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David Stern, el genio que revolucionó la NBA

El mismo día que Hawks y Magic se enfrentan en México por la temporada regular, se cumplen 40 años del nombramiento como Comisionado de la NBA del hombre que globalizó y desarrolló el básquetbol como ningún otro.


Hace 40 años, David Stern fue nombrado como sucesor de Larry O'Brien. Cuando tomó el mando de la NBA, en febrero de 1984, tenía 42 años. Neoyorquino de ley, abogado, empresario, llegó para cambiar cosas. Era un genio. Y como consecuencia de esto, se quedó corto: en vez de cambiar cosas, cambió el mundo.

Año 1984. Madison Square Garden. León Najnudel, padre de la Liga Nacional Argentina, observa a los New York Knicks junto al periodista Adrián Paenza. Paenza se encandila con las luces, graba con sus ojos todos los elementos visuales que lo atacan de diferentes ángulos, está emocionado. “Hagamos algo para llevar esto al país, porque no está bien que lo podamos ver nosotros y el resto de la gente no”.

- ¿Y qué se te ocurre?

- Hablemos con David Stern.

645 5th Avenue, New York. Un joven Stern está sentado en uno de los sillones que embellecen su despacho. Enfrente, ahora, está un sorprendido Paenza. Stern, que solo lleva un año como Comisionado de la NBA, ha hecho que este encuentro se produzca demasiado fácil. Algo es extraño, porque estamos hablando de uno de los hombres con más poder en el mundo del básquetbol. Sin embargo, ahora esta conversación es un uno contra uno tan insólito como fascinante.

El dirigente y el periodista. El periodista y el dirigente.

Paenza, emocionado, habla y pregunta. Rápido, las palabras salen a borbotones. Está confundido con la cercanía que se gestó en tan poco tiempo. Stern sonríe. Contesta como puede, pero de inmediato contraataca. Y pregunta él:

- ¿De qué lugar me dijo que es usted?

- De Argentina.

- ¿Y le interesa la NBA?

- Por supuesto, justamente estuve hace poco en el Madison Square Garden viendo a los Knicks.

- ¿Y cuánto le interesa exactamente?

- Bueno, creo que mucho más que alguien promedio...

- Le vendo los derechos de la NBA. ¿A ese nivel le interesa?

- Espere, soy solo un periodista, no tengo dinero para una cosa así. Quizás me malinterpretó, yo solo quería...

- 2.000 dólares al año. ¿Le parece una buena oferta? Puede reproducir mejores jugadas, compactos, lo que desee.

- ¿Me está hablando en serio?

- Muy en serio. ¿Tenemos un trato entonces?

"Nadie sabía quién era Magic Johnson, Michael Jordan o Larry Bird", recuerda Paenza en un artículo publicado en el Washington Post. "Estábamos tratando de luchar por tener cobertura", fueron las palabras de Stern. Paenza llamó entonces a Canal 9 y así surgió el programa icónico "La magia de la NBA". La globalización estaba en pañales pero Stern hizo esto mismo en muchísimos países. Primero lo regaló y luego lo vendió.

Bajo el mandato de Stern, el básquetbol se masificó de manera geométrica. La meta estaba clara: en cada casa donde existiese un televisor, el potencial fanático debía tener la chance de ver el producto. Y así, lo que supo ser de Estados Unidos, pasó a ser de todos. Se abrió el mercado de Europa, de Sudamérica y, por supuesto, de China. Millones y millones de todo lo que se les ocurra pasaron a través de la autopista comunicacional que él edificó.

Ayudó a crear el hoy conocido límite salarial en la NBA. No nació por arte de magia. Lo empujó antes de ser Comisionado, en 1983, para evitar desventajas claras de los poderosos, pero también para que jugadores y dueños caminen de la mano en las ganancias y en las pérdidas. La NFL, liga por excelencia de los deportes estadounidense, copió esto recién en 1994.

Cuando decimos que Stern fue un genio del marketing, es porque cuando se hizo cargo de la NBA, la Liga tenía como bandera la rivalidad de Magic Johnson contra Larry Bird, pero el resto de las cosas estaban fuera de norte. Había problemas de drogas, abusos de sustancias y también violencia. Fue él quien inició con acciones concretas el operativo-limpieza. Creó programas sociales y también una Liga de estrellas, cuya base constaba en una o dos celebridades por equipo para crear un básquetbol de superhéroes con narrativa eficiente.

Ni bien llegó, instauró la Lotería de Draft que se hizo efectiva luego del trascendental Draft de 1984 que contó, entre otros notables, con Hakeem Olajuwon, Michael Jordan y Charles Barkley. Fue el primero en meterse en serio con el tanking: antes de lo que diseñó Stern, el sistema daba selecciones de draft basadas en el récord, con los dos peores equipos lanzando una moneda al aire para elegir la primera selección general.

Stern supo siempre que para globalizar el deporte necesitaba herramientas y mensajes. Primero tuvo que mejorar la televisación. Y eso fue, quizás, el click perfecto para el despegue. Antes los partidos se veían en diferido y fue él quien firmó contrato con la cadena NBC en 1990. Por años fue una relación de hermandad entre ambos, que luego se extendió a ESPN, Turner y ABC.

Y su gran mensaje fue abrir las puertas a que los NBA se sumen a las competencias internacionales de Selecciones. Bajo su mandato se produjo el primer, gran y único sueño que tuvo este deporte: el Dream Team de Barcelona 1992. Junto a Borislav Stankovic, Secretario General de FIBA, firmaron el acuerdo para que un equipo de estrellas NBA participe en el Preolímpico de Portland 1991 primero, y en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 después: fue el 8 de abril de 1989 en el Congreso Mundial Extraordinario de la FIBA, tras una votación general favorable de 56-13.

La revolución no fue sencilla y como siempre ocurre, tuvo detractores. Pero Stern nunca miró hacia atrás. En 1988 y 1989, la NBA agregó a Charlotte Hornets, Miami Heat, Minnesota Timberwolves y Orlando Magic al grupo de franquicias participantes. El batacazo se dio en 1995, cuando rompió los límites para sumar dos equipos fuera de Estados Unidos: Toronto Raptors y Vancouver Grizzlies. Los Charlotte Bobcats llegaron en 2004.

Con la NBA, gracias a Stern, ganaron todos: jugadores, entrenadores y también dueños. El valor de las franquicias, en un liga globalizada con atención mayúscula, se disparó por las nubes. Los patrocinios que antes no existían, aparecieron uno tras otro. Tuvo, además, concepto de vanguardia: bajo su mando se creó la WNBA, mucho antes de que el mundo tenga sus ojos puestos en la igualdad entre hombres y mujeres. También Stern apostó a las nuevas tecnologías para provocar un boom multimedia que generó éxtasis entre los fanáticos. Lo hizo antes que el resto y, una vez más, se llevó el rédito.

Sin embargo, el éxito cosechado no fue un camino de rosas. Tuvo que luchar contra problemas que hubiesen sido demasiado para cualquier otro directivo en el cargo. Por ejemplo, Stern sufrió el escándalo de Indiana Pacers y Detroit Pistons (Malice at the Palace en Auburn Hills en 2004), que provocó las sanciones más severas de la historia de la NBA, con Ron Artest a la cabeza.

Tuvo que tragar veneno para superar dos durísimos Lockouts patronales (1998 y 2011), tuvo que interceder en la causa de corrupción por apuestas del árbitro Tim Donaghy, y vetó sin demasiadas explicaciones el traspaso de Chris Paul a los Lakers por "razones de básquetbol", algo que lo llenó de críticas. Sin embargo, siempre puso el producto en primer lugar. Mejoró el juego tras eliminar el chequeo de manos de los defensores para defender a los atacantes (la belleza del juego) e instauró el código de vestimenta para que el branding de la Liga, a través de la moda, vuelva a ser tendencia mundial.

Stern fue, lo que se dice, un revolucionario. Una persona lo suficientemente inteligente como para poder materializar una utopía. El balón de básquetbol, en sus manos, fue el planeta tierra: cruzar límites, expandirse, incluir y jamás dejar a nadie afuera. No se trata de usted, de usted ni tampoco de usted: se trata de nosotros.

Murió el 1° de enero de 2020 a los 77 años a causa de una hemorragia cerebral. Ocurre siempre pero no aprendemos: no sabemos lo que perdimos hasta que dejamos de tenerlo. Hoy, cuatro de los cinco mejores jugadores de la Liga son extranjeros, y eso es gracias a él. Hoy, también, jugarán los Atlanta Hawks ante Orlando Magic en México como parte de la serie regular, en juegos globales que también empezaron bajo su gestión.

El mundo necesita más soñadores como Stern. Estadistas que piensan en el bien común, que logran trascender por el triunfo de las ideas, que ven más allá de su propio ombligo. Con aciertos y errores. Visionarios que con hoja en blanco trazan los puntos para que los demás, en su humanidad ordinaria, logren unirlos con facilidad.

El tiempo, implacable y justo por definición, le dio la razón. El poder bien comprendido también existe. La introducción, el nudo y el desenlace, fluyeron con David Stern en constante armonía.

Todo tenía un propósito.

Y en esta máxima, que luce simple y sencilla, descansa su infinita genialidad.