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A 55 de los 100 puntos de Wilt Chamberlain

Hay acontecimientos que no pueden pasar desapercibidos, sobre todo si queremos que no pasen al olvido.

Muchos lo sabrán, otros no, y algunos, muy pocos, incluso se acordarán de aquel día en que el jugador de básquetbol, Wilt Chamberlain, anotó 100 puntos en un sólo partido. Pasaron 55 años desde aquel entonces.

Antaño, la memoria era lo único que podía perdurar en el tiempo, el recuerdo de lo sucedido y su difusión boca a boca, primero; a base de imprenta, después; con imágenes en blanco y negro, a color, a través del vídeo y de manera digital. En el caso de la gesta de Chamberlain, lo que nos queda es una instantánea del 2 de marzo de 1962 en la que aparece la por entonces barba más famosa de la liga con un papel blanco en el que se lee el número 100.

Ni siquiera nos quedan imágenes carcomidas por el tiempo en las que se puedan visualizar esos ganchos que realizaba desde cualquier ángulo, o intuir la grandeza de lo que logró Chamberlain cuando jugó en Philadelphia Warriors (después 76ers) y Los Angeles Lakers. Aquella noche fulminó a los Knicks de Nueva York para ganarse un hueco en el Olimpo del baloncesto en un encuentro que ni siquiera llenó el Hersheypark Arena de Pensilvania, que nunca fue televisado y del que lo que queda de él, además de la foto, es un audio del último periodo.

Eran otros tiempos.

La ABA (American Basketball Association) no era todavía lo que ahora es la NBA (National Basketball Association). Ambas ligas se fusionaron en 1976. La profesionalización de una competición que todavía no era global tenía una sola aspiración: lograr desbancar al baloncesto colegial. Los fundamentos del juego eran similares a los de ahora, aunque muchas de las reglas y estrategias nos serían inimaginables en la actualidad. En este contexto, Chamberlain fue un rey de reyes que no estuvo solo, sino que compartió la que con el tiempo se convirtió en una de las primeras grandes rivalidades del deporte junto Bill Russell, quien defendió los colores de Boston Celtics durante 13 años. Dicen que ambos protagonizaron batallas inolvidables y los dos nombres están grabados a fuego en los anales del baloncesto.

Nos quedan también sus récords, como los que aquella noche se batieron en esa cita entre los Warriors y los Knicks. Chamberlain llegó a alcanzar el mayor número de tiros libres en un partido que registró el mayor número de puntos combinados entre los dos equipos: 316 (169-147) Además, el pívot logró un balance de 50.4 puntos por partido esa temporada.

El mundo del básquetbol conoce la historia de Chamberlain, sin embargo, siempre quedó la sensación de que su gesta no fue reconocida del todo. Quizás porque sucedió en la ABA o porque no quedan más imágenes que la de su foto con el número 100 en ese papel en blanco. No fue hasta que la NBA comenzó a tocar techo en 1987 cuando el pívot fue más reconocido. Earvin Magic Johnson, Larry Bird y Michael Jordan perpetuaron la leyenda de Chamberlain conmemorando aquel básquetbol por entonces vintage y ahora prehistórico. De repente, cuando los jugadores que ya sí salían por la televisión valoraron aquella marca irrepetible, miles de personas clamaron haber estado presentes en la cita, tal y como se recoge en el libro de Cherry Robert, 'Wilt, larger than life', concretamente un número imposible de 40,000 personas, muchos incluso afirmaron erróneamente que el partido se llevó a cabo en el Madison Square Garden, mientras una de las estimaciones de aquel encuentro rezó que los asistentes no superaron los 4,100.

CONDICIÓN HUMANA ANTE UN RÉCORD INHUMANO

Chamberlain afirmó que aunque estaba my orgulloso de su centenar de puntos, pero reconoció también que no fue su partido favorito. Como buen pívot de la época, su obsesión fue la de agarrar rebotes y, cómo no, batir a su máximo rival. El de Philadelphia nunca celebró otro éxito como cuando logró 55 rebotes en una victoria ante los Celtics de Russell. Y es que si en el futbol ningún chiquillo quiere tener en su equipo a aquellos compañeros que juegan de manera individual, en las calles donde se crió Chamberlain sucedía lo mismo. El jugador le dio valor a su marca cuanto más mayor se hizo, y cuánto más lo valoraban otros. No le gustaba ser el aquel jugador individualista, sino el del juego colectivo que prefería ayudar a su equipo a base de rebotes y logros defensivos. Que le pregunten a los artífices de otros récords parecidos como los 81 puntos de Kobe Bryant (2006), qué tipo de básquetbol es necesario jugar para alcanzar ese tipo de marcas. Para Chamberlain fue anti natura, pero le agarró rápido el gustillo a eso de anotar.

Cuando se retiró lo hizo como el máximo anotador de la NBA y con dos campeonatos en el bolsillo (1967 con los 76ers y 1972 con Los Angeles Lakers).

Aunque no hayan imágenes fehacientes, es difícil que el recuerdo de este acontecimiento no quede perpetuado, por eso tal día como hoy, es necesario rememorar a Wilt Chamberlain.