El destino es un libro que cambia de historia de una página a otra sin previo aviso. Para Michael Schumacher fue una carrera en la punta durante 45 años hasta que de repente una “falla” detuvo su marcha.
El heptacampéon de la Fórmula Uno que cumplirá el 3 de enero, 53 años de edad y lo hará “detenido en los fosos”, con un futuro incierto y enmedio de una total secrecía sobre su estado de salud.
El alemán que había participado en su último Gran Premio en Brasil el 25 de noviembre de 2012, para poner fin a una de las más brillantes y, ciertamente, la más ganadora de las trayectorias de un piloto en la F1, no tardaría en enfrentarse a la curva más peligrosa de su vida.
Sus siete títulos mundiales, 91 victorias, 68 pole positions, 155 podios en 306 GP’s disputados labran un palmarés increíble, hasta la fecha y a la espera de lo que pueda hacer Lewis Hamilton.
Pero lo que nunca le pasó en la pista vino a darse paradójicamente en un descenso alpino en Meribel, Francia. Ahí el hijo pródigo de Kerpen sufrió un grave percance con unas rocas y un daño cerebral, que hasta hoy lo mantiene bajo cuidados médicos en todo momento.
Apenas fue un año y mes, el 29 de diciembre de 2013, después de decir adiós a los circuitos que Michael encontró la desventura, un sino trágico casi incongruente, totalmente absurdo, algo que no es novedad entre los campeones de F1, ya antes otros habían vivido la tragedia, luego de haber saboreado la gloria.
Le pasó a Mike Hawthorn, campeón de la Máxima Categoría en 1958. El inglés decidió retirarse luego del GP de Marruecos donde se coronó, tras de ver en llamas a su colega Stuart Lewis-Evans por un accidente. Lewis Evans moriría seis días después y con él los deseos de Hawthorne de seguir en el deporte motor. También el deceso de su amigo Peter Collins, en un percance de carrera fue un golpe duro para el primer monarca británico de F1.
Pero nadie sospechaba que apenas tres meses después él moriría en un accidente de tráfico al jugar un arrancón con Ken Walker. Lo verdaderamente insólito fue que Hawthorn, se supo después, sufría una enfermedad renal terminal y tenía una expectativa de vida de unos meses.
Otro caso de coincidencia fatal fue el del primer y único italiano que ha sido campeón del mundo con Ferrari: Alberto Ascari.
Hijo del también piloto Antonio Ascari, Alberto presentía que su destino estaba ligado al de su padre quien murió el 26 de julio de 1925 en un accidente de carrera en el GP de Francia.
Y así fue, cuando el 26 pero de mayo de 1955, 30 años después, Alberto, campeón de F1 1952-53 se estrelló en Monza y perdió la vida. Al momento de su muerte ambos tenían 36 años de edad, habían ganado 13 GP’s y dejaron viuda y dos hijos.
Así otros campeones como Graham Hill, quien murió en un accidente de avión o el austriaco Jochen Rindt, único monarca postmortem de la F1, quien se mató en Monza y al final de la temporada 1970 fue el piloto con más puntos.
El destino juega bromas macabras, esperemos que con Michael Schumacher todo termine en una pesadilla y lo podamos ver de nuevo en algún circuito a la espera de que alguien además de Lewsi hamilton supere los números que dejó.