El Real Madrid en el cielo. Ya son ocho Champions, que sumadas a las seis Copas de Europa, suman 14 títulos de la máxima competición continental y que le confirman como el auténtico Rey de Europa. Le bastó con sostener la electricidad del Liverpool y aprovechar su segunda ocasión de gol, tras anularse por fuera de juego la primera, para superar a un rival incrédulo, que se estrelló contra Courtois y su propia incapacidad.
Hasta 23 remates, 12 entre palos, del Liverpool, contra sólo dos a portería (ocho en total) del Madrid. Las ocasiones fueron rojas, la confirmación fue blanca. Las finales no se juegan, se ganan y el Madrid, el mayor especialista en estas lides, hizo bueno ese pronóstico. Sobrevivió al límite durante tres eliminatorias consecutivas frente a PSG, Chelsea y Manchester City y alcanzada la final entendió innegociable competir sin dejar espacio a las florituras.
El Liverpool, que hace un mes suspiraba con completar una temporada perfecta conquistando cuatro títulos, cerró el curso desolado. Superado por el poderío del Manchester City en la Premier y rendido a la evidencia en la final de la Champions, en la que de nada le sirvió dominar, rematar y agobiar a un rival en el que Courtois fue un gigante.
El Madrid es campeón de Europa y ya suma cinco títulos en las nueve últimas temporadas. Lo consiguió superando con solvencia la fase de grupos, donde sufrió una vergonzante (y olvidada) derrota en el Bernabéu ante el modesto Sheriff y a partir de ahí se abonó a los milagros. Temió la eliminación contra el PSG hasta que apareció el hat-trick de Benzema, rozó el desastre contra un Chelsea que a diez minutos de acabar la eliminatoria le tenía arrodillado e hizo el más difícil todavía frente a un Manchester City que abrazaba la final en el minuto 90, perdonando un 0-2 definitivo antes de que Rodrygo y Benzema obrasen el mayor milagro recordado en el Bernabéu.
Si el futbol es, como decía Johan Cruyff, 'un juego de fallos' el equipo de Ancelotti le sacó un rendimiento perfecto durante todo el torneo... Y lo llevó al límite en la misma final. En París, se apoyó en un soberbio Courtois y ni necesitó de la aparición de Benzema. Se bastó con un remate a placer de Vinicius, asistido por Valverde y gracias al fallo global de una defensa que quedó señalada, para conquistar el título.
Fue la final de Courtois, un gigante que a los 20 minutos salvó por segunda vez a su equipo, despejando lo justo el remate de Mané para que el palo le negase el gol que persiguió el Liverpool con tanta insistencia como desorden. Dominaban los de Klopp y se resguardaban con calma los merengues, esperando su oportunidad, sin atolondrarse, cediendo una falsa autoridad al rival y entendiendo que, tarde o temprano, tendrían la suya...
La tuvieron en el desemboque de la primera parte, quedando ya señalado Alisson y toda su defensa, salvado el Liverpool por el fuera de juego de Benzema en la que fue, de hecho, primera llegada de peligro cierto de los madridistas. De pronto, sin saber la razón, los reds ya comprendían que la leyenda blanca es eterna...
EL GOLPE
Y lo confirmaron antes de llegarse al cuarto de hora de la segunda mitad. Se despistó todo el mundo, nadie marcó a quien debía marcar, dejó Alexander-Arnold solo a Vinicius y nadie atendió a la subida de Valverde, que le regaló medio gol al brasileño. Y gol. Tal cual el Madrid, en dos llegadas a puerta mandaba en el marcador sobre un rival que se había desesperado en atacar para nada.
A partir de ahí fue estrellarse una y otra vez contra Courtois. Salah, desaparecido durante una hora larga, pareció despertar pero para entonces ya sobrevolaba sobre el Stade de France la leyenda del Madrid, que ha disputado 17 finales de Copa de Europa y solo ha perdido tres, la última de ellas, en esta misma ciudad de París hace ya 41 años. Y contra el mismo Liverpool al que le devolvió la moneda en 2018. Sus ocho últimas finales... ganadas.
Cinco apariciones monumentales de Courtois fueron definitivas para decidir la suerte del partido. El Liverpool quiso pero no pudo. Y Europa coronó, otra vez, a su rey de reyes.