Nota del Editor: Este blog fue publicado originalmente el 8 de abril de 2014, en ocasión del 40º aniversario del HR 755 de Hank Aaron.

ATLANTA -- Durante la noche inaugural de la temporada en Turner Field, el martes, las Grandes Ligas y los Bravos de Atlanta realizaron una merecida y oportuna ceremonia para celebrar el 40 aniversario del jonrón 715 de Hank Aaron, uno de los personajes más emblemáticos e importantes de la historia moderna del béisbol.

En la ceremonia, legitimada por el gobierno del béisbol con la presencia del comisionado Bud Selig, el presentador, Peter Van Wieren, el ex narrador de 33 años de los Bravos, presentó a Aaron como "el rey real de los jonrones" y un poco más tarde Terry McGuirk, principal oficial ejecutivo de los Bravos, agregó: "Aaron estableció el récord de jonrones a la manera antigua y por eso siempre será el rey de los jonrones de todos los tiempos".

En un encuentro breve con la prensa alrededor de la tercera entrada del partido entre los Mets de Nueva York y los Bravos, a Selig le preguntaron sobre la frase "el rey real de los jonrones" para describir a Aaron. "Yo mismo he dicho eso. Y lo voy a dejar ahí", dijo Selig.

Aaron se convirtió en el rey de los jonrones la noche del 8 de abril de 1974 en el Atlanta Stadium, cuando sacó la bola del parque contra Al Downing, de los Dodgers de Los Ángeles, para quebrar el empate, con 714, que tenía con el legendario Babe Ruth en el liderato de cuadrangulares de todos los tiempos.

Ruth había ostentado el liderato más adorado de los deportes profesionales de Estados Unidos desde 1921, cuando desplazó a Roger Connor, quien tuvo 138 jonrones en 18 temporadas entre 1880 y 1897. Hay que notar que esa fue apenas la tercera temporada para Ruth como un jugador ofensivo de casi tiempo completo, luego de pasar más tiempo como lanzador en los primeros cinco años de su carrera.

Aaron, quien actualmente tiene 80 años de edad y lidia con una lesión de cadera, tiene méritos para competir en la discusión de mejor bateador de la historia. En 23 temporadas bateó .305 con 3,771 hits (incluyendo 755 jonrones y 624 dobles), 2,297 carreras impulsadas y 2,174 anotadas. Fue convocado a 25 Juegos de Estrellas -- incluyendo los dos de cada año entre 1959 y 1962 -- y electo al Salón de la Fama con un 98% de votos posibles en 1982.

En el 2001 el presidente Bill Clinton le otorgó la Medalla Al Ciudadano y en el 2002 el presidente George W. Bush le entregó la Medalla de la Libertad, el más alto honor que se le puede conceder a un civil en Estados Unidos. Grandes Ligas premia al mejor bateador de cada liga anualmente con el Premio Hank Aaron.

Por la forma estoica con que manejó el cruel y salvaje racismo de que fue objeto desde que comenzó a jugar el deporte -- debutó en las ligas menores en 1952, cinco años después de que Jackie Robinson quebrara la barrera racial -- pero más especialmente mientras se acercaba al récord de Ruth -- las amenazas de muerte eran su pan de cada día -- Aaron es una montaña de dignididad en una sociedad universal carente de genuinos modelos a seguir.

Una verdadera leyenda. Un grande entre los grandes, dentro y fuera del terreno. Uno de los mejores exponentes que ha tenido el béisbol. Un simbolo para pasadas, actuales y futuras generaciones. Pero, lamentablemente, no es el rey de los jonrones.

De acuerdo a los registros oficiales de la oficina del comisionado de Grandes Ligas, que hasta enero dirigirá Selig, el líder de jonrones de todos los tiempos es Barry Bonds, con 762 en 22 años de carrera. Igualmente, el récord de vuelacercas para una temporada le pertenece a Bonds, con los 73 que bateó en el 2001.

Bonds impuso el récord de un año, eclipsando los 70 que había pegado Mark McGwire en 1998 durante la célebre "Batalla de Jonrones" con el dominicano Sammy Sosa, quien conectó 66 ese año. McGwire (65) y Sosa (63) en 1999 y Sosa (64) en 2001 volvieron a superar la marca anterior de 61, que puso Roger Maris en 1961.

Como muchos saben, Bonds fue el centro de una investigación federal a BALCO, un laboratorio de San Francisco que fue encontrado culpable de distribuir sustancias para mejorar el rendimiento entre deportistas de diferentes disciplinas. El mismo Bonds fue llevado a la justicia por perjurio y obstrucción de la justicia por su testimonio ambiguo del caso.

McGwire y Sosa también fueron sospechosos de usar sustancias para mejorar el rendimiento e incluso McGwire lo confesó años despues de su retiro.

"Para mí es Hank Aaron. Sin meternos en controversias, hasta que las dudas [alrededor de Bonds] se limpien o se aclare un poco más la cosa, hay que seguir considerando que Hank Aaron es el Rey de los Jonrones", dijo Fredi González, el manager cubano de los Bravos.

"¿Es Aaron el líder de jonrones? Cuando estaba creciendo sí, pero más adelante lo sobrepasaron, y esa es la realidad para mí. Así es", dijo Curtis Granderson, el nuevo jardinero de los Mets.

Granderson dió en el clavo. Los libros oficiales de Grandes Ligas siguen teniendo a Bonds como el número uno en la lista de jonroneros de la historia. Cuando Selig y la organización que dirige deciden ignorar esos números, promocionando como "oficial" una cifra inferior, le hacen un flaco servicio a la historia y causan confusión entre los aficionados, especialmente los más jóvenes.

Hank Aaron es un héroe viviente y Bonds es uno de los peloteros grandes más aborrecidos de la historia. Pero eso no cambia el hecho de que Bonds, no Aaron, es el rey de los jonrones.

Y lo seguirá siendo, al menos hasta que Grandes Ligas no tome una medida revolucionaria que saque de los libros a los usuarios/sospechosos de usar sustancias, algo difícil por lo poco práctico de ejecutar.

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Cuando las Grandes Ligas de béisbol (MLB) se lanzaron a la aventura de jugar una temporada en medio de la pandemia del coronavirus, que solamente en Estados Unidos ha matado a 155 mil personas, todos los involucrados sabían que para llevarla a cabo se requerirían de una gran voluntad y mucha responsabilidad.

Tomando en cuenta la naturaleza del COVID-19 --un microorganismo escurridizo que se burla de la comunidad científica del planeta cambiando constantemente su comportamiento-- y la inexistencia de una vacuna, la oficina del comisionado elaboró un detallado 'Manual de Operaciones 2020' de más de cien páginas que regula cada aspecto, incluyendo el comportamiento de jugadores y coaches, dentro y fuera del terreno.

Desde que se convocó a una segunda fase de entrenamientos en julio hasta hoy, cuando entramos a la segunda semana completa de la temporada regular de 60 juegos, una abrumadora mayoría de los participantes ha tenido un comportamiento ejemplar en los esfuerzos por controlar y evitar la propagación del coronavirus.

Lamentablemente, el germen no necesita de muchos errores y descuidos para reproducirse a la velocidad de la luz y contaminar todo a su paso. Basta con que se descuide una sola persona para que todo el esfuerzo de millares se vaya por la alcantarilla.

Primero tuvimos a los Miami Marlins, que --tras su primera serie del año,  tres juegos en Filadelfia del 24 al 26 de julio-- fueron afectados por un brote de coronavirus que contagió a más de la mitad de su roster activo, le impidió jugar por una semana y, de paso, produjo un efecto en cadena que tocó al menos a otras cuatro organizaciones y obligó a la MLB a posponer alrededor una buena cantidad de encuentros y a reformular el calendario original de juego.

Casi inmediamente, miembros de los St. Louis Cardinals comenzaron a dar positivo a las pruebas regulares que están haciendo las Grandes Ligas este año y debieron suspender la serie que jugarían en el fin de semana contra los Milwaukee Brewers en el Miller Park.

Tanto la investigación del comisionado sobre el caso de los Marlins, así como las denuncias preliminares en redes sociales sobre los Cardinals apuntan a que el descuido y relajamiento del Manual de Operaciones 2020 jugó un rol importante, aunque no necesariamente el único, en las primeras dos crisis importantes que ha debido enfentar una temporada que se juega en condiciones extremadamente adversas.

Una temporada, que para el colmo, no dispone de muchos días para reprogramar juegos pospuestos. Ésa fue una de las razones por las que MLB y la Asociación de Peloteros de Grandes Ligas (MLBPA) se pusieron de acuerdo para reducir a siete entradas los juegos de las necesarias doble tandas que deberán celebrarse para que la mayoría de clubes juegue la mayoría de sus 60 juegos de calendario en los 66 días hábiles.

El viernes, citando fuentes anónimas, ESPN reportó que el comisionado Rob Manfred había informado a Tony Clark, el director ejecutivo de MLBPA, que si el deporte no hace un mejor trabajo en el manejo del coronavirus, podría verse obligado a cancelar la temporada.

Al día siguiente, Manfred informó a ESPN que se mantenía confiado en que la temporada 2020 pueda continuar y que, ahora mismo, no hay ninguna razón para pensar en detener el torneo.

"Estamos jugando", dijo Manfred a Karl Ravech. "Los jugadores necesitan ser mejores, pero en general no soy alguien quien renuncia, y no hay razón para renunciar ahora. Debemos ser fluidos, pero es manejable", agregó el primer mandatario del béisbol estadounidense.

Las cifras generales avalan a Manfred, los equipos, jugadores, coaches y personal que labora alrededor de los clubes: En el reporte conjunto de pruebas y monitoreo de salud de la MLB y la MLBPA del viernes se informó que la semana pasada se realizaron 11,895 pruebas y apenas 29 (20 jugadores y nueve otros empleados) dieron positivo, para un 0.2% de nuevos positivos. De los 29 positivos, 21 fueron de un mismo equipo, presumiblemente los Marlins.

El reporte destacó, además, que hasta el jueves de la semana pasada se habían realizado 40,783 pruebas y que 58 habían encontrado rastros del COVID-19, un 0.1% de positivos. Solamente 42 de esos casos involucró a peloteros, de los rosters regulares y de los entrenamientos alternos.

En sentido general, los números son positivos. Pero de nuevo, una manzana podrida puede dañar toda la canasta, especialmente con un virus que se ufana de ser incontrolable en un ciento por ciento.

Hasta ahora, cerca de una veintena de jugadores, incluyendo los jardineros Lorenzo Cain y Yoenis Céspedes y el lanzador Francisco Liriano en el fin de semana, optaron por no jugar en medio de la pandemia.

El hecho de que algunos peloteros hayan violado las recomendaciones, poniendo en peligro a sus compañeros, podría provocar un aumento en las deserciones. Eso es algo que está por verse.

Lo que sí está bien claro es que para llevar a feliz término esta temporada especial, todas las partes involucradas tendrán que hacer su mayor esfuerzo, pero sobretodo tener gran voluntad y mucha responsabilidad.

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"¿Quieres buenas noticias de béisbol? Acabo de escuchar de múltiples fuentes que el 10 de junio comenzará Spring Training 2. El 1 de julio será el día de apertura y todos los equipos jugarán en sus propios estadios": Trevor Plouffe, ex pelotero de MLB y actual comentarista, el lunes en su cuenta de Twitter.

El comentario de Plouffe ocurrió después que el periódico Tampa Bay Times reportara, el sábado, que el último plan de la oficina del comisionado de Grandes Ligas (MLB) apuntaba a estar jugando pelota para los últimos días de junio o los primeros de julio, dentro de un sistema divisional que favorecería los encuentros entre equipos más cercanos entre ellos y que los partidos se celebrarían en los estadios regulares de MLB.

En otras condiciones, estaríamos celebrando el comentario de Plouffe y el reporte del rotativo tampeño como indicativos irreversibles de que ya finalmente está aclarado el panorama para arrancar la temporada del 2020, detenida desde hace casi dos meses en un limbo por la pandemia del coronavirus.

Pero la realidad es que en la primera semana de mayo, nadie, ni aún el comisionado Rob Manfred o el director ejecutivo de la Asociación de Peloteros de las ligas mayores (MLBPA), Tony Clark, los dos personajes más poderosos de la industria, saben a ciencia cierta cuando se cantará el primer "playball" este año, o incluso si tendremos temporada de pelota en el 2020.

"La incertidumbre es el desafío, lo desconocido es el desafío", dijo Clark el martes a Marly Rivera en una larga conversación publicada por ESPN.

Desde que el coronavirus forzó al béisbol estadounidense a suspender sus operaciones el 12 de marzo, varias ideas de una temporada especial han circulado por los medios, ávidos de mantener al día a los ansiosos aficionados del pasatiempo nacional.

El primer plan, revelado por ESPN en la primera semana de abril, planteó la posibilidad de que MLB jugara todos sus partidos en Arizona.. Los partidos, sin público, se jugarían en estadios de entrenamientos y el Chase Field de los Arizona Diamondbacks.

Los jugadores, el cuerpo técnico y otro personal esencial serían secuestrados en los hoteles locales, donde vivirían en un relativo aislamiento y viajarían solo hacia y desde el estadio.

Posteriormente, el USA Today reportó la posibilidad de realinear las ligas mayores en tres divisiones de 10 equipos para jugar en Arizona, Florida y Texas. El Minute Maid Park de Houston y el aún sin estrenar Globe Life Field de los Texas Rangers albergarían los encuentros en el estado de la estrella solitaria.

Esas y muchas otras ideas que se han tirado sobre la mesa estarían sujetas, después de ser aprobadas por los dueños de equipos y la MLBPA, al visto bueno de los gobiernos federales, estatales y locales y los funcionarios de salud encargados de supervisar las actividades de la nación más afectada del mundo por el coronavirus.

Hasta el martes, cuando una gran porción del país debería estar celebrando la fiesta mexicana del 5 de mayo-- en conmemoración del triunfo de México contra Francia en la Batalla de Puebla de 1862-- Estados Unidos tenía cerca de la tercera parte de los más de 3,6 millones de contagiados y 69 mil de los 252 mil fallecimientos por coronavirus en el globo. Solamente en el estado de Nueva York se habían registrado 25 mil fallecimientos, casi la misma cantidad que en España y Francia.

El presidente Donald Trump y los gobernadores de algunos estados han mostrado disposición de reactivar el aparato productivo de la nación, incluyendo las industrias del deporte y el entretenimiento, y en ese sentido, la MLB solamente espera un pitazo de la Casa Blanca para armar un plan definitivo para regresar, incluso si es bajo un estricto protocolo de distanciamiento social.

Pero ni la señal del gobierno ha ocurrido ni Manfred ha mandado una propuesta concreta al sindicato de los peloteros para aprobar el regreso al campo.

"No sé si todavía existe un plan definitivo", dijo Clark.

"Continuamos hablando con expertos para considerar de la mejor manera posible los múltiples desafíos logísticos que implicarían regresar a jugar bajo lo que está pasando, bajo el ambiente de lo que está sucediendo. A menos que o hasta que recibamos una verdadera propuesta que podamos estudiar, todo lo que hay en este momento es simplemente conjetura", agregó.

Esa es la realidad. Los que dirigen el negocio del béisbol tienen la esperanza de que Grandes Ligas pueda celebrar una temporada en el 2020, pero ahora mismo nadie sabe con certeza cuando comenzaría.

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Ahora que estamos en cuarentena y disponemos de mucho tiempo (en realidad más del que quisiéramos) para invertirlo en esos pequeños placeres que construyen nuestras existencias, decidimos hacer un pequeño aporte para ayudar a combatir el fastidio por el encierro forzado debido al coronavirus.

Hemos armado una lista de 13 películas de béisbol que no deberían faltar en la agenda de un aficionado, de la pelota y del séptimo arte. Advertencia: Nuestra lista no necesariamente está basada en las preferencias universales (por ejemplo, "Moneyball" y otras películas bien populares de años recientes, que aunque nos gustan, no entraron en primeras 13) ni en los montos de sus presupuestos o fama de sus actores.

Sin más preámbulos, estas son mis recomendaciones de películas/documentales de béisbol para ver en estos días de encierro.

1. "Baseball"

La alabada miniserie documental de Ken Burns de 1994 es una joya con un lugar en el Salón de la Fama del béisbol. No es una película dramatizada. Es la historia viva del juego, recreada con videos y fotos y voces originales, cubriendo desde el nacimiento del deporte ya regulado hasta la década de los 90.

La serie de nueve "innings" (episodios) fue estrenada originalmente en PBS, la cadena pública de TV de Estados Unidos. Está disponible en algunos servicios de transmisión en línea y en DVD. Si quieren ver testimonios originales de Ty Cobb, Babe Ruth, Lou Gehrig, Jackie Robinson y todos los que construyeron la historia del juego, "Baseball" es lo ideal. Además, los nueve innings duran casi 19 horas, suficiente, para llenar el gran vacío de pelota que padecemos actualmente.

2. "Field of Dreams"

La película de 1989 es una adaptación de la novela "Shoeless Joe" (sobre Joe "Descalzo" Jackson"), el gran jugador de los Chicago White Sox que fue expulsado de por vida del béisbol por haber guardado silencio sobre la trama de algunos compañeros para vender la Serie Mundial de 1919 a los apostadores.

En la película, el fantasma de Jackson suplica a un granjero en bancarrota que construya un diamante de béisbol en su maizal para volver a jugar, junto a otros fantasmas en pena, incluyendo el padre del protagonista.

"Field of Dreams", protagonizada por Kevin Costner, James Earl Jones y Ray Liotta , es un drama que mezcla la fantasía con la historia y con la melancolía. Apta para toda la familia. Son dos horas bien invertidas.

3. "Eight Men Out"

Siguiendo con el tema del escándalo de los "Medias Negras" de 1919 y la venta de la Serie Mundial, "Eight Men Out" de 1988 cuenta la historia de las razones que llevaron a las principales estrellas de Chicago a aceptar la propuesta del mafioso judío neoyorkino Arnold Rothstein para dejar ganar a los Cincinnati Reds. Bien hecha, la película, llena su cometido.

4. "The Pride of the Yankees"

El Orgullo de los Yankees es acerca de Lou Gehrig, quien murió a los 37 años, víctima de la esclerosis múltiple (ALS o simplemente "El Mal de Gehrig"). "El Caballo de Hierro" fue interpretado magistralmente en la película de 1942 (sí, en blanco y negro) por el gran Gary Cooper, quien parecía un hermano gemelo del inicialista de los Yankees.

El gran Babe Ruth haciendo el papel de Babe Ruth es un plus difícil de ignorar, lo que da a "The Pride of the Yankees" un extraordinario valor agregado.

5. "Cobb"

Tommy Lee Jones hace el papel de Ty Cobb, quien según la película de 1994 (y muchos otros testimonios) era tan despreciable como ser humano como lo buen bateador que era. La película se centra en la relación de un anciano Cobb con el periodista deportivo Al Stump, al que contrató para escribir su autobiografía oficial.

Cobb tenía problemas con todos los otros seres humanos y no tiene ningún problema en admitirlo. Tremenda actuación de Jones y muy buena película.

6. "Brooklyn Dodgers: Ghosts of Flatbush"

El documental de HBO Sports del 2007 es una joya, especialmente para los que tienen fascinación por la historia de los Dodgers y su mudanza de Brooklyn (Nueva York) a los Angeles, la llegada de Jackie Robinson a las Grandes Ligas y la agonía de los Dodgers como franquicia y Brooklyn como barrio frente a los poderosos Yankees del Bronx en la Serie Mundial.

El triunfo de los Dodgers sobre los Yankees en 1955 (que fue el único título de Brooklyn), la vida de los jugadores viviendo en el mismo barrio al que representaban, los aficionados más rabiosos, la negativa de la ciudad para construir un nuevo estadio y todo lo que provocó la mudanza a California formar parte de documental, narrado por el actor Liev Schreiber.

7. "42"

La historia de como Branch Rickey (Harrison Ford), uno de los dueños de los Dodgers de Brooklyn, identificó a Jackie Robinson (Chadwick Boseman) como el afroamericano ideal para aguantar todo lo que enfrentaría mientras quebraba la barrera racial.

La película del 2013, además de la hazaña, los obstáculos que enfrentó y la vida personal de Robinson, también destaca el rol del cronista deportivo afroamericano Wendell Smith en uno de los capítulos más importantes de la historia moderna de Estados Unidos.

8. "Don't Look Back: The Story of Leroy ´Satchel´ Paige"

No es muy popular y fue hecha para la televisión, pero es una película llena de imágenes y anécdotas que ayudan a conocer un poco que tan bueno fue Satchel Paige y que tan buenos eran los mejores jugadores de las Ligas Negras, impedidos de jugar en Grandes Ligas por la barrera racial.

El capítulo de Paige y el poderoso receptor Joshua Gibson jugando con los Dragones de Ciudad Trujillo (así llamaban a la capital de República Dominicana cuando el país era una finca del sanguinario dictador Rafael Truillo) en 1937 es una delicia.

Louis Gossett Jr. hace el papel del Paige, quien debutó en Grandes Ligas a los 42 años, apareció en dos Juegos de Estrellas (con 45 y 46) y lanzó tres entradas con los Atléticos de Kansas City en 1965, cuando tenía 58 años.

9. "A League of Their Own"

Geena Davis actuando como catcher y gran bateadora, Madonna de jardinera central y el gran Tom Hank de manager borracho, es una combinación espectacular.

La película de 1992 recrea la liga femenina "All-American Girls Professional Baseball League (AAGPBL)" que fue creada en 1943 en medio de la incertidumbre que representó la II Guerra Mundial para el béisbol de Grandes Ligas y sus clubes afiliados en ligas menores.

La historia, aunque dramatizada, es sobre un hecho real que muchos pretenden ignorar: Las mujeres tuvieron su propia liga profesional por una década (1943-1954) y fue tan buena, que en la temporada de 1948 se acercó al millón de aficionados.

10. "Major League"

¿Quién no adora al convicto convertido en lanzador Rick "La Cosa Loca" Vaughn (Charlie Sheen) o al toletero y santero cubano Pedro Cerrano (Dennis Haysbert) de los imaginarios Cleveland Indians que vencieron a los Yankees en un importante playoff?

La película de 1992, dirigida por David S. Ward, es ligera y muy divertida.

11. "The Natural"

Una de las películas de béisbol que más alabanzas ha recibido de los críticos, principalmente por el elenco estelar que reunió (incluyendo al director Barry Levinson y los protagonistas Robert Redford, Glenn Close, Robert Duvall y Kim Basinger). Una buena novela bien hecha de un gran jugador ficticio.

12. "Bull Durham"

La película de 1988 tiene de protagonista a Kevin Costner, un habitual haciendo de beisbolista en la pantalla. Recrea la situación de un veterano receptor de ligas menores enviado a lo más bajo del sistema para lidiar con un lanzador joven, talento y muy desubicado. Es una comedia romántica que se deja ver.

13. "Sugar"

La película del 2008 es mejor de lo que muchos (que no la han visto) podrían suponer.

"Sugar", dirigida por Anna Boden y Ryan Fleck, pone en pantalla la realidad de la mayoría de prospectos caribeños que buscan alcanzar sus sueños de salir de la pobreza a través de la pelota.

El pelotero Miguel "Sugar" Santos (Argenis Pérez Soto), nativo de San Pedro de Macorís, encarna la lucha por sobrevivir en el béisbol en un gran país (Estados Unidos) con lenguaje y cultura diferentes y luego adaptarse a la gran comunidad de Nueva York, a donde se va una vez fue descartado como pelotero.

Una muy buena película, bien hecha y muy ajustada a la realidad que viven los chicos latinos, no tanto los pocos que llegan a las ligas mayores, sino los muchos que se quedan en el camino y, muchas veces, prefieren quedarse en Estados Unidos, incluso ilegalmente.
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"La mejor cosa posible en el béisbol es ganar la Serie Mundial. La segunda mejor cosa es perder la Serie Mundial": Tom LaSorda, quien ganó en dos de cuatro visitas al clásico de otoño de Grandes Ligas (MLB) en 21 años como manager de los Los Angeles Dodgers y un miembro del Salón de la Fama de Cooperstown desde 1997.

Básicamente, el razonamiento de LaSorda es que si no gana el clásico de otoño, haber estado en el lado perdedor del evento es lo mejor que le puede pasar a un equipo, jugador o entrenador en las Grandes Ligas. Tomando en cuenta que a la Serie Mundial, el evento anual más importante del béisbol, solamente llegan dos, entonces el planteamiento de LaSorda es irrebatible.

Pero en una actividad en la que el ganar o perder tiene un rol trascendental en definir la imagen final de los individuos que la realizan, conquistar la Serie Mundial es el premio mayor y el ingrediente que valida el enorme sacrificio que requiere competir a alto nivel por largo tiempo en las ligas mayores.

En la historia de la Serie Mundial, más de 50 jugadores han formado parte de al menos cinco campeones, alrededor de 25 estuvieron con seis ganadores, 12 participaron en siete celebraciones, seis en ocho títulos y dos en nueve rosters de campeones. El récord pertenece al receptor miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, Yogi Berra, quien fue parte de 10 equipos de los New York Yankees que obtuvieron el campeonato.

Al mismo tiempo, decenas de grandes jugadores, entre ellos muchos con placas en el Salón de la Fama, ganaron muchos premios individuales, amasaron grandes fortunas e impusieron sonoros récords, pero dejaron el juego sin saborear el dulce néctar de la victoria en el clásico de clásicos. Algunos ni tuvieron la dicha de estar en el lado perdedor.

Usando la versión Baseball-Reference de la estadística de WAR (Wins Above Replacement o Victoria Sobre Nivel Reemplazo) como referencia, armamos una lista de los 15 mejores jugadores de posición que nunca ganaron la Serie Mundial, desde que el evento fue creado en 1903.

Como se sabe, la estadística WAR intenta resumir en una cifra toda la contribución del jugador en el terreno de juego, por lo tanto es una herramienta adecuada, aunque no necesariamente la definitiva, para este tipo de ejercicio.

Por supuesto, el mejor jugador de todos los tiempos que nunca celebró un título es alguien que entra de lleno en la discusión cuando tratamos de determinar quién ha sido el mejor exponente en la historia de Grandes Ligas: Barry Bonds.

Bonds, un ganador de siete premios Jugador Más Valioso, el rey de los jonrones y el líder de WAR (162.8) por producción ofensiva (Babe Ruth tuvo 182.5 como bateador y lanzador), ayudó a que sus equipos avanzaran a la postemporada en siete oportunidades, pero solamente apareció en una Serie Mundial en su carrera de 22 años.

En el 2002, Bonds bateó .471 (17-8) con cuatro jonrones y 13 boletos gratis en 30 apariciones al plato, pero no pudo impedir que los San Francisco Giants cayeran en siete juegos ante los Los Angeles Angels. En sentido general, el jardinero izquierdo bateó .245 con nueve jonrones y 24 carreras producidas en 48 juegos de postemporada con Pittsburgh Pirates y San Francisco.

Bonds, quien ha debido cargar con el estigma que produjo su relación al mundo del dopaje, quedó corto del 75% de votos necesarios para ser electo al Salón de la Fama en sus primeros ocho años en la boleta de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA).

Bonds nunca violó el programa antidopaje del béisbol, pero fue enjuiciado por mentir a un gran jurado que investigó al laboratorio BALCO de Victor Conte por suministrar drogas prohibidas a atletas, incluyendo peloteros.

Ty Cobb, el líder de bateo de todos los tiempos (.366 en más de tres mil juegos), estuvo del lado perdedor, con los Detroit Tigers, en tres ediciones consecutivas de la Serie Mundial (1907-1909). Cobb, uno de los miembros de la primera promoción del Salón de la Fama, pegó más de 4,000 hits y acumuló 151.0 WAR en su carrera de 24 años como jardinero en la MLB.

El grandioso Ted Williams, quien logró dos veces la Triple Corona del bateo y lidera Grandes Ligas de por vida con un porcentaje de alcanzar bases de .482, jugó 19 temporadas en un período de 22 años (pasó tres años en la II Guerra Mundial) en el medio de "La Maldición del Bambino" que afectó a los Boston Red Sox por casi nueve décadas.

Williams bateó .344 con 521 jonrones en 2,292 partidos de serie regular, pero solo .200 con una carrera remolcada en su única aparición en la Serie Mundial, en 1946. En esa serie, Boston tomó la delantera tres veces (1-0, 2-1 y 3-2), pero terminó cayendo en siete juegos ante los St. Louis Cardinals.

A Bonds, Cobb y Wllliams siguen el intermedista Nap Lajoie (107.3 WAR), el intermedista Nap Lajoie (107.3), el jardinero Carl Yastrzemski (96.4), el antesalista dominicano Adrián Beltré (93.6), el patrullero central Ken Griffey Jr. (83.8), el 2B/1B Rod Carew (81.3), el inicialista Jeff Bagwell (79.9); los torpederos Arky Vaughan (78.0) , Robin Yount (77.3) y Luke Appling (77.1); el jardinero Sam Crawford (75.3) y Paul Waner (73.9) y el infielder Jim Thome (72.9).
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De Michael Jordan haber tenido un éxito instantáneo en su aventura de 1994, el béisbol habría ganado un probable jardinero sustituto del montón y el baloncesto habría perdido a su figura más importante de todos los tiempos.

Gracias a Dios, el paso de Jordan por la pelota fue efímero, permitiendo que pudiera regresar al basket y completar una de las carreras más extraordinarias que ha tenido atleta alguno en la historia del planeta Tierra.

Michael "Air" Jordan había garantizado un lugar en el Salón de la Fama del Baloncesto y un puesto entre los mejores de todos los tiempos en la liga profesional estadonidense de baloncesto (NBA) cuando anunció un inesperado retiro del juego a los 30 años de edad en octubre de 1993, menos de tres meses después de que su padre, James Jordan, fuera asesinado.

En nueve temporadas en la NBA, Jordan había acumulado nueve selecciones al Juego de Estrellas, siete títulos de anotación, tres premios de Jugador Más Valioso (MVP) y su equipo, los Chicago Bulls, habían ganado las últimas tres finales de la liga, venciendo a los Los Angeles Lakers, Portland TrailBlazers y Phoenix Suns. En cada una de esas finales, Jordan fue el MVP.

Jordan, quien había ganado un título nacional universitario con North Carolina en 1982 y fue parte del histórico "Dream Team" orginal de Estados Unidos que aplastó a todos sus rivales en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, estaba en la cima del mundo cuando dejó el basket y firmó un contrato de ligas menores con los Chicago White Sox, en 1994, para comenzar una carrera profesional en un segundo deporte.

La firma de Jordan con los White Sox se produjo 10 días antes de cumplir los 31 años, una edad en la que la mayoría de los peloteros están a la mitad o cerca del final de sus carreras. En ese punto de su vida, para llegar a jugar en las Grandes Ligas, incluso si era Jordan, un pelotero está obligado a quemar etapas más rápido de lo acostumbrado.

A diferencia del baloncesto o el fútbol americano, el béisbol profesional tiene un sistema de desarrollo que incluye muchas repeticiones en varias capas de las ligas menores antes de dar el salto al nivel superior. Desde que MLB tiene un sorteo colegial para reclutar el talento doméstico (1965 en adelante) solamente 21 jugadores aparecieron en Grandes Ligas sin pasar por las fincas. Apenas dos (Xavier Nady en el 2000 y Mike Leake en el 2010) en un cuarto de siglo.

Además de baloncesto, Jordan jugó béisbol y fútbol americano en la escuela secundaria, pero siempre tuvo claro que sus mejores oportunidades de alcanzar el estrellato estaban en el deporte del aro y el balón y eso fue lo que hizo por tres años en North Carolina, antes de ser seleccionado por los Bulls con el tercer pick (detrás de los Houston Rockets, que escogieron a Hakeem Olajuwon, y Portland, que prefirió a Sam Bowie) del draft de la NBA de 1984.

Los White Sox invitaron a Jordan a los entrenamientos primaverales y posteriormente lo asignaron a los Birmingham Barons, su sucursal de la Liga del Sur, categoría Doble A, para que arrancara su nueva carrera.

Desde el punto de vista positivo para Jordan, comenzaba su aventura en la mitad de la escalera que lleva a las Grandes Ligas, pero el lado negativo era que tendría que empezar enfrentando al mejor talento puro que tiene el béisbol en los niveles básicos.

Más allá del impacto mediático de tener al atleta más popular de su era haciendo el intento de dominar un nuevo deporte, en un ambiente diametralmente opuesto al lujo y las comodidades que tenía en el baloncesto profesional, al final del día, Jordan sería evaluado en el béisbol por su desempeño en el campo y su nivel con respecto a la competencia.

Pese a que trabajó como un obrero, que se integró humildemente al grupo de jugadores de los Barons que lo miraban como si fuera Jesucristo resucitado, la realidad es que Jordan se estrelló contra un muro en su intento de ser pelotero.

El jardinero bateó .202 (436-88) con 21 extrabases (3 jonrones), 30 bases robadas, 51 carreras impulsadas y 46 anotadas en 127 juegos. Se ponchó 114 veces y tuvo terribles porcentajes de OBP (.289), Slugging (.266) y OPS (.556).

Para ser su primera experiencia en un deporte tan difícil, se podría considerar como aceptable el desempeño. Pero Jordan no era un niño latinoamericano de 17 años viajando por primera vez a Estados Unidos y en proceso de adaptación. Para un súper atleta, acostumbrado a dominar desde muy joven, debió ser una experiencia extenuante, a veces frustrante.

Aunque la huelga de jugadores que detuvo la temporada de Grandes Ligas en agosto de ese año no afectó a los torneos de ligas menores (Birmingham quedó en el sótano de la División Oeste con récord de 65-74, mientras que Huntsville Stars, entonces afiliado a Oakland Athletics, fue el campeón de la Liga de Sur), sí tuvo un impacto en la decisión de Jordan de abandonar sus planes en la pelota.

En la primavera de 1995, los peloteros de MLB seguían en huelga y los dueños de equipos decidieron convocar a entrenamientos a sus jugadores de ligas menores (solo los que están en roster de 40 son miembros del sindicato de peloteros) y una pila de sustitutos rompehuelgas. Para evitar convertirse en un esquirol, Jordan, quien seguía cobrando salario de NBA con los Bulls, que pertenecían al mismo dueño de los White Sox, dejó el béisbol y regresó al baloncesto.

Lo que siguió fue que Jordan guió a los Bulls a otros tres títulos consecutivos (1995-98) y agregó otros tres lideratos de anotación en los siguientes cuatro años y acudió otras cuatro veces al Juego de Estrellas hasta su adiós definitivo al juego que inventó James Naismith en 1891 y que el neoyorkino revolucionó un siglo después. El regreso transformó a la estrella en la leyenda.

¿Qué tal si Jordan hubiera tenido un mejor desempeño en el plato en 1994 y alcanzaba las Grandes Ligas en algún momento de la temporada de 1995 y no regresaba inmediatamente al baloncesto?

¿Y si Jordan no se hubiera dado la oportunidad de agregar a su carrera en el baloncesto la mitad de sus seis campeonatos y otras conquistas individuales que logró en 15 temporadas? ¿Existiría una discusión entre Jordan y Lebron James o entre Jordan y Wilt Chamberlain, Kareem Abdul-Jabbar, Magic Johnson, Bill Russell y otros, por el puesto de #1 en la historia de la NBA?

Gracias a Dios, Jordan fracasó en el béisbol y no tenemos que responder esas preguntas.
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Como es lógico, una industria que mueve alrededor de once mil millones de dólares anuales como el béisbol de Grandes Ligas de Estados Unidos (MLB) no puede quedarse de brazos cruzados en medio de un paro forzado como consecuencia de la pandemia del coronavirus.

Además de jugadores y entrenadores, la empresa MLB tiene en su nómina a decenas de mentes brillantes cuyo único oficio es solucionar problemas, controlar crisis y crear planes para minimizar daños y reducir pérdidas.

Con eso en mente, no es nada extraño que mientras el país observa una cuarentena obligatoria para tratar de frenar la propagación de la peor plaga que ha enfrentado el planeta en las primeras décadas del tercer milenio, los estrategas de las ligas mayores estén sometiendo propuestas que permitan celebrar en condiciones precarias algún tipo de temporada de béisbol en el 2020.

No sería exagerado suponer que es muy probable que al menos un par de decenas de ideas hayan sido mencionadas durante esas reuniones virtuales que ha mantenido el comisionado Rob Manfred con su equipo de colaboradores desde que, hace un mes, MLB cerró sus operaciones y suspendió indefinidamente el inicio de la temporada.

"El único real plan que tenemos es que no volveremos a jugar béisbol hasta que no haya ningún riesgo a la salud pública de nuestros jugadores, nuestros empleados y nuestros aficionados", dijo Manfred el martes a Fox News.

"Ahora mismo estamos en el juego de esperar, barajando diferentes escenarios y planes de contingencia, pero la clave de todo es la mejoría de la salud pública", agregó el comisionado.

Por supuesto, algunas de las sugerencias y escenarios que se han planteado, murieron antes de nacer, mientras que otras se mantuvieron por días en una carpeta, antes de ser asesinadas con el bolígrafo rojo de Manfred. Un par llamaron la atención, al menos como para ganarse el honor de colarlas a la prensa y someterlas al escrutinio público.

OPERACIÓN ENCIERRO EN EL DESIERTO

De acuerdo al plan revelado por ESPN, los 30 equipos de las ligas mayores jugarían en estadios sin fanáticos en el área de Phoenix, incluido el Chase Field de los Arizona Diamondbacks y una decena de instalaciones de entrenamiento primaverales.

Los jugadores, coaches, árbitros y personal esencial (encargados del terreno, cuerpos de seguridad, ejecutivos, evaluadores y periodistas, entre otros) serían secuestrados en los hoteles locales, donde vivirían en un relativo aislamiento y viajarían solo hacia y desde el estadio por cerca de cuatro meses.

Ese proyecto, que cuenta con el apoyo de las autoridades federales de salud, incluiría una breve fase de entrenamientos y el día inaugural ocurriría en algún momento de mayo.

PROYECTO CACTUS Y TORONJAS

De acuerdo al periódico USA Today, una opción que baraja Grandes Ligas es la de mantener a todos los equipos en sus sedes naturales de entrenamientos primaverales, en Arizona y Florida, donde jugarían sin aficionados en las gradas.

En este escenario, en lugar de Liga Americana y Liga Nacional, se jugarían las ligas del Cactus (Arizona) y La Toronja (Florida), tomando en cuenta que equipos de ambas ligas mayores están repartidos en los dos estados donde se entrena cada primavera.

Como consecuencia de esa mezcla, se usaría el bateador designado de manera universal y, salvo algún diseño especial de la fase final de los playoffs, se abre la ventana de probabilidades para que la Serie Mundial enfrente a dos equipos de la misma liga por primera vez en la historia.

Al igual que en el plan de Arizona, los jugadores, entrenadores y personal esencial serían acuartelado en hoteles de la zona y solo viajarían de sus habitaciones a los estadios.

EL GRAN INCONVENIENTE

Más allá de la logística o el sacrificio de encerrarse en un lugar por cuatro meses sin acceso a la familia y jugar en estadios sin aficionados, el verdadero desafío para cualquier plan que diseñe Grandes Ligas (o cualquier otra liga deportiva) es la realidad de la forma en que el coronavirus impacta a Estados Unidos, ahora y en los próximos meses.

A pesar de que en los últimos tres días se redujo el macabro ritmo de muertes por la pandemia y que el presidente Donald Trump está determinado a reabrir las actividades comerciales de la nación lo más pronto posible, Estados Unidos sigue liderando al mundo en las indeseables categorías de contagios (casi 600 mil) y fatalidades (más de 23 mil) por coronavirus.

El estado de Nueva York y la ciudad del mismo nombre, sede de los Mets y los Yankees, han perdido 10 mil ciudadanos por consecuencia del virus.

¿Cuándo los ciudadanos estadounidenses estarán listos para retomar sus rutinas normales?

No por ahora. La semana pasada, una encuesta de la Universidad de Seton Hall mostró que el 72 por ciento de los estadounidenses no piensa arriesgar su salud por asistir a cualquier evento deportivo en los próximos meses si no están vacunados contra el coronavirus.

Aunque Sarah Gilbert, una profesora de vacunología de la Universidad de Oxford, dijo recientemente al rotativo The New York Times que una vacuna podría estar lista para uso público en septiembre, la gran mayoría de científicos que colaboran en esos esfuerzos considera que es poco probable ques se tenga una cura para antes del 2021.

Tomando en cuenta que históricamente, el béisbol ha jugado un rol muy importante en el proceso de sanación del país en otras crisis, lo más probable es que eso ocurra una vez más.

Pero el cuándo es lo que nadie debería dar por garantizado ahora mismo.

Por simple sentido común, cualquier plan de las Grandes Ligas para volver a jugar, cuando sea, no debería ignorar ninguno de los aspectos mencionados anteriormente, especialmente la situación en la mayoría de las ciudades sedes de los clubes, sin importar que en Arizona y Florida, o cualquier otro lugar, se puedan recrear las condiciones míminas para poner a los peloteros en el campo.

Antes de lanzar la primera bola en un partido oficial de Grandes Ligas, Estados Unidos como nación debería haber derrotado al coronavirus. O al menos haber conseguido una tregua.

Es una condición "sine qua non" para que, al final, el remedio no sea peor que la enfermedad.
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Llegar a la conclusión de cuales han sido las temporadas más dominantes para un lanzador en la historia de Grandes Ligas (MLB) no es una tarea fácil, por todas las variantes involucradas en el ejercicio.

Cy Young, Tim Keefe, Kid Nichols Al Spalding, Pud Galvin, Bobby Mathews y Old Hoss Radbourn marcaron el ritmo antes de 1900. El mismo Young, Walter Johnson, Christy Mathewson, Mordecai Brown y Grover Alexander, entre otros, llevaron la voz cantante en las primeras décadas del siglo XX.

Sandy Koufax, Warren Spahn, Tom Seaver, Nolan Ryan, Roger Clemens, Randy Johnson, Greg Maddux, Pedro Martínez, Mariano Rivera, Clayton Kershaw y Max Scherzer son algunos de los más recientes que aparecen en prácticamente todos los ránkings históricos de los mejores de MLB.

¿Cómo determinar cuál realmente dominó más a la oposición entre, por ejemplo, Gavin en 1884 (46-22, 1.99, 71 juegos completos, 12 blanqueadas y 369 ponches en 636.1 innings), Walter Johnson en 1913 (36-7, 1.14, 29 completos, 11 blanqueos y 243 K en 346 IL), Bob Gibson en 1968 (22 victorias, 1.12 de efectividad, 13 blanqueadas y 268 K en 308 IL) y Martínez en 1999 (23 triunfos, 2.07 de EFE y 313 ponches en 213 innings)?

La época, el contexto y el ambiente fueron diferentes para cada uno. En 1884, 21 pitchers completaron 50 o más juegos, incluyendo ocho con 60 o más, y Galvin fue séptimo en efectividad y no fue líder de juegos completos, innings o ponches. Young, Gavin, Mathewson, Walter Johnson y todos los lanzadores de Grandes Ligas hasta 1946 jugaron en una época en que los negros (y casi todos los latinos) tenían las puertas cerradas.

En 1968, cuando Gibson consiguió la mejor efectividad desde 1920, el promedio colectivo de Grandes Ligas fue 2.98, que en los años grandes de Martínez habría bastado para pelear el liderato. En 1999, la efectividad colectiva del béisbol fue 5.08.

Solamente para mencionar algunos datos que revelan el entorno de las actuaciones.

La gente de Baseball Reference desarrolló una estadística que se llama "Efectividad Plus Ajustada" (ERA+ Ajustada), que "ajusta" el promedio de carreras limpias de un lanzador al de su liga, su estadio y su época. La fórmula se resume a "ERA+ 100*[lgERA/ERA] Ajustada a parques de lanzadores". El producto refleja el nivel de superioridad/inferioridad que tuvo un lanzador frente a sus pares en un momento específico. Recuerden restarle 100 para obtener el porcentaje real.

Desde 1900, la mejor ERA+ Ajustada en una temporada fue la que logró Martínez en el 2000 (291), cuando tuvo efectividad de 1.74, mientras que toda la Liga Americana terminó en 4.92. El número 291 básicamente significa que "Pedro El Grande" fue 191% superior al resto de los seres humanos que lanzaron ese año.

En 1999 la ERA+ Ajustada de Martínez fue de 243, la cuarta mejor en la era que más importa, ya que en el siglo XIX y las primeras dos décadas del siglo XX, el béisbol prácticamente se jugó con una pelota de trapo.

En 1997, cuando ganó el primero de sus tres premios Cy Young (y el único en la Liga Nacional), Martínez terminó con 219 en ese departamento. Eso otorga al derecho dominicano tres temporadas entre las 10 mejores de ERA+ Ajustada. Dos contemporáneos, Maddux (271 en 1994 y 260 en 1995) y Clemens (226 en 2005 y 222 en 1997) son los únicos otros con múltiples apariciones en ese Top 10.

Entre 1994 y 2005, en medio de la llamada "Era de los Esteroides", que catapultó a la ofensiva muy por encima del pitcheo, Martínez, Maddux y Clemens se combinaron para poner siete de las 10 mejores ERA+ Ajustada. En ese lapso de tiempo, el promedio más bajo de carreras anotadas por equipo fue de 4.59 y en seis ocasiones el promedio de MLB excedió la media de 4.80 carreras por encuentro.

El derecho Zack Greinke (222 en el 2015) es el único pitcher activo cuyo nombre aparece en la lista. La gran temporada de 1968 de Gibson quedó cuarta con 259, mientras que el mega año de Dwight Gooden en 1985 con los New York Mets es sexto.

Ningún criterio es definitivo, pero la Efectividad Plus Ajustada arroja un poco de luz para valorar en su justa dimensión el dominio de un lanzador en una temporada o época sin importar las condiciones específicas del momento. Ah, en 1884 Galvin tuvo una ERA+ Ajustada de 155, la #408 de la historia.
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Cuando un aficionado casual del béisbol escucha las siglas WAR inmediatamente piensa en Mike Trout, el extraordinario jardinero central de los Los Angeles Angels.

Después de todo, el mejor jugador de la actualidad ha encabezado o peleado el liderato de la polémica estadística que mide la contribución total de un pelotero a su equipo desde que fue convertido en jugador titular de los Angelinos, en el 2012.

Sin embargo, el nombre de Trout no aparece entre los mayores 25 totales de Victorias Sobre Nivel Reemplazo (Win Above Replacement o WAR en inglés) en una temporada en la historia de las ligas mayores. El tres veces Jugador Más Valioso (MVP) de la Liga Americana no aparece hasta el puesto #28 en la lista de bateadores más destacados en una temporada, cuando usamos el WAR como principal referencia.

El "Rey del WAR" es Babe Ruth, quien según el consenso general de historiadores y analistas ha sido el mejor jugador que han tenido las Grandes Ligas estadounidenses en su historia.

"El Bambino" tiene los primeros tres puestos, cuatro de los primeros siete, cinco de 10 y seis de los 13 mayores totales de WAR en una temporada para jugadores de posición. El único otro con temporadas múltiples en el Top 10 es el jardinero Barry Bonds. El jardinero Mickey Mantle aparece dos veces en las mejores 17 y el jardinero Willie Mays en dos de las principales 19.

De acuerdo a la versión del WAR de Baseball Reference, la mejor temporada ofensiva de la historia fue la de Ruth en 1923, cuando acumuló 14.1 y ganó el único premio MVP de su carrera. Ese año, el terror de los New York Yankees bateó .393 con 205 hits (45 dobles y 13 triples) y fue el líder de jonrones (41), impulsadas (130), anotadas (151), base por bolas (170), OBP (.545), Slugging (.764), OPS (1,309) y bases alcanzadas (399).

Las campañas de Ruth en 1921 (.378, 59 jonrones, 168 CE, 177 CA, 145 BB) y 1927 (.356 con 60 jonrones, 165 CE, 158 CA y 137 BB) son segunda y tercera, con 12.8 y 12.5 WAR, respectivamente.

Las actuaciones que ubican a Bonds en los lugares #6 y #9 de esa exclusiva lista son las del 2001 y las del 2002, respectivamente.

En la primera, bateó .328 con 137 impulsadas, estableció el récord de jonrones en una temporada (73) y encabezó la Liga Nacional en boletos (177), OBP (.515), Slugging .863 y OPS (1,379). En la segunda pegó 46 jonrones y fue primero en bateo (.370), boletos (198), OBP (.582), Slugging .799 y OPS (1,381) a los 37 años de edad.

En sentido general, Ruth, quien bateó .342 con 714 jonrones y tuvo efectividad de 2.28 en 1,221 innings como lanzador, encabeza la MLB con 182.5 WAR en su carrera. Los lanzadores Walter Johnson (164.5) y Cy Young (163.8) escoltan a Ruth en el tope de la lista.

Cuando se toma en cuenta exclusivamente el desempeño como jugador de posición, Bonds (162.8) supera al "Babe" (162.1). Los jardineros Willie Mays (156.2) y Ty Cobb (151.0) son los únicos otros dos jugadores de posición que han acumulado más de 150.0 WAR en una carrera en las ligas mayores.

De acuerdo a Baseball Reference, desde la fundación de la Liga Nacional en 1876 (la Liga Americana nació en 1901), un poco más de 19,300 individuos han accionado en la MLB. Apenas 21 jugadores de posición han superado el centenar de WAR en sus carreras. El inicialista y bateador designado dominicano Albert Pujols, compañero de Trout en Los Angeles, es el único activo.

En 303 ocasiones en 144 temporadas, un jugador de posición acumuló al menos 8.0 WAR en una temporada. Del grupo de los que tienen 100 o más de por vida, éstos son los que más veces alcanzaron ocho o más en un año: Ruth 12, Bonds 12, Mays 11, Lou Gehrig 9, Hank Aaron 8, Rogers Hornsby 8, Alex Rodríguez 8, Honus Wagner 7 y Pujols 7.

Trout ha pasado la barrera de las 8.0 WAR en seis de sus primeros ocho años y con 72.8 totales ya es el número 56 en el liderato histórico y con apenas 28 años de edad y un contrato garantizado hasta el 2030, es cómodo asumir que seguirá escalando hasta terminar entre los primeros de la lista general y que en algún momento podría meter una campaña que entre a las mejores de la historia.

Pero mientras eso ocurre, Ruth sigue siendo el amo del WAR.
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Después de dos temporadas en las que falló alcanzar los 70 millones de aficionados por primera vez en 17 años y la venta de tickets por juego cayó por debajo de los 30 mil por tercer año seguido, el béisbol de Grandes Ligas (MLB) enfrenta la terrible incertidumbre de recortar o cancelar su torneo del 2020 debido a la pandemia del coronavirus.

Peor aún, al igual que ocurre con todas las ramas del entretenimiento, para la MLB es imposible pronosticar como responderá la gente a los eventos masivos una vez hayamos superado el pico de una desgracia que ha convertido el distanciamiento social en el arma más efectiva para controlarle.

En entrevista con ESPN la semana pasada, el comisionado Rob Manfred se mostró optimista sobre poder jugar este mismo año y el tipo de respuesta que espera del público.

"Lo que sé es que el beisbol estará de regreso. Cuando sea que sea seguro jugar, estaremos de regreso. Nuestros aficionados estarán de regreso, nuestros jugadores también y seremos parte de la recuperación, de la sanación de este país por esta pandemia en particular", dijo Manfred.

La realidad es que el béisbol enfrentaba un problema de asistencia mucho antes de que el COVID-19, identificado por primera vez en diciembre pasado en Wuhan, China, contagiara a cerca de un millón de personas en 202 países y convirtiera a Estados Unidos en su epicentro de acción, con casi 200 mil casos y más de cuatro mil muertos.

Desde que la asistencia de MLB alcanzó su pico con casi 80 millones (79,484,718) en 2007 y superó los 78,6 millones en 2008, la industria no ha podido pasar de 74 millones. En los últimos siete años, la asistencia global mostró descenso hasta llegar a 68,494,752 en 2019, cuando el promedio de 28,198 por juego fue el más bajo desde los 27,831 del 2003.

Sin embargo, Manfred tiene un punto válido en su desbordado optimismo: Históricamente, el béisbol ha sido el bálsamo que ha aliviado el dolor de la gran nación norteamericana después de dificultades importantes.

En 1919, la primera temporada de béisbol desde el final de la Primera Guerra Mundial, la asistencia de Grandes Ligas más que se duplicó (de 3,0 millones a 6,5 millones) y para el 2020 se triplicó (9,1 millones).

Uno de los peores capítulos en la historia de la nación fue "La Gran Depresión" económica, que estalló oficialmente con la caída de la bolsa de valores de New York el "Martes Negro" del 29 de octubre de 1929, dos semanas después de que los Atléticos de Filadelfia derrotaran a los Chicago Cubs en la Serie Mundial.

En 1930, en medio de una terrible incertidumbre debido al cierre de cientos de empresas sin liquidez, el congelamiento de las inversiones y un aumento acelerado del desempleo, la MLB alcanzó los 10 millones de aficionados por primera vez en su historia. El nuevo récord, con 10,8 millones, se estableció, nada más y nada menos que en 1945, el último y decisivo año de la Segunda Guerra Mundial.

En 1982, el año siguiente a una gran huelga de peloteros que dividió la temporada regular en dos mitades, MLB estableció otro récord con 44,5 millones de aficionados llevados a los parques.

La pelota atrajo a una cifra récord de 70 millones en 1993, el año antes de la gran huelga de peloteros de 1994-95. El béisbol no igualó la marca hasta 1998, cuando la primera de dos grandes batalla de jonrones entre Sammy Sosa y Mark McGwire ayudó a forjar la primera racha de cuatro años seguidos de 70 o más millones, coronada con los 72 millones del 2001, el año de los ataques terroristas del 11 de septiembre.

En la película "Field Of Dreams" de 1989 (basada en el libro "Shoeless Joe" del canadiense W.P. KInsella), el escritor Terence Mann (interpretado por el grandioso James Earl Jones) termina de convencer al granjero Ray Kinsella (Kevin Costner) de construir un estadio de béisbol en su maizal para que Joe "Descalzo" Jackson (suspendido del béisbol de por vida, injustamente, en la investigación de MLB de 1920 por la venta de la Serie Mundial anterior) volviera a jugar.

El discurso de Mann para justificar semejante movimiento, que supuestamente buscaba aliviar la pena de Jackson y otros jugadores fallecidos hacía mucho tiempo, es uno de los momentos cumbres de una de las mejores películas de béisbol de todos los tiempos.

"La gente vendrá, Ray. Vendrán a Iowa por razones que ni siquiera pueden comprender. Aparecerán en tu entrada sin saber con certeza por qué lo están haciendo. Llegarán a tu puerta tan inocentes como los niños, anhelando el pasado.

´"Por supuesto, no lo pensaría si miras a tu alrededor´, dirás. ´Solo cuesta $20 dólares por persona´. Pasarán el dinero sin siquiera pensarlo, porque es el dinero que tienen y la paz que les falta. Y saldrán a las gradas; a sentarse en mangas de camisa en una tarde perfecta. Descubrirán que tienen asientos reservados en algún lugar a lo largo de una de las líneas de las bases, donde se sentaron cuando eran niños y vitorearon a sus héroes. Y verán el juego y será como si se sumergieran en aguas mágicas. Los recuerdos serán tan densos que tendrán que apartarlos de sus caras.

"La única constante a través de todos los años, Ray, ha sido el béisbol. América ha rodado como un ejército de apisonadoras. Se ha borrado como una pizarra, reconstruida y borrada nuevamente. Pero el béisbol ha marcado el tiempo. Este campo, este juego; Es parte de nuestro pasado, Ray. Nos recuerda todo lo que una vez fue bueno, y que podría serlo nuevamente. Oh ... la gente vendrá, Ray. La gente definitivamente vendrá".

Eso fue lo que dijo Mann en "Field Of Dreams" y lo que esperan Manfred y todos los que corren el negocio llamado béisbol de Grandes Ligas, una vez la humanidad derrote al coronavirus.
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