El Barcelona recuperó la sonrisa en Sevilla. La ciudad maldita, aquella en la que había perdido las tres últimas finales que disputó (la última hace exactamente tres meses), fue este 17 de abril talismán para un equipo que pasó por encima del mismo Athletic que en enero le derrotó en la Supercopa y le regaló a Joan Laporta la primera gran alegría desde que llegó a la presidencia del club.
Ronald Koeman, a quien debieron silbarle los oídos cuando se conoció su alineación, con el descarte de Dembélé, se ganó de manera soberbia todo el crédito que algunos siguen día a día negándole y demostrando que no siendo el entrenador de esta directiva ha sabido sacar el mejor rendimiento a una plantilla huérfana de delantero centro indiscutible, sobreviviendo a los peores momentos, que los ha habido, de la temporada y llegando a la recta final del curso con un trofeo bajo el brazo y, cuanto menos, con toda la esperanza de pelear la Liga hasta el final.
"Teníamos muchas ganas de volver a ganar y lo hemos hecho contra un gran rival. Hemos hecho un gran partido y me alegro por todos, los jugadores, el cuepro técnico y por nuestros aficionados" reveló, feliz, el presidente, proclamando que "hacía mucho tiempo que el barcelonismo no celebraba un título y es momento de celebrarlo".
Celebrarlo lo hizo sin disimulo un Barcelona que hace tres meses, en el mismo estadio de La Cartuja, perdió una final en el momento acaso más delicado de la temporada, a partir de cuando su crecimiento, que ya había comenzado en la Liga, fue indiscutible. Con el borrón del PSG y hasta la derrota en Valdebebas la mejoría del equipo azulgrana ha sido una constante para llegar a mediados de abril, como siempre proclamaba Johan Cruyff, aspirando a ganar títulos.
Consiguió el primero y se catapultó en su ánimo para enfocar las ocho finales que le quedan hasta el final de una Liga apasionante que se entiende deberá pelear con Real y Atlético de Madrid, repleto de confianza y dando por sentado quese ha acabado el tiempo de la depresión.
La felicidad se dibuja otra vez en un Barça que esperando a la decisión de Messi encara la recta final de la temporada con el orgullo recuperado. En tiempo de pandemia, la alegría fue, por fin, completa.
Para el Athletic... Sigue la travesía del desierto. Derrotado en 2009, 2012 y 2015 por el Barça, volvió a caer, y goleado, ante el mismo equipo ante el que logró, allá por 1984, su último título de Copa. No hubo excusa posible para los leones. Fueron, simplemente, arrollados por un rival que le pasó por encima en fútbol y en goles.