante Suecia?

Curiosamente, cuando les conviene, los futbolistas argumentan que ni son los mejores cuando ganan, ni son los peores cuando pierden.

Y, ahora, mientras los aficionados se deleitan con el folklore tan mexicano de bailar un jarabe o un huapango sobre su propia tumba, son los mismos seleccionados, a través de sus aparentes líderes, Rafa y Chicharito, quienes se quejan de considerarse, a sí mismos, los peores porque perdieron ante Suecia.

Tal vez fueron celos: esperaban un apapacho y una felicitación, pero todas las atenciones fueron hacia los sudcoreanos.

Tal vez, el estar enclaustrados, el vivir entre cuatro paredes y la cancha de entrenamiento, los aísla de la realidad. A más de 48 horas después del descalabro ante Suecia, los aficionados mexicanos montan su caravana llena de ilusiones con rumbo a Samara

Rafa y Javier deben saber que ningún peregrino de sus propias fantasías, que se encuentra en Rusia, devoto del Tricolor, piensa que México ya perdió ante Brasil.

El fenómeno que implica una psicomotricidad anímica y espiritual, ese del "sí se puede", los lleva a esta jornada trasiega, porque creen que tras la exhibición ante Alemania, en verdad, ellos pueden.

¿Sabrán los seleccionados que hay fanáticos suyos que mal comen, mal duermen, viajan en tren, a veces no consiguen boleto, y hasta hay gente anciana que sufre para subir los escalones de los estadios?

Calificar y clasificar de "mediocres" a quienes festejan el triunfo de Corea del Sur, o pensar que sus seguidores les consideran que perdieron "por pendejos", es quemar pólvora en infiernitos.

Recordemos: en la Arena Ekaterimburgo no hubo abucheos, no hubo reclamos, aunque, ciertamente, no hubo ese éxtasis festivo como el alboroto que se armó tras vencer a Alemania y a Corea del Sur.

Si no hubo reproches, ¿a quiénes reprochan Márquez y Hernández, a nombre de todos en el Tri a través de sus epístolas mediáticas?

Es más, internamente, el aficionado debió agradecer esa dosis extra de estremecimientos, de angustia, de ansiedad, al olvidarse de bendecir a los de Ekaterimburgo, para implorar a todas las virgencitas para que el milagro ocurriera en Kazán.

Insisten ambos en que ya entendieron en qué se equivocaron y que pretenden solucionarlo ante Brasil. Ni falta hacía aclararlo. Ni por parte de ellos, ni por parte de otros jugadores que envían quejumbrosos mensajes directos a otros comunicadores. ¿Acaso no es su obligación?

Ahora, si estos boletinazos en redes sociales pretenden ayudar a la catarsis, a la autoexpiación de culpas, tiene todo su derecho. Tal vez, incluso, pueda ser un método de liberación que caiga en el librito de Imanol Ibarrondo.

No siempre estas reacciones son eficientes ni efectivas. Recordemos aquella cartita de Márquez, que balbuceó Héctor Moreno, y que le escribió un tundeteclas, por consejos de Decio de María y de Justino Compeán.

En realidad, el que tipos experimentados, con recorrido por torneos europeos, ganadores de varios de ellos, con un historial en las primeras ligas del mundo, parecen demasiado bobalicones, distrayéndose del momento en que están.

Aquí falla Ibarrondo: debe hacerlos entender que ellos son los protagonistas de su propia historia, y no pueden perder tiempo y esfuerzo en lamentaciones, simplemente porque el aficionado y los medios se subieron al carrusel festivo del "coreano, hermano, ya eres mexicano".

Porque, ojo, estos futbolistas profesionales, predestinados, privilegiados, y ciertamente porque lo merecen, tienen la oportunidad histórica de invitar a la fiesta y al orgullo a 130 millones de mexicanos, con ese quinto partido, algo que ya hicieron balompiés con ligas inferiores a la mexicana, como Costa Rica y Estados Unidos, y sin tanto lavatorio público de sus culpas, como lo han hecho Márquez y Chicharito.

Ellos, todos, tienen algo más importante que enfrentar, antes que el chacoteo festivo de su perímetro pasional, como a un tal Neymar, una tal Coutinho, un tal William, un tal Marcelo, etc...

Lamentable pues que se distraigan en murmullos inocuos, inofensivos, inocentes y juguetones, cuando el entorno los ampara para que sean dignos competidores ante Brasil...

Por eso, insisto: dónde quedó aquello, Javier, de #ImaginémonosCosasChingonas en lugar de andarse imaginando complots...

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EKATERIMBURGO - Brasil sigue jugando en pijama y con pantuflas. Se ha visto exigido, pero no apremiado en este Mundial Rusia 2018. Lo explicó antes Tite: "Pretendemos jugar la Final al tope". Caipiriñas, samba y sol. Como si fuera Ipanema.

Pero, ¿está sentenciado México ante este Brasil que ahora sí debe hacer combustión? Por el momentum de ambos, sí. Por otros tiempos y otros momentos, no.

Viñeta Rafa Ramos

La clave es simple para el Tri: jugar con la misma devoción, orden, confianza y compromiso que ante Alemania, advertiría a Brasil que el Mundial ya empezó. Con todo eso, pero sin Héctor Moreno.

Claro, ya la referencia de Alemania se envileció de desdén con su eliminación en el Mundial. Resulta que México no le ganó a La Alemania, sino a esa Alemania que sufrió ante Suecia y sucumbió humillada ante Corea del Sur.

Pero, México, en ese debut en la Copa del Mundo desconocía, contemplaba a Alemania como el resto del universo del futbol: el rival a vencer, el gran favorito.

En un sofisma perverso, si México venció a Alemania, y Alemania goleó 7-1 a Brasil hace cuatro años, entonces, México debe vapulear a Brasil. Lógica de abarrotero, claro.

México debe verse como que está en terapia intensiva. El daño que hizo Suecia no fue sólo en el marcador y en la vesícula biliar del Tri, hasta que Corea del Sur le liberó de sus tensiones.

Más allá de los estragos del paseo futbolístico a manos de Suecia, y del 3-0, que pudo haber sido otro 7-0, lo que recogió Juan Carlos Osorio en la cancha fueron las ruinas espirituales, futbolísticas, físicas y morales de su equipo.

Del coloso mundialista que emergió ante Alemania, en Ekaterimburgo echaron un guiñapo al baúl, agarraron camino a Moscú, y los vítores se siguieron escuchando sólo para Guillermo Ochoa. Debió ser un viaje largo, penoso. El fracaso se mastica como vidrio.

Mexico vs. Sweden (Guillermo Ochoa)
JORGE GUERRERO/AFP/Getty ImagesAnte Suecia, solo para Memo Ochoa se siguieron escuchando los vítores.

El cuerpo técnico debió empezar a trabajar en todo esto el mismo miércoles. No es fácil enmendar o remendar, aunque sea fácil parchar. A Osorio y al Tri no le conviene parcharse. A México le conviene reconstruirse.

Ante Suecia, se vieron jugadores que salieron con pesadillas, como Edson Álvarez, con un rictus de llanto desenfrenado, acorde, sin duda a su lamentable rendimiento, del cual bien puede culpar a su entrenador, pues ya se había visto patético ante Corea del Sur.

En su caso, necesita una terapia extrema, de resucitación absoluta. Ya no pasa por lo futbolístico solamente, pasa por la amenaza acechante: Neymar y apenas detrás de él, Marcelo.

Y aunque la arenga mediática y oportunista de Chicharito Hernández se hizo añicos (#ImaginémonosCosasChingonasCarajo) ante Suecia, la realidad al final es que es un clan, y que Edson no va a jugar solo ante estos brasileños que saldrán del letargo que los arrulló en la fase de grupos.

Por eso, México deberá repasar las directrices estrictas que mostró ante Alemania, ajustadas a las amenazas y las grietas que pueda tener Brasil. Porque al final, se gana con futbol y se pierde sin futbol, como ante Suecia.

Y después encontrar la Panacea. Esa que debe suministrar Juan Carlos Osorio, pero que no puede, no sabe, ni debe, hacerlo a solas. Y aunque las terapias grupales, colectivas, suelen ser de doble filo, en tiempos de crisis, son determinantes: o son el tiro de gracia o son el momento de resurrección.

Brasil seguramente repasó el juego ante Alemania y ante Suecia. Ya sabe qué no debe hacer y qué si debe hacer, aunque no juegue ni como alemanes ni como suecos.

Luego de vivir su peor actuación en fase de grupos desde Argentina 78, la selección mexicana vive su momento más frágil, más complejo, más desamparado.

¿Qué al jugador mexicano le sublima la camiseta pentacampeona del mundo? Pues sería el momento más de vivirlo que de contarlo, de otra manera...

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EKATERIMBURGO -- ¿Y ahora qué? ¿Y ahora para qué? ¿Y ahora con qué y con quiénes? La selección mexicana fue sacudida violentamente por Suecia: 3-0.

Súbitamente, tras la exhibición de México ante Suecia, la frase ¿matona? de Javier Hernández se convirtió en una frase impresa en papel y oculta dentro del vientre de una galletita china de la fortuna: "¡Imaginémonos cosas chingonas, carajo!".

¿Fue ante Suecia el peor partido de México en una fase de grupos en un Mundial desde Argentina 78? Sin duda. Notable ante Alemania, eficiente ante Corea del Sur, pero avasallado por Suecia.

Tal vez este papelón es sólo comparable con los desatinos del Tri de Ricardo Lavolpe en el Mundial de Alemania. Esa vez, México clasificó igual, por la misericordia de la aritmética, aunque con menos puntos: sólo cuatro.

En la conferencia de prensa, Osorio dejó una estela de preocupación. Casi calificó de penosa pero respetable la forma de jugar de Suecia a pregunta de un reportero de ese país. Éste se asombró, pero sonrió con sarcasmo: "Más vergonzoso debe ser perder 3-0".

Y en esa crisis de autocrítica, Osorio puntualizó que México no tiene deudas con nadie por estar en Octavos de Final, porque "le ganamos a Alemania y a Corea del Sur".

Mexico vs. Sweden (Javier Hernandez )
Carlos Cuin/Jam Media/Getty Images

Se perdió del espectáculo fascinante de cómo en los diez minutos finales, los mexicanos se olvidaron del juego entre México y Suecia, para revisar en sus celulares el desenlace de Alemania contra Corea del Sur.

Y seguramente Osorio no escuchó a 30 mil mexicanos cantar "Coreeeea, Coreeeea, Coreeeea", porque era la forma, inútil de empujar a los asiáticos, pero noble, al final, de agradecerles que le regalaran al Tri el pasaporte a Octavos de Final.

"No estoy de acuerdo". "Está usted equivocado". Esos los estribillos de Osorio ante las interrogantes sobre qué había causado el desplome ante Suecia, de aquel equipo con personalidad ante teutones y coreanos.

Ciertamente Osorio llegó a la conferencia de prensa sin haber estado preparado para ella. Llegó caliente de resultado, de derrota, de decepción, de preocupación, de incertidumbre... y sin tiempo para cavilar del tsunami sueco que devastó las huestes timoratas, esta vez, del Tri.

Aunque confesó su pecado al plantear el partido "por ser purista en el futbol", asegura que hay una lección, aunque, supuestamente, ante Gales, Dinamarca y Escocia, pretendió hacer ensayos para encarar a Alemania y a Suecia, y no llevarse sorpresas. "Espero demostrar en el futuro que aprendí de esta lección".

La realidad es que, en su papel, más allá de lamentos y pretender que no pasó nada, cuando recibe un 3-0, y bien pudieron ser varios más, pero afortunadamente estaba ahí, otra vez, Guillermo Ochoa, sólo queda confrontar la fase siguiente.

Porque preocupaciones tiene por delante. Debe poner de pie a un equipo fatuo, arrogante, tras vencer a Alemania y Corea del Sur, para desmoronarse en todos sentidos ante Suecia, con escasa capacidad de respuesta.

1.- Para empezar, ante Suecia presentó a su mejor alineación posible. A los que considera "influyentes". No tiene mejor opción que lo que paró en la cancha.

2.- Las pruebas médicas, a las que siempre ha hecho referencia y se ha apegado, deberán revelarle quién o quiénes están al 100 por ciento para Octavos de Final. ¿Cambiará de opinión?

3.- México nunca fue un oponente serio para Suecia. El más cercano al gol fue Carlos Vela y falló las que siempre mete, claro, en la MLS. La cantidad de llegadas, que siempre presume Osorio, esta vez no aparecieron.

4.- "Jugar el juego por el juego". Esa dinámica de Osorio que se hizo evidente ante Alemania, se redujo ante Corea del Sur y desapareció ante Suecia, necesitan recuperarla los jugadores, e imbuírselas de nuevo el cuerpo técnico. Sí, el equipo dejó de, en término de Chicharito, imaginarse muchas cosas.

5.- Las equivocaciones son entendibles. Los pecados son tolerables. El error juega siempre. Si Osorio se equivocó al plantear el partido ante Suecia, como lo aceptó públicamente, deberá entender que pretender, si él lo cree así, ser purista, ante otros impuros, puede ser un acto suicida.

Queda claro que nada ha cambiado para México, aunque todo ha cambiado en su escenario en esta Copa del Mundo.

¿Qué tan complicado será rescatar a la versión mexicana que se vio ante Alemania y Corea del Sur? Eso sólo lo sabe Osorio, su cuerpo técnico y los jugadores.

A menos claro, que aquel Tri de aquella noche del 17 de junio haya sido un espejismo contra la realidad devaluada de una selección de Alemania, que en un bochorno histórico, como campeona vigente, quedó eliminada en la fase de grupos.

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EKATERIMBURGO -- En los últimos días, Javier Hernández a secas, porque parece haber renunciado en redes sociales al legado bautismal y sanguíneo de "Chicharito", entregó dos machetes a la afición mexicana: uno para imaginar y otro para no dejar de hacerlo.

Desesperado, con ojos desorbitados, como si tuviera un corto circuito entre la lengua y -citando a Juan Carlos Osorio-, su cerebro reptiliano, a "Chicharito" se le cae la máscara del "very nice" y suelta su genuino "very noisy" ante David Faitelson en ESPN.

"¡Imaginémonos cosas chingonas, carajo!" y en el rostro de Hernández hay un alivio. Era el parto de su conciencia. La emancipación de su sinceridad.

No sólo dijo lo que quería decir sino cómo lo quería decir y dónde lo quería decir. La ecuación perfecta de un mensaje.

La segunda bayoneta para que la afición mexicana embista los payasos aterradores de sus cíclicas pesadillas mundialistas fue el gol ante Corea del Sur ("Imagínate que ya no tengas que imaginarte").

Getty Images/Clive MasonJavier "Chicharito" Hernández ha impactado en la mentalidad de la Selección Nacional de México y en la de los aficionados del país.

Y el gol despedazó cualquier muro: de imaginar a alucinar.

Los recatados sueños en blanco y negro ahora tenían tonos pasteles, hasta ese rosa mexicano, evolución bugambilia que aparece en todos los ornatos del folklore mexicano, desde las kermeses hasta los obituarios festivos del 2 de noviembre.

¿Hay alucinógeno más poderoso que un gol mundialista? Es la potestad para continuar en el desmadre vertiginoso de la utopía. Ese ensueño que comenzó cuando el mismo Hernández le dio aquél balón a "Chucky" Lozano ante Alemania.

Vamos, ambos machetes entregados por el ex "Chicharito", en la febril concepción de ambos momentos, implica el mensaje: imagínate que ya no tengas que imaginarte cosas chingonas.

"¡Imaginémonos cosas chingonas, carajo!", exclama Javier Hernández. Y lo dijo en su idioma genuino, con todos esos genes paternos que crecieron en ese barrio bravo y casi segregado de Polanquito, donde su padre tuvo los primeros escarceos con la pelota, sin imaginarse, ni aún en el acto más inconsciente, esas cosas que hoy su hijo llama chingonas.

En lo personal, defiendo el candor del término. Es el mellizo bueno del alumbramiento de la palabra prohibida.

Precisemos: chingón y/o chingona no es insulto, no es un ataque ofensivo, ni siquiera despectivo. Es el lado bueno de la fuerza de una palabra, de un verbo y en México, hasta de una forma de vida que oscila entre la divinidad y el cochambre, entre la exaltación y la humillación, entre el amor al éxito y el amor al fracaso.

Por eso, insisto, "chingona" no es una palabra que deba vetarse, porque no es una vejación, menos ahora que se ha convertido en un estribillo de guerra que ha sido exaltado a la fama como el himno de esa tierra etérea, peregrina y cuatrienal de los mexicanos en la fiesta ajena de los mundiales.

Claro, todo sin excesos.

No significa que por ser el nuevo evangelio del mundo populachero del balompié, según San Chicha, debe convertirse en el maná futbolero. Aunque en la intimidad del juego, se sabe, todo se vale.

Pero, ¿sonaría mal que el maestro, en lugar de una aburrida A+ calificara los exámenes con una "Ch+", de eso que dice Javier Hernández?

En el mundo surrealista del mexicano, más que un pomadoso diploma en latín, preferiría titularse con un "es usted el más chingón de los plomeros".

Es más, que la FIFA entregue a partir de hoy el "MChP" en lugar del MVP y que en la Final, Infantino no plagie el discurso desde la época de Joao Havelange: "Este ha sido el mejor mundial de la historia".

Cierto, sonará raro en inglés, francés o ruso, pero Infantino puede declarar el de 2018 "el mundial más -usted ya sabe- de la historia".

Recuperando el tema de la doble ofrenda del "Chicharito", él mismo lo convirtió en una especie de cofradía o de hermandad en la conferencia de prensa del martes.

"Lo mejor (de imaginar cosas así) es conseguirlas con gente chingona", afirmó, e incluyó al plantel, al cuerpo técnico y al staff, aunque, a menos que este reportero haya escuchado mal -o demasiado bien- parece que excluyó de la condecoración a los directivos.

Insisto, Javier Hernández, finalmente, ha pasado de la hipocresía del "very nice" al "very noisy".

Ayer, su verborragia casi incomodó a Juan Carlos Osorio, mientras el jugador seguía en el tobogán festivo y, a veces rebuscado, de su homilía.

Pero, sin duda, hace falta ya que el seleccionado mexicano salga de esa apoplejía anímica y de personalidad en la que elige vivir, renunciando, en esa comodidad, a la licencia inherente de líder que le confiere ser un predestinado.

Y al final, ante Suecia, quedará claro el valor del mensaje implícito en la ocurrencia de Javier Hernández, ese, el de "Imagínate que ya no tengas que imaginarte", porque entonces el barro de la creación, también le pertenecería ya al futbolista y al aficionado mexicano.

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Viñeta Rafa Ramos

EKATERIMBURGO -- En Eneida, en el año 19 A.C., Virgilio publicaba: "La única salvación para los vencidos es no esperar salvación alguna".

Inmejorable diagnóstico para la Copa del Mundo Rusia 2018. Gesta y justa en la que los insalvables, hacen peligrar la salvación de los favoritos.

Porque Alemania sufre, con todo y sus honores y blasones de campeón mundial y de la Confederaciones, y hoy sobrevive porque la bazuka de Kroos evitó otro Día D para la armada alemana.

Y porque Argentina sufre, mientras el mejor futbolista del mundo se refugia como armadillo, hasta en la arenga suprema del atleta: su himno nacional. Messi se consume de pánico interno. El miedo a cargar con el miedo de 30 millones de temblorosos.

Y porque España sufre, tratando de jugar sin Lopetegui a lo Lopetegui, y con un exitoso hombre de escritorio, como Hierro, tratando de explicar con balances y hojas contables, la estrategia para no sucumbir sin tener una estrategia.

Y porque Portugal sufre, tratando de repetir la hazaña de la Eurocopa, ganando con lo justo y hasta veces de la mano de lo injusto, pero cobijado por el lugarteniente Cristiano Ronaldo. Portugal celebra a lo grande, un paso pequeño que contrasta con su amenazante llegada.

Y porque Brasil sufre, innecesariamente, porque se conforma con espantar al vecindario y después quiere juguetear, para convivir con la angustia.

Los favoritos en el papel, tienen hoy una entereza de papel en la cancha. España y Portugal se clasifican, pero dejando la duda sobre si manipularon el juego, si evitaron riesgos, o simplemente es su realidad, porque irónicamente, el enfrentamiento entre ellos fue como la gema del Mundial, pero después la engarzaron en cobre.

Ciertamente, cuando los poderosos se ven zarandeados irrespetuosamente, y quedan expuestos de manera indecorosa, como Alemania ante México o como Argentina en sus dos compromisos, la competencia estremece esa devoción materna por acurrucar al más débil.

Y ciertamente, en todos los equipos, a notables jugadores, deberá agregarles solidez gremial el paso de los juegos y de los entrenamientos. O al menos debería ocurrir, pero es tan dramáticamente frágil su oportunidad, que ya sólo disponen del desenlace histérico de los 90 minutos.

Bajo esos escenarios, se da el asalto de los polizontes. De los que se esperaba apenas que ejercieran su condición de chambelanes, como invitados al banquete por cuestión de cupos y no de pujantes antecedentes.

Por eso, el cierre de esta última jornada de la fase de grupos, con tambores de tragedia, pone a bailar a varios grupos.

México caminará pomposo por la forma en que superó a Alemania 45 minutos, y también la forma en que controló el juego ante Corea del Sur, pero si no es capaz de vencer o empatar a Suecia, su futuro quedaría prendido de aritméticas ajenas.

Lo cierto es que hoy, los animadores de la Final en Brasil 2018, tienen ilusiones abiertas de clasificar, pero Argentina más que preocuparse por Nigeria, se preocupa por saber si Messi sigue mirando el Mundial por el ojo de la cerradura, sin atreverse a participar.

Hoy, entonces, aplicando la reflexión de Virgilio, "la única salvación para los vencidos sigue siendo no esperar salvación alguna".

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