La Tricolor fue superior, tuvo las más claras, pero el travesaño y la falta de definición evitaron una victoria ante Honduras en el Francisco Morazán
La primera mitad fue un pulso de control y precaución. Ninguna de las dos selecciones quiso regalar un solo metro. Honduras y Costa Rica midieron cada movimiento, cada pase, sabiendo que cualquier error podía ser letal en el estadio Francisco Morazán.
En la zaga costarricense, Alexis Gamboa y Kendall Waston fueron los pilares del equipo.
Ambos impusieron jerarquía y temple, neutralizando por completo a los atacantes catrachos Romell Quioto y Jorge Benguché, quienes vieron cómo sus intentos ofensivos se diluían sin claridad ni peligro real.
El bloque defensivo tico —comandado por Juan Pablo Vargas, Waston y Gamboa— lucía firme, sólido, sincronizado.
El único punto de grieta aparecía por la banda derecha: Jeyland Mitchell no se encontraba en su mejor noche.
Se le notaba impreciso, algo desfasado en el ritmo del partido, y por ese sector Honduras buscaba insistir.
En ataque, el panorama no era mucho más alentador. Las opciones para Alonso Martínez y Manfred Ugalde simplemente no existían.
Costa Rica carecía de un jugador que rompiera líneas, que pidiera la pelota entre espacios y generara algo distinto en la mitad del campo. El mediocampo lucía plano, sin un conductor que conectara la defensa con el frente de ataque.
La Tricolor defendía bien, sí. Pero le costaba construir.
El equilibrio táctico que mantenía el marcador sin goles también mantenía al equipo lejos del área rival.
Una primera mitad correcta en lo táctico, pero insuficiente para soñar con más.
La segunda mitad fue una historia de dominio tico que se quedó sin final feliz. Costa Rica manejó el ritmo, impuso el orden y, por momentos, jugó en campo hondureño con autoridad. Sin embargo, el gol —ese grito que habría silenciado al Francisco Morazán— nunca llegó.
Francisco Calvo se soltó por la banda izquierda y fue el más insistente. En una de esas proyecciones, envió un pase rastrero que encontró a Álvaro Zamora frente al arco. El remate del atacante estremeció el travesaño y dejó al estadio en silencio absoluto por unos segundos. Fue la más clara del partido.
Pese a la intensidad de Costa Rica, Honduras propuso poco. El equipo local lució incómodo, sin ideas ni claridad, mientras los dirigidos por Miguel Piojo Herrera se adueñaban del balón y del terreno. Por merecimiento, el triunfo debió ser tico.
El empate sin goles dejó a la Tricolor con tres puntos en tres partidos disputados en esta fase de las eliminatorias rumbo al Mundial de Norteamérica 2026. Con el resultado, Costa Rica es tercera del grupo C, detrás de Honduras (5 puntos) y de la gran sorpresa, Haití, líder por diferencia de goles.
El próximo lunes, La Sele tendrá la oportunidad de enmendar el rumbo cuando reciba a Nicaragua en el Estadio Nacional, un partido que ya se perfila como clave para mantener viva la esperanza mundialista.
