El 19 de abril de 1992, justo el día de su 67° aniversario, Colo Colo, campeón de la Copa Libertadores del año anterior, se mediría ante Cruzeiro, ganador de la extinta Supercopa Sudamericana, para dirimir al campeón de la Recopa Sudamericana.
Los albos, que llegaban a la definición con el antiguo formato de partido único y que se disputaba en Japón, se encontrarían nuevamente cara a cara con una de sus “bestias negras”, y la gran posibilidad de sumar un nuevo título internacional a su palmarés.
Tras igualar sin goles en los 90 minutos y la prórroga, el conjunto dirigido por Mirko Jozic y el elenco de Belo Horizonte definirían la corona desde el punto penal, donde emergería la figura de Marcelo Ramírez, quien ingresó por el meta titular, José Daniel Morón.
En la serie desde los 12 pasos, el apodado “Rambo” contendría el remate a Boiadeiro, el segundo ejecutante del conjunto brasileño, mientras que Jaime Pizarro, con un tiro mordido y mucho suspenso, sellaría la victoria para el elenco chileno por 5-4.
De esta manera, aquel Colo Colo se obsequiaba el mejor regalo en el día de su cumpleaños, una conquista que perdura hasta el día de hoy en la mente y el corazón de los hinchas albos, y que tuvo un sabor especial, por doblegar a aquel Cruzeiro, uno de sus contendores más duros en los torneos Conmebol.