Antes del partido del martes contra los Toronto Raptors, se le preguntó a Brett Brown, entrenador de los Philadelphia 76ers si Markelle Fultz iba a regresar a la rotación en algún punto de la presente temporada. “En estos momentos, solo aspiro a ser gratamente sorprendido por la forma en la cual regresa con nosotros, en vez de asumir que estará allí”, indicó Brown.
Lo que Brown no podía decir era lo que ya todos los presentes sabían: la época de Fultz en Filadelfia prácticamente había terminado. El cronograma de trabajo de los 76ers ya no permitía que Fultz pudiera volver a mostrar algo siquiera remoto al nivel que lo convirtió en el primer seleccionado general del draft de 2017.
Horas después, los Sixers dejaron eso muy en claro al negociar a un grupo de jugadores y puestos de selección en el draft a cambio de Tobias Harris, siendo el segundo movimiento significativo en menos de tres meses. La incorporación de Harris le dio a los Sixers uno de los mejores quintetos titulares de la NBA. También les dejó con un segundo agente libre de alto calibre y cotización económica que potencialmente podrán renovar este verano y el mismo problema que tuvieron antes de negociar a Jimmy Butler o Harris: una banca de suplentes débil.
Fultz, en su versión actual, fue factor fundamental en ambos problemas. Los $10 millones en salario que se le deben para la próxima temporada habrían dificultado ofrecerles a Butler y Harris contratos sustanciosos como agentes libres mientras se evitaba el impuesto al lujo. Mientras tanto, mientras éste trabajaba para regresar tras haber sido diagnosticado con síndrome de abertura torácica, Fultz cubría un puesto en el roster, limitando así la capacidad de los Sixers de mejorar su banca bien sea por la vía de canjes o en el mercado de rescisiones de contratos.
Luego de haber apostado todo al negociar a Butler y Harris, quedarse con Fultz simplemente no tenía sentido. Por ello, menos de media hora antes de la hora límite de las 3 p.m. del jueves, el gerente general de los Sixers, Elton Brand, tomó la única decisión posible al canjear a Fultz al Orlando Magic por el alero Jonathan Simmons, el puesto de selección en primera ronda del draft 2020 perteneciente a Oklahoma City y el puesto de selección en segunda ronda de Cleveland para el draft 2019.
Y así, súbitamente, la era de Markelle Fultz en Filadelfia había terminado, de una forma muy distinta a la que cualquiera pudo imaginarse cuando comenzó.
Se suponía que el 19 de junio de 2017 sería el amanecer de una nueva era en Filadelfia.
En ese día, los 76ers acordaron un masivo canje con los Boston Celtics, entregando al tercer puesto de selección del draft de ese año y un futuro puesto en primera ronda a Boston a cambio del puesto de selección número 1. Así lo hicieron en Filadelfia a fin de hacerse con Fultz, el dinámico base proveniente de Washington que era percibido casi de forma unánime como el primer elegido en el draft y lo más importante, parecía ser una pieza que encajaría de manera ideal al lado de Joel Embiid y Ben Simmons, los dos otros jóvenes talentos que servían de ancla en el club.
Se suponía que dicho trío sería el encargado de llevar a los Sixers adelante durante la década siguiente y sería la base de una nueva potencia en la Conferencia del Este, sirviendo como la culminación de “El Proceso”, apodo dado al desmoronamiento sistemático de la franquicia hecho por el ex gerente general Sam Hinkie con el objetivo de acumular tantas piezas como fuera posible, búsqueda diseñada específicamente con la idea de adquirir jugadores de categoría similar.
Por el contrario, en vez de marcar el inicio de un nuevo día en Filadelfia, el 19 de junio de 2017 terminó representando el inicio de un agotador proceso de 20 meses en el cual Fultz pasó de ser el rostro de la franquicia a convertirse en un rostro pocas veces visto por el público. Este cambio llevó a los Sixers en una dirección muy distinta, una que rápidamente dejó atrás a Fultz.
En teoría, Fultz debió haber sido la persona perfecta para juntarse a Simmons y Embiid. Luego de ver jugar a Fultz durante su única temporada en la Universidad de Washington, un alto ejecutivo de la NBA lo comparó con Dwyane Wade. Con 6 pies, 4 pulgadas de estatura, largos brazos y máxima velocidad, Fultz era capaz de romper las defensivas rivales y llegar hasta el aro, podía armar jugadas para sus compañeros y demostró suficiente capacidad encestadora (convirtiendo el 41.2 por ciento de sus intentos de triples con promedio cercano a los cinco tiros por partido) para así compenetrarse de forma óptima con Simmons en la pista trasera de los Sixers.
Sin embargo, eso fue todo lo que Fultz terminó siendo en Filadelfia: un ejercicio teórico. Independientemente de los factores que causaron que su nivel de enceste le abandonara (y hay muchas teorías al respecto) sólo importa que eso ocurrió. Y cuando su nivel desapareció, también lo hizo Fultz. Éste se ausentó durante la vasta mayoría del torneo anterior y luego disputó apenas 19 partidos esta temporada antes de entrar en otro receso.
Ciertamente, en ocasiones se vieron algunos destellos del jugador que todos aspiraban ver, por ejemplo, cuando se convirtió en el primer adolescente en la historia de la NBA en registrar un triple-doble en la pasada campaña. No obstante, era más frecuente verlo envuelto en un halo de misterio, que obligó a los Sixers a responder una y otra pregunta, insistentemente, con respecto a Fultz y su estatus.
¿Jugará? ¿Asumirá la titularidad de poder jugar? ¿Su aptitud encestadora volvió? ¿Volverá alguna vez?
Mientras tanto, Simmons y Embiid irrumpieron juntos en la cancha y convirtieron a los Sixers en uno de los primeros cuatro equipos de la Conferencia del Este sin la presencia de Fultz. La combinación de sus talentos fue suficiente para sobreponerse de cierta manera al hecho de que Filadelfia esencialmente no consiguió nada en un jugador en el cual invirtió un significativo capital dentro del draft para hacerse específicamente con él.
Inicialmente, Filadelfia intentó cambiar esa situación durante esta temporada. En un intento de mostrar fe en Fultz, Brown lo incorporó al quinteto abridor en el inicio de temporada, rompiendo así con lo que había sido la mejor alineación de la NBA en la campaña 2017-18. Casi de forma inmediata, el plan fracasó.
Lo que comenzó siendo la titularidad de Fultz terminó siendo una titularidad de Fultz durante la primera mitad de los partidos antes del final de la pretemporada. Rápidamente se hizo evidente que, a pesar de haber trabajado en ese aspecto durante toda la temporada baja, la cesta en salto de Fultz no parecía haberse mejorado bajo ningún aspecto. Todas las pretensiones de que los Sixers podían ser el equipo con la capacidad de darle tiempo a Fultz para así permitirle reencontrarse desaparecieron a mediados de noviembre, cuando los Sixers pusieron sus fichas en el centro de la mesa para así hacerse con los servicios de Butler.
Fultz quedó fuera del quinteto abridor de manera definitiva en el debut de Butler, que ocurrió en Orlando el 14 de noviembre y terminó totalmente removido de la rotación al lunes siguiente, cuando T.J. Connell ayudó a maquinar una remontada en la segunda mitad contra los Phoenix Suns con Fultz presenciando desde la banca.
Esa fue la última vez que Fultz jugó con los Sixers.
Poco después, Fultz acudió a una serie de especialistas, fue diagnosticado con síndrome de abertura torácica e inició un programa de rehabilitación. Sin embargo, después de regresar a la banca, nunca hubo indicio alguno de que volvería a la rotación.
Quizás la era de Markelle Fultz en Orlando será diferente a la que vivió en Filadelfia. Siendo honestos, el Magic es prácticamente el lugar perfecto para Fultz en estos momentos. En vez de encontrarse debajo de un inmisericorde microscopio mediante el cual se analiza cada tiro y movimiento como un fracasado primer puesto de selección en Filadelfia, Fultz podría ser solamente un base suplente con el Magic, equipo que se encuentra lejos de la pelea por los playoffs en el Este y que prácticamente no cuenta con atención mediática.
La gerencia de Orlando, liderada por su presidente Jeff Weltman y el gerente general John Hammond, puede darse el lujo de ser paciente con su progreso. Steve Clifford, entrenador del Magic, tiene precisamente la mentalidad y temperamento apropiados para ayudar a que el juego de Fultz vuelva a la vida. Pero, más que todo, el Magic cuenta con tiempo suficiente para permitirle a Fultz solucionar su situación, para jugar y potencialmente, enderezar el camino.
El tiempo era una cosa que los Sixers no disponían. Al hacerse con Butler y Harris, Filadelfia pasó de ser un equipo con la mirada puesta en el futuro a uno completamente enfocado en el presente.
Markelle Fultz no iba a formar parte de ese presente y, por ende, no podía formar parte del futuro de Filadelfia.
Este jueves, los Sixers se aseguraron de que no lo fuese.