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El paradigmático cambio de Racing Club

A ver si recuerdan… 3 de septiembre de 2012, Racing Club le ganaba a 3 a 1 a San Martín de San Juan y el mediocampista Agustín Pelletieri debió calzarse los guantes de arquero por la expulsión del meta De Olivera. Era penal en contra para los albicelestes y Pelletieri logró atajarlo ante el disparo de Caprari. Fue heróico, impensado.

“Estas cosas no le pasan a Racing”, decía en voz alta algún fanático. “Pensé que lo perdíamos 3-4”, respondía otro.

La mentalidad de algunos hinchas de la Academia no estaba preparada para esto. Su pasado, los malos momentos, el descenso, los 35 años sin salir campeón, el pedido de quiebra y hasta perder partidos insólitos hacía que cualquiera piense estar viviendo algo irreal.

Pero, no. Era cierto. Fue un aviso de lo que vendría más adelante. A Racing le empezarían a pasar cosas buenas.

Quizá el punto de inflexión más fuerte fue cuando Diego Milito retornó al club en 2014, fue como el comienzo.

¿Pero a Racing siempre le pasaron cosas malas? Claramente no. Hasta 1970 era uno de los clubes más ganadores del fútbol argentino. Primer heptacampeón (1913,´14,´15, ´16,´17,´18,´19), ganador de la Conmebol Libertadores en 1967, primer club argentino campeón del Mundo (le ganó la Intercontinental al Celtic en 1967).

Incluso 15 de sus 18 títulos locales fueron logrados hasta el 66. De allí en más empezó la sequía de conquistas lo que, sumado a malas administraciones, termina con el casi derrumbe de la institución.

“A Racing lo hace grande su gente”, se decía en la década del 80 y 90. Era cierto, la fidelidad de sus hinchas nunca se apagó pese al descenso y a la falta de títulos. La Supercopa obtenida ante Cruzeiro en 1988 trajo algo de regocijo en sus aficionados.

Pero eso no alcanzaba. Las administraciones seguían devastando al club y hasta ni agua caliente había en los vestuarios.

Llegado el fin de la década del 90, más precisamente en 1999 se dio ese dramático 4 de marzo en la vida del club. La síndico Liliana Ripoll dijo el ya célebre "la asociación civil Racing Club ha dejado de existir". Esto no hizo más que despertar el fuego sagrado que sus hinchas nunca apagaron. Encadenamientos en la sede, el Cilindro lleno pese a que el equipo no jugaba y muchas cosas que en ese momento para Racing eran “normal”.

El club, gerenciado en el 2000, parecía resurgir tras coronarse luego de 35 años de la mano de Mostaza Merlo en 2001. Eso fue como un oasis en el desierto.

Racing seguía siendo Racing en muchos aspectos. Algunos hasta se animaban a hablar de “maldición” de “gatos muertos enterrados” y otras tantas cuestiones. Lo concreto es que los malos resultados lo llevaron al club a jugar la Promoción en 2008 ante Belgrano.

Todo Racing celebró el tanto de Maxi “Frasquito” Moralez y la pifiada de Claudio Bustos, con el arco vacío ante una mala salida de Martínez Gullota, como si fuese un campeonato.

Seis meses después de ese partido, Racing iría a elecciones, dejando así el gerenciamiento. Pasaron las presidencias de Rodolfo Molina y la de Gastón Corgorno, hasta que en 2013 un tal Víctor Blanco se hizo cargo del club.

Racing de nuevo estaba afixiado en el Torneo Final 2014 pero logró salir a flote en un campeonato que tuvo al recordado taco de Luciano Aued para que Vietto anote ante Vélez y abandonar así el último puesto. Terminó antepenúltimo.

No sería un nombre más el de Víctor Blanco en la historia de la política del club. Con él llegó un equipo capacitado en las diferentes áreas del club y de su mano, los resultados.

Y claro… en 2014 llegó Diego Milito. Lo que significa este jugador para el club va más allá de su idolatría como futbolista. Sería uno de los grandes sustentos donde se apoyó el “Racing Positivo”, creado por algunos socios desde el mundo 3.0.

Milito fue campeón en 2001 y sería campeón en 2014 en aquel equipo que conducía Diego Cocca. Luego de su retiro, se tomó un breve descanso y volvió a su Racing como mánager.

“Siempre estuvimos en las malas, las buenas ya van a venir”, se cantaba en las tribunas académicas. Llegó la hora de que Racing deje de conformarse con “el aguante” de su hinchada y empiece a acostumbrarse a no perder, a vivir cosas lindas y buenas, a no sufrir desde lo institucional.

El Nuevo Racing o el “Racing Positivo” ya tiene dos títulos de Superliga (2014 y 2018/2019) y un Trofeo de Campeones (2019). Ya remonta partidos aun perdiendo por dos o tres goles. No erra penales, no le meten goles los arqueros de cabeza ni juega para no descender.

Cuenta ahora con otro líder en campo como lo es Lisandro López y ese “sentido de pertenencia” que tanto se pondera desde el club.

Alcanza sino con ver la última victoria en el Clásico de Avellaneda, donde venció a Independiente con dos jugadores menos durante gran parte del partido con aquel recordado tanto del chileno Marcelo Díaz sobre el final.

De los últimos 100 partidos que Racing jugó de local sólo perdió 10 (ganó 64 y empató 26) y el Cilindro se transformó en una fortaleza inexpugnable. Otro síntoma del cambio de paradigmas.

Hoy los delanteros que entran meten goles, los arqueros la rompen, los defensores sacan todas y los mediocampistas juegan como dioses. La mentalidad de sus hinchas cambió.

Hoy no le pasan cosas malas a Racing, es todo positivo y como dijo una vez Lisandro López: “Solo falta dar el salto ganando una copa internacional”